John Barry: El poder de la Melodía

Escrito por , el 10 abril 2011 | Publicado en Apuntes

Un joven John BarryPoesía en Movimiento… eso es John Barry. El poder de su música ha traspasado la frontera del medio audiovisual para la que fue creada.

Melodías tan populares y embriagadoras como Out of Africa, Dances with Wolves o Goldfinger se han convertido en verdaderos iconos no solo del compositor británico, sino del mundo que nos rodea en general.

Y eso no solo ha sucedido con Barry; composiciones como The Mission o The Good, the Bad and the Ugly de Ennio Morricone, el Total Recall o el Star Trek de Jerry Goldsmith, The Pink Panther o el Breakfast at Tiffany’s de Henry Mancini, el Legends of the Falls o el Titanic de James Horner, The Seven Magnificents de Elmer Bersntein, los innumerables estandards de John Williams (Indiana Jones, Star Wars, Superman)… incluso de obras recientes, como la serie Lost de Michael Giacchino, los ritmos mediaventures de Zimmer para obras como la trilogía de Piratas del Caribe o el mismo Up de Michael Giacchino.

Forman parte no ya de la historia del cine, sino de nuestras vidas, acompañando anuncios televisivos, sintonías de programas de televisión o radio, o formando parte de repertorios musicales habituales en muchos conciertos sinfónicos que tienen lugar en las diferentes ciudades del mundo.

La música de cine va encontrando su hueco como un género que ya ha dejado de ser peculiar o extraño, consecuencia de que muchos piensen que no tiene vida más allá de las imágenes para el medio que fue compuesta. Podría definirse como la nueva música clásica de estos dos últimos siglos (el actual y el anterior).

Hace algo más de un año regalé a mi amiga Cristina por su cumpleaños el CD de Wall-E de Thomas Newman, y fue su compañero de viaje durante una intensa temporada de exámenes; o a la novia de mi cuñado (Patricia), a la que regalé el CD de Legends of the Falls, una enamorada de todo lo que tenga que ver con esa película (cuya música es uno de los ingredientes más memorables de la misma, y no el único).

No es solo el sonido que emana de la pantalla, acompañando las imágenes y funcionando como un elemento narrativo o ambiental; es poesía en movimiento.

John Barry dirigiendoYa no somos esos pocos que disfrutamos con la música de cine, esos que somos tomados como bichos raros o frikis cuando alguien entra en nuestra habitación y escucha las diabólicas notas del violín de Drag Me to Hell de Chris Young o la misa negra de The Omen, sonando ambos en todo su esplendor (o las explosiones orquestales de los cortes más vibrantes de Rambo o Aliens); comienza a ser más habitual que se nos deje de menospreciar o de mirar raro, y que incluso mucha gente acabe descubriendo que le gusta la música de cine (aunque sea a un cierto nivel).

Como no emocionarse cuando vemos la historia del matrimonio de Up crecer con la música de Giacchino en cuatro de los mejores minutos que ha escrito la historia del cine en estos últimos años, o con la amistad de un dragón y un chico con la música de John Powell de por medio, sin olvidarnos del clímax final de Lost o el tema central de Human Target.

No hace falta ser entendido en cine o gustarte la música de cine para apreciar la calidad, para entender y sentir lo que la música te puede transmitir, convirtiéndose en uno de las más bellos regalos que nos ha dado la naturaleza humana.

Y es que solo así se puede entender que uno llore o se emocione viendo el final de Dances with Wolves, y que cuando pongas el CD y llegues al mismo punto ….. ¡te vuelva a suceder lo mismo pero sin las imágenes de por medio!.

Siempre habrá un tema, aunque solo sea uno, que conmueva o emocione a alguien que no sea amante de la música de cine, aunque solo sea porque te ha gustado muchísimo en la película, o porque escuchado sin las imágenes te sugiera o evoque algo (heroicidad, nostalgia o romanticismo, o simplemente como forma de rememorar recuerdos del pasado o como medio de ensoñación para planes de tu futuro).

Una vez sentí decir a alguien en un bar que había que ser de piedra o no haberse enamorado nunca para no sentir algún tipo de emoción con la música que emanaba de los altavoces (Out of Africa). Y no era ningún crítico de cine o de música; era una simple persona que disfrutaba de una consumición tranquilamente en el bar.

Apuntes John BarryY eso es lo que tenía la música de Barry (incluso para aquellos que no se consideraban profesos o seguidores de su música), era universal, expresaba sentimientos, estaba escrita con el corazón, impulsando la sangre y marcando el ritmo de la respiración. Eran melodías de las que emanaba amor, tristeza, nostalgia… toda una amplia gama de sentimientos musicales.

Como dos de sus últimas obras más redondas que ha compuesto en los 90: esa genialidad que es Chaplin (cuyo tema central es antológico, además de ese corte llamado Smile, una auténtica joya) y Playing by Heart, una inmensa obra musical, desconocida para muchos, y que es una magistral combinación del lirismo del compositor y su vena más jazzística, recuperando parte de ese sonido o regustillo del genial Chet Baker.

John Barry tenía un don, único y exclusivo, que se ha muerto con él, pero del que aún podemos seguir disfrutando gracias a su legado musical. !Gracias Maestro!