Kelly, Harry y Bullit: Cosas de Schifrin

Escrito por , el 12 mayo 2012 | Publicado en Apuntes

Cada vez que pienso en un compositor, en uno de mis adorados y entrañables compositores de mi infancia y adolescencia, trato de ir recomponiendo el puzzle que me ha hecho ser seguidor de su música, descubriendo sus excelencias musicales, y desarrollando un extraño y certero instinto por ir conociendo más y más sobre su obra, devorando películas, series, conciertos y discos varios.

Curiosamente, dos de esos casos han sido Dave Grusin y Lalo Schifrin, mucho más que dos compositores; de hecho, yo usaría la palabra músicos, un término que define perfectamente a estos dos animales musicales, dos auténticos mastodontes que han sentado escuela, y que dificilmente serán superables, con su partitular e inconfundible sello personal.

Lalo Schifrin – Kelly Meets Harry Callahan Meets Bullit

El caso de Lalo es realmente curioso; tardé en descubrir su obra no cinematográfica, pasados los 90 y bien entrados los 2000, aunque sin embargo, su obra cinematográfica me fue cercana desde bien jovencito. No sabría decir cual fue mi primer recuerdo musical de Schifrin (quizás el tema de Misión Imposible), aunque probablemente fuera Kelly’s Heroes (Los Violentos de Kelly, 1970).

Dos películas bélicas se convirtieron en mi objeto de pasión desde crío, y ambas de Clint Eastwood; la primera, la citada, y la segunda, Where Eagles Dare (El Desafío de las Águilas, 1968), probablemente mi película bélica preferida, con un score de Ron Goodwin tremendo.

Cuando mis abuelos vivían juntos (y no estaban divorciados), recuerdo dormir con ellos en el naútico, en un piso destinado a la portería (mi abuelo era portero de día, y tenía derecho a piso propio mientras trabajase). Por las noches, las veces que me quedaba a dormir con ellos, siempre ibamos al videoclub y alquilábamos películas.

A mis abuelos les encantaba Clint (¿a quien no?), y fruto de ello vi gran parte de su filmografía en su casa, empezando por las famosas comedietas del famoso gorila, y terminando con la magistral The Gauntlet (Ruta Suicida, 1977) o la citada Kelly’s Heores. E incluso llegamos a repetirlas (por aquella no existía internet, la televisión eran solo dos canales, y comprar películas era carísimo, luego alquilar era la mejor opción).

Recuerdo dos cosas de Los Violentos de Kelly; una, la acción y diversión de su trama, con un reparto tremendo, y un ritmo endiablado, especialmente el tramo final, con el combate para robar el banco. Y dos, Schifrin, Lalo Schifrin. Tremendo.

Un score que aunaba tensión, diversión e incluso toques de spaguetti western; cortes como el tema principal, Kelly’s Heroes (donde los silbidos se asocian a toda la divertida troup de Kelly), la acción (oh si, ese tremendo Tiger Tank que Tarantino reutilizó en Malditos Bastardos), la diversión completa con esa tronchante versión del himno de la república, el magistral y rítmico Burning Bridges o incluso ese toque morriconiano del spaguetti western, como en el corte Quick Draw Kelly, casi sacado de westerns como The Good, The Bad and the Ugly.

Acto seguido, el recuerdo estaría compartido entre el expeditivo Harry Callahan (Dirty Harry, 1971) y el genial Bullit (Bullit, 1968), dos iconos de mi infancia ochentera. No sabría cual decir antes, pero si que tengo dos (vale, TRES) momentos memorables en mi mente sobre estas dos películas:

  • El tema de Scorpio, tremendo, cool; jazz cuasi improvisado, voces femininas, y el famoso asesino acechando con su mira telescópica, precipitándose en un ritmo endiablado antes de abrir fuego. SI, aquello era magistral, maravilloso; nunca había visto un uso tan genial de la música con ese estilo experimental y jazzístico, propio de una mente maravillosa, fruto del talento de Schifrin.
  • Los Main Titles de Bullit... bufff… no hay palabras para describir el ritmo que me invadió cuando vi los títulos de inicio de la película, combinando magistralmente el montaje de imágenes con esa endiablada y pegadiza melodía principal. En aquel momento comencé a tenerlo claro; Lalo Schifrin era sinónimo absoluto de COOL.
  • Vale, el tercer momento. No lo podía olvidar;  Shifting Gears, o lo que es igual, el previo a la famosa persecución sin música de Bullit (la mejor de la historia, junto con la de The French Connection, sentando precedentes futuros que no han sido superados por el cine de acción moderno).

Poco después del primer Harry llegaría Magnum Force (Harry el Fuerte, 1973), cuyo tema central me dejaría noqueado, lleno de energía y vitalidad, puro músculo Schifriniano; un verdadero Tour de Force que se ha convertido en signo y bandera de Harry Callahan, y en uno de los mejores temas del compositor argentino. Otra excelente película que tuve el gusto de ver con mis abuelos.

Encajando las Piezas

El resto de películas y partituras comenzaron a ir llegando una tras otra; los ritmos latinos de Che!, la fuerza oriental de Enter the Dragon, el drama judío de Voyage of the Damned, la potencia rítmica y dramática de The Cincinnati Kid, ese tour de force musical que es Rollercoaster, la aventura en The Four Musketeers, los sintetizadores y ritmos pop de The Osterman Weekend… y un largo etcétera, donde además comenzaron a colarse todo tipo de trabajos jazzísticos y sinfonicos de corte no cinematográfico.

Así que, encajando las piezas, compositores como Lalo Schifrin o Dave Grusin (o el mismo Mark Isham) se han convertido en figuras imprescindibles para mi total y completo disfrute; jazz, sinfonismo, blues, música ambiental, pop, música étnica… toda una amalgama musical que ha potenciado y enriquecido mi lenguaje musical, y sobre todo, me han dado y regalado horas y horas de auténtica diversión.

Hoy por hoy, y hasta el día que muera, no concebiré un mundo sin gente como Lalo Schifrin, un compositor de los pies a la cabeza, una de las últimas leyendas vivas, y un auténtico regalo y bendición para el cine y los aficionados a su música.

Y lo mejor de todo es que aún me quedan más piezas por encajar, más trabajos, más sorpresas… en definitiva, toda una vida de disfrute. Gracias Maestro.