The Thing, Especial 30 Aniversario
Hay películas que logran su status de obra maestra años después, incluso décadas, de haberse rodado. Películas que se estrellaron en taquilla y que recibieron toda clase de críticas destructivas (y muchas veces desproporcionadas e injustas). Películas que nacen y crecen malditas y concluyen como cult movies y auténticas obras maestras.
Allá por 1982, John Carpenter cogía las riendas de su mayor presupuesto hasta el momento, de mano de la Universal, para la que, en mi humilde opinión, es la mejor película de terror de la historia, The Thing (La Cosa, 1982), con unos efectos especiales y de maquillaje insuperables (un compendio fantástico de innovación visual, terroríficos en estado sumo, con ribetes del mejor Lovecraft), un proyecto que comenzó a germinar allá por 1976 (y por donde incluso asomó el nombre de Tobe Hooper), como una revisitación del clásico The Thing from Another World! (El Enigma… de Otro Mundo, 1951), producida y co-dirigida (no acreditado) por Howard Hawks (del cual Carpenter era ferviente seguidor), basándose en la historia Who Goes There?, escrita por John W. Campbell Jr en 1938.
Tamaña superproducción, cuyo presupuesto le permitió contar con auténticos maestros para los diferentes apartados cinematográficos (como Ennio Morricone en la composición o el gran Rob Bottin para los efectos de maquillaje, donde también colaboró Stan Winston, aunque sin acreditar), fue un auténtico fracaso crítico (en taquilla no le fue tan mal), y algunas de las críticas de la época eran realmente absurdas y lamentables, basándose, por ejemplo, en que entre el reparto no había ninguna mujer (condenando el éxito de la película), o que era una película facilona y gratuita. En fin, sobre gustos no hay nada escrito.
Además, tuvo el handicap de competir con E.T., una de las películas más taquilleras de la historia, cortesía del rey midas de Hollywood, Steven Spielberg, algo que si bien fue relevante, tampoco evitó que The Thing recaudase algo.
La Cosa – Mi Primera Experiencia
Aún lo recuerdo como si fuera ayer. Comiezos-mediados de los 90; me dejan una cinta en VHS con una película grabada de televisión española. La pegatina rezaba el título de La Cosa. Sabía de sobras que película era, y quien la dirigía (oh sí, comenzaba a conocer y amar el cine de John Carpenter), pero no tenía ni la más remota idea de lo que me iba a encontrar allí. Una auténtica obra maestra.
Son ese tipo de sensaciones que recuerdas de forma vívida, recuerdos de ensueño o para enmarcar, la verdadera magia de cine, esa que hoy día brilla por su ausencia.
Y ese comienzo… ¡Que comienzo! Quizás el germen de todo este ahí, en que ya me noqueó desde el principio. Carpenter me metió el bolsillo desde el mismísimo prólogo, cuando la nave entra en la atmósfera de la tierra, seguido por el brillante episodio inicial del helicóptero noruego persiguiendo al perro por la nieve a tiro limpio (y la consecuente pregunta del millón… ¿por qué?), donde Larry Franco, productor ejecutivo y ayudante de dirección, interpretaba al francotirador noruego.
Y todo ello, claro está, de la mano de un inspirado Ennio Morricone, brillante, que creó un pulso musical que se convertiría en santo y seña del score, es más, un tema que uniría lo mejor de dos mundos, Carpenter y Morricone (cual Cosa, retroalimentándose uno del otro, un proceso de fusión fantástico donde Morricone asimiló el estilo del director sin renunciar al suyo propio, con ribetes minimalistas y un asfixiante uso de la cuerda).
La llegada al campamento americano, con la caída de todo el equipo noruego, iba preparando el suspense y terror para lo que vendría después; un perro que en realidad no es lo que aparenta ser, y el horror en estado puro que se encuentra el equipo americano al visitar el campamento noruego, desembocando en una sucesión de acontecimientos de consecuencias apocalípticas para la raza humana si “aquello”, la Cosa, sale de la base norteamericana del Ártico.
La mano de Carpenter se nota en cada fotograma; no trampea ni juega con el espectador, te ofrece un primer plato digno del mejor menú cinematográfico. Dirige con oficio y pulso narrativo, perfila bien los personajes con el poco tiempo que tiene (especialmente el de Blair y MacReady, un genial Kurt Russell), construyendo magistralmente la tensión y esa atmósfera agobiante de “cualquiera podría ser La Cosa”, donde las explosiones de violencia son aterradoras y toda una experiencia visual (y lo de experiencia no es gratuito; si alguien no ha visto esta película nunca, adelante, lo envidio).
Y luego están los F/X y el maquillaje, insuperables a fecha de hoy, sin truco ni cartón (no había ordenador). La secuencia de la perrera, el proceso de esterilización de la sangre (que escena tan bestial e imaginativa), la escena de la reanimación con el doctor o la secuencia final, un horror digno del mejor Lovecraft (que dicho de paso, es casi la mejor película realizada de Lovecraft sin ser una adaptación de una historia de Lovecraft). Un compendio que alguno tildó de pornografía gore… pues vale.
Dicho esto, solo puedo añadir que todo aquello me impactó, hasta el punto de ser “casi” mi primer DVD en adquirir (creo que fue el segundo), pagando de aquella 3.000 pesestas (y 2.100 pesetas por la cassette del score de Morricone, la cual guardo con mucho cariño pese a tener el CD). Y casi es de obligada cita anual, revisando una y otra vez esta película (no me cansa ni un ápice), disfrutando y dejando sorprenderme una y otra vez con esta joya, cuyo cierre final es maravilloso (what will happen now?).
Breve Apunte Sobre el Score
La presencia de Ennio Morricone en el score de The Thing supuso el primer intrusismo compositivo en la filmografía del director, quien hasta la fecha se había encargado, de forma eficaz y sencilla, de ejercer como compositor dando con el tono musical que sus película necesitaban.
John Carpenter, mediante traductor, mantuvo conversaciones a distancia con el Maestro italiano, quien se encotnraba en Roma, para darle las convenientes indicaciones, dando como resultado un score que, aunque satisfizo al director, estaba aún lejos de lo que pretendía; un sonido electrónico, una firma musical carpenteriana, ese toque distintivo de su obra.
Morricone volvió a su estudio y es cuando finalmente dio en la tecla con el fantástico tema central, motivo que abre y cierra la película, y que vertebra varias de las partes orquestales (lástima que sus otros dos cortes electrónicos, Sterilization y Eternity no aparezcan en el score).
Sobre el score del italiano, compuesto tras ver la película y siguiendo indicaciones de Carpenter, fue utilizado por el director como le resultó más conveniente (algo que ya ha sucedido muchas veces en la historia del cine, como en The Mosquito Coast de Maurice Jarre).
Finalmente, ya en post-producción, Carpenter necesitaba unos breves cortes musicales para algunas escenas, y Morricone estaba enfrascado en dos proyectos, White Dog y Treasure of the Four Crowns, así que el director contactó con Alan Howarth, compañero de fatigas por aquel entonces, para que le ayudase en dicha labor, dando como resultado cuatro cortes de tono ambiental y tenso, en la linea de Escape From New York, donde destaca el Main Title o la muerte de la réplica de Bennings (el corte Burn It).
Afortunadamente, Buysoundtrax ha lanzado este 30 aniversario una edición donde Alan Howarth, con la colaboración de Larry Hopkins, ha mimetizado y replicado el score de Morricone, trasladándolo a sintetizador de forma eficaz, por momentos casi idéntico al sonido de la orquesta del italiano (un éxito digno de las copias y réplicas humanas de la criatura de La Cosa) añadiendo los cortes compuestos por Howarth, y recolocándolo todo en el orden de sucesión musical en la película (inclusive del material no utilizado), CD que recomiendo sin fisura alguna a los amantes de este score.
Breve Apunte sobre la Precuela de La Cosa
En el 2011 se estrenó la precuela de The Thing, una más que digna propuesta cinematográfica, rodada a la vieja usanza; situaciones serias y realistas, cargadas de tensión y horror, evitando muchas de las tonterías del terror de hoy, como personajes estúpidos y diálogos hilarantes (algo que recientemente me encontré en Prometheus, esa especie de precuela de Alien). Y tenía mis dudas sobre esta película, pero finalmente me sorprendió gratamente.
La película narra el descubrimiento del Ovni y de la criatura, y todo lo que acontece en el campamento noruego. La pega; mimetiza demasiado el material de Carpenter (casi parece un remake inconfeso), incluyendo una prueba de esterilización (aunque en éste caso no sea la sangre, sino los elementos metálicos que acompañan al cuerpo humano). Y por supuesto, lo que nos sorprendió en la de Carpenter no nos pilla desprevenidos en la nueva (esa frescura y desparpajo visual).
La ventaja: su cuarto de hora final, especialmente el epílogo, es impecable, donde todas las piezas del rompecabezas encajan a la perfección con lo que posteriormente sucede en la Cosa de Carpenter (lo que encuentran en la base y la secuencia del ovni). Y, como no, el score de Marco Beltrami, quien ofrece su propio estilo sin renunciar a repuntes musicales que anticipan el tema final de Morricone, que enlaza la precuela con su predecesora, un ejercicio compositivo de Beltrami impecable.
Es muy Personal
Soy Carpenteriano hasta la médula, y aunque el Maestro no esté en su mejor momento, disfruto de su cine, de su particular estilo (con personajes duros y la eterna lucha del bien contra el mal, donde el bien suele ser acorralado por el mal) y de esa narración tan sencilla como efectiva.
Halloween (La Noche de Halloween, 1978), Prince of Darkness (El Príncipe de las Tinieblas, 1987), In the Mouth of Madness (En la Boca del Miedo, 1994), Escape from New York (1997: Rescate en Nueva York, 1981), The Fog (La Niebla, 1980), Vampires (Vampiros, 1998) o Ghosts from Mars (Fantasmas de Marte, 2001) así lo demuestran, como prácticamente todo su cine.
Un cine plagado de momentos musicales y cinematográficos inolvidables (los chascarrillos de James Woods y ese gran villano vampírico, la historia de piratas fantasmas alrededor de una hoguera, el momento “que te pillo Jamie” de Michael Myers, el “pensé que estabas muerto” sobre Snake Plissken y la persecución-huida final de New York con ese genial “eres el duque, el número uno” de Donald Pleasence, las automutilaciones en Marte, la comisaría del distrito 13 sitiada, la preparación de la llegada del maléfico a ritmo de Carpenter y Howarth…).
En fin, que amo el cine de Carpenter (que más se puede decir), aunque The Thing se ha convertido, sin ningún género de duda, en la obra cumbre del autor, incomprendida en su momento, e impepinable en cualquier ranking que se precie de terror y del fantástico (sino está… apaga y vámonos, de verdad).
Y todo ello gracias a la excelente conjunción de un grupo de artesanos que supieron dar con la tecla, ese que hoy día no tienen los teclados de los que dirigen Hollywood, más perdidos que un pulpo en un garaje.
De cuando el cine era cine, y la música era música. Grande Carpenter, Grande Morricone. Feliz 30 Aniversario.