Preciado: El Guerrero Nº13

Escrito por , el 17 junio 2012 | Publicado en Apuntes

08:53 de la mañana del jueves 7 de Junio. SMS al móvil: Preciado ha muerto. El mundo por los suelos, una extraña sensación de irrealidad me embarga (no puede ser). A las 09:21 otro SMS me lo corrabora, y un tercero un poco más tarde. Se confirma la tragedia.

Una sensación de vacío me embarga; el hombre que ha obrado el milagro en el Sporting de Gijón (un ascenso el segundo año, y tres años en la máxima categoría, con un cuarto por completar tristemente), que nos dio ilusión y felicidad, un tío cercano y humilde que se ha ido.

Desde que falleciera Jerry Goldsmith no sentía tamaño vacío por la muerte de un personaje público, y es que la huella de Preciado, un tío que no se mordía la lengua, ha sido muy grande. Nos ha dejado cariño e ilusión; ha fortalecido la pasión de un deporte, el fútbol, que cada vez es más negocio y menos sentimiento.

Aquí, en Gijón, lo más normal es ver gente con sudaderas, camisetas y polos del Sporting que del Barça o del Madrid. El Sporting es un sentimiento. Y de eso Manolo Preciado entendía; solo baste recordar el partido del ascenso, 2-0 contra el Eibar (Bilic y Luis Morán), que una vez finalizado, celebró saliendo al campo y abrazándose en lágrimas con su hijo, mirando al cielo, en recuerdo de su esposa e hijo fallecidos (la primera de un cáncer, el segundo de un trágico accidente en moto).

No lloré cuando marcó el gol Iniesta (que golazo), pero ver aquellas imágenes de Preciado y su hijo llorando, felices por el ascenso y recordando a sus seres queridos, mientras la gente entonaba el himno o el Gijón del alma me hizo desmoronarme, y fue cuando, de verdad, y en mucho tiempo, comencé a sentir de nuevo esa pasión por el fútbol, a recuperar la ilusión, un destello de humanidad y sentimiento compartido.

Su muerte, un trágico infarto a los 54 años, es una demostración de que la vida es cruel e injusta, cebándose con los que menos lo merecen, y despertando el cariño de toda la profesión (desde los periodistas hasta los futbolistas y entrenadores de toda España).

«Mañana saldrá el sol«, decía Preciado, una máxima de que la vida sigue adelante y no hay que rendirse jamás; un carácter luchador y valiente que transmitía a sus equipos, afirmando que la afición del Sporting era la mejor que había visto jamás, el jugador nº 12 (la misma que aplaudió al Sporting en el Bernabeu tanto por perder 7-1 el primer año, como por ganar 0-1 el tercero).

Pero lo que a nadie nos cabe duda es que Manolo Preciado era el guerrero Nº 13, que vino a una ciudad, Gijón, a luchar contra todo tipo de enemigos (incluido el fantasma del derrotismo), y cual Pelayo, se convirtió en uno de los héroes y estandartes de la ciudad.

Para ti va dedicado esto, Míster, por tu honestidad, nobleza, caballerosidad, cariño y valentía, The 13th Warrior de Jerry Goldsmith (trabajo que recuerdo acompañó el ascenso del Sporting en mi memoria). No se me ocurre un mejor epitafio musical que defina a ese carácter aguerrido y combativo de un «tío tan auténtico» como tú.

Gracias Preciado. DEP.