Star Trek Into Darkness
En 2009, J.J. Abrams reinventó la franquicia de Star Trek, con unas piruetas técnicas de guión francamente interesantes; el reboot tuvo un gran éxito de público y crítico, convirtiéndose en una película artesana de excelente ejecución técnica, con grandes dosis de acción y aventura, y una nueva (y rejuvenecida) tripulación del Enterprise Clásico que cumplía sobradamente el expediente (aunque jamás como la clásica, para que mentirnos), y donde destacaban el macarra del capitán Kirk (Chris Pine), Spock (un Zachary Quinto recién salido del éxito de Heroes con su papel de Sylar) y McCoy (un irónico y genial Karl Urban, reciente Juez Dredd el año pasado, película a reivindicar desde ya).
Compositor: Michael Giacchino
Año: 2013
Lo mejor: La madurez compositiva de Michael Giacchino
Lo peor: En mi opinión, se ha perdido frescura y da la sensación, a ratos, de piloto automático NUESTRA NOTA
Tamaña fusión de estilos rejuveneció y cambió la orientación de la franquicia, que casi parecía como si a Star Trek le hubieran añadido algunas gotas de Star Wars (para que negar que hubo trekkies que se quejaron…), y la secuela se hizo esperar, pero Abrams volvió al patrón inicial de confección de la primera; secretismo absoluto para garantizar que nadie supiera nada de la película, algo que siempre se traduce en expectación (que luego puede, o no, acabar defraudando).
Y, mientras en pantalla estamos disfrutando de la tercera entrega, Star Trek Beyond, en 2013 llegó Star Trek Into Darkness.
Star Trek Into Darkness – La Película
El secretismo que reinaba alrededor de la película no evitó filtrar (con o sin autorización) la figura del Khan como posible villano, algo que ya se barajó en la confección del guión de la nueva secuela de Abrams (recordemos que ya la segunda entrega cinematográfica de Star Trek clásica versaba sobre la famosa Ira del Khan, que a su vez tiraba de hemeroteca de la serie clásica, del capítulo Semilla Espacial, donde Ricardo Montalbán, en ambos casos, hacía las veces del todopoderoso Khan).
No era algo que fuera determinante a la hora de la calidad del producto final, pero sí que añadía interés a los que conocemos y disfrutamos con el fenómeno Star Trek (me encanta, pero mi amor no llegar a la altura del Trekkie). Khan es un villano genial, y la posibilidad de que se retomase siempre era un aliciente, y máxime cuando se supo de la presencia del genial Benedict Cumberbatch en el reparto, que (cuidado SPOILERS) inicialmente interpreta a John Harrison, peligrosos terrorista, que finalmente desvelará su verdadera personalidad, Khan, y sus verdaderos intereses.
Benedict se ha ganado una fama, a pulso, por su genial aportación televisiva como uno de los mejores Sherlock Holmes de la historia en la serie de la BBC Sherlock (actualmente en su tercera temporada), con una interpretación de suficiencia, arrogancia y superioridad que provocan adoración y diversión en el aficionado (y no nos olvidemos de su compañero de fatigas, Watson, interpretado por el genial Martin Freeman, de actualidad por The Hobbit, donde Benedict pone su voz al Nygromante).
De hecho, desde Sherlock, Benedict parece abonado a todos los saraos, como War Horse, Tinker Tailor Soldier Spy y The Fifth Estate, y parece apuntar a la nueva saga de Star Wars que tiene a Abrams como principal valedor, quien salta de Star Trek a Star Wars como quien se cambia de ropa interior).
Dicho esto, ¿con que nos encontramos? Con una película de impecable factura técnica, explosiva y francamente entretenida (mucho más que la primera entrega) aunque, en calidad, por debajo de la primera (tampoco alarmantemente, sino que es más redonda la anterior).
En ésta nueva entrega, tras un prólogo que ya parece la introducción de cualquier título de Indiana Jones de Steven Spielberg (donde el Capitán Kirk, todavía un macarra en toda regla, se pasa el Reglamento de la Flota Espacial por donde nunca asoma el sol, siendo castigado y relevado por su superior, el almirante Christopher Pike, interpretado por el siempre efectivo Bruce Greenwood), nos encontramos con un atentado en Londres (algo tristemente de moda en estos tiempos), un atentado vinculado a la presencia de un extraño hombre (John Harrison).
Todo ello pone en jaque a la flota espacial, quien reúne de emergencia a toda la cúpula de capitanes y primeros oficiales en la Comandancia de la Flota, liderados por el almirante Alexander Marcus (un maravilloso Peter Weller, lástima que no lo aprovechen más), para enfrentarse al problema que se avecina y tomar decisiones, pero se encontrarán con una trampa mortal, de nuevo orquestada y ejecutada por John Harrison a bordo de una nave espacial que abre fuego contra los oficiales, matando a varios miembros, entre ellos Pike.
Rabioso de venganza, Kirk solicita el mando de la U.S.S. Enterprise a Marcus para vengar a Pike, quien accede, dotando a la nave de 72 prototipos de torpedos de fotones de largo alcance para arrasar el sector espacial donde se encuentra Harrison, el planeta Kronos, que pertenece al sector de los Klingon.
Pero todo será más complejo de lo que Kirk preveía; su simple misión de venganza cambiará de registro cuando conozca la verdadera naturaleza de John Harrison (el Khan), la verdad que se oculta tras los 72 prototipos de torpedos de fotones de largo alcance y las siniestras y ocultas intenciones de Alexander Marcus, un cóctel que nos regalará un tramo final de acción formidable, técnicamente impecable, y con algunas escenas espectaculares, como el impacto de una nave espacial en pleno San Francisco.
Sin nada nuevo bajo el sol, la principal baza de la película recae sobre Benedict Cumberbatch, quien está francamente genial, consiguiendo que olvides al genial Eric Bana de la primera entrega, y rivalizando con el Khan de la película de 1982 de Nicholas Meyer (menos divertido, pero siendo sinceros, acojona más el Khan de Abrams). Benedict se come la película cada vez que aparece.
Por otro lado, los secundarios también suman y mucho; Peter Weller siempre es un lujo, y una pena que no lo aprovechen en más películas, con su papel de almirante sin escrúpulos, o el genial Bruce Greenwood, un tío que siempre cumple. Y sin mencionar el pequeño cameo del mítico Spock, Leonard Nimoy.
En cuanto a la tripulación, todos ellos cumplen sobradamente, y demuestran lo que ya vimos en la primera entrega; que el traje no solo les queda bien, sino que aguanta el paso de los años. Hay química entre los actores, se nota el buen rollo e interaccionan francamente bien, dando esa sensación familiar de grupo humano que se daba en la serie clásica (salvando las distancias).
Quizás estén un poquito desaprovechado McCoy, pero todos están geniales (quizás excesivo el empane mental que le meten al pobre Chekov, aunque compensado por el descacharrante Scotty de Simon Pegg, impagable), especialmente la química entre Kirk y Spock, dos personajes que demuestran progresión y madurez (el primero acabará asumiendo sus responsabilidades y errores, lo que de la un grado de madurez, y el segundo terminará de comprender las motivaciones humanas de Kirk y los lazos de amistad que le unen a él, algo que los vulcanos rara vez entienden, especialmente con la tragedia previa al clímax final).
Un producto, en definitiva, que no ofrece nada nuevo, pero que es un entretenimiento de primer nivel, bien empaquetado, con guión, tramas, personajes, grandes escenas y efectos especiales, y donde se atisba el oficio de Abrams por rodar un cine de calidad blockbuster como los de antes (y no como la gran parte de morralla que nos llega a las pantallas…), y donde Michael Giacchino, de quien hablaremos luego, cumple sobradamente.
STAR TREK INTO DARKNESS
Editorial oscuro de ciencia ficción para trekkies y gente normal (firmado por Carlos Mulas)
Han pasado treinta años y más desde aquella época en la que los fanáticos de la ciencia ficción podían llenarse la boca con aquellos Star Trek, Star Wars, Battlestar Galactica, Alien, etc. Una época maravillosa que dio pie a numerosas secuelas durante la década de los 80, películas que marcaron la infancia y algo más de nuestra generación. Y pasado tanto tiempo parece que ese fenómeno del revival nos trae al presente aquellos personajes, aquellos monstruos e incluso aquellos mismos argumentos, para quedarse instalados no solo en el recuerdo nostálgico y cinéfilo de personas como yo, sino en la memoria y la retina del público más generalista.
Eso lo ha conseguido por partida doble hasta ahora J. J. Abrams con su reboot (¡cómo odio esa palabra!) del mítico Star Trek, que comenzó en 2009. No es que el director sea el único dedicado a esta tarea en el Hollywood actual, pero sí es quien más éxito ha tenido (mejor no hablemos de los esfuerzos de Ridley Scott) hasta el momento, dada la expectación creada. El absoluto secretismo de los proyectos de Abrams y su férreo control de la información que se filtra al público, tanto en la primera entrega como desde 2009 en la producción de esta segunda película, consiguió tres cosas: ponernos los dientes largos a los trekkies, desviar la atención hacia donde él quería en cada momento y difundir esa expectación entre el resto del público casi sin esfuerzo.
Hablamos entonces de un equipo de cineastas (principalmente director y guionistas) que podrían haberse tomado a chiste el cariño de varias generaciones de espectadores hacia estos personajes y a esta saga, dado que nunca se declararon seguidores ni admiradores de ella. Y sin embargo, en cada minuto de metraje, y a pesar de la libertad creativa que el estudio les ha dado, demuestran su esfuerzo por corresponder ese sentimiento y su admiración hacia aquel tipo de cine.
Y es que hablamos de películas sobre todo, y nos mantenemos relativamente al margen de aquel otro Star Trek como fenómeno televisivo. Se nota que la historia se ha montado tras haber estudiado meticulosamente las películas de los 80, obviamente la maravillosa película de Nicholas Meyer “La Ira de Khan”, pero nunca podrán basarse (y esta es una opinión muy personal) en el primer origen de esta saga y estos personajes, que es el televisivo. No debe considerarse esto como un defecto, así que no lo escribo como crítica. Se explica muy simplemente: las fórmulas de la televisión de los años 60 eran tan diferentes de las del cine de los años 80, como aquellas lo son del de hoy en día. Por eso hablamos de reboot , por eso desde el principio Abrams, Kurtzman y Orci (y ahora Lindelof) establecieron sus propias reglas y decidieron que todos los cambios que introducían en este universo de capitanes de naves estelares y Federaciones de Planetas fueran tan fundamentales como para cambiarlo todo, pero al mismo tiempo dejaran las cosas de tal manera que nos siguiesen resultando totalmente familiares.
Esta segunda película está así plagada de pequeños detalles, que hacen referencia sobre todo a momentos que en la cronología original corresponden a aquella mítica misión de cinco años de la nave Enterprise, es decir la serie de televisión creada por Gene Roddenberry, y que aún no ha tenido lugar en la renovada franquicia. El simple hecho de que el primer alias del villano de la película sea John Harrison es sumamente significativo para un trekkie, así como la mención del nombre de Mudd y la aparición de las tiernas mascotas “marca de la casa”, los tribbles. Una mención especial merece la explicación de que la enfermera Chapel (uno de los personajes de la serie) no forme parte de esta nueva tripulación, pero solo porque nos hace reflexionar sobre lo diferente que es el capitán Kirk de aquel otro que conocíamos. La lista podría seguir así hasta resultar más aburrida que “friki”. También las películas originales están representadas en estos pequeños guiños, aunque podría decirse que en su caso resultan bastante más sustanciales. Carol Marcus hija del Almirante Marcus es el principal, ya que era uno de los personajes fundamentales en la trama de “La Ira de Khan”, y en esta ocasión repite protagonismo, aunque no tanto como lo acapara su padre, el Almirante interpretado por un fantástico Peter Weller (¿y cuándo no está fantástico este actor?), un viejo conocido de la saga por haber aparecido en los capítulos finales de aquella infravalorada serie, Star Trek: Enterprise. Y en mi corazoncito se queda la imagen del Doctor McCoy operando de nuevo un torpedo, como hiciera ya en la sexta entrega “Aquel país desconocido”, también escrita y dirigida por Nicholas Meyer, en la que también aparecía una luna klingon de nombre Praxis.
Pero no nos dejemos distraer por todas estas mariposas voladoras que Abrams nos lanza, y dediquemos un minuto a considerar una de las premisas clásicas de Star Trek, que no es otra más que: “una buena historia requiere buenos personajes, pero una gran historia necesita de un gran villano”. Así lo entendió Meyer en 1982 al recurrir a Khan Noonien Singh interpretado por el gran Ricardo Montalbán, un personaje carismático donde los haya cuyo origen podemos encontrar en el capítulo “Semilla espacial”. El actor consiguió con sus dos interpretaciones separadas por quince años, que su nombre y su rostro quedaran eternamente ligados a Star Trek, y su superhombre destinado a gobernar y modificado genéticamente para ser más fuerte, más inteligente, más rápido, más hábil (en resumen, superior en todos los aspectos), es considerado el mejor villano de toda la saga, y es una saga muy, muy extensa y plagada de tipos malos…
Abrams nos regala en su película una versión mucho más dura y fría del personaje en torno al que gira la historia, con su elección de Benedict Cumberbatch para el papel. Es el actor de moda, sin duda, y además es un grandísimo actor. En esta visión del universo Star Trek dominada por la oscuridad, solo un actor tan capaz y carismático como aquel Ricardo Montalbán, puede hacernos empatizar como espectadores con ese villano altivo, orgulloso y hasta pedante, que todos sabemos que espera el momento adecuado para traicionar nuestra confianza y nuestros sentimientos. Ese es el poder que tienen los grandes personajes en manos de grandes actores.
El contrapunto del villano protagonista es el héroe protagonista, un capitán Kirk el de Chris Pine, que a pesar de que cumple su destino en Star Trek (2009) de comandar la Enterprise, no ha demostrado en los años transcurridos entre los dos films ser digno de ocupar ese puesto. Pine consigue por primera vez que le veamos como capitán de la mítica nave estelar, y no solo como el Kirk aventurero al que nunca le interesa pensar en las consecuencias de sus actos. A lo largo de la película, tanto su mentor el Almirante Pike, como su afecto por la tripulación, pero sobre todo la relación que mantiene con Khan, le hacen experimentar un profundo cambio. James T. Kirk, capitán del Enterprise, abraza la verdadera responsabilidad del cargo y emerge en la última parte de la película tal y como siempre le hemos conocido, como representante de los más altos ideales de la Federación, ideales que consideramos universales.
El resto de los personajes habituales ejercen roles completamente secundarios para mi gusto, pero dado que se trata de una película predominantemente de acción y aventuras (un blockbuster), y centrando el desarrollo de la historia en la figura de Khan y las oscuras consecuencias de su mera existencia, se puede entender que hayan desdibujado tanto el papel de McCoy, relegando a Karl Urban (una de las bazas principales de la película en 2009) a repetir las estereotipadas frases del Doctor, y que Scotty y Chekov sean la principal fuente de humor en todo el metraje.
El siempre acertado Zachary Quinto como Spock, resulta prácticamente una comparsa en el desarrollo de la historia, hasta que el genio de los guionistas (según algunos, para otros es una forma de plagio) le hace intercambiar papeles con Kirk, en un desenlace “calcado” plano por plano de “La Ira de Khan”. En este aspecto, o aceptas el homenaje o no lo aceptas, pero no hay término medio.
Es la reproducción de aquella famosa escena la que nos ofrece el ejemplo más claro de que este nuevo Star Trek (y los que vendrán), nunca dejará de mirarse en el espejo de su hermana mayor, buscando no solo influencia sino también inspiración, a pesar de que en teoría camina por nuevos senderos. Y además lo convierte todo en uno de los mejores productos comerciales de acción de estos tiempos… ¡Cómo me vienen a la memoria los comentarios que no hace muchos años se hacían de que Star Trek era una franquicia en declive y totalmente amortizada! Está resultando una muerte sumamente dulce.
Carlos Mulas
Michael Giacchino – Piloto Automático
Un nuevo proyecto de J.J. Abrams supone siempre, y hasta el día de hoy, un feliz regreso para los aficionados a la música de cine del compositor Michael Giacchino.
Es el rencuentro de viejos amigos, ya allá desde las serie Alias, dos tíos que saben lo que se hacen, que disfrutan trabajando juntos, y eso se nota en el resultado final, sea de mayor o menor calidad (al menos no se les podrá acusar de no intentarlo, de hacerlo lo mejor posible, y sobre todo, de cumplir siempre unos mínimos que mucho cine y mucha música de cine de hoy ya quisieran).
Es cierto que Michael Giacchino no es Williams, Goldsmith o Horner, pero su avance, musicalmente hablando, es adecuado, y su progresión puede acabar encumbrándole en el panorama cinematográfico y musical de aquí a unos cuantos años (todo depende de su profesionalidad, de la que no dudamos, y de la suerte en la elección de los proyectos). Su Oscar en la genial Up (con un tema antológico y memorable), o sus geniales Ratatouille (para el que escribe su mejor obra) o Star Trek son prueba de ello.
Por lo tanto, su trabajo para Star Trek Into Darkness debería estar, pues, a la altura de las circunstancias; y de hecho, Giacchino lo vuelve a hacer, cumpliendo sobradamente el expediente, aunque en ésta ocasión (y se nota bastante, en mi opinión) el compositor parece haber puesto el piloto automático. ¿La razón? Ni idea.
Si es fácil pensar que más de la mitad del camino estaba andado; tenemos el tema central ya compuesto, motor propulsor del score, made in Giacchino (un gran tema que en la anterior película alcanzaba su cénit en el Enterprising Young Men, de lejos una de las mejores piezas épicas y heroicas de los últimos años, incluyendo las imágenes visuales), y como no, el tema de Spock, un excelente motivo asociado al famoso Vulcano.
Eso facilita el camino, para que negarlo, pero donde James Horner salió airoso en Star Trek III: The Search for Spock, Giacchino parece salir un poco como hastiado, o eso da la sensación tras escuchar su trabajo para la nueva entrega de Star Trek, y sobre todo, tras ver la película (en mi caso, primero suele ser la película, donde me pasó bastante desapercibida).
La acción musical es como más rutinaria, más sota-caballo-rey, con recursos habituales de la casa, con algún momento de genialidad, como no, pero como si hubiera puesto el piloto, limitándose a cumplir, cuando en la primera entrega nos encontrábamos con algunos cortes realmente espectaculares.
Prueba de ello es el prólogo musical, donde el tema de acción, rítmico y percusivo, cumple simplemente el expediente, tirando de oficio y del buen hacer del compositor, pero que da la sensación de rutina.
No obstante, como dije antes, hay momentos francamente geniales, especialmente uno, el London Calling, la presentación del personaje de John Harrison/Khan, donde el compositor nos presenta un nuevo motivo, asociado con el villano, donde las imágenes se ven realzadas, y de que forma, por la música de Giacchino. AQUÍ si notas que el compositor se lo curró, ves interés e intenciones, más allá del oficio y la rutina.
Pero ese fantástico retazo musical (ese patch of blue) pronto se apaga, y la frescura pierde un poco su fragancia, volviendo al aroma añejo de siempre, un menú de batalla que sabe bien, que tiene buen precio, y que sacia, pero que no nos ofrece grandes novedades o sorpresas.
Además, sus texturas musicales dramáticas, siempre bien ejecutadas, suenan mucho a Lost en muchos momentos (tampoco seremos injustos, pues Giacchino perfiló esto en la famosa serie), y comparándolo con lo que hizo Horner (por comparar sin querer ofender a nadie), donde éste brillaba especialmente con la muerte de Spock, quien salva a la Enterprise, Giacchino simplemente cubre el expediente sin brillo en el momento de la muerte de Kirk.
No obstante, y pese a todo, es un buen trabajo, que en la película, en muchos momentos, pasa desapercibido, pero en escucha aislada se valoran más bondades (hay mucho trabajo detrás, más del que parece), pero que, musicalmente hablando, está a años luz de la frescura de la anterior entrega.
Dicho esto, en modo de crítica constructiva (pues me gusta mucho Michael Giacchino, disfruto con su música), pasamos a analizar el score del compositor, que de nuevo está mutilado por la discográfica Varese Sarabande, aunque luego de corrigió con una deluxe edition.
Motivos Musicales
–Motivo Principal (Tema de Star Trek de Giacchino): Es la estrella total de la función. Abre y cierra la misma, con ese tono grandilocuente y épico, vertebrando gran parte del score, un tour de force orquestal donde las cuerdas y los metales enuncian magistralmente el tema central, también utilizado en clave dramática en los momentos más emotivos, como la muerte del capitán Kirk.
–Tema de Spock: En la anterior entrega tenía mucho más protagonismo (recordemos el drama de la destrucción de Vulcano, la aparición del viejo Spock o la relación sentimental entre Uhura y Spock), pero aquí se reserva para momentos musicales realmente reseñables, como el prólogo o el clímax final, con el tema de acción final en San Francisco, esa pelea-persecución entre Khan y Spock.
–Tema de Khan: La tarjeta de presentación se encuentra o se halla en el London Calling, un estupendo corte, quizás el mejor, del score, donde nos presenta sutilmente el motivo de John Harrison, sustentado sobre un maravilloso ritmo de avance de piano y las cuerdas como acompañantes, rasgando la marcha del piano, mientras vemos en pantalla al “Khan” realizando un trato con una familia para salvar a su niña. Este motivo es reutilizado por Giacchino en varios momentos, como Brigadoom o los cortes de acción Ship to Ship y el clímax final, The San Fran Hustle.
-Tema del Almirante Marcus: La presencia de Peter Weller como el almirante Marcus inspira a crear un motivo que se esboza como un simple acompañamiento musical lmelódico que desembocará, en el momento clave, en un motivo poderoso y amenazador. Brigadoom (Harrison’s Heart/Enter the Vengeance en la edición completa) nos brinda un detalle épico y amenazador en el tramo final.
-Tema de los Klingon: Aunque pueda ser un motivo secundario, es poderoso y espectacular, utilizado en varios cortes durante la estancia de la U.S.S. Enterprise en Kronos. La edición completa recoge más protagonismo para los Klingon, mientras que en la regular teneemos The Kronos Wartet, donde orquesta y coros configuran uno de los mejores cortes del disco, con la masa coral utilizando el idioma Klingon, y donde algunas fases y frases musicales recuerdan al mejor Goldsmith, especialmente el uso de la trompeta con sordina.
Análisis del Score – Edición Simple
Los 47 minutos de música editada por Varése Sarabande son un buen aperitivo para comprobar la calidad del trabajo de Michael Giacchino, cuyo muestrario abre con un prólogo visual de aventuras que sirve de lucimiento para el compositor; tras enunciar el tema central en los Logos, de forma pausada pero poderosa, con la trompa como principal elemento, el compositor nos lanza a un frenético corte en la segunda parte, Pranking the Natives, donde una percusión de corte tribal (que incluye bongos) sirven de ostinato para la huida de McCoy y Kirk, perseguidos por una horda de nativos armados con flechas y lanzas, cual Indiana Jones en el Arca Perdida, con las cuerdas y los metales oscilando sobre la percusión, y entonando el tema central como marchamo de huida.
Spock Drops, Kirk Jumps abre con una versión dramática del tema de Spock, a punto de sacrificar su vida en pleno volcán, con tal de que la Enterprise no incumpla la directiva de la Flota Estelar de no interferir a los ojos de los nativos, pero Kirk lo impide, como no, lo que supone un punto argumental de conflicto entre amigos sobre el que girará gran parte de la película. Los metales enuncian el motivo de Spock, poderoso pero amenazado, consciente del peligro al que es sometido el personaje.
Cerca del minuto uno, las cuerdas y los snare drums marcan un ritmo de urgencia, pero el tema del Enterprise surge, con apoyo coral, al rescate de Spock, reforzado por el corte tercero, Sub Prime Directive, recordatorio de Spock a su capitán de que ha infringido la normativa interestelar, todo ello al ritmo del tema central, primero enunciado de forma heroica y rítmica, y seguidamente, con dos líneas musicales de cuerda (una preguntando, y la otra respondiendo); todo ello desembocará, finalmente, al minuto uno y medio, a la enunciación del tema central en su forma original, estilo el Enterprise Young Men, una explosión orquestal que hace finalizar el primer acto, el prólogo.
El siguiente bloque se correspondería con la presentación del personaje de John Harrison, en el corte London Calling, la antesala del atentado que dará parte al segundo núcleo argumental de la segunda entrega de Abrams; un plan trazado por John Harrison/Khan para recuperar a su tripulación.
Giacchino, como ya anunciamos en el bloque de motivos musicales, nos ofrece aquí el motivo del Khan en la parte final del corte, pero primeramente se marca un temazo a ritmo de piano, un magnífico motivo sustentado por las cuerdas, donde nos narra con melancolía y un clasicismo maravilloso el drama de un matrimonio con una hija que tiene una enfermedad para la que no parece haber cura. La parte final desemboca en una explosión climática orquestal con Khan presentándose al padre (y de paso al espectador) para decirle que él puede salvarla… eso si, el precio sería el suicidio del padre, quien cambia su vida por la de ella en un atentado en las instalaciones de la Flota Estelar.
Meld-Merized tiene lugar tras el nuevo atentado del Khan, esta vez contra la Flota Estelar donde se reúnen los altos mandos, presentándonos un tratamiento del tema central de Star Trek en clave dramática, mientras Spock se fusiona con Pike justo antes de su muerte, mitigando así su dolor. Kirk hará acto de presencia, completamente roto ante la muerte de su superior y amigo.
En el tramo final de este corte, el material difiere del que aparece en pantalla; mientras que en el CD oímos un clímax musical relacionado con el Khan, en clara alusión al causante de la muerte del almirante Pike, quien aparece tele transportado en Kronos, en la película oímos una fanfarria espectacular del motivo del Khan, interpretado con un tono malévolo, mucho más acorde con el triunfo del villano.
The Kronos Wartet contiene algunos de los momentos musicales más intensos y geniales del score, donde las masas corales cantando en Klingon, acompañados de la orquesta y los sintetizadores (marcando un ritmo de avance, pulsante), entonan el tema de los Klingon para la persecución de naves que vemos en el planeta. La música de Giacchino se va ajustando a cada momento de la persecución, y los instrumentos van dialogando entre ellos en varias fases (trompeta a la Goldsmith con metales).
Al minuto uno y medio pasado, el tema de los Klingon emerge triunfante, capturando la nave espacial donde viajan Uhura, Spock y Kirk (la primera saldrá a dialogar en Klingon con sus captores, pero todo fracasará).
La parte final, si bien no se corresponde en la película con nada, podría haberse compuesto para ser utilizada en el momento en el que, tras otra batalla posterior en el suelo de Kronos (un corte no editado), Khan se deja apresar por Kirk, y ese se desahoga golpeándolo una y otra vez (Khan ni se inmuta), donde el motivo del villano, en clave climática y progresión ascendente, emerge poderoso.
Brigadoom es la explicación del origen del Khan y su tripulación; el corte emerge misterioso, con un sintetizador de ambiente pad generando un ambiente musical envolvente, y donde comienza a incorporarse la orquesta, especialmente la cuerda, que acaba ofreciéndonos el motivo del Khan en clave dramática, buscando cierta empatía musical con el personaje (empatía que pronto finalizará). El corte desemboca, en la parte final, con la aparición del USS Vengance, con un motivo poderoso, amenazador y espectacular, una especie de fanfarria que se vale del tema del almirante Marcus para narrarnos que quizás sus intenciones no sean del todo limpias.
A éste le sigue el trepidante corte de acción, Ship to Ship, donde las cuerdas trazan un ostinato enérgico de avance mientras la Enterprise se alinea con la Vengeance para lanzar a Kirk y Khan rumbo a ésta última, con todo tipo de cascotes flotando en el medio, y con Scotty a bordo de la Vengeance preparando el abordaje. El tema del Khan, en el tramo final, domina el corte, casi heroico, pero con aristas (ni el compositor se fía… ni el, ni la tripulación del U.S.S. Enterprise), donde metales y cuerdas lo bordan.
En Earthbound and Down, corte que es expandido en la deluxe edition (con una fase percusiva más intensa y dramática, casi a modo de caos), nos presenta un momento de gran intensidad dramático, rozando la tragedia, donde ambas naves se precipitan a la atmósfera terrestre para colisionar en la tierra. La fase final del corte es una de las más inspiradas de la composición de Giacchino, reflejando la gravedad de la situación y la premura por remediar la situación (magnífico el uso del arpa, que le confiere un efecto de caida y de caos maravilloso).
Y así llegamos a los momentos más dramáticos, Warp Core Values y Buying the Space Farm. En el primero, tras una apertura vibrante, Giacchino construye un verdadero Tour de Force Musical in crescendo, donde coros y orquesta van sumando esfuerzos de forma épica y dramática mientras Kirk se introduce en el núcleo Warp para arreglarlo y salvar así a la Enterprise, eso si, a un alto y elevado precio, su vida…
Buying the Space Farm nos presenta la visita de Spock al núcleo, donde el director recrear el sacrificio de Star Trek II: The Wrath of Khan, solo que es Kirk el damnificado en ésta ocasión; Giacchino ofrece una versión delicada del tema principal a piano con la sección de acuerda como colchón, quien, como no, toma el relevo al piano para continuar el tema. La pauta es suave, cálida, y muy al estilo de Lost, con un contrapunto dramático. No es Horner, pero Giacchino remata bien la faena. En el tramo final del corte, el tema del Khan emerge amenazador y Spock se prepara para ir tras él, a darle caza.
The San Fran Hustle es una de las joyas de la edición; la espectacular persecución-pelea final entre Khan y Spock en San Francisco. Giacchino pone toda la caer en el asador; todo funciona como un reloj, desde la salvaje persecución hasta los metales y cuerda, donde hasta tres temas se van peleando y superponiendo uno sobre otros durante la persecución, empezando por el del Khan hasta terminar en el de Spock, sin olvidarnos del tema central. Un curso maestro de acción de Giacchino del que afortunadamente espero nos queden muchísimos años. Inspirado, rítmico y salvaje.
Kirk Enterprises es el final heroico de nuestra tripulación, donde el tema central es mostrado in crescendo, de forma épica, y donde nuestra tripulación vuelve al Enterprise para comenzar un viaje de cinco años de exploración espacial.
En la versión regular tenemos una versión muy reducida de los end credits, que en la edición deluxe es ampliada (afortunadamente) y una canción coescrita por Abrams, simpática y modernita, que se queda fuera de la edición deluxe (normal), y que se escucha cuando Scotty está de copas en un pub con su «mascota».
Análisis Ampliado – Deluxe Edition
La edición regular, si bien contiene algunos de los mejores momentos de la partitura, por otro lado omite varios cortes que, a mi juicio, explican mucho mejor el recorrido musical del compositor a lo largo de la película, consiguiendo mejorar la calidad del producto final como no eres un fanatico del compositor.
Me explico: la primera entrega es brutal partiendo desde la edición regular a la expandida, y como partitura es fresca y llena de momentos musicales inolvidables. Y eso se nota en la película, y vaya como.
En la segunda, Giacchino tira de manual; película más oscura, con un tratamiento musical más oscuro, nuevos personajes incluye nuevos temas (el Khan, el almirante Marcus, los Klingons), y todo muy académico, con mucho trabajo pero con menos frescura, más mecánico… más encorsetado, casi al estilo de Super 8 (todo genial, pero demasiado académico, sin esa frescura que caracteriza muchas de las obras fantásticas y de aventuras del compositor).
Y sin embargo, la deluxe edition de Star Trek Into Darkness hace más justicia al compositor, porque se puede observar el buen hacer del compositor, es decir, como el desarrollo temático y el guión musical de Giacchino se ajusa perfectamente a las imágenes, describiendo no solo la acción y el drama de los personajes, sino anticipando ideas musicales realmente brillantes (el tema de Marcus parece no estar… pero está, y nos muestra finalmente sus intenciones).
Con respecto a la edición regular, la Deluxe ofrece muchos cortes de acción omitidos, algunos simplemente resultones y de transición, y otros brillantes.
Por ejemplo, en el prólogo de Star Trek Into Darkness, Undersea Enterprises Inc. y On the Bridge and on the Rocks nos ofrece más material de acción en la linea de lo escuchado en la huida de Spock y McCoy, aunque más dramático (el tema de Spock hace aparición en clave dramática), y con fases más percusivas e intensas.
Sin embargo, uno de los cortes damnificados en la edición regular, es el vibrante atentado a los oficiales de la Federación, Man Vs Baster, donde el compositor se nos destapa como el de toda la vida, con un Tour de Force musical muy a la Giacchino, con aparición final del tema del Khan.
Otro corte que en la deluxe edition encuentra su desarrollo es el del almirante Marcus; en la edición regular, el corte Brigadoom contiene una entrada épica y espectacular del tema con un ligero tono amenazador. Y poco más.
Aquí, sin embargo, encuentra un desarrollo temático más allá de ese momento: Admiral Exposition, donde asoma el tema del Khan, contiene un desarrollo interesante del tema de Marcus, mientras éste arroja algo de luz sobre el Khan y un plan para reconducir la situación que puede poner en jaque a la federación con los Klingon.
La segunda parte del corte 18, The Moral Mission, donde se pone en entredicho la moralidad de la misión de la Enterprise, una nave dedicada a misiones pacíficas y no bélicas, nos ofrece un tono más sombrío del tema de Marcus, claro indicador musical de que puede que las intenciones del almirante no sean del todo sinceras. Mismo tono sombrío encontramos en la apertura del Kirk’s Last Stand, donde el almirante Marcus , que adquiere tintes enérgicos y amenazadores en el tramo final con la percusión, cuando la Vengeance apunta sus armas para destruir la Enterprise.
Destacar, finalmente, el Scotty’s Floored, donde Scotty sigue unas coordenadas que le llevan a un enorme hangar donde se esconde algo, y ese algo es narrado musicalmente por el compositor a través del tema de Marcus, y el Your’e not Safe at Warp, donde la breve huida del Enterprise a través en warp es interceptada por el Vengeance, un breve e intenso corte, donde las cuerdas marcan un ostinato de huida donde se erige poderoso el tema de Marcus, la interceptación musical del compositor.
Mención aparte para Head Games, los últimos momentos del Almirante Marcus antes de sufrir un violento juego de cabezas; apertura con una versión oscura del tema de Marcus, y fase musical violenta para su terrible destino.
Otro buen tema que encuentra más recorrido es el de los Klingon, que Giacchino ya empieza a esbozar de forma pesarosa y amenazadora en Galactic Road Trip con los metales y las cuerdas, o en Torpedo Diplomacy, donde una vibrante apertura de cuerdas seguida de los metales ofrece el tema central para dar paso al tema de los Klingon una vez nuestros héroes se lanzan al exterior.
Klingon Chase / Meeting es el equivalente al tema de la edición regular The Kronos Wartet, la única pieza de aquella edición regular que nos presentaba a los Klingon, pero la Deluxe Edition nos permite disfrutar de la segunda pieza de acción que seguía a esta, omitida en la regular, Harrison Attack, donde el Khan aparece como el soldado perfecto al rescate de Kirk, Spock y Uhura, provocando y sembrando el caos y el terror sobre los Klingon.
El tono de acción es similar, espectacular y más directo, donde los metales y las cuerdas se lucen, y la percusión es el ritmo de ostinato de avance en el comienzo, con el tema de los Klingon asomando, siendo finalmente devorado por el del Khan que hace aparición en la parte final de una manera poderosa e intensa.
Y en cuanto al Khan, comentado el tema en anterior, comentar el Harrison Brought Onboard, donde el Khan es trasladado a bordo del Enterprise, hecho prisionero, y mientras es escoltado, Giacchino nos ofrece una versión de tono militar del tema del villano, donde las baterías militares (snare drums) marcan el ritmo sobre los metales.
En Harjugal Visit se nos ofrece un motivo más tranquilo y sugerente, en clave misterioso, donde unos teclados (Sintes) esbozan el tema del Khan. Estos teclados o sintes aparecen más veces en la partitura, como en el London Falling (la parte omitida en la edición regular del atentado en Londres que comienza con el London Calling, con una parte final adrenalítica e intensa) o en Harrison Heart’s.
Destacar el estupendo y breve corte Torpedo Tango, donde McCoy y la doctora Carol Marcus proceden a desactivar un torpedo llevándose una gran sorpresa con lo que encuentran en su interior.
Dos cortes omitidos también que son un buen termómetro de la edición expandida son, por un lado, el You Wanna do What?, donde Kirk le explica a Scott su alocado plan para abordar el U.S.S. Vengeance (previo al Ship to Ship), uno de mis cortes preferidos del disco, donde Giacchino construye un corte vibrante y rítmico, de magnífica construcción, y donde los tecladillos hacen de las suyas.
Y por otro lado, el Go Get ´Em, donde Uhura apremia a Spock para que capture a Khan, un aperitivo vibrante del material que escucharemos en The San Fran Hustle.
En cuanto a los End Credits, omitidos en la edición regular, Michael Giacchino se marca una excelente recopilación temática de la partitura, como hiciera en la primera entrega, y como ha hecho en la tercera, con una excelente variación inicial de la fanfarria televisiva del tema de Alexander Courage.
Bonus Tracks
Es curioso encontrarnos con dos temas a modo de bonus que, aunque no aparecen en la película, como dice el bueno de Giacchino, fue material que escribió al principio y que utilizó para mostrarle a J.J. Abrams y tocarle su música.
Los dos cortes están titulados o representados como una oda a; por un lado tenemos Ode to Harrison, aka Khan, o lo que es lo mismo, seis minutos y medio musicales dedicados a la figura del Khan, y por otro lado, Ode to Vengeance, aka Almirante Marcus, otros seis minutos y medio dedicados, esta vez, al otro villano, más humano pero no menos ladino.
Ambos cortes son una oportunidad de oro para disfrutar de las primeras ideas del compositor así como de bloques musicales homogéneos que permiten disfrutar del buen hacer de Giacchino.
En Conclusión
Si la primera entrega fue la originalidad y la frescura lo que inundó nuestras pantallas, y en la tercera entrega nos encontramos ante un auténtico desmelene (recuperando y ampliando la frescura de la primera entrega), ésta segunda entrega es una obra más madura y sólida, sin concesiones, perdiendo frescura por un excesivo encorsetamiento musical (quizás necesario) para reflejar los diferentes caracteres y situaciones de la película.
Es una obra que es más disfrutable cuanto más se escucha, y la edición expandida ayuda a entender mejor el trabajo de Giacchino, aunque por otro lado, quizás, uno prefiera quedarse con la regular como muestra o botón para disfrutar de una forma más comedida de la partitura.
Pierde frescura, gana en madurez, pero se trata de un trabajo excelentemente ejecutado, al que pocos peros pueden ponérsele. Hay mucho trabajo detrás.
RIP Anton Yelchin
Star Trek Into Darkness
01. Logos / Pranking The Natives 3:01
02. Spock Drops, Kirk Jumps 1:43
03. Sub Prime Directive* 2:23
04. London Calling 2:09
05. Meld-merized 2:40
06. The Kronos Wartet 5:25
07. Brigadoom 3:41
08. Ship To Ship 2:50
09. Earthbound And Down 2:37
10. Warp Core Values 2:56
11. Buying The Space Farm 3:17
12. The San Fran Hustle 5:00
13. Kirk Enterprises* 3:00
14. Star Trek Main Theme* 3:25
* Contains theme from Star Trek TV series, written by Alexander Courage & Gene Rodenberry
Sello: Varèse Sarabande
Formato: CD, LP, Descarga Digital
Fecha de publicación: 28 de Abril 2013
Star Trek Into Darkness: The Deluxe Edition
CD 1
01. Logos / Pranking The Natives (2:58)
02. Spock Drops, Kirk Jumps (1:43)
03. Undersea Enterprises Inc. (1:33)
04. On The Bridge And On The Rocks (1:42)
05. Sub Prime Directive (2:23)
06. London Calling (2:11)
07. Demotion Emotion (0:53)
08. London Falling (2:33)
09. The Pride Of Iowa (0:43)
10. Astronomical Manhunt (2:12)
11. Man vs Blaster (1:55)
12. Meld-Merized (2:41)
13. Admiral Exposition (3:23)
14. Personal Space (0:45)
15. So Long Scotty (0:57)
16. Chief Concern / The Moral Mission (2:15)
17. Covert Carol (0:38)
18. Galactic Road Trip (1:16)
19. Torpedo Diplomacy (2:19)
20. Spock And Uhura (1:05)
21. Klingon Chase / Meeting (5:03)
22. Harrison Attack (2:46)
23. Harrison Brought Onboard (2:00)
24. Harjugal Visit (2:04)
25. Damage Control (1:18)
26. Scotty’s Floored (1:36)
27. Torpedo Tango (1:08)
28. Cryo Your Heart Out (0:17)
29. Harrison’s Heart / Enter The Vengeance (3:44)
30. Mom’s Calling (2:19)
31. You’re Not Safe At Warp (0:35)
CD 2
01. Kirk’s Last Stand (2:24)
02. Guns Down (1:07)
03. Chair Of Command (0:57)
04. You Wanna Do What? (1:58)
05. Pull The Trigger (0:27)
06. Ship To Ship (2:53)
07. Hallway Fight (1:33)
08. Head Games (1:48)
09. I’m Gonna Make This Simple (2:47)
10. Human Popsicles (1:18)
11. Earthbound And Down (4:19)
12. Warp Core Values (2:57)
13. Max Thrusters (0:57)
14. Buying The Space Farm (3:20)
15. Go Get ’Em (1:13)
16. The San Fran Hustle (5:05)
17. Kirk Enterprises (2:57)
18. End Credits (8:43)
19. Ode To Harrison (6:36)
20. Ode To Vengeance (6:29)
Sello: Varèse Sarabande
Formato: CD
Fecha de publicación: 28 de Julio 2014