Descubriendo a Jerry Goldsmith: Nunca es Tarde
Hace años, no tantos, casi ni conocia al maestro. Solamente estaba eclipsado por el otro gran maestro, el señor Williams, que lograba influenciarme para que no hubiera descubierto aún la «otra» música de cine. Y realmente si se piensa con perspectiva, era la tendencia habitual para alguien que de casualidad empezaba en el terreno de la música de cine. Digamos que Williams siempre ha tenido mejor suerte, llamemosle asi, a la hora de tener proyectos, y sobre todo de que estos proyectos tuvieran la altura de difusión deseada.
Cierto es que existen muchas tendencias, muchas «otras» musicas de cine; pero para mi, cuando me refiero a esa otra música de cine a la que adoro, hablo de la música creada sin mayores ambiciones que las de subrayar las historias que todos vemos, y hacerlas cercanas, utilizando herramientas tan intríncsecas al género humano como son la desesperación, el realismo, las vidas cambiantes, lo inesperado…
Todo esto y mas tiene base en la musica de Jerry. Asi podemos encontrar magníficas melodias, como en Durmiendo con su enemigo, que nos hablan de la fragilidad de una Julia Roberts acosada por su exmarido, donde esa fragilidad trasciende en forma de cadencias e incorporaciones melódicas delicadas, y enormemente bellas al mismo tiempo; y también encontramos temas contundentes, e inconscientemente desatadores de poliritmias que generan total desasosiego, como en Capricornio Uno, o en Star Trek Nemesis.
Y es que, por ejemplo, estas dos obras están separadas por un monton de años, por un monton de experiencias, triunfos y fracasos, pero que sin embargo han hecho que el maestro mantenga su esencia, lo que le hacía especial de entre los otros compositores audiovisuales, y no es otra cosa que la «naturalidad impar» del universo, que tan bien ha sabido utilizar. Con este término me refiero a la «imperfección» de las secuencias universales, que normalmente nunca son 100% perfectas, sino que al propio universo le encanta lo inexperado, lo aleatorio, y sobre todo, la dualidad impar.
Y relativizando este término, considero que la búsqueda de Jerry de los movimientos impares generaba esa atracción necesaria para dotar a su música de un carácter único, que la hace totalmente diferente de todo lo hecho hasta ahora. Sus constantes cambios entre secuencias de ritmos irregulares hacen que acaben haciendose necesarios, adquiriendo una cierta naturalidad que engancha al oyente, y no se acostumbra a una secuencia repetitiva. Ahí está la esencia.
De entre sus bandas sonoras, me quedaría sin lugar a dudas con Las minas del Rey Salomón, por lo divertida que es, y sobre todo, por la variedad temática, tanto tímbrica, como secuencial, como rítmica que tiene. También cualquiera de sus obras para la nueva generación de Star Trek... o sus espectaculares leitmotivs para Exploradores, El Primer Caballero, o La Profecia III.
Que viva por muchos años mas, pues Jerry Goldsmith no ha muerto, ni morirá nunca mientras sus temas sigan ilusionando a todos los aficionados a la música audiovisual. A mi, el primero.