Crónicas: Oviedo FilmMusic Live! 2016
Oviedo. Alrededores del Auditorio Príncipe Felipe. Son las siete y media de la tarde de un caluroso jueves 18 de agosto. Una pequeña multitud se concentra en el lugar. O, mejor dicho, a lo largo del lugar. Se trata de unas 1.500 personas que esperan ansiosas a que el auditorio abra sus puertas. Un público de todas las edades: niños, gente mayor, aficionados a la música, aficionados al cine… Incluso, despistados con camisetas de películas de los años 80, como Los Goonies. Algún curioso se para a mirar y pregunta: “¿Qué pasa?”
Lo que pasa es el Oviedo FilmMusic Live! en su segunda edición. Si el año pasado nos hacíamos eco desde esta página de su exitosa primera edición, parece que la continuación no va a ser menos. Es posible que no haya habido conferencias y que se hayan cruzado un par de problemas de agenda por el camino, pero el concierto promete ser multitudinario. Y con idéntica afluencia de público que en 2015, a pesar de lo complicado de la fecha.
Si bien el programa se reduce simplemente a este concierto, Pablo Laspra, el director y organizador del evento, ha estado mucho más arropado que en la edición previa. Para empezar, ha contado con la presencia del director artístico, Mikael Carlsson, que no había podido asistir con anterioridad. Aparte de periodista y compositor, Carlsson también es productor discográfico (MovieScore Media) y el responsable de la empresa Soundtracks Live!, encargada de dar soporte a eventos musicales por todo el mundo. Tampoco se perdió la oportunidad de volver a visitar la capital asturiana Conrado Xalabarder, de la revista Fotogramas y de la web MundoBSO. Ni Juanjo Reguera, del Festival Internacional de Cine de Gijón, o varios miembros fundadores de la misma AsturScore, como Rubén Franco, Eduardo Con, Braulio Fernández o Carlos Mulas.
Por supuesto, yo también estoy en la cola. Lleno de impaciencia. Ligeramente agobiado. Las entradas no son numeradas y estoy preparado para el “sálvese quien pueda”, las carreras y los empujones. Pero nada de eso sucede. Entramos como seres civilizados. Hasta me sorprendo a mí mismo, sentándome hacia el final del patio de butacas en vez de en primera fila, habiendo sitio de sobra para elegir. El auditorio se va completando sin pausa. La verdad es que, bien pensado, la visibilidad es igual de buena desde cualquier punto. Y, si no recuerdo mal del año pasado, lo mismo sucede con la acústica.
Anticipación. Nervios. Toses. Nada más abrir el programa, percibo a primera vista que se ha tenido en cuenta una de las muchas sugerencias que se hicieron en 2015: los títulos de los temas están en español. Leo los textos para ir haciendo boca y, gradualmente, va bajando la iluminación de la sala…
Sobre el escenario, la Oviedo Filarmonía. Y Óliver Díaz, su líder en la noche de hoy, reciente su nombramiento como director artístico del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Silencio. El primer bloque del concierto está dedicado a los Superhéroes. Empezamos con el tema de Batman de Danny Elfman. Suena genial. Un arranque poderoso, con una orquesta fresca que lo da todo y recibe su primer gran aplauso. Casi había olvidado la buena mano que tiene el maestro Díaz.
Seguimos con Alan Silvestri y su Marcha para Capitán América: el primer vengador. La verdad, frente a lo estructurado del tema de Batman, peca de simple. Y un poco de “fanfarriera” y otro tanto de artificial. Se subsana con una vuelta a Elfman en Spider-Man. Aunque, por desgracia, la música de acción de Christopher Young queda un poco diluida entre el sándwich elfmaniano, el de su tema que va creciendo, en capas, y con aires de Europa del Este.
Vengadores: La era de Ultrón, de Brian Tyler, suena animada y se gana a parte del público, a pesar de no ser el tema principal. Escuchando X-Men 2, de John Ottman, soy consciente de estar probablemente ante una obra no especialmente diseñada para un concierto de estas características. La fanfarria inicial es pegadiza e interesante, pero la suite contiene un tema central que no lleva a ninguna parte.
La sección de Superhéroes quizás ha sido demasiado uniforme, pudiendo llegar a saturar tantos minutos de temas similares. Sin embargo, Óliver Díaz ha sabido extraer todo el jugo a una orquesta fresca. Técnicamente, respecto a la ejecución, nada que objetar.
Por fortuna, el bloque Aventuras para la Familia comienza con una sorpresa agradable: Ice Age 2. El deshielo de John Powell. Una nota de color. Música que no pretende aturullar al oyente y que, además, se nota que está hecha para divertirse, arrastrando a la orquesta con ella. Seguida por Patrick Doyle y su visión de Harry Potter y el cáliz de fuego. Aunque, por la mirada de muchos de los niños a mi alrededor, os puedo asegurar que estaban esperando oír el famoso tema de John Williams.
Alexandre Desplat y su El origen de los guardianes me resulta interesante normalmente, pero la suite no es tanto una suite sino un conjunto de temas de la película, uno detrás de otro. La orquesta hace lo que puede, ya que es harto complicado mantenerse centrado con tanto tema que no termina de desarrollarse. Se lucen, sin embargo, con su interpretación de El libro de la selva de John Debney; pero, si alguno de vosotros ha leído mi “amigable charla” con Braulio en el cara a cara correspondiente, os imaginaréis que no necesito comentar mucho más.
Aguardo con interés la siguiente obra, porque será la tercera vez que la oiga en concierto. Chicken Run: Evasión en la granja. Me retrotraigo a 2006, primera edición del Soncinemad de Madrid, con Harry Gregson-Williams alegando que el tema es suyo. Y a 2007, tercera edición del Festival Internacional de Música de Cine de Úbeda, con John Powell diciendo que es suyo. En fin. A ver si esta vez va la vencida y brindo por ambos. Está claro que la orquesta agradece el cambio. Yo también. Música divertida y sin ínfulas. Un buen final para la primera parte del concierto, si bien los kazoos suenan lo justo frente al volumen general de la orquesta.
Tras el descanso, Robin Hood, príncipe de los ladrones y su tema principal in crescendo de Michael Kamen. Los metales suenan mucho mejor de lo que me esperaba. Y parece que esta segunda parte va a presentar un mayor equilibrio, alternando temas “poderosos”, con otros más reposados. Como El oboe de Gabriel, de La misión. Con qué poco, el maestro Ennio Morricone es capaz de conquistar al público. Puede que sea un poco azucarado, pero es muy de agradecer después de toda la testosterona del principio.
Y hablando de estructura y de construcción musical. Permitidme una pausa. Me estoy relamiendo. Gremlins, de Jerry Goldmsith. Un pequeño poema sinfónico que permite seguir la historia de la película. Narra, se desarrolla y explota. La orquesta disfruta de lo lindo con la sección final. Y Óliver les permite dejarse llevar. El ritmo, la pulsión interna. La música se dirige sola. Música que llama a otra música. Que tiene un discurrir. Como Leyendas de pasión de James Horner. Se abre con unas suaves notas de piano y es todo un viaje por la sección de cuerda, un ligero toque gaélico y el regreso a las notas de piano.
Tengo muchas ganas de volver a escuchar la música de Dave Grusin en directo. Los Goonies, o Mozart pasado por una caja de ritmos. Me parece que la orquesta se está divirtiendo de nuevo y el maestro Díaz les deja hacer. Y regresamos a las cuerdas lánguidas con el tema de Memorias de África de John Barry. Por lo que veo, éste está haciendo las delicias de los padres de los niños.
Y, cerrando el primer bloque de la segunda parte, Clásicos de Siempre, un western de Bruce Broughton: Silverado. A toda potencia. La orquesta lleva ya a estas alturas un gran trabajo sobre sus espaldas, aunque no se nota el cansancio en exceso. Quizás es mucha música para un único concierto.
Sólo les queda el empujón final, de Ciencia Ficción, que se inicia con Star Trek: En la oscuridad. Es bastante sabido que Michael Giacchino no me apasiona, pero el tema queda resultón. Origen, de Hans Zimmer, me sorprende. Todo lo contrario a lo que pueda parecer, su estilo minimalista encaja muy bien. Incluso una música tan sencilla como ésta, se sostiene por sí misma frente al resto del repertorio. Sin guitarra eléctrica. Sin elementos sintetizados. Orquesta. Pura y dura. La pieza crece, manteniendo un ritmo perfecto. Genial la mano de Óliver. Una construcción mecánica. Perfecta. Matemática. Y, sin embargo, con vida propia.
Como no podía ser menos, el evento se cierra con un tema mágico. Ya no se trata de ser pequeños o grandes, jóvenes o viejos. Es el momento más esperado. E.T. El extraterrestre. Y no importa el cansancio. Quince minutos de aplausos. Justa recompensa para la Oviedo Filarmonía y el maestro Óliver Díaz.
Por supuesto, también hay justa recompensa para nosotros, el entregado público, y continuamos con John Williams en la propina: los créditos finales de El imperio contraataca. Música densa, llena, en una suite con mucho sentido musical.
Ahora que ha finalizado el concierto, entre las risas y las palabras nerviosas, la emoción y los corrillos, puedo hacer balance. En primer lugar, valorar técnicamente el trabajo de la orquesta. A pesar de la heterogeneidad de la música y de la distinta calidad de las piezas, han sabido mantener el nivel. Se nota que la Oviedo Filarmonía es un conjunto cohesionado y todoterreno, capaz de enfrentarse a los retos más diversos. También es digno de elogio el buen hacer de Óliver Díaz, que dirige a la agrupación con buen pulso y gestionando los tiempos de manera magistral. Está claro que ya han trabajado juntos en diversas ocasiones, porque sabe maximizar el trabajo de la orquesta.
Por otro lado, el concierto ha sido de calidad musical variable, si nos enfocamos en el programa, con una segunda parte mucho más interesante. Es el precio que tiene el tratar de atraer a un público familiar y heterogéneo, frente al criterio puramente musical. Por si fuera poco, con alrededor de dos horas de duración y piezas tan cortas y variadas (si comparamos con un concierto de repertorio clásico), es complicado mantener la concentración al máximo de manera constante. Y mucho más difícil para la orquesta que para el público. Menos mal, que han sabido capear el temporal.
Una cosa está clara: esta segunda edición del Oviedo FilmMusic Live! ha representado un respiro para poder tomar la tercera edición con más energía. A seguir trabajando en el ambicioso plan académico que incluye el mundo de la escuela, el conservatorio y la universidad, aunque requiera apoyo institucional para poder cuadrar mejor las fechas. Y, quién sabe, quizá podamos acercarnos a un concierto de una duración standard de hora y media con el descanso por medio. O que sean dos conciertos y, para hacerlo más homogéneo, uno de ellos dedicado a un único compositor. Pero eso es otra historia y sólo el tiempo lo dirá.
Larga vida al Oviedo FilmMusic Live!