Mi Banda Sonora Favorita de… Ennio Morricone
Ennio Morricone decide no levantar mas la batuta, a sus 90 años de edad y tras casi 7 décadas escribiendo música para el séptimo arte, pero no sin antes comenzar una gira de despedida por diez países de Europa, que iniciarán en la Arena de Verona en mayo y concluirán en junio en las Termas de Caracalla en Roma.
Una buena oportunidad para verlo en vivo y directo por última vez sobre el escenario y poder disfrutar de sus inolvidables trabajaos como Cinema Paradiso (1988), de Giuseppe Tornatore; la obra maestra de Bernardo Bertolucci, Novecento (1976); La misión (1986) de Roland Joffé o el clásico del western El bueno, el feo y el malo (1966) de Sergio Leone.
Ampliamente reconocido y galardonado el «maestro», como le gusta que le llamen, nunca quiso aprender ingles ni mudarse a Hollywood pero se hizo merecedor de un Oscar honorario por su extraordinaria carrera en 2007, aunque estuvo nominado en cinco ocasiones, y otro en 2016 por la composición para Los odiosos ocho, del director Quentin Tarantino.
No podemos negar que su despedida genera un profundo vacío que apenas se compensa con el tremendo legado que deja en el cine, más de 500 bandas sonoras entre cine y televisión, por lo que el equipo de AsturScore rinde su mas sentido homenaje al Maestro italiano, uno de los mejores compositores de la historia del cine, decidiendo su partitura favorita.
Ciao Morricone!
Carlos Mulas
Hablar del maestro de maestros y tratar de ceñirse a un solo trabajo a lo largo de una carrera como la de Ennio Morricone, es un vano intento de síntesis, en mi opinión avocado al fracaso. Un arte como el de componer música para imágenes que no son propias, y con ello ayudar a la narrativa de una película, definir los personajes, hacer avanzar la historia y contribuir en las escenas clave, como Morricone hace habitualmente (no siempre, cierto es), es tan difícil de mantener a lo largo de los años en semejantes cotas de virtuosismo, que llegados a una edad es extraño que pueda seguir sorprendiendo al oído como él sabe hacer. Al menos al oído “cinéfilo”.
Todo eso lo consigue en Los Intocables, una de las películas que pusieron a Brian de Palma en mi mira personal hace muchos años. Y es que en esa película todo, absolutamente todo, desde la dirección, el guión, el increíble reparto, la escenografía… a la música, es perfecto. Y sin desmerecer (es imposible) a todo ese increíble equipo, hay que decir que todos brillan más aún si es posible, gracias al trabajo de Morricone.
Al menos de los ’80 del compositor italiano, es mi trabajo favorito, uno de esos con los que todo tu cuerpo reacciona cuando aprietas el botón de play. Hay contadas bandas sonoras que si comienzas a escucharlas tienes que hacerlo hasta el final. En mis primeros tiempos fue en cinta, lo cual lógicamente explica esta forma de escucharla. Pero es que más tarde en CD siempre me ocurrió lo mismo, y hoy en día el mp3 no es una excepción. Aunque evidentemente no fue concebida como una pieza única, para mí lo es, por eso no puedo pensar solo en el archiconocido tema principal, porque una cosa me lleva a la otra y termino admirando el “cuadro” como un todo y no solo fijándome en los colores, la composición y la técnica.
Se fue ese año a casa con un BAFTA y un Grammy más que merecidos, y siempre pienso que mereció un Oscar también, pero era un año muy complicado en esa categoría. Si se me permite, Morricone fue en 1987 uno más de Los Intocables, un grupo de personas excepcionales que hicieron algo muy difícil, que es dejarnos una huella indeleble.
Berto Pena
Elegir solo una banda sonora del maestro Morricone me resulta tremendamente complicado. Así que en estos casos tiro de emociones, de música adherida a un momento de mi vida. Por eso escojo THE SCARLET AND THE BLACK, una película que vi en televisión junto a mis padres, cuando todavía era un chaval. Es un score redondo, emocional y contenido, que dibuja a la perfección a los personajes que acompaña, y que impulsa una historia que ya de por sí es emocionante y dramática.
La contundente marcha de la secuencia inicial, con el coche del Coronel Kappler avanzando por las calles de la ciudad eterna, lo tiene todo para que nadie pueda olvidarla: marcialidad, urgencia, amenaza, abatimiento, y una esperanza que trae ese imponente órgano que rompe al llegar al Vaticano.
Pero la partitura es mucho más que esa reconocida marcha. Contiene numerosos temas exquisitamente compuestos para las personas y lugares. Un ejemplo clarísimo es la melancólica Memories of Rome. Es uno de mis temas favoritos, porque al escucharla florecen en uno sentimientos de libertad perdida y de esperanza por un futuro mejor. También son notables los temas que acompañan a Monseñor O’Flaherty (Gregory Peck) y Kappler (Christopher Plummer), o al Vaticano mismo, que no es un lugar sino otro personaje de la historia que vemos en pantalla. Es una música de tintes religiosos (sacra) pero sin abusar, sabiamente intercalada con la tensión y dulzura que solo Morricone sabe combinar en sus partituras. ¡Gracias por tu música!
Eduardo Con
Siento especial predilección por una de las grandes películas de John Carpenter y del genero de terror en particular, The Thing (La Cosa, 1982) y que le hizo colaborar, gracias al presupuesto con el que contaba, con un compositor de primera linea, el Maestro Ennio Morricone.
Pienso que en aquella época decir que Morricone iba a estar implicado en el proceso musical de una cinta de Carpenter seria extraño, casi digno de una inocentada, porque Carpenter ademas de director también actuaba como compositor de sus películas, salvo un año antes de La Cosa que contó con la ayuda de Alan Howarth para Escape from New York (1997: Rescate en Nueva York). No obstante el resultado de juntar a dos genios pues es fácil en esa suma, una película de culto y una música acorde a lo que necesita la película, una partitura agobiante para la situación y desoladora para la ubicación.
Destacable es el arranque de la película, el helicóptero noruego persiguiendo a un perro por la nieve para abatirlo, y la música de Morricone sonando como el latido de un corazón que se queda grabado en la imagen de cualquier aficionado. Morricone actuando como Carpenter, con el simple uso de cuerdas, sintetizador y vientos, pero sin dejar de ser Morricone, una versatilidad digna de los grandes y que sorprende saber que estuvo nominada a los Razzies como Worst Original Score.
Ni recuerdo cuántas veces escuché el casete editado por Varèse Sarabande en mi minicadena y en especial mis cortes favoritos, Bestiality y Sterilization.
Daniel «Maverick»
Mis comienzos con el maestro nacido en Roma fueron con la obra de la que quiero hablaros hoy, Ripley’s Game (El Juego de Ripley, 2002), y desde entonces todo cambió. La escuché gracias a una colección de un periódico donde se vendían la película y la novela de la que se basó su guión. Y la novela de Patricia Highsmith era una de ellas.
Ennio Morricone no se limita solo a los westerns de Sergio Leone, el cine actual de Tarantino o La misión, por mencionar solo algunos. No, va mucho más allá. La banda sonora acompaña al personaje de Tom Ripley con toques siniestros, de gran tensión, y anárquicos en algunas ocasiones, provocando nerviosismo sobre la psicología del personaje, y todo su entorno. El toque italiano a nivel musical predomina con esos acordes muy del estilo del maestro, pero también se pueden apreciar notas con instrumentos exóticos que provocan una mezcla hipnótica que se mimetiza de forma preciosa con el personaje principal y su trama. Y no se a vosotros, pero cuando escucho la banda sonora, se me pone la carne de gallina pensando en como sería tener a Ripley delante.
Hablar de una pieza favorita de Ennio Morricone es pedirle peras al olmo, pero opino que si toca hablar de cómo ha influido en nuestra vida este compositor, que mejor que hacerlo con la obra con la que le empecé a conocer un poco mejor, apreciando la belleza de sus partituras, y dándome pie a querer escuchar más de uno de los últimos titanes que quedan vivos entre nosotros a día de hoy. Maestro, ha sido un placer “oírle cantar” a través de sus obras.
Óscar Salazar
Mi primera banda sonora fue una cinta de gasolinera que contenía La muerte tenía un precio y Por un puñado de dólares. Me encantaban los títulos en italiano de los temas, pero me costó un poco más apreciar la música. Eso sí, el día que por fin lo conseguí, me atrapó para siempre. De hecho, el título original de El halcón y la presa (Rindiendo cuentas), proviene de uno de los cortes del LP del que salió mi cinta.
Personalmente, esta obra de Morricone me gusta más que El bueno, el feo y el malo, del que sigue la estela, o que Hasta que llegó su hora. El conjunto recrea una atmósfera de naturaleza salvaje; una persecución implacable sentida a través de la percusión y con una voz humana que representa un grito tan desesperado como desgarrador. La composición posee una variedad increíble y hace uso de todos los tics y elementos reconocibles del maestro italiano, que alcanzarían el paroxismo en el tema de cabecera de Los compañeros.
Y, si me permitís, aprovechando el viaje, también me gustaría recomendaros La leyenda del pianista en el océano, auténtico cine musical sin canciones. Resulta difícil quedarse con una única obra, hablando de un autor con tal cantidad de trabajos en su filmografía. ¡Feliz exploración!
Fernando Ayuso
Difícil es el reto de elegir una única banda sonora de Ennio Morricone, y es que sus obras maestras se cuentan por decenas. He de admitir que no recuerdo, allá por mi niñez, con qué banda sonora entré en el universo Morricone. Diría que fueron varias casi a la vez. Sin embargo, y dentro de este maravilloso universo, tengo muy presente en la memoria cuál fue la última con la que sentí que acababa de presenciar el nacimiento de una nueva Obra Maestra. Viendo la más que estimable película de 2013 dirigida por Giuseppe Tornatore, La Migliore Offerta (La Mejor Oferta), me di cuenta rápidamente del gran impacto emocional e intelectual que supone la música en la película.
La narrativa detrás de cada idea y la belleza de la propia música, sin recurrir a momentos grandilocuentes ni impostados, destacando por su sencillez y por su verdad en una película llena de sentimientos falsificados. En el irremplazable e hipnótico Volti e Fantasmi, un maravilloso tema para quinteto de voz femenina, Morricone nos mete de lleno en el interior del protagonista, nos hace sentir su soledad y fascinación mientras éste se deleita observando su colección de retratos femeninos que le hablan y le devuelven la mirada. Cientos de mujeres, de fantasmas oníricos que ocupan el lugar de esa relación sentimental que nunca ha tenido. Se trata de una escena que representa claramente la belleza del cine y la importancia de la música bien utilizada. Pero no es la única en este filme, hay mucho más del genio italiano.
Rubén Franco
Ennio Morricone es uno de esos compositores privilegiados que pasarán a la historia por su vasta obra, y más importante, por ser innovador y crear tendencias y escuela.
Es por ello, que aun habiendo obras capitales tan importantes como The Mission, Once Upon a Time in the West y Once Upon a Time in America, he elegido la más conocida de la trilogía del dólar, The Good, the Bad and the Ugly (El Bueno, el Feo y el Malo, 1968), que puso básicamente en el mapa de un golpe a Sergio Leone, Clint Eastwood y Ennio Morricone.
Sin olvidarme de Tuco (gran Eli Wallach), lo que hizo Morricone aquí fue revolucionar el género musical (el denominado spaguetti western), sentando escuela que afectó tanto a compositores de su generación (como Bruno Nicolai o el propio Morricone) como a compositores actuales de reputado nombre como Alan Silvestri (The Mexican) o Marco Beltrami (3:10 to Yuma).
Recuerdo, de crío, estar sentado y viendo hipnóticamente la película, y darme cuenta que además de la voz de los actores y la propia cámara había otra voz, la de Morricone, que se me quedaba grabada en la cabeza con más fuerza incluso que la propia película.
Su tema central es una maravilla, antológico, y el duelo final apoteósico, pero es el Éctasis del Oro, esa maravillosa pieza que suena mientras Tuco corre entra las tumbas de Sad Hill (de obligada visita en Santo Domingo de Silos, Burgos), la que me emociona y desarma completamente, un golpe musical de genio que demuestra porque Ennio Morricone es una de las grandes voces musicales en la historia del cine.