In Memoriam: Lalo Schifrin
Sabía que este día fatídico llegaría, pero eso no le resta tristeza, y sobre todo un sentimiento de orfandad y pérdida, porque cada vez son menos los GRANDES que van quedando, y LALO SCHIFRIN lo era, lo es y lo seguirá siendo. Y una de las muchas razones que colaboran a ello es porque aún estando inactivo y retirado, desde hace ya muchos años, aún sigue en primera línea, luciendo músculo, gracias a la saga cinematográfica de MISIÓN IMPOSIBLE. Hay pocos temas musicales de cine y televisión tan icónicos y populares como el del argentino.
Lalo Schifrin era de esa clase de compositores en extinción, y que adoro, los que poseen dos maravillosas vertientes en su carrera, como Dave Grusin, Jerry Fielding, Roy Budd o el reciente desaparecido Quincy Jones. Por un lado, su vertiente cinematográfica, con un lenguaje musical propio y definido, su seña de identidad.
Y por otro lado una vertiente musical como músico no cinematográfico que es magistral, y en el caso de Lalo (muy similar con Dave Grusin) con una producción musical apabullante, tanto en cantidad como en calidad y diversidad, ya desde bien jovencito, y colaborando con toda clase de artistas y músicos.
Ambas vertientes se daban la mano constantamente, formando una dualidad musical excepcional, como sucede en el caso del disco Free Ride (1977) de Lalo Schifrin y el músico Dizzy Gilispie, donde uno de los temas musicales de ese fantástico album setentero con ritmos muy de la época envueltos con un jazz maravilloso (smooth jazz) es encontrado en una forma similiar y familiar en cuanto a ritmos en un corte del thriller Rollercoaster (Montaña Rusa, 1977).
Por cierto, hablando de Rollercoaster, que gran partitura, toda una auténtica joya que le dio una oportunidad de oro de Maestro Argentino para lucirse y sacar pecho con todo un derroche musical de géneros y estilos (músicas de carrusel, tensión, acción, jazz, smooth jazz, clasicismo…).
Como ya comenté en un viejo artículo de opinión que publiqué hace años del bueno de Lalo, tendría que indagar profundamente y buscar cual fue la película que me hizo fijarme en este genio, o la que afianzó mi gusto por su música.
Mi infancia siempre estuvo ligada a mis padres y los viajes a la montaña, las vacaciones de verano (Coruña, Torrevieja, Amieva…) y el cine (con mis padres ví ET, Innerspace, Star Trek IV: Voyage Home o Flight of the Navigator), pero también estuvo muy ligada a mis abuelos, maternos y paternos.
Llegados a este punto, recuerdo con cariño cuando me quedaba con mis abuelos maternos, donde dormía en un piso de la calle Cabrales donde trabajaba mi abuelo como portero, en el Naútico, Gijón.
Era una época donde para poder ver el cine que querías tenías que ir al Videoclub y alquilarte las películas en VHS (y sino, Beta o 2000),y ahí recuerdo tres títulos que me hicieron amar a Lalo; Bullit (1968), Dirty Harry (Harry el Sucio, 1971) y Kelly’s Heroes (Los Violentos de Kelly, 1970).
La primera recuerdo haberla visto por mi cuenta por televisión y quedarme completamente alucinado (siempre fui un fan de Steve McQueen), y las otras dos (y algunas más) recuerdo haberlas visto en casa de mis abuelos.
La carrera de Lalo siempre ha estado muy ligada, al menos en los 70 y principios de los 80 al gran Clint Eastwood, fuera como director (la saga de Harry, por cierto mega fan de Magnum Force) como actor (Kelly’s Heroes, Coogan’s Bluff o Joe Kidd).
Cuando era Clint el que dirigía, es de justos reconoer que bien sabía elegir compositores, y siempre que pudo, casi todos de alguna manera estuvieron ligados al mundo del Jazz (como Lennie Nieahus o Jerry Fielding).
Volviendo al tema de mis abuelos maternos, recuerdo muchos fines de semana donde el Burning Bridges, el tema de Scorpio o los Main Titles de Magnum Force (Harry el Fuerte, 1973) se me quedaban fijados a fuego cuando veía en VHS aquellas películas alquiladas en aquel piso de la calle Cabrales, e incluso repitiendo varios revisionados vía nuevos alquileres (era otra época).
LALO pertenece por justicia y derecho a ese maravilloso periodo de tiempo de mi vida (mis abuelos adoraban a Clint Eastwood, y recuerdo que la película que quizás más repitiésemos fuese The Gauntlet).
Y también quizás, y solo quizás con la boca pequeña, fuese Kelly’s Heroes, esa divertida macarrada setentera de la segunda guerra mundial, con un maravilloso Clint Easwood, un genial Telly Savallas y un desternillante Donald Sutherland, la que pusiera la diana (mi diana) en Lalo.
Toda su ecléctica banda sonora, dominada por un desparpajo musical rítmico y divertido (su tema central es una auténtica genialidad, donde el silbido se convierte en un sonido protagonista, con los metales, la batería, el bajo y la guitarra liderando), pero también por la tensión y la excepcional dósis de acción (temazos, especialmente el del tanque recorriendo el pueblo en el tramo final, Tiger Tank, reutilizado por Tarantino para Malditos Bastardos).
Esta partitura me dejó noqueado, siendo una de las bsos de Schifrin que primero adquirí y que luego más escuché en toda mi vida (pareada con The Cincinnati Kid en la extinta edición de Chapter III).
Pero pudo ser esa como cualquiera de las otras mencionadas, donde destaca la brutalidad del jazz experimental y rítmico del tema de Scorpio en Dirty Harry, o el tema del inicio previo a la persecución de Bullit (Shifting Gears) y sus brillantes Main Titles, dos joyas que cabalgan entre los 60 y los 70 donde destaca un sentido brutal de los ritmos, adornados por el uso del jazz, sobresalían sobremanera (el ajuste montaje-música es una auténtica gozada, de lo mejor que he visto/disfrutado en una película en mi vida).
En los 90 eso y su archiconocido registro musical de la serie de Mission Impossible llevaban su música por mis venas, unos ritmos infecciosos que amaba con profunda locura, mientras iba intercalándo su música con el de otros grandes a los que, también, o iba descubriendo o en los que iba profundizando.
Por aquella época, finales de los 90, me hice con un disco de Lalo que supuso todo un descubrimiento, Continuum Voyages Journey, de la extinta discográfica Label X, que incluía dos cortes de un trabajo no cinematográfico de lalo que sumaban casi 30 minutos, y luego una maravillosa banda sonora donde Lalo hacía gala de una delicadeza y melancolía, la partitura para el para el dramático viaje marítimo de una tripulación de judíos alemanes en Voyage of the Damned (El Viaje de los Malditos, 1976), con un reparto que quita el hipo
Nominada al Oscar con justicia (fue una de las 6 nominaciones al Oscar que tuvo Lalo), aquel disco se convirtió en un fijo en mis escuchas anuales, maravillado por el exquisito sinfonismo clásico, lleno de detalles, que emanaban de los altavoces de mi equipo de reproducción de música.
Aquella película fue dirigida por Stuart Rosenberg, un director habitual en la filmografía de Lalo, donde nos encontramos dos de sus títulos más emblemáticos, ambos nominados también al Oscar a mejor partitura, primero el clásico de terror The Amityville Horror (Terror en Amitiville, 1979), una de sus obras más elogiadas (dicen las malas lenguas que la partitura rechazada de The Exorcist vino a parar aquí, de alguna forma) do el mítico drama carcelario Cool Hand Luke (La Leyenda del Indomable, 1967), peliculón con un Paul Newman y un George Kennedy (ganador del Oscar a mejor actor secundario) desatados.
Cool Hand Luke, en forma alguna, y más de cara a lo que es la visibilidad en Hollywood, quizás fue la película que afianzó definitivamente la carrera de Lalo (aunque ya tenía detrás un back up impresionante). Ese toque sureño, delicado y con algún tinte melancólico (el tema de Cool Hand Luke es precioso, uno de los mejores de la carrera de Schifrin), se vio fortalecido por el siempre habilidoso uso de los ritmos de Schifrin (fuese Jazz o lo que se terciase), impriendo carácter a momentazos como el de los 50 huevos o el asfaltado de la carretera (el tratamiento del tema central en modo jazzístico, en ese modo easy listening tan de la época, de un ritmo maravillo en The Ballad of Cool Hand Luke, es magistral).
Por cierto, aparte de ser una obra recurrente en conciertos de Lalo Schifrin, el tema del asfaltado de la carretera fue muy utilizado en los EE.UU. como cabeceras para abrir programas de telediarios y noticias. Otro ejemplo de lo que trasciende una magistral banda sonora como ésta.
De la mano de Rosenberg llegarían muchos más trabajos, como el drama carcelario Brubaker (1980), esta vez con Robert Redford, el thriller Loves and Bullets (Amor y Balas, 1978) con Charles Bronson o el drama de intriga político WUSA (Un Hombre de Hoy, 1970), de nuevo con Paul Newman.
Dos puntos de venta de segunda mano, en los 2000 (un chico de Madrid) y Secondspin en los EE.UU. (cds hiperbaratos, casi siempre sin cajas, solo el CD y las portadas, y casi siempre en buen estado) me hicieron profundizar en la carrera de Lalo como nuncaa había hecho antes.
Así llegaron auténticos descubrimientos para mi, tanto cinematográficos como no. En cuanto a los primeros, recuerdo con cariño los excepcionales ritmos latinos de esa brutalidad que es Che! (1969), la potencia musical y jazzística de la serie de Mannix (1969), la belleza musical del drama canadiense The Fox (La Zorra, 1968) o esa joyita del noir francés llamada Les Félins (Los Felinos, 1964).
Pero la faceta que me hizo crecer su figura como compositor fue la de músico; al ir comprando trabajos suyos ajenos al cine, de todo un amplio espectro musical (música clásica, jazz, samba, bossanova, smooth jazz,..) empecé a darme cuenta, aún más si cabe, de la grandeza de su música, y por ende, de lo vasta que era su carrera y cuan diversa en cuanto a géneros (además de ver como cine y no cine también se daban la mano, como pasaba con Grusin).
Recuerdo con cariño un disco pequeñito, Piano, Strings and Bossa Nova (1962), uno que utilizaba para dormir a mi hija Alba cuando era pequeñita, paseándola en brazos suvaemente al ritmo latino y jazzísitco del disco, allá por el 2012-2013 (cada que suena la primera pieza, The Wave, me retrotraigo a esa época), pero también el smooth jazz de Free Ride, que me acompañó en mi periplo laboral del año que pasé en Oviedo, entre el 208 y el 2019.
Pero aquello fue la punta del iceberg; me hice fanático de su disco setentero Black Widow (1976), que incluye una versión discotequera del tema de John Williams de Jaws (Tiburón, 1975) o de su disco Bossa Nova: Brazilian New Jazz (en la línea del genial Piano, Strings and Bossanova).
Pero del que me declaro FAN absoluto son de sus dos brutales (especialmente el primero) y geniales discos de música clásica jazzística en honor a la figura del Marqués de Sade (1967 y 2002 respectivamente), sin olvidarme de tantos y tantos discos más como tiene igual de geniales (Gypsies, Canticos Aztecas con Plácido Domingo o sus siete volúmenes de Jazz Meets the Symphony entre muchos más).
Claro, todo ello siempre de la mano de cine, de películas que entre los 90 hasta llegar al día de hoy me hicieron seguir disfrutando de toda clase de títulos e ir descubriendo todo un universo musical espectacular, donde siempre se me fijaron títulos como el genial thriller The Fourth Protocol (El Cuarto Protocolo, 1987), donde Schifrin le imprime un toque de tensión musical espectacular a esta excelente historia de Frederic Forsyth con mi amado Michael Caine, la fantásticay divertida secuela The Four Musketeers (Los 4 Mosquereros, 1974) de Richard Lester, con un Schifrin inspiradísimo y épico, o ese fallido aunque divertidisimo thriller The Osterman Weekend (Clave: Omega, 1983), canto del cisne de Sam Peckimpah, basada en la novela de Robert Ludlum (el del Caso Bourne).
The Osterman Weekend tiene un reparto espectacular (con rostros como el de Rutger Hauer, John Hurt, Burt Lancaster o Dennis Hopper), y pese a que es algo irregular, la película se ve con agrado, a lo que colabora Lalo, con una partitura muy ochentera, con muchos cortes rítmicos maravillosos, casi a veces a modo de source music, un buen tema e amor, y combinado con música de tensión muy Lalo y muy de la época (me encanta el tema central, una pasada).
Y entre todos los títulos, uno de los míticos del Maestro al fin cayó en mis manos, via CD, previo visionado de la película, Enter the Dragon (Operación Dragón, 1973), dirigida por Robert Clouse (con quien Schifrin colaboraría en dos títulos más de artes marciales, The Big Brawl con Jackie Chan y Golden Needles) y con Bruce Lee de protagonista. Su tema central es LEGENDARIO, con un aroma oriental bestial, pero fantásticamente trasladado a los años 70, uno de los más míticos, inspirados e inmortales temas del argentino.
Ese aroma actualizado a los tiempos modernos, pero salvando las distancias, sería recuperado por Schifrin en su última etapa cinematográfica para la trilogía de acción, comedia y artes marciales llamada Rush Hour (Hora Punta), con Jackie Chan y un más que cargante Chris Tucker.
Y como siempre me pasa cuando un compositor me encanta, comienzo a coleccionarle físicamente, y así fui comprando cada lanzamiento que las discográficas lanzaban, desde el propio sello de Lalo, Aleph Records (donde adquirí joyas como Skyriders o The Hellstrom Chronicle, o esa rareza llamada Abominable, pelicula de terror de serie B dirigida por el hijo de Lalo), hasta casas como Intrada Records, La-La Land Records, Quartet Records, Varése Records, FSM o Buysoundtrax entre otras, donde adquirí rarezas como Way…Way Out (Un Chalado en Órbita, 1966), la genial Nunzio (1978), la experimental y genial partitura de THX 1138 (1971), genial distopía futurista dirigida y escrita por Georges Lucas (pre-Star Wars), la ochentera partitura para la secuela F/X 2 (1991), la fantástica partitura de The Concorde: Airport’79 (Aeropuerto 79, 1979), los magistrales ritmos latinos y discotequeros de Boulevard Nights (1979) o la música para la serie The Planet of Apes (1974).
Mención aparte para la música que compuso para el videojuego Spooks junto con Andy Garfield (es el único CD que tengo con firma de Schifrin) y la caja editada por La-La Land Records para la música de la serie Mission Impossible (incluso el doble CD del revival que tuvo la mítica serie de los 80). Impresionante.
Y como todo en la vida, y es de ser bien agradecido, pude disfrutar de todo un maravilloso anecdotario de una persona cercana a Lalo, de nombre Rafa, que colaboró en varios conciertos, y gracias a quien pude conseguir y disfrutar música de concierto del Maestro Argentino, todo un lujo que te permite vislumbrar lo que tuvo que ser verlo en directo.
En cuanto a las nominaciones, seis veces fue nominado al Oscar, el premio Grande (eso dicen, y eso creo era más bien antes, donde abundaba la calidad y los grandes nombres, una época que destilaba glamour pero también oficio y valentía), pero ninguna vez lo ganó. Cuatro fueron a mejor partitura (The Amityville Horror ,Voyage of the Damned, Cool Hand Luke y The Fox).
Completan la terna una nominación a mejor partitura adaptada (The Sting 2) y una a mejor canción (People Alone de The Competition), con idénticos resultados, aunque la Academia, como ya sucediese con el bueno de Alex North, quiso arreglar tamaña injusticia y reconocerle con un Oscar honorífico a su brillante carrera en el 2018, con uno de sus amigos y colaboradores al lado, Clint Easwood.
Completan el palmarés de premios 4 Grammys y un Latin Grammy Award, pero como en el caso de nombres como Jerry Goldsmith, Basil Poledouris, Michael Kamen, Alex North o Bernard Herrmann, por citar unos pocos, es su calidad y genialidad la que hablan por ellos y definen una carrera llena de éxitos y títulos de reconocimiento popular.
Un último recuerdo cierra mi repaso a la obra de un GENIO, y no es otro que el de mi amigo y hermano de fatigas Berto: desde hace algunos años, de vez en cuando nos hemos visto alguna de esas películas que, por razones inexplicables, no vi en su día, y que el tiene vistas no, requetevistas (además de que solía verlas con su padre, lo que le añadía una dimensión o componente de añoranza pero también de bonito recuerdo).
Así me vi no pocos títulos con Berto (como Topaz, The Prize o Family Plot), pero precisamente el último de ellos, antes de nacer mi segunda hija Emma, fue el thriller bélico The Eagle Has Landed (Ha Llegado el Águila, 1977), dirigida por el gran John Sturgues y con un reparto que quita el hipo, liderado por Michael Caine, Donald Sutherland, Robert Duvall, Donald Pleasence, Treat Williams, Anthony Quayle y Larry Hagman.
La película cuenta la historia de un complot alemán para matar a Churchill con un comando infiltrado liderado por el coronel alemán Steiner (Caine), que haciéndose pasar por soldados polacos de maniobra, y ayudados por un activista del ira (brutal Sutherland), tratarán de poner en marcha tan delirante como fascinante plan, confeccionado por el Coronel Radl (un genial Robert Duvall)
Esta fantasía bélica (o no, quien sabe…) ofrece dos horas de excelente construcción narrativa e intriga, con dosis de humor, buenas interpretaciones y excelentes secuencias de acción, donde el bueno de Schifrin despliega todo su arsenal musical, combinado la tensión in crescendo, la acción (especialmente en el tramo final) e incluso hay tiempo para las bonitas melodías, encarnadas más del lado irlandés (e incluso su breve affair).
Una de esas pocas películas típicas de Michael Caine que se me resistían a caer y que al final lo hicieron, y que además por fin me hizo desempolvar mi CD físico de Aleph Records para poder disfrutarlo sobremanera.
Y lo mejor de todo es que hay tanto, TANTA MUSICA, tanto cinematográfica como no cinematográfica, que necesitaría mucho más tiempo del que tengo o del que me resta de vida para seguir indagando y descubriendo joyas, aunque si es cierto que llevo años, décadas, disfrutando su música.
Siempre tuve esa sensación y esa percepción de que LALO SCHIFRIN era único en su especie, fuera de rango, dificil de definir pero fácil de disfrutar. Por todo ello, Maestro, no puedo darte más que las gracias, por hacer mi vida más feliz y divertida, por provocarme una sonrisa cada que veo una de tus películas y veo aparecer tu nombre en los títulos de crédito. Descansa en Paz Maestro.


