Música para morirse

Escrito por , el 23 agosto 2012 | Publicado en Apuntes

Propongo un tema un tanto macabro, lo sé. Pero dejemos a un lado ese aspecto, y entendamos que la muerte es «ley de vida», aceptémosla como tal, como el final de nuestra historia. El desenlace lógico e inevitable de nuestro propio «hilo argumental» en la complicada trama del mundo. Y desde luego, al menos por mi parte, minimizaré ese otro aspecto, casi indisoluble de la condición humana, el de la fé. En otro mundo, en el cielo, en el infierno, o en la reencarnación, la verdad es que es lo de menos.

Centrándome en ese deseo que todos tenemos para nuestros seres queridos, de que el paso a la otra vida, o simplemente el fin, sea para éllos un momento de paz, de tranquilidad, lleno de amor y ausente de miedo… de liberación. ¿No es eso lo que todos queremos? Pues no es egoísta entonces querelo para uno mismo. Y si para ese momento trascendental, tuviésemos la fortuna de poder prepararnos, ¿acaso no habría música en él?

Estoy seguro de que todo el mundo recuerda la película Cuando el destino nos alcance (1973) de Richard Fleischer, la escena de la muerte de Edward G. Robinson. No es lo que yo querría, desde luego. Un lugar frío, austero, blanco inmaculado, un servicio público de asistencia en la muerte. Casi da repelús, al principio mientras suena Tchaikovsky y preparan a Roth para la eutanasia, y también por la oscuridad y profunda carga emotiva al final, con la música de Grieg. Pero entre medias, en el momento en que las imágenes de vida comienzan y suena la música de Beethoven, estamos ante un canto a la vida, una exaltación de todo lo bueno, lo bello, que dejamos atrás. Ver escena

Es una gran escena, conmovedora hasta más no poder, cuya fuerza radica tanto en la increíble interpretación de Edward G. Robinson, como en la música, que se convierte en el elemento embriagador que hace de «correa de transmisión» durante el tránsito. Aquí hay que recordar con admiración que el veterano actor padecía un cáncer terminal, y sabía que aquella escena sería la última que rodaría en su carrera. De hecho murió tan solo diez días después de terminar el rodaje. No sé si puede haber mejor despedida…

Retomando el tema musical, reconozco que no es lo mismo que elegir la música que quieres que suene en tu funeral. Ese otro momento, realmente es para los vivos, los que se quedan. El momento del adiós, en última instancia, es absolutamente personal, aunque no necesariamente solitario.

Las circunstancias ideales varían como el vino. Supongo que para mí se trataría de estar acompañado, tomar un último café, e irme desvaneciendo con la música de Jerry Goldsmith para Star Trek: La Película (1979) de Robert Wise. ¡No, no el tema principal! No estoy tan loco… Si recordais la música, enseguida pensareis en el Tema de Ilia (Ilia’s Theme). Se trata del tema romántico, el dedicado a la belleza, a la vida, al amor. Una delicia que en la película no sonaba tal como lo conocemos habitualmente, como el tema del álbum. Sí que se usó en toda su extensión, como prólogo en su momento, en el estreno en salas en el año 79. Sin embargo desapareció de todas las versiones en TV, video, laserdisc y DVD, hasta que se recuperó para la edición en DVD de 2001 conocida como Director’s Cut. Resulta interesante, ahora que lo pienso, elegir un tema usado como prólogo, para mi propio epílogo. Escuchar tema

La forma en que la música de Jerry, delicadamente, nos va introduciendo el paisaje de estrellas en movimiento, me parece perfecta para ir abandonando la vida, dejando este mundo. El momento de mayor emotividad, a partir del que la marea musical comienza a decaer lentamente, debería ser el de el último aliento.

Solo digo que sería hermoso y agradable terminar así, de la mano de quien quieres, en paz, y con cosas que han sido importantes en mi vida desde siempre, como son Star Trek y también Jerry Goldsmith.