Volver a Úbeda

Escrito por , el 22 junio 2019 | Publicado en Crónica

Jamás pensé que volvería a Úbeda. No se me entienda mal, pero viviendo casi en la otra punta del país, y con las comunicaciones diseñadas laberínticamente como están, tenían que alinearse muchos astros para que esto pudiera ocurrir. Ya me había resignado a que la ciudad que tanto significa para los aficionados a la Música de Cine (con mayúsculas) se convirtiera en un difuso recuerdo del pasado. Como siempre, la vida guarda sorpresas agradables.

Con un viaje por la zona reservado hace semanas, leo en Facebook el anuncio de la cuarta edición del Úbeda Soundtrack Festival. Los que me conocen saben que no soy especialmente impulsivo. O no lo era, al menos. Hay que ser un zote para no ver las señales, por lo que me falta tiempo para comprar la entrada del concierto que coincide con mi fin de semana allí, el del sábado 15 de junio. Grandes de la Música de Cine: John Williams.

Entre los recuerdos difusos del pasado, aún quedan nítidos algunos momentos de aquel julio de 2005 en el que todo comenzó. Por cierto, gracias a otro viaje por impulso. El primer concierto/recital en el Hospital de Santiago, con un cuarteto interpretando adaptaciones de música de John Williams para las películas de La guerra de las galaxias y Harry Potter. Igual de nítida resulta mi conversación con el director del por entonces congreso, que no festival, David Doncel Barthe, mientras soñaba un concierto sinfónico para la segunda edición. Después llegó Basil Poledouris y el resto se convirtió en leyenda.

¿Existe mejor manera de cerrar el círculo que empezar por Williams y acabar con él? Eso es lo que pienso sentado en mi butaca del auditorio del Hospital de Santiago. ¿He dicho butaca? Sí, las cosas ya no son lo que eran. Han cambiado. A mejor. El patio tiene un toldo que habría venido de perlas hace tres lustros. El concierto es en la capilla, convenientemente restaurada y con su correspondiente empanelado de madera. Un patio de butacas renovado. Los recuerdos dejan de estar difusos y se agolpan. Tanto tiempo sentado en la viejas butacas, el calor, la falta de luz. Todo eso me viene a la memoria y se borra de un plumazo, mientras pierdo la mirada en ese mural del techo que, sin saberlo, tanto añoraba.

Ruido de pasos atrae mi atención hacia el escenario. Los músicos hacen su entrada. No se trata de un cuarteto en esta ocasión, sino de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Son las 10 de la noche. Otra de las cosas que también ha cambiado, para mejor. Veo caras conocidas entre los miembros de la orquesta. Son muchos años ya. Algunos de ellos llevan un lazo rojo en la solapa: su manera de protestar por la amortización de las plazas de once de sus miembros tras la crisis. El maestro José María Moreno se aproxima al podio. Tan impecable que da calor verlo. Parece que no conoce el bochorno ubetense, aunque lo hará al final de la velada.

La noche comienza con una Suite para Orquesta de Star Wars: El despertar de la Fuerza. Son piezas sueltas, pero absolutamente disfrutables. Arrancamos con La marcha de la resistencia. Al finalizar, el director ahoga con un gesto los aplausos de un público despistado. El tema de Rey llena de sensibilidad el ambiente y el Scherzo para Ala-X resulta de un juguetón hiriente. Escuchando Entra el Jedi y Final, me doy cuenta de cómo el tema de la Fuerza se entrelaza con el de Rey y de qué manera ambos se asocian con apuntes de otros temas de la película original. Quizá debería pegarle un nuevo repaso al CD. Música y cine. Cine y música. Ambos llenos de sentido en las manos de un compositor genial, aunque él mismo no lo crea.

Es un placer inmenso asistir a un concierto en el que uno reconoce toda la música y en el que ésta no tiene desperdicio. Se paladea, se disfruta, se siente deliciosamente construida. Si bien es cierto que el sonido de las trompas se pierde un poco al fondo del escenario, el equilibrio es admirable. El maestro Moreno consigue un resultado excelente.

Seguimos de Aventuras en la Tierra con E.T., el extraterrestre. Todo un clásico. Es inevitable no emocionarse cuando la música alza el vuelo, haciéndote regresar a la infancia y a esas bicicletas para el verano. Aunque John Williams da para más de una infancia, porque ha formado parte de los sueños de varias generaciones, como demuestra la Suite de Harry Potter y la cámara secreta. No sonará el tema de Hedwig, pero es pura magia. La misma capaz de hacerte creer que un hombre puede volar en la marcha de Superman. Los metales lo tienen complicado y, a veces, nos hacen poner el pie a tierra, pero es imposible no moverse al ritmo de la música.

Concierto - Grandes de la Música de Cine: John Williams

José María Moreno dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Málaga

Después del intermedio, visitamos Parque Jurásico, donde se conjugan el amor por el detalle y la grandiosidad de un pasado extinto. Año 1993: el año en el que Steven Spielberg nos hizo disfrutar y llorar a partes iguales. El llanto llega con el sentido solo de violín de Andrea Šestáková para la pieza Recuerdos de La lista de Schindler. Aunque mi debilidad personal siempre ha sido el tema principal, que suena a continuación.

La orquesta comienza a acusar el cansancio, pero aún le falta emprender un nuevo viaje a una galaxia muy, muy lejana, con la Suite clásica de La guerra de las galaxias. La potencia del tema principal, el lirismo del tema de la princesa Leia, la aplastante marcha imperial o la poderosa delicadeza del maestro Yoda. Hasta alcanzar ese salón del trono, con media historia de la música clásica británica agazapada tras los protagonistas, y los épicos créditos finales. Como no podía ser de otra manera, el auditorio se llena de aplausos. Y, sin mucha insistencia, nos regalan la marchade En busca del arca perdida. Los metales agotados ya. Han sido dos horas y cuarto de concierto. El público sigue en pie, pero el espectáculo ha terminado.

Me hago el remolón un rato. No quiero salir, porque sé que significa cerrar un capítulo de mi vida. Pero no estoy triste. Al contrario. Más bien, emocionado. Con muchas ganas de ver lo que está por venir. Ilusionado. Creo que es el momento de ir a Los Valencianos, a comerme un helado.

Fotos: Úbeda Soundtrack Festival