Territorio Goldsmith
En tiempos de oscuridad, cuando no encuentro consuelo en lo que me rodea, imagino que me subo como George Peppard a bordo de la tanqueta militar post-apocalíptica de Damnation Alley (Callejón Infernal, 1977) y me lanzo a recorrer con seguridad y tranquilidad el Territorio Goldsmith, un amplio, vasto e infinito horizonte musical de posibilidades que siempre me reconfortan en la hora más oscura (I Will No Fear Evil). Soy como el bueno de Jack Sawyer en la novela The Talisman (El Talismán) de Stephen King, que para salvar a su madre deberá atravesar los peligros y amenazas de los Territorios, solo que a bordo de mi tanqueta es más fácil todo.
Hace hoy ya 18 años (DIECIOCHO YA) que falleció el que para mi ha sido el mayor compositor de música de cine que ha dado la industria, y todavía hoy sigo añorándole, preguntándome que sería del cine si hubiera podido seguir vivo hoy, o al menos unos años más. Cuantas obras maravillosa nos hubiera podido regalar para deleite del aficionado (por poner un ejemplo, las dos últimas entregas de Rambo).
No se puede vivir anclado en el pasado, y hay buenos compositores actualmente, aunque no en la misma proporción que antaño y tampoco con las mismas calidades y explosiones de genialidad constantes a los que nos tenían mal acostumbrados (gente como Daniel Pemberton, Bear McCreary, Iván Palomares o Nicolas Britell, por poner algunos ejemplos, me siguen alegrando la pestaña).
Desde hace ya muchos años, un tema pelín friki (para que vamos a mentirnos), llevo un registro de mis escuchas mensuales, y puedo aseguraros que Jerry Goldsmith está ahí, arriba del todo, con una serie de trabajos que son recurrentes, como compañeros infatigables de viaje a lo largo de ese frondoso y espectacular paisaje que arroja el Territorio Goldsmith.
Alien (Alien, el octavo pasajero, 1979), Basic Instinct (Instinto Básico, 1992), Total Recall (Desafío Total, 1990), First Blood (Acorralado, 1982), Hoosiers (Hoosiers, más que Ídolos, 1986), The Great Train Robbery (El Primer Gran Asalto al Tren, 1978), The Boys from Brazil (Los Niños del Brasil, 1978), Legend (1985), Runaway (Runaway: Brigada Especial, 1984), Outland (Atmósfera Cero, 1981), Fierces Creatures (Criaturas Feroces, 1997), Congo (1995), Executive Decision (Decisión Crítica, 1996), The Last Run (Fuga sin Fin, 1971), The Prize (El Premio 1966), The Edge (El Desafío, 1997), la banda sonora rechazada de Timeline (2003) o City of Fear (1959). Más que una simple enumeración (hay muchas más, pero estas son las más recurrentes en los últimos años), estas son algunas de las más frecuentes, y como puedes ver, hay absolutamente de todo.
Se diría que soy ecléctico en cuanto a géneros y épocas, y sería aún más si metiera más títulos que no he citado, como el western de misterio Breakheart Pass (Nevada Express, 1975), una película que tengo asociada a mi abuelita, que le encantaban las películas de Charles Bronson (me declaro FAN absoluto de su obra), el thriller/remake de The Vanishing (Secuestrada, 1993), una partitura maravillosa a reivindicar desde ya o la banda sonora rechazada de Alien Nation (1988), donde Goldsmith anticipa ya mucho material para futuras obras, como Total Recall. Y no quiero seguir, porque esto es un Vietnam de mucho cuidado (un Rabbit Hole que dirían los norteamericanos).
Cuando todo me falla, cuando no se que poner, hay unos cuantos valores seguros que nunca me fallan (Dave Grusin, Vangelis, James Newton Howard, Alex North, Thomas Newman, Mark Isham, Tangerine Dream, Roy Budd,...) pero de todos ellos, hay uno que me llena especialmente y elimina todos los males y dolores del mundo, al menos mientras lo recorro en la tanqueta del mayor Eugene Denton. Es el Territorio Goldsmith, libre de escorpiones gigantes, cucarachas caníbales o salvajes mutantes ocultos al acecho de incautos y desvalidos.