Recuerdos de Alex North
Alex North es un compositor de esos únicos e irrepetibles. Muchos me diréis que no es una novedad. No he usado pocas veces la expresión ni nada. Dejad que me explique y me entenderéis.
Cuando Hollywood pedía música sinfónica y dramática para sus grandes producciones cinematográficas, pues ahí va Alex North y utiliza el jazz como jamás nadie lo había hecho para esa obra maestra de Elia Kazan llamada Un tranvía llamado deseo. ¿Que la música debe ser épica y gloriosa, llena de temas memorables y melódicos (estilo Ben-Hur o El Cid)?, pues ahí tenemos a Alex North con su dolorosa sinfonía épica para Espartaco, además de uno de los mejores temas de amor jamás compuestos. Entramos en los 80 y, sin renunciar a su voz, nos regala una partitura fascinante para El dragón del lago de fuego, alejado del derroche sinfónico habitual en aquellos años (La guerra de las galaxias o Krull).
ÉSE ERA ALEX NORTH. Un compositor que hacía lo que le apetecía, y al que le importaba poco si su música se dejaba escuchar fuera de la película o no. Y, además de único e irrepetible, resultaba inclasificable, por su desajuste con los imperativos musicales impuestos por la industria a lo largo de décadas y décadas de cine. Y eso causaba fascinación entre sus colegas, incluido su amigo Jerry Goldsmith, cuya obra se vio influida, y de qué forma, por la de North (escuchad Un tranvía llamado deseo y encontraréis ese aire noir en partituras como Chinatown, por poner un ejemplo).
Si pensáis que su obra no tiene fuerza suficiente sin las imágenes, coged El ruido y la furia, editada por Varèse Sarabande, y poneos el CD. Recuerdo que el impacto musical de aquella partitura fue bestial: tenía apenas 18 años y jamás había escuchado NADA como aquello (le seguiría, al poco, la fantástica regrabación de Jerry Goldsmith de Un tranvía llamado deseo, momento en el que acabé de enamorarme de la música de North, y no, curiosamente, con Espartaco, partitura que me encanta).
Y es que soy de esos fans de las bandas sonoras que muchos llamarían raro, ése que disfruta de Jerry Fielding, Michael Small, Leonard Rosenman e, incluso, de la corriente más dura y fascinante de gente como Bernard Herrmann. No era raro, pues, que me sucediese con el compositor más inquieto e inclasificable de la historia del cine, Alex North (título compartido éste, quizás, con Bernard Herrmann).
Sobre North y su amistad con mi amado Goldsmith, me gustaría recordar una anécdota, en la que el bueno de Alex North le puso a su amigo como reto para la película bélica Tora! Tora! Tora! el componer la banda sonora sin una línea de cuerda para violín, instrumento fundamental en la obra del californiano, superándolo con creces. Amistades creativas que exigían a uno y a otro estar siempre al pie del cañón y que, probablemente, convirtieron a Jerry Goldsmith en mejor compositor. North influyó notablemente en su obra.
Para todos aquellos que se han quedado en la superficie de los títulos conocidos del compositor, les recomiendo bajar a las profundidades, a esos títulos que raramente se citan por ahí: Antes amar… después matar, La calumnia, África, La brigada del diablo (una maravilla bélica en la que se detecta cómo pudo haber influido a Goldsmith en su obra) o Muerde la bala.
Alex North es un lujo al alcance de todos, un tesoro que ni tan siquiera Cleopatra llegó a imaginar tener algún día en su palacio. Un compositor fascinante cuyo sabor, hoy día, permanece fresco y con sello propio, inigualable en su estilo, un innovador.
Gracias, Maestro.
Robert Townson
Alex North es parte de un raro grupo de élite de compositores de cine. El fue uno de los que definió y sentó escuela en cuanto al arte y la forma de componer. Hubo toda una generación de compositores tras él, pero North siempre estuvo al frente de la revolución en cuanto a la composición dramática. El mismo Jerry Goldsmith, tras escuchar Un Tranvía Llamado Deseo, resaltó que “la música de cine había cambiado y que nunca volvería a ser la misma”.
En 2010, cuando produje la partitura de Alex North para Espartaco a través de un Box Set de lujo, aquello se convirtió en un evento que servía de celebración por parte de la industria para saludar al genio de North. Aquello significó mucho para mí. El número de compositores que participaron en el proyecto fue algo sin precedentes. Algunos hicieron varios arreglos para grabar nuevas variaciones del tema de amor de Espartaco. Otros fueron parte del documental “Conversaciones sobre Alex North y Espartaco: La Celebración de una Obra Maestra” o escribieron tributos a North que fueron incluidos en mi libro conmemorativo de Espartaco.
¿Y quién participó en todo aquello? Pues compositores de la talla de John Williams, Lalo Schifrin, David Newman, Christopher Young, Alexandre Desplat, Mark Isham, Brian Tyler, Dave Grusin, Nathan Barr, Lisbeth Scott, Patrick Doyle, Joel McNeely, Diego Navarro, Randy Edelman, John Debney, Alan y Marilyn Berman, Bruce Broughton, Ennio Morricone, David Shire,John Coriglianoy Pino Donaggio. ¿Cuántas partituras y compositores podrían atraer a un grupo de compañeros como éstos para rendir tal tributo?
Poco después del lanzamiento del box set de Espartaco, Lee Holdridge arregló una pieza llamadaSpartacus Love Theme Fantasy for Flute and Orchestra para la flautista Sara Andon, quien lo interpretó a lo largo del todo el mundo.
Espartaco es reconocida como una de las mejores partituras cinematográficas jamás compuestas mientras que la figura de North como compositor no ha hecho más que crecer y crecer. Y aún hay muchos más clásicos entre toda su obra. El futuro es muy brillante y excitante para seguir disfrutando de la música de Alex North.
Robert Townson es el productor de música de cine más prolífico del mundo. Como vicepresidente de Varèse Sarabande durante 30 años, ha llegado a publicar a un nuevo album por semana a lo largo de tres décadas. Su passion desmedida por el cine y la música clásica le ha convertido en uno de los grandes eruditos y divulgadores de la música de cine, inspirando a otros a través de sus lecturas, escritos, conciertos y grabaciones.
En Julio del 2010 Townson celebró el lanzamiento de su album número 1.000 con Espartaco de Alex North, y actualmente tiene 1.500 trabajos publicados en su haber.
Robert produjo y fue anfitrión de dos conciertos con la RSNO en noviembre del 2018, celebrando el 40 aniversario de Varèse Sarabande en Edinburgo y Glasgow. Townson continua sus actividades de producción en cuanto a conciertos y bandas sonoras para llevar la música de cine a todo tipo de audiencias a lo largo del mundo.
La última grabación de Robert es Cinema Morricone, con Sara Andon y Siome Pedroni, recientemente editada por Sony Classical.
Carlo Siliotto
Crecí en Italia y, de niño, me encantaba el cine al igual que, gracias a Dios, a mis padres. Me crie viendo películas espectaculares: Cleopatra, Espartaco, El tormento y el éxtasis… Debido a su duración, mi madre preparaba bocadillos y bebidas y siempre era un acontecimiento, motivo de alegría. La música era increíble, te transportaba lejos, y la historia te entregaba recuerdos imborrables. Recuerdos de la belleza, de los colores, de los personajes y de la magnitud de lo narrado. Y éste fue mi primer contacto, de niño, con la música de Alex North.
Más adelante en el tiempo, de adolescente, me sorprendió descubrir que el mismo tipo que había compuesto Cleopatra también había escrito la música de Un tranvía llamado deseo o de La muerte de un viajante o de tantas películas de John Huston. Ambientes tan diferentes: color frente a blanco y negro, pequeñas habitaciones frente a vastos paisajes o héroes frente a gente corriente.
¡Menuda lección!
Suele decirse que si un actor es bueno, es capaz de saltar del drama a la comedia, de las películas de época a las contemporáneas, de la fantasía a la realidad. Dado que pienso que la música es el único actor que no se ve en una película, no hay mejor ejemplo que la obra de Alex North para demostrarlo.
En otras palabras, si un actor es bueno, no existen límites, no hay género y no hay comedia ni drama.
Alex North había llegado a ese punto y ahí sigue: igualmente bueno, sofisticado, eficaz, emotivo, fascinante y siempre en perfecta conexión con la historia y sus imágenes.
Carlo Siliotto es un compositor de música de cine nominado al Globo de Oro. Desde 1984, ha trabajado en más de 100 proyectos, incluyendo películas, documentales y series de televisión. Entre sus largometrajes se encuentran Fluke (1995), The Punisher (El castigador) (2004) o Nomad: The Warrior (2007).
Edwin Wendler
Un compañero compositor me dijo una vez que, en general, los compositores de música de cine pueden dividirse en dos categorías: individualistas o complacientes. Los primeros poseen un estilo personal inconfundible, e integridad artística, mientras que los últimos hacen lo imposible por adaptarse y complacer a sus clientes, incluso si esto significa tener que copiar la música temporal hasta el punto de poder cuestionar su legalidad.
Alex North era, definitivamente, individualista. Para el oyente, la marca personal de modernismo de North anuncia inmediatamente un alto nivel de complejidad, en términos tanto musicológicos como narrativos. A algunas personas, su música les supera. Sus admiradores encuentran un increíble tesoro lleno de capas, sorpresas e interesantes yuxtaposiciones, todo ello acompañado por un atento enfoque en personajes y emociones.
Un momento clave para mí, mientras descubría la música de cine como aficionado, tuvo lugar al escuchar el disco de la banda sonora de El dragón del lago de fuego. Dada la penetrante disonancia de la partitura (incluso en el alegre corte Forest Romp), me preguntaba si había algún acorde mayor en ella. Para mi sorpresa, descubrí que North había creado momentos muy breves de optimismo en clave mayor: en ocasiones, ciertos instrumentos dejaban caer un clúster tonal, mientras el resto de instrumentos seguían tocando un acorde mayor, pero sólo durante una fracción de segundo. En otros momentos, un acorde mayor aparece repentinamente por la izquierda, para ser superado de nuevo por una oscuridad y temor musicales. El efecto es similar al de una luz encendiéndose en una habituación sumida en una oscuridad perpetua, pero sólo durante el más breve de los instantes, para recordarnos que la luz aún existe.
Por supuesto, Alex North era más que capaz de componer música melódica caracterizada por su bella simplicidad, pero en lo que parecía destacar era en la escritura atonal de múltiples capas, lo que, en algunos casos, debe de haber sido el resultado de atrevidas decisiones por parte del compositor y de los cineastas que apoyaban ese estilo de música. Si Cleopatra se hiciera en la actualidad, sería inimaginable que el compositor creara una partitura tan compleja armónicamente como la de North para la versión de 1963. ¿Quién se atrevería a escribir una “música de ballet enfermiza” como la que acompañaba a las secuencias de entrenamiento de los gladiadores en Espartaco en la industria actual? Por suerte para nosotros los aficionados, a Alex North se le permitió emplear su inconfundible estilo en varias superproducciones, al igual que en dramas más íntimos. Declaraciones artísticas inolvidables de un auténtico individualista.
A propósito, el siniestro uso de Al claro de luna por parte de Alex North en La mala semilla ¡aún me provoca escalofríos!
Edwin Wendler es compositor de música de cine. Ha compuesto música para las películas Dead Ant (2019), Unnatural (2015), Escupiré sobre tu tumba 3 (2015) o Escape (2012). También ha escrito música adicional para X-Men: Apocalipsis (2016) o Non-Stop (Sin escalas) (2014).
Más información de Edwin Wendler en www.edwinwendler.com
James T. Sale
Alex North ha sido uno de los mejores compositores de música de cine que han trabajado en el medio. Su obra no es tan sólo atrevida, llena de inventiva y totalmente apropiada a cualquiera que sea la temática, sino que resulta sofisticada más allá de toda medida. Alex tenía mano para captar la complejidad emocional de lo que se veía en pantalla y era capaz de expresar, de manera brillante, el sentido más profundo de los personajes y de la película con su música. Si se piensa en sus partituras para Un tranvía llamado deseo, Espartaco, ¡Viva Zapata! y Cleopatra, se puede ver a un compositor muy adelantado a su tiempo en lo sofisticado de su lenguaje. En una época en la que los músicos aún expresaban emoción con grandes gestos y alegría generalizada, la música de Alex resulta increíblemente específica para la escena y los personajes, al estilo en el que se hace hoy en día.
Espartaco, en particular, es una obra maestra de la banda sonora. Compuesta en 1960, incluye una mezcla de diálogo y alguno de los más grandes momentos de acción con jamás vistos en pantalla. En lo que me gusta llamar el “tríptico” de Espartaco, Alex muestra su agudo entendimiento de cómo la música puede apoyar las complejidades emocionales de una película de manera sutil y precisa.
- La Parte 1 del tríptico es la música para la jaula en la que Espartaco y Draba esperan su turno para salir a la arena (First Pair), que resulta ser una lenta y sombría marcha funeral.
- La Parte 2 es la pelea misma (Gladiators Fight to the Death), con sus ritmos frenéticos y puñaladas orquestales, realzando la lucha por la supervivencia de Espartaco frente al poderoso Draba. El tratamiento del compositor del breve diálogo en mitad de la escena es brillante, dejando sitio a las palabras, pero manteniendo viva la tensión.
- Y, finalmente, la Parte 3 es el resultado de la muerte de Draba, con los gladiadores caminando por la prisión para terminar con Draba colgando boca abajo del techo, como señal de advertencia. La música continúa hasta el atardecer, mientras están sentados en sus celdas y le dan vueltas a lo sucedido (Brooding).
Cada sección describe los estados emocionales de la lenta progresión hacia lo que terminará siendo la fuga de la “escuela” de gladiadores. Para tratarse de 1960, el lenguaje musical resulta tan refinado y perfecto en la película que representa un asombroso logro de la música cinematográfica.
James T. Sale es compositor de música de cine. Ha escrito música adicional para películas como Lluvia de albóndigas (2009), Hotel Transilvania (2012) o La LEGO película (2014). Algunos de sus proyectos propios son La voz del interior (2007), The Box (2007), el documental JFK: A President Betrayed (2013), así como Volver a vivir (2014), la película para televisión Sister Cities (2016) y Saint Judy (2018) para el director Sean Hanish.
Roger Feigelson
Descubrí la música de Alex North a comienzos de los 80, cuando Label X anunció una edición limitada en LP de la banda sonora de El dragón del lago de fuego. No conocía ni la película ni su música, pero era una peli sobre dragones…, una edición limitada… ¡Lo compré! Cuando lo puse en el reproductor, no me dijo nada. Esperaba algo al estilo John Williams. Sin embargo, era un trabajo moderno, duro y complejo.
Cuando Label X anunció el lanzamiento de El gran combate, no conocía ni la música ni la película, pero era de vaqueros…, edición limitada… ¡La compré! Cuando la puse en el reproductor, tampoco me dijo nada esta vez. Esperaba algo al estilo Copland. Sin embargo, sonaba moderno, con estructuras armónicas diferentes… Completamente extraño para mí.
Cuando salieron ambas en CD y las volví a escuchar de nuevo, algo hizo clic. Lo que oía era puro genio. Una vez libre de expectativas preconcebidas, podía escuchar la brillantez, la profundidad intelectual del trabajo de North. Mi corazón palpitaba mientras su música me hablaba y me llenaba de maravilla.
De manera natural, fui descubriendo su imponente partitura para Espartaco, su ardientemente apasionada música para El ruido y la furia y, poco después, la exótica Cleopatra. North no tomaba el camino fácil en sus composiciones, sino que creaba el suyo propio: brillante, intelectualmente estimulante y muchas veces exigente. Era una fuerza musical en el cine, un innovador y una figura a seguir y su música perdurará durante generaciones.
Roger Feigelson es responsable de desarrollo de negocio en la discográfica Intrada. Su trabajo incluye la búsqueda de nuevos proyectos, establecer y mantener relaciones con los propietarios de las licencias, negociar contratos y localizar los masters de las grabaciones, coordinar la planificación de los lanzamientos y la promoción de los discos de Intrada.
Germán Barón
Alex North. Cuando me hablan o escucho música de este compositor, siempre pienso en lo tremendamente singular y personal, también en lo coherente, que fue a lo largo de su carrera. Evidentemente, estamos ante uno de los mayores talentos de la música cinematográfica, y no cinematográfica, que existieron en la Norteamérica de los años 50, 60 y 70, donde el autor de Espartaco (siempre único, brillante y especial) supo, ante todo, mantener su estilo personalísimo. Creo que junto con Jerry Fielding y, tal vez, Leonard Rosenman forma parte de los autores menos dados a crear productos fácilmente vendibles de cara a la industria. Y eso puede que lo pagara North con su prestigio profesional frente al de otros colegas y, a la vez, una menor popularidad que otros coetáneos suyos.
Hay una cosa clarísima (por lo menos para mí) y es que Jerry Goldsmith, probablemente, no existiría sin la suma de influencias de Alex North por un lado y de Bernard Herrmann por el otro; siendo de algún modo los dos puntales sobre los que el tercero creó, modeló y tomó inspiración en su estilo particular (también Rózsa, ciertamente). A veces North es una incógnita para el aficionado que inicia su conocimiento sobre él. Puede ser algo extraño y enigmático. No es un compositor que tendiera a lo fácil ni a lo típico, pero a poco que uno profundiza en su obra se da cuenta de la grandeza y, sobre todo, del tremendo sello personal de su música.
Entre mis favoritas hay un poco de todo: citaría los western Más allá de Río Grande y Muerde la bala; sus dos trabajos con Elia Kazan para ¡Viva Zapata! y Un tranvía llamado deseo; su tremenda y dramática música para melodramas como Vidas rebeldes o ¿Quién teme a Virginia Woolf? y epopeyas históricas como Espartaco o El tormento y el éxtasis.
Pero, sobre todo, me fascinan obras arriesgadísimas y fundacionales como Ruta hacia el pánico, El dragón del lago de fuego o la música rechazada para 2001: Una odisea del espacio. Un titán, ciertamente, al que la industria, en último término, tuvo el detalle de premiar con el primer Oscar honorífico a un compositor de música de cine.
Germán Barón Borrás es profesor de Medios Audiovisuales, compositor de música para cortos, colaborador en la organización del Festival Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda, aficionado y loco por las bandas sonoras desde que empezó a fijarse en ellas en su más tierna infancia.
Juan Arbona
La primera vez que vi el nombre de Alex North en una pantalla fue tras el magnífico prólogo y comentario musical de Jerry Goldsmith para la película El tormento y el éxtasis, en sus excelentes títulos de crédito. Una música impresionante nos presenta las montañas de Carrara. Se trata de una composición de tipo religioso que parece decirnos que el mármol extraído va a ir a parar a un hombre santo. No es hasta después de aparecer el nombre del director, Carol Reed, que llega el contrapunto maestro: la música toma un cariz militar, con unos redobles de percusión de ritmo sincopado, y asistimos a la carga de caballería del ejército del Papa Julio II (Rex Harrison) en la toma de la ciudad. (Menuda ironía, válgame Dios, nunca mejor dicho, pienso).
Llega después de dos obras capitales como son Espartaco y Cleopatra. Si me tuviera que quedar con algunas secuencias musicales, de la primera escogería el bellísimo tema de amor dedicado a Jean Simmons y Kirk Douglas y la espectacular lucha entre Woody Strode y Douglas, volviendo aparecer el ritmo sincopado. Impresionante, de tipo primitivo y guerrero. De la segunda, otro espléndido tema de amor, al servicio de Elizabeth Taylor y Richard Burton, y la fastuosa llegada de la reina a la ciudad eterna. Alex North y Elmer Bernstein renovaron los esquemas musicales en las películas de tipo épico/histórico que tan firmemente habían instaurado Dimitri Tiomkin, Miklós Rózsa, Max Steiner, Erich Wolfgang Korngold, Franz Waxman, Bronislau Kaper, Alfred Newman o Victor Young, entre otros.
Y llegamos a la patata caliente: el trabajo rechazado para 2001: Una odisea del espacio. Muchos ríos de tinta han corrido al respecto, y tal vez no sea la persona más idónea para hablar del tema, pero, si hubiese tenido ocasión, sí que me habría gustado decirle unas palabras a Stanley Kubrick: “Es usted un impresentable por la falta de respeto que mostró a Alex North.”
Juan Arbona Comellas es presidente y miembro fundador de la Asociación Balear Amigos de las Bandas Sonoras (ABABS). Ha participado en congresos, festivales y conciertos de música de cine en Valencia, Sevilla, Úbeda, Barcelona, Córdoba y Londres. Ha colaborado en jornadas con los músicos Enrique Escobar, José Sola y Joan Bibiloni. Ha impartido múltiples conferencias de temática cinematográfica y escrito en diferentes medios sobre compositores de música de cine.
Peter Hackman
Edwin y yo solemos frecuentar Amoeba Music en Hollywood. Es uno de los últimos grandes centros comerciales que no vende otra cosa más que CDs, vinilos, DVDs y Blu-rays. Ya que soy un gran coleccionista de bandas sonoras firmadas (poseo más de 5.500 en estos momentos), visito a menudo su sección de CDs y vinilos.
Tanto compositores como estrellas de cine acostumbraban a firmar en la parte de atrás de los discos. Supongo que porque había más sitio para escribir su nombre y porque normalmente eran de color blanco. Como no había rotuladores en aquella época, la mayoría firmaban usando un bolígrafo. Así que, normalmente, doy la vuelta a los discos para comprobar rápidamente si se ve algún garabato.
He sido afortunado en el pasado y lo fui especialmente este jueves 22 de agosto, porque encontré una copia en estado casi perfecto de lo que es, a mi parecer, uno de los mejores trabajos de Alex North: El ruido y la furia. Eché un vistazo rápido a la trasera y había algo escrito. Después de cuidadoso análisis, parecía que el vinilo estaba firmado por el propio Alex North. Ya que todos tenemos Smartphone, hice una búsqueda rápida en Google y pude comprobar, con bastante certeza, que el autógrafo era AUTÉNTICO.
Pero aún hay más: el vinilo parece estar dedicado a alguien llamado Jerry y Alex se refiere a él como colega. Otro detalle interesante es el uso de la palabra “profético”. La fecha en la que fue firmado es de 1977 y Jerry Goldsmith GANÓ el Óscar por su trabajo en La profecía. Por lo que parece, es el álbum autografiado por Alex North para su amigo Jerry Goldsmith.
Abby North, que está casada con Dylan North, el hijo pequeño de Alex, comenta que le dijo que, casi con total certeza, se trata de Jerry Goldsmith. He comprobado en internet que Carol Goldsmith, la viuda de Jerry, está vendiendo su casa. Puede que ya lo haya hecho, así que posiblemente se esté deshaciendo de algunos efectos personales. No lo sé, pero el hecho de que el hijo de Alex crea que se trata del disco de la colección privada de Jerry Goldsmith, hace que hablemos de un hallazgo extremadamente molón.
Peter Hackman es fundador de la Fans Of Film Music Society (FFM). Tras haber trabajado en la casa discográfica Varèse Sarabande Records, ahora es responsable de marketing y publicidad del sello Notefornote y Vicepresidente Ejecutivo de Música para Medios de la agencia de representación Bohemia Group.
Randall D. Larson
Alex North and the Musique Fantastique
El compositor norteamericano Alex North (1910-1991) compuso para películas de toda clase de géneros, desde westerns como Más Allá de Río Grande (1959) de Robert Parrish, El Gran Combate (1964) de John Ford o Muerde la Bala (1975) de Richard Brooks hasta majestuosas historias épicas como Espartaco (1960) y Cleopatra (1963), sin olvidarnos de dramas como La Agonía y el Éxtasis(1965) o Quien Teme a Virginia Woolf (1966) y comedias como Good Morning, Vietnam (1987), sin olvidarnos de la innovadora Un Tranvía Llamado Deseo (1951), la primera gran partitura orienta hacia el jazz y el comienzo y cambio de los conceptos contemporáneos en la composición musical.
Sus incursiones en el fantástico, la ciencia ficción y el terror (géneros que he estudiado durante casi cinco décadas de apreciación por la música de cine y coleccionismo) han sido pocas, pero realmente significativas.
Uno de los primeros trabajos de North en ésta terna de géneros fue la obsesiva historia de un niña poseída en La Mala Semilla (1956) de Mervyn LeRoy. North había compuesto la partitura para aquella película confrontando un bello y sentido tema de piano para la pequeña niña con una variedad de violentas y caóticas disonancias figuras musicales en las que se transformaría dicho tema, representando el terror del verdadero carácter de la niña. Las inclinaciones musicales de North hacia el modernismo, las cuales aumentaron con los años se contrastaban contra la música típica que imperaba en Hollywood, trabajaron estupendamente bien en una película llena de personalidades discordantes y peligros acechantes.
Quince años después de su debut en Hollywood y doce años después del potente thriller psicológico de LeRoy, North renovó sus votos con Stanley Kubrick tras Espartaco cuando éste le contactó para componer 2001: Una Odisea Espacial (1968), un proyecto que debería haber sido uno de los más excitantes de su carrera y que resultó ser, finalmente, uno de los más frustrantes.
Aquella partitura era principalmente disonante y de estilo moderno, orquestada con énfasis sobre los vientos y los metales, además dos órganos enormes y ocho percusionistas para lograr efectos instrumentales. “Mi partitura era más moderna, con más ritmo y pulso, y mucho más dinámica que la partitura clásica que fue utilizada”, me dijo North cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo en 1988 para el magazine Cinefantastique. “A causa de que no había historias personales involucradas, la música es a lo que yo llamo estar escrita de forma objetiva. Es más impersonal, y aquello me permitía abordar perspectivas musicales mucho más amplias”.
Tristemente, para mejor o peor (depende del punto de vista de cada uno, lo que podría haber sido su ópera magna en términos cinematográficos nunca vio la luz dentro de la película, ya que Kubrick se había enamorado de la partitura temporal que estaba utilizando para la película, compuesta de varios trozo de música clásica y avant-garde a modo de temp-track. “Pensé que aquello sería el final” dijo North. “Fue uno de los mayores decepciones de mi carrera. Kubrick nunca se disculpó por aquello”.
Afortunadamente, tenemos la regrabación de la partitura de North a cargo de Jerry Goldsmith (lanzada por Varése Sarabande en 1993, y en el 2007 por Intrada, quien lanzó la grabación original) para poder saborear lo que hubiéramos podido ver en pantalla.
Un puñado de partituras siguieron a la debacle de 2001, llegando a una pequeña película de terror sobre ratas entrenadas para matar, dirigida por Daniel Mann y llamada La Revolución de las Ratas (WIllard, 1971), alternando entre música familiar para el personaje de Bruce Davidson mientras entrena a sus roedores asesinos, a material musical más agitado y amenazador cuando los roedores ejecutan sus crímenes.
También compuso alrededor de una hora de música para la última película de Willam Castle, Shanks (1974), en la cual el mimo Marcel Marceau interpreta a un maestro de títeres mudos que usa la invención de un científico muerto para controlar los cadáveres como si fueran títeres. Aquí, la música tenía una responsabilidad añadida, ya que gran parte de la historia funciona casi como una película muda, permitiendo a la música llevar el timón en gran parte de la película. La música de North para Shanks recibió una nominación a los Oscar a mejor partitura musical, pero perdió frente a Nino Rota con El Padrino II.
Pero el último trabajo de Alex North para el género de la fantasía le daría una espléndida oportunidad de escribir una magistral partitura de aventuras y épica. Con El Dragón del Lago de Fuego (1981) del director Matthew Robbins, North hizo brillar esta película donde un mago envía a un joven e inexperto aprendiz a matar a un dragón merodeador.
North pasó meses investigando material musical relacionado con el periodo temporal de la historia para imbuirse de lleno en el espíritu de la música medieval, demostrando que a la edad de 70 aún estaba en un perfecto estado de forma para comandar las labores de composición y orquestación.
Esa tendencia moderna que le caracterizaba ofreció una partitura multitemática centrada en un claro y profundo solo de trompa para el dragón, Vermithrax Pejorative,el cual es usado a lo largo de toda la partitura resultando ser una maravillosa ilustración musical de la increíble antigüedad del dragón. La partitura es de una gran riqueza temática, adornada con toda una variedad de motivos efectivos, que le supuso a North otra nominación a los Oscar , perdiendo frente a Vangelis por Carros de Fuego.
North finalmente conseguiría su Oscar en 1985, logrando ser el primer compositor en ser premiado con un Oscar honorífico, un reconocimiento que llegaba con retraso tras haber sido nominado 14 veces entre 1951 y 1984, consiguiendo ser uno de los dos compositores que ostentan el honor de haber ganado un Oscar Honorífico (el otro sería Ennio Morricone en el año 2006).
Alex North fallecería el 8 de septiembre de 1991, dejando tras de sí un profundo legado de composición musical en todos los géneros, y una legión creciente de compositores de música de cine que han sido influenciados por su obra. Nosotros te recordaremos profundamente.
Randall D. Larson escribe habitualmente en diversos medios sobre bandas sonoras, entre los que destaca BuySoundtrax (BSX). Más sobre Randall en la web de IFMCA de la que es miembro.
Gergely Hubai
Muy probablemente, la carrera de Alex Northtenga el dudoso honor de que la mejor película de su filmografía sea aquella que no lleva su música: 2001: Una Odisea Espacial(1968). Muchos estudiantes de cine oían su nombre por primera vez cuando su partitura no utilizada aparecía en escena en relación a la épica espacial y comparándola, además, de forma desfavorable con la selección musical clásica elegida por el director. Fue ésta (y otras historias similares) las que me animaron e inspiraron a escribir mi libro Torn Music,describiendo y registrando cronológicamente la historia de todas las partituras no usadas a lo largo del mundo.
Sin embargo, estoy seguro que a lo largo de éste tributo alguien hablará de ello, pero puede que no de sus otros trabajos rechazados y menos conocidos.
El primer caso nos lleva a Tambores Lejanos(1951), el primer paso de North para introducirse de lleno en Hollywood. No fue su primera película, pero si la primera que hizo sin el apoyo de nadie (estaba solo).
Aparentemente era un western típico pero que incluía dos peculiaridades muy interesantes: no tiene lugar en el Oeste sino en los pantanos de Florida, y supuso el origen del grito de Wilhem(un recurso de sonido usado por primera vez en ésta película y que se ha usado posteriormente en centenares de películas).
En términos estadísticos, los westerns son el peor género para tratar de demostrar tus inquietudes musicales y establecer una estética musical especial o diferente, y la música de North se salía de lo estándar, con lo que al segundo día de estar grabando la música el estudio decidió cancelarlo todo, con tan solo siete cortes grabados en un solo día.
Imagínate comenzar con mal pie en Hollywood y tener que regresar. Al menos Tambores Lejanos supuso que Elia Kazan entrara en juego y mandara una carta a la Warner Brothers (que por aquella eran gente real) sugiriéndoles que deberían realizar acrobacias acuáticas en sus propias heces fecales y desaparecer (fueron palabras más duras).
En cuanto a la otra partitura rechazada, Sounder(1972), es un caso que no esta tan bien documentado como sus otros dos anteriores rechazos, ofreciendo una rara visión de ese momento en el que quizás un compositor puede ser la elección errónea para el proyecto.
La historia del crecimiento de un joven negro con aspiraciones se vio inspirada por la partitura de blues compuesta por el músicoTaj Mahal, quien creó un potente aroma musical impregnado de esa típica atmósfera sureña donde los actores principales se sentían cómodos y familiares a lo hora de interpretar a sus personajes.
En cuanto a Noth, aunque su música describía perfectamente las interacciones de los personajes y sus respuestas emocionales ante los obstáculos que se presentaban, también permanecía como una entidad alienígena dentro la película. De hecho, todo parece indicar que la razón de su asignación a este proyecto fue la misma por la que se le contrató para el paseo espacial de Kubrick: dar prestigio a una producción arriesgada de Hollywood.
Por supuesto, North no permitió que todo aquel material compuesto fuera desperdiciado; mientras que lo compuesto para 2001 fue reutilizado en películas como Las Sandalias del Pescador, Shankso El Dragón del Lago de Fuego,aquellos que deseen aproximarse a Tambores Lejanos, la única partitura de North rechazada sin edición, pueden simplemente escuchar el corte Zapata de Viva Zapata!,donde la música proviene de un corte de aquella partitura, reutilizado de una forma diferente y más rápida.
Gergely Hubai nació en 1984 en Veszprém. Se graduó en la Universidad ELTE en Estudios Americanos e Historia en 2008. Actualmente estudia en el programa de doctorado de Estudios Americanos de ELTE. Su investigación analiza la relación entre la integridad artística y la industria del cine de Hollywood a través del análisis de bandas sonoras de películas rechazadas. Sus escritos y entrevistas sobre música cinematográfica han sido publicados en www.filmzene.net y otros lugares. Publica regularmente entrevistas, secuenciaciones de CD y vídeos de restauración de música de cine, en el blog Daily Film Music. También ha escrito un libro «Torn Music», acerca de las obras rechazadas.
Frederic Torres
Alex North. El viajero impenitente
Mi primer contacto con la música de Alex North fue casual y, sobre todo, intrigante. A finales de la década de los setenta, cuando rondaba solo con una docena de años de edad y dedicaba la tarde al obligatorio estudio de los exámenes de final de curso, para hacer más amables aquellas horas de calor y obligaciones, me hacía acompañar con la música de la radio a la que normalmente prestaba poca atención debido a la concentración necesaria que requería mi labor escolar.
Una de aquellas tardes, tras enchufar mi aparato, me impactó de un modo inmediato una música que me pareció muy dramática y que disponía de un magnetismo especial, puesto que me impedía comenzar con mi actividad. Eran tiempos pretéritos muy anteriores a la era digital e internet, y la música que escuchaba estaba ya en marcha y el locutor, José Buenagu, que presentaba el programa Nombres de oro de la música en el cine, en RNE, al terminar la pista musical, pasó a la siguiente sin hacer mención al que acababa de escuchar. Si explicó que se trataba del compositor Alex North, pero tardé años en averiguar que aquel fragmento musical que tanto me había cautivado pertenecía a la película Cleopatra, dirigida en 1963 por el gran Joseph L. Mankiewicz, y que en concreto se trataba de la secuencia en la que Marco Antonio (un memorable Richard Burton) se enfrenta en solitario a las tropas de César Augusto (Roddy McDowall) tras haber sido abandonado por sus hombres, demandando una muerte honorable. Un bloque musical que conformaba un angustioso crescendo que a día de hoy, me sigue pareciendo uno de los más brillantes y poderosos momentos de la historia de la música de cine.
Descubrí con asombro que con anterioridad, este mismo compositor había ofrecido obras maestras de la talla de Espartaco(Spartacus, 1960), y que todavía legaría otras muchas como El tormento y el éxtasis (The agony and the ecstasy, 1965), Las sandalias del pescador (The shoes of the fisherman, 1968) o, en tiempos más contemporáneos a mi persona, la monumental El dragón del Lago de Fuego (Dragonslayer, 1981).
Pero un servidor había empezado a descubrir la obra del compositor de un modo rocambolesco, comenzando la casa por el tejado, como se suele decir, pues a pesar de la espectacularidad de todas estas grandes películas, en realidad North había destacado en la década de los cincuenta con una música de carácter intimista que ahondaba en las raíces sicológicas de los personajes, así como en el desarrollo de sus vínculos dramáticos. Ese estilo fue su carta de presentación en Un tranvía llamado deseo (A streetcar named desire, 1951), en la que incrustó el jazz en la armadura estructural de la partitura, abriendo al mundo de la música de cine nuevas formas contemporáneas. También incorporó la música folclórica al objeto de generar efectos dramáticos, como ocurriría en ¡Viva Zapata! (Viva Zapata!,1952), alejándose del decorativismo que este tipo de ilustraciones musicales habían ofrecido hasta la época en películas de carácter exótico.
Con una delicada joya que convertía a una bella y olvidada canción irlandesa, “The lass of Aughrim”, se despidió prácticamente de su trabajo y de la vida, incorporándola al corpus principal de esa delicada joya que es la música de Dublineses (The dead, 1987), la película póstuma de John Huston.
Y es que North supo aunar introspección y espectacularidad como ningún compositor cinematográfico ha logrado realizar jamás y por ello se atrevió a ofrecer su versión musical de obras basadas en dramaturgos y novelistas de la talla de Arthur Miller, William Faulkner, Malcom Lowry o el mismo James Joyce. Grandes figuras que le sucederían en la especialidad como Jerry Goldsmith (quien regrabó más de media docena de partituras de North por encargo del productor discográfico, Robert Townson) y John Williams, reconocieron su deuda con el artista, rindiéndole tributo en sus exequias tildándolo de auténtico maestro, admitiendo de este modo su legado en las no menos brillantes obras que ellos mismos nos han legado.
Tras catorce nominaciones y un Oscar honorífico a toda su trayectoria profesional (el primero otorgado a un compositor), entregado en 1986, North fallecía un 8 de septiembre de 1991, tras haber estrenado ese mismo año The last butterfly, una película producida por su propio hijo, Steven, con quien anteriormente ya había trabajado en Shanks (1974), una insólita y vanguardista película que contó con una música excepcional que la Academia hollywoodiense reconoció en forma de nominación. Una figura única y excepcional, que siempre navegó en solitario por los turbulentos y procelosos mares de las grandes productoras, sin llegar a vincularse nunca con ninguna. Un auténtico viajero impenitente.
Frederic Torres es un veterano de la crítica musical cinematográfica, en la que comenzó a ejercer a finales de los años ochenta en la pionera revista Música de cine, así como en otra publicación destacada de la época como fue Rosebud. Banda Sonora. También lo ha hecho en Academia, la revista oficial de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que otorga los premios Goya. Licenciado en Historia Contemporánea, ha impartido conferencias en Conservatorios de Música y participado en conciertos, además de proseguir con su actividad crítica en webs como Scoremagacine.com(a cuya redacción se incorporó a partir de 2009), Músicadecineblog.com y Bandasonora.org, llevando a cabo su labor crítica en la actualidad en Cinearchivo.net. Participó en el libro colectivo Tócala otra vez, Oscar, publicado por la editorial Ilarión en 2011, para FIMUCITÉ, y es el autor de Alex North. El viajero impenitente, publicado por T&B Editores en 2016. Ha colaborado también en numerosos proyectos para el sello discográfico Rosetta,así como en algún producto especial editado por Quartet Records, redactando los textos de presentación de las carátulas y seleccionando el material de edición en colaboración con los compositores.
ESPECIAL AGRADECIMIENTO A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE HAN COLABORADO EN ESTE ESPECIAL SOBRE ALEX NORTH, Y EN ESPECIAL A CECILIA AIVAR SIN CUYA AYUDA NO HUBIERAMOS PODIDO LOGRARLO.