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A Salir del Cine: «La Venus a la Fourrure»

Escrito por , el 19 febrero 2014 | Publicado en Apuntes

Sobre la película…

Afortunadamente están los autores, aquellos que no pierden un ápice de su personalidad y siempre ofrecen en sus películas algo diferente y estimulante. Y uno de ellos es Roman Polanski.

Los que no conozcan su obra pueden verse algo decepcionados después de esa brillante sátira sobre los roles paternos que fue “Un dios salvaje”. Pero éste es un Polanski mucho más puro, un Polanski que de hecho vuelve  a sus orígenes y ofrece la versión más clásica de sus miedos y sus particulares demonios.

A Thomas le sonríe la suerte cuando, después de una serie de audiciones fallidas, se presenta en el teatro la atractiva y descarada Vanda para interpretar el papel de una misteriosa mujer que despertará los instintos más sádicos y autodestructivos del joven autor de la obra.

Inspirada en la obra teatral del mismo nombre de David Ives, el director franco-polaco volverá a proyectarse de forma desmedida y prácticamente caricaturesca en su personaje principal, del que huelga comentar su asombroso y pretendido parecido físico. Establecerá  un enfermizo y subyugante juego de poder con la aspirante a actriz, trazando de forma perversa y completamente despiadada  ese habitual  juego de roles que se presentan en muchas películas que pretenden establecer una guerra de sexos. La particularidad está en que aquí el director imprime su particularísimo sello.

Hilarante su reflejo de la transferencia y la contratransferencia, cruel en la recogida de la humillación y la dominación, Polanski  explora todos aquellos placeres prohibidos inherentes al ser humano. Sólo él se atreve a hacerlo.

Excelente una Emmanuelle Seigner que ofrece una interpretación fresca y enérgica, pareciendo querer reivindicar su puesto en el Olimpo de las féminas voluptuosas, sensuales y que despiertan una extraña fascinación en los hombres.

Sobre la banda sonora…

Desde su colaboración en El escritor Polanski parece haber encontrado en Alexandre Desplat al compositor que ayude a satirizar sus demonios particulares.

La música gira exclusivamente en torno a un suntuoso y elegante tema para significar toda la feminidad y sensualidad del afrodisiaco personaje de Vanda. Lo bufonesco, lo lírico y, por supuesto, lo teatral se mezclan en una música que tiene únicamente protagonismo en el momento de las representaciones. No es casualidad.

Desplat pretende mostrar una gran farsa sobre el universo femenino remarcando todas sus cualidades a través de sus cuidadas y sugerentes variaciones. Ingenuidad, lascivia, misterio, picardía, malicia, distinción, persuasión, determinación, coacción, embrujo, opresión, seducción por supuesto y, finalmente, tortura y muerte. La Eva que tienta a Adán, el hombre como ser básico y acomplejado que sucumbe ante las notas salidas de las pieles de un ser idealizado pero claramente superior a él.

Esta representación acabará de un modo muy sui géneris, autofagocitándose el propio protagonista en un acto de autoabominación en la que el compositor masculiniza, ridiculiza su majestuoso y extraordinariamente conducido tema principal….y único.

El hechizo está servido.