Hay compositores a quienes es raro ver asociados a determinados tipos de género. El otro día hablábamos de ello en la genial 1408 de Gabriel Yared, una elección sorprendente y con unos resultados magistrales.
Es el caso de Mark Isham (un compositor que me apasiona), quien se ha desenvuelto como pez en el agua en cualquier género, sea acción (Next), drama (A River Runs Through It, Nell, Crash), thriller (The Black Dahlia, Twisted), comedia (Miami Phapsody, Racing Stripes) o ciencia-ficción (Fire in the Sky), sin olvidarnos de toda su producción no cinematográfica (como Lalo Schifrin o Dave Grusin).
El género del terror era une pequeñita muesca que faltaba en el currículum del compositor hasta el año 2007, cuando compuso la banda sonora de la magistral The Mist.
No obstante, Isham había tenido algunos acercamientos al género con títulos como The Hitcher, donde ya nos ofrecía texturas musicales muy inquietantes, la magistral Fire in the Sky, con algunas fases musicales realmente terroríficas (para el momento de la abducción y las escenas de tortura del abducido en los interiores de la nave espacial), o algunos pasajes musicales de la genial Blade, un trabajo del compositor a rescatar, y muy alejado de la composición que cabría esperar para este tipo de película.
The Mist fue la primera entrada en el género del genial compositor, y eso que su director (Frank Darabont, de actualidad por la serie The Walking Dead), no quería ni una gota de música, pero el bueno de Isham, con quien había colaborado en The Majestic, le convenció de lo contrario.
El resultado final fue una obra que para algunos no es más que una sonoridad ambiental que recubre el envoltorio cinematográfico sin más, mientras que para otros, como es mi caso, es ESO mismo pero compuesto con un determinado sentido musical: ensalzar el misterio con un halo musical completamente ambiental y atmosférico, y sacudir al espectador con música agresiva, violenta y salvaje con cada una de las monstruosas apariciones que escupe la niebla, con sonoridades realmente grotescas e inhumanas.
Por suerte para el que escribe, su segunda participación en el género no se hizo esperar demasiado, y fruto de ello tenemos aquí The Crazies, una partitura que, a diferencia de The Mist, SÍ tiene un motivo asociado para la pareja protagonista (es una película de terror con un componente personal y humano más profundo, en consonancia con el argumento, donde el único monstruo es el ser humano).
El resultado, pasen y lean, pero anticipo mi conclusión: un buen trabajo de Isham, un compositor que sabe lo que quiere, que sabe lo que puede ofrecer, y cuyo oficio y calidad están siempre puestos al servicio de cada proyecto que tiene la fortuna de contar con su música.
¿Qué te vas a encontrar?
Un trabajo que linda entre la música ambiental y atmosférica, recreando un ambiente de misterio y tensión constante, y música violenta, e incluso crispante, para los ataques de los ciudadanos infectados (los Crazies).
Isham utiliza la electrónica como herramienta fundamental sobre la que sostener el score, pero de forma inteligente y sutil, siempre recubriendo y no trasgrediendo, sugiriendo en todo momento que algo sucede, que algo no va bien.
De igual forma, se incluyen dos motivos tonales; uno que es el leitmotiv principal para la lucha de los no infectados, y otro delicado motivo para la pareja protagonista (el sheriff y su mujer), una melodía con elementos melancólicos, interpretada de forma suave y contenida.
El acercamiento musical va en la línea de parte del material de The Mist, pero con mayor variedad de recursos musicales, y en muchos momentos, el estilo de Isham se cruza con las sonoridades típicas de compositores como John Murphy (28 Days Later, 28 Weeks Later) o Cliff Martínez. Como prueba, aquí tienes una suite en este link.
The Crazies – Remake de una película de George Romero
En 1973, el genial George Romero, uno de los renovadores del género del terror con su saga sobre zombies (especialmente la clásica y transgresora The Night of the Living Dead), dirigió The Crazies, una extraña, curiosa e irregular película sobre un pueblo cuya población enloquece y comienza a matarse como consecuencia el uso de un arma biológica, con bastante mala leche (algo que hace subir el producto).
Con un doblaje chabacano, y alguna que otra tontería, la película se dejaba ver gracias a su corta duración y su falta de pretensiones, algo que se agradece.
¿Merecía la pena hacer lo mismo otra vez?. Ya se han hecho películas sobre armas biológicas que destruyen y vuelven locas a poblaciones, como Impulso (película de 1984 donde un terremoto provocará que una sustancia infecciosa quede libre y haga enloquecer a la población), la interesante Warn Sign (un virus suelto en un laboratorio ultra secreto), o recientemente Resident Evil, por lo que hacer un remake de The Crazies era prescindible.
Dicho esto, es de agradecer que el equipo técnico al completo haya hecho un buen trabajo. Sin tonterías y con un tratamiento argumental serio, contiene algunas escenas de terror muy logradas e inquietantes, donde los efectos especiales y de maquillaje juegan un papel crucial, proporcionando un entretenimiento sin mayores pretensiones.
El peso de la película la llevan los dos agentes de la Ley, el sheriff David Butten (un más que correcto Timothy Olyphant, el odioso villano de la cuarta entrega de Die Hard) y su ayudante Rusel Clank (buena caracterización de Joe Anderson, visto en otras películas del género como Creep o The Ruins), a quienes se suman la mujer del Sheriff, Judy Butten (Randha Mitchell, vista en la recientes Surrogates o Silent Hill).
Todos ellos tratarán de escapar de un pueblo infectado por la propagación de un virus que provocará que sea puesto en cuarentena, antes de que el gobierno decida tomar medidas extremas para poner al fin de la epidemia.
El resultado final nos deja escenas muy logradas, como la aparición de los enloquecidos cazadores (especialmente al final), la escena de la casa de los Butten, o la que podemos ver en el cartel de la película, donde un hombre armado con un tridente entra en un hospital militar y comienza a atravesar a todos los pacientes del mismo.
Enfoque y Motivos Principales
Mark Isham nos ofrece un score electrónico realmente inquietante y misterioso, a través de The Sodden Dog Electronic Arts Ensemble (el mismo ensamblaje que utilizó para su trabajo en The Mist), donde los dos principales elementos son:
-Los sintetizadores conocidos como Pad, que construyen sonoridades etéreas y ambientales, recubriendo gran parte de la composición, y sugiriendo malestar e incomodidad en casi toda su duración (El corte Fire es un excelente ejemplo de ello).
-Todos los instrumentos musicales utilizados en la película son modificados, casi como una especie de metáfora o asociación con los infectados, cuyo rictus físico y su locura es una “modificación” de su estado natural consecuencia del ataque biológico que han sufrido al ingerir agua contaminada.
Esa modificación afecta a toda la música, pero las partes que menos lo sufren son los dos temas tonales, los únicos que encontramos en un mar de sonoridades ambientales y terroríficas.
El motivo central y el motivo de los Butten, donde la melodía ofrece el elemento más orgánico y humano de la partitura, destinado a los supervivientes que aún no han sido contaminados, narrando la dramática huida del pueblo infectado.
Ese contraste provoca una excelente asociación de ideas musicales por parte del compositor, que se reserva lo más tonal para dramatizar la lucha de los supervivientes, y lo más atonal para los infectados, ofreciéndonos sonoridades que provocan zozobra y malestar.
En cuanto a los motivos que nos encontramos a lo largo del score, tenemos los dos leitmotivs comentados, más un inquietante recurso musical utilizado para dar forma a la locura:
– Motivo Principal (o motivo de los supervivientes): Es el tema que Isham asocia para el grupo de no infectados que tratan de sobrevivir al caos y el terror que les sobreviene. Es utilizado para los viajes del grupo o para las escenas más dramáticas.
– Motivo de los Butten: Es un corte muy delicado y contenido, interpretado a través de los acordes de una guitarra acústica modificada, que representa al matrimonio, y que refleja tanto el drama de la situación actual que viven como lo relacionado con su vida cotidiana (aún no han podido tener un hijo).
– El motivo de los Crazies (o tema de la locura): Al igual que la reciente Pandorum de Michl Britsch, Isham utiliza un recurso musical que simboliza el estado de locura en la que se ven inmersos los infectados, que ya aparece en el corte uno, Fire, en el minuto dos, y que se corresponde con el momento en el que un hombre quema a su familia dentro de la casa rural donde viven.
Para ese recurso musical o motivo recurrente, Isham utiliza un Pad que emula a un piano desafinado, tipo Honky-Tonk, que podemos encontrar en escenas como el ataque del forense (Bone Saw), los crímenes del hospital militar (Principal) o la lucha final (Lights Out).
Lo que hace Isham es distorsionar el sonido del mismo, construyendo un magistral recurso musical a través de un glissando descendente, siendo más grave y sonoro cuando comienza a aparecer, y haciéndose más débil según finaliza el recurso (similar a lo que se conoce como efecto Doppler), una forma de emular musicalmente que algo no marcha bien dentro de los infectados, una especie de enfatizar la perdida de su cordura.
Finalmente, Isham nos ofrece un motivo para el ejército, a través de pasajes electrónicos muy rítmicos y percusivos, donde unas baterías militares dan el tono adecuado, y que podemos escuchar en cortes como There’s Something Out There o Mad House.
Análisis del Score I – Motivos Tonales y Etéreos
El score editado alcanza la hora de duración, incluyendo material suficiente para valorar la composición de Isham, y pese a la longitud de lo editado, tenemos varias omisiones importantes, como el ataque a la casa de los Butten, la escena del ataque en el túnel de lavado o la llegada al área de descanso donde tiene lugar un terrorífico descubrimiento.
En cuanto al tono del score, éste es bastante homogéneo, discurriendo por sonidos etéreos y ambientales, que transmiten misterio e inquietud, encontrándonos momentos musicales más agresivos y violentos para los ataques.
Fire es el mejor corte como ejemplo de lo primero, donde un infectado prende fuego a la casa donde están atrapados su mujer e hijo. Isham crea un sonido ambiental que se va volviendo muy inquietante y perturbador, donde nos encontramos con el motivo de la locura al minuto dos.
Muchas sonoridades te traen a la cabeza al genial John Murphy, con esos toques etéreos y misterioso (muy envolventes), al que dan paso explosiones agresivas o violentas (pero sin llegar a crispar), especialmente en el clímax final, con las escenas del incendio inundando la pantalla.
Esas sonoridades acompañan gran parte del material que escuchamos en la película, como en Something in the Water Supply, donde Isham nos brinda un fantástico pasaje electrónico muy rítmico, que posteriormente da paso al tema del matrimonio Butten, interpretado a través de los acordes de una guitarra acompañada de sonoridades etéreas.
Es un tema delicado y melancólico, que durante su breve desarrollo acompaña a las escenas del matrimonio, y que Isham recupera en la parte final de The Long Walk, momento en el que tras una larga travesía escapando del ejército e infectados, acaban llegando a su hogar, donde muevo se recupera ese leitmotiv.
En cuanto al motivo central de la película, tiene su primera aparición en el cuarto corte del CD, There’s Something Out There, momento en el que realmente comienza el drama para el grupo protagonista (el matrimonio es separado), convirtiéndose en el motivo de marcha y supervivencia.
Las mejores variaciones de este motivo las encontramos en The Long Walk, donde tras asistir horrorizados al fusilamiento de una madre y su hijo por parte del ejército (Are We Clear?), se ponen en marcha hacia el domicilio de los Butten, donde Isham ofrece un rítmico pasaje con el tema central, donde primero la guitarra, y luego el piano y el bajo, marcan un ritmo de marcha. Escuchar The Long Walk →
Isham recupera el motivo central para uno de los puntos álgidos y más dramáticos de la película, Let It Mean Something (Permite que signifique algo), donde el ayudante del sheriff, infectado por el virus (aunque cuerdo dentro de su locura), decide sacrificarse para que los Butten pueden seguir su camino y pasar el control militar.
El compositor utiliza una construcción in crescendo con el motivo central, cada vez más rítmico y enérgico, conforme nos acercamos al fatal desenlace en pantalla.
Análisis del Score II – The Crazies y el Ejército (¿Quienes son Peores?)
Los ataques son violentos y agresivos, con percusiones bastante atronadoras, como en Bone Saw, con el Sheriff Butten enfrentándose a un enloquecido forense, donde el compositor introduce el motivo de los Crazies un poquito antes del ataque (claro indicador de que algo no marcha bien en el mortuorio). Escuchar tema →
Principal es otro corte que sigue esos derroteros, donde de nuevo el tema de la locura hace acto de presencia, para dar paso a un ritmo agresivo y violento de piano, que marcan el paso de un infectado armado tridente en mano, quien va atravesando a todos los pacientes del hospital militar de cuarentena, atados a sus camas sin posibilidad de huida (y entre quienes se encuentran la mujer del Sheriff).
Otros ataques, como el que tiene lugar en la primera parte del Had to Be Sure (escena que se corresponde con el pueblo puesto patas arriba y la aparición de los cazadores enloquecidos), contiene música con ritmos electrónicos más lineales, buscando más la inquietud de una forma sutil.
El clímax final, los últimos cinco cortes, se corresponden con al último ataque, que tiene lugar en un gran área de descanso a las afueras. Lights Out (luces fuera) tiene una apertura vibrante a través del motivo principal, para el momento en el que el matrimonio Butten prepara su huida.
Pero el tema de locura hace acto de presencia, y las luces de todo el área de descanso se apagan. Desde ese momento, Isham juega con texturas musicales siniestras e inquietantes, con la aparición del motivo de los Crazies, y algún que otro golpe rítmico bastante percusivo y violento, mientras en pantalla asistimos al clásico juego del gato (los cazadores infectados) y el ratón (los Butten).
A Loving Hand y Oil Pen continúan la línea del Lights Out, llegando al magistral clímax final, Getaway, huida final del área de descanso a toda pastilla (el ejército va a arrasar con todo para purgar la zona), donde Isham introduce un ritmo endiablado (con alguna sonoridad que me recuerda a Goldsmith en la parte del inicio), con la aparición del motivo central, potenciando el drama y la urgencia por la huida.
Y finalmente, nos encontramos con el tema militar, presente en el corte There’s Something Out There, un largo corte para el momento en el que el ejército irrumpe en la población, formando un perímetro de cuarentena con un amplio y potente despliegue militar.
Alrededor del minuto uno Isham va construyendo un tema para el ejército, donde unas baterías militares arman un ostinato sobre el que se desarrolla un motivo enérgico para el despliegue militar, introduciendo en la parte final el motivo principal de forma dramática y delicada.
Isham retomará ese motivo en el siguiente corte, Mad House, donde el cordón de seguridad militar se viene abajo y la población invade el campamento, provocando una auténtica guerra campal que provocará el desalojo de la base, y reapareciendo en otros cortes de forma breve, como en los cortes Had to Be Sure o Are We Clear?.
Cedar Rapids – Epílogo Final y Conclusiones
Cedar Rapids es el cierre de la película (con no poca mala ostia), donde Isham nos ofrece un coda final para la película, recuperando el motivo de los Butten de una forma delicada, que al minuto y medio da paso al motivo central, esbozado de forma más rítmica y a través de la guitarra eléctrica como principal elemento conductor. Escuchar tema →
Es un excelente broche final que realza la parte más orgánica y humana de la partitura (los elementos tonales) frente a la música misteriosa, etérea e inquietante (elementos tonales) que envuelve la epidemia que asola al pequeño pueblo de Iowa.
En conclusión, todo es mejorable (y también empeorable), pero cuando uno hace las cosas en base a un criterio (buscando crear cierta estructura musical que trabaje con las imágenes), uno no puedo hacer más que aplaudir el esfuerzo del compositor por brindarnos algo más allá del uso, que aporta ideas y no se limita a envolver el producto.
No será un trabajo que pase a la historia (ni era su intención), pero al menos permanecerá como un más que digno trabajo de Isham, donde conjugó una serie de ideas que han dado vida a la película que acompañaba, y que contiene suficientes elementos interesantes para disfrutar en escucha aislada para quien guste de este tipo de música.
Un especial agradecimiento a Pablo Laspra por los tecnicismo musicales.
The Crazies
- Fire (04:50)
- Something In The Water Supply (07:04)
- Bone Saw (02:58)
- There’s Somebody Out There (05:26)
- Mad House (03:25)
- Principal (03:06)
- Had To Be Sure (09:24)
- Are We Clear? (04:06)
- The Long Walk (04:02)
- Let It Mean Something (03:45)
- Lights Out (05:43)
- A Loving Hand (02:06)
- Oil Pen (01:00)
- Getaway (01:35)
- Cedar Rapids (02:11)