AsturScore rinde homenaje a John Barry
Todos los miembros de AsturScore rinden su homenaje y recuerdo particular al maestro John Barry (1933-2011).
Daniel Fernández
Al contrario de lo que le habrá pasado a mucha gente mi primer contacto con John Barry no fue ni con Memorias de Africa, ni con Bailando con lobos ni con ninguna película de la saga Bond. Había visto todas esas películas, me llamaba mucho la atención su música pero nunca me había parado a mirar en los títulos de crédito el Music by….
Fue a partir de una edulcorada película llamada My life (Mi vida) como empecé a saber quién era John Barry. Era la época en la que me iba fijando cada vez más en los detalles de las películas y la música de ésta no me pasó precisamente inadvertida. Me llamó poderosísimamente la atención su ternura, su belleza, su gran poder evocador.
Me emocionó tanto que a partir de entonces empecé a investigar más sobre su compositor. Revisé las películas de Bond y las citadas Memorias de Africa y Bailando con lobos y me empecé a hacer con títulos que a priori me llamaban bastante la atención (aunque no hubiese visto las películas). Me seducía mucho su estilo dulce y evocador pero no lo suficiente para que llegase a ser un completo seguidor de él. Escuchar sus bandas sonoras era como tomar oxígeno y sentir que ese aire nutría y llenaba mi ser.
Era una sensación francamente fantástica, suponía para mí un remanso de paz y tranquilidad. Una de las primeras bandas sonoras que tuve de él y de las que más me ha transmitido esas sensaciones es Born Free (Nacida Libre), convirtiéndose en una en una de esas bandas sonoras de cabecera que me hacía sentir particularmente bien.
Poco después conocí la que tal vez se haya convertido en mi favorita suya: Body Heat (Fuego en el cuerpo), todo un despliegue de sensualidad y calidez del inglés que me embriaga cada vez que la escucho. Escuchar tema →
Mi triplete de favoritas se completó una vez que escuché por primera vez Robin & Marian, sobre todo gracias a uno de los temas de amor más inspirados y hermosos que haya escuchado nunca. El año pasado vi la película por primera vez y fue toda una gozada, no sólo escuchar esa tierna y humana melodía de fondo sino ver esa maravillosa historia de amores olvidados.
De ahí en adelante ha sido un continuo descubrimiento de piezas y más piezas que me han ido demostrando el talento de un compositor único, de un estilo muy propio y que muchos han intentado copiar. Ese es para John Barry, un compositor que me ha hecho sentir algunas de las emociones más intensas y más bellas viendo una película o escuchando una banda sonora. No estará entre mis 10 favoritos pero sí entre los más admirados y entre los que creo la música de cine y el cine más le debe. ¡Gracias por todo maestro!
Eduardo Con
Cuando Rubén anunció en el foro interno de AsturScore la triste noticia del fallecimiento de John Barry me sentí abatido por la perdida de otro “grande” de la música de cine.
En ese preciso instante, mi mente empezó a recordar el primer CD que compré de Barry (la edición de Silva Screen de Starcrash & Until September), después me acorde de mi colección de cassetes (Chaplin, On Her Majesty’s Secret Service, King Kong, etc…) e incluso de algún vinilo que compré en convecciones (como A View to a Kill). Una pequeña colección de sus trabajos que prácticamente he quemado y que han tenido un significado muy importante en mi vida, siendo un compositor que escuchaba bastante cuando empecé a darme cuenta de mi afición hacia la música de cine.
Aunque ya hace tiempo que se alejase del cine, su fallecimiento no deja de ser una gran pérdida en todos los aspectos, pero por suerte, el legado que Barry ha dejado al aficionado es increíble, hasta el punto de que no concibo que nadie pueda no tener alguna de las obras de este genio en sus estanterías.
Mi pequeño homenaje a este gran maestro es un corte del score de Goldfinger, Alpine Drive – Auric’s Factory, ¡Va por ti maestro! Escuchar tema →
Braulio Fernández
John Barry I de Inglaterra
John Barry era aquel compositor de grandes melodías evocativas de los 80 y 90. El de Memorias de África o Bailando con Lobos, para un joven aún menor de edad, que disfrutaba de una música de cine en la que los verdaderos protagonistas eran precisamente los grandes temas.
Por ese motivo, Barry era un gran compositor para mi. Sin embargo, un día, sería 1997 o 1998, sentado en uno de los pasillos de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, apurando uno de esos últimos cigarrillos que acabarían por desterrar de los centros educativos, las paredes del pasillo retumbaron. Lo que lo causaban eran unos coros y una potente percusión. Llamó mi atención y me asomé a un aula de proyecciones que había cerca, donde unos alumnos visionaban una película histórica: El último Valle. Escuchar tema →
Fue el verdadero principio. La forma en que los compases de Barry rellenaban aquellos aspectos del film que los actores, la fotografía o el guión, no conseguían alcanzar, me dejaron perplejo. Especialmente su tema melódico principal, el del valle de la paz que Europa nunca alcanzó. Era Barry en estado puro. Él era el único capaz de dotar de sentido aquella ilusión utópica.
Después profundicé en otros trabajos históricos del compositor, que reforzaron la idea que aún hoy mantengo, de que el mejor Barry de todos es el que escribió para este tipo de películas. Ahí están El León en invierno, Mary Queen of Scots, y hasta Robin y Marian. Después me atreví con los Bond, de los cuales me quedo, muy por encima de los demás, con Al servicio secreto de su majestad. Y hoy, viéndolo en perspectiva, reconozco la grandeza de los tres Barrys, el de las pelis históricas, el de las de Bond, y el de los grandes temas, de los cuales mis favoritas son Bailando con Lobos y High Road to China.
John Barry estaba fabricado sin duda de otro material. Era una especie de Enrique VIII atrapado en el siglo XX. Con carácter, casado y divorciado varias veces, y con gran tino para la música. Puede que hasta fuera un Tudor. Pero aunque no lo fuese, ¡larga vida al rey Barry!
Carlos Mulas
Hablar de que se nos ha ido John Barry es hablar de la marcha de uno de los más grandes de todos los tiempos, y eso es un hecho objetivo. Pero hablar de lo que John Barry ha significado para un servidor, a lo largo de los años ya no resulta tan sencillo, y no quiero con mis palabras transmitir la pena que sentí cuando me enteré de la noticia, así que trataré de ser breve.
Barry es al cine lo que Sinatra era al mundo de la canción, alguien único, inigualable y francamente difícil de imitar. Con un estilo propio fácil de reconocer, muy clásico y a la vez muy cinematográfico. Capaz de emocionar con una de sus melodías al más frío corazón y de hacer que las lágrimas afloren en la más impertérrita mirada. Provocador de sentimientos y estados de ánimo. Así era John Barry.
Tengo la suerte (creo yo) de haber crecido con un gran recuerdo de algunas de sus mejores películas, lo que le convirtió desde el principio en uno de mis compositores favoritos. Más que un compositor, llegó a ser para mí un símbolo y ejemplo de una forma de concebir la música de cine. Sabiendo durante mucho tiempo de su esquiva salud, siempre lamenté de forma egoísta que se nos privase durante los últimos años de nuevos trabajos suyos. Pero también es cierto que el cine actual no necesita el saber hacer de genios como John Barry… lo cual no es un consuelo.
Es complicado mirar atrás ahora y elegir una imagen musical de lo que representa el genio inglés para mí, por que precisamente su música conseguía producir maravillosas imágenes mentales en el espectador, incluso escuchada fuera de la película, y son tantas… Por eso he terminado por volver la vista a una de mis películas de cabecera: Bailando con Lobos (1990, Kevin Costner). Un pedacito de mí siempre se acuerda de la escena de la cacería de búfalos, y escuchando ahora tanto la versión del album como la versión para la película, siento que las palabras sobran. John Barry en estado puro, uno de los mejores momentos del cine, mi manera de recordarle y honrarle. Escuchar tema →
Berto Pena
Mientras escribo estas lineas estoy escuchando la inolvidable banda sonora de The Black Hole. Esa fanfarria que sirve de arranque a la partitura se me quedó grabada desde pequeñito, cuando por primera vez vi la película en el cine. Y eso es algo que tiene casi toda la música del maestro John Barry. Que se te queda grabada, bien adentro, porque por encima de su brillantez transmite un torrente de emociones. Valores que cada vez escasean más en la actual música de cine.
Dancing with Wolves, Out of Africa, Zulu, Chaplin, Somewhere in Time… es música viva que conmueve, que cuenta historias paralelas y a la vez refuerza las que acompaña en pantalla. Son melodías, compases y ritmos de alguien que entendió como pocos que componer para el cine consistía en el arte de emocionar acompañando.
John Barry es uno de mis 4-5 compositores favoritos. Siempre lo ha sido. Desde los 13 años empecé a coleccionar su música de la saga James Bond. Porque soy un «bondmaniaco». Un coleccionista de libros, revistas, figuritas y todo tipo de merchandising de su universo. ¡Qué sería de 007 sin esa portentosa música! Desde el arreglo (o composición) del tema central, pasando por Goldfinger, On Her Majesty Secret Service hasta llegar a A View to a Kill.
Te vas pero nos dejas, más que nunca, tu música. Y yo ahora me pongo en Spotify una canción muy antigua que popularizaste junto a tu banda de jazz John Barry Seven, y se titula Walk, don´t Run.
Eso, maestro, Walk, don’t Run. Escuchar tema →
Pablo Laspra
John Barry, o las “trompas del deber”
Ha muerto uno de los grandes. Uno de la vieja escuela. Un compositor de los que se visten por los pies.
Su música era como un traje finamente hilado, de buen diseño, y mejor efecto. Y que se ajustaba y sentaba como el mejor Pertegaz.
Sus míticas “llamadas heroicas” en trompas (pero sin ese patriotismo americano mal entendido, sino enfundadas mas bien de un sentimiento del deber bien hecho); su música amplia, abierta, sus segundas inversiones cordales, que “amplían” el horizonte musical casi como el de la imagen… Su fuerza perfectamente calibrada con los metales, que sin excederse llegaba justo hasta la tensión armónica que debía alcanzar… esas ascensiones de 6ª-5ª-6ª, esos cambios modales y esos trémolos en cuerdas tan reconocidos en su música… todo eso perdurará en nuestra memoria, con un evocador sonido y sello personal.
Conocí su música hace bastantes años, pero nunca pude descubrir su profundidad estructural, su “bienhacer” y “bienarmar” melódico, hasta que tuve entre mis manos una de sus obras, no se si la mejor, pero dispuesta a ser dirigida con mi orquesta, allá por el 2007. Se trataba de Bailando con Lobos, obra densa, extensa y propensa a la lágrima, pero nunca lágrima fácil, sino lograda y extraída con la sucesión de unas de las mejores trompas que he oído armonizar en muchos años. Escuchar tema →
Descanse, maestro, en ese amplio horizonte musical que ha construido de forma tan perfecta. DEP.
Rubén Franco
Todo lo que se pueda decir del maestro palidece cuando uno piensa en trabajos como The Last Valley, OHMSS, The Lion in Winter, Dances with Wolves, Chaplin, The Icpress File, Raise the Titanic o Hammett; son ellos los que mejor expresan lo que era John Barry, un creador innato de melodías, un mago.
Es la confirmación de que su música ha trascendido el celuloide, y lo más importante, se ha convertido en popular, donde temas principales tan famosos como el de Out of Africa sirven de sintonía de anuncio para el café.
Ese es John Barry, una parte (enorme) de la magia del mundo del cine, que abandona el mundo terrenal para irse al olimpo donde campan a sus anchas genios como Rózsa, Waxman, Herrmann, Goldsmith, Kamen, Bersntein o Poledouris. Se va una de las voces propias de la música de cine, inconfundible, inimitable.
Su salud era delicada, y era cuestión de tiempo que esta triste noticia nos golpeara a todos en cualquier momento, pero no por ello es menos dolorosa. Porque verlo desaparecer es ver también desaparecer a todo un artesano, a un compositor de los de antes, arte en estado puro, de los que ya nos queda poco.
Quizás haya conseguido atravesar ese oscuro Black Hole mientras su música le muestra lo que hay al otro lado, un enorme campo soleado donde brilla un hermoso sol, al ritmo de melodías tan hermosas y universales como el I Had a Farm in Africa, el corte final de Playing by Heart (una auténtica delicatessen) o ese maravilloso corte de apertura de su excepcional trabajo en The Beyondness of Things.
No sabría decir que momento me viene a la cabeza cuando pienso en Barry (sinceramente, son demasiados), pero si quiero destacar dos realmente impactantes.
El primero, el final de Dances with Wolves, con aquella música cargada de esperanza y a la vez de nostalgia, mientras John Dunbar abandona el poblado indio, un excelente tema musical que me desarma completamente, dejándome noqueado y debilitado (no puedo escuchar este tema sin que me asomen lágrimas). Escuchar tema →
El otro es un temazo que le quiero dedicar a John Barry y que acompaña una parte muy importante de mi juventud. Allá donde estés, Smile, Maestro, Smile. Escuchar tema →