La pareja Herrmann-Harryhausen
A la hora de pensar en Bernard Herrmann es inevitable hacerlo trayendo a la memoria la larga y prolífica colaboración con el gran Alfred Hitchcock. Sin embargo, Herrmann mantuvo otra fructífera colaboración con otro de los colosos de la historia del cine: el pionero de la animación cinematográfica Ray Harryhausen. Ambos colaboraron codo con codo en cinco inolvidables films y algunos episodios de la mítica serie Twilight Zone.
Simbad y la Princesa fue el punto de partida del camino que recorrieron juntos. No obstante, el inicio de la colaboración entre ambos resultó ser de lo más curioso.
Herrmann no estaba entre los elegidos
Cuando Harryhausen y su productor Charles Schneer discutieron sobre quién compondría la música para Simbad y la Princesa («The 7th Voyage of Sinbad»), Herrmann no aparecía entre los candidatos. Al menos para el animador. Harryhausen veía más apropiados a Max Steiner o Miklós Rózsa. Especialmente al primero, que años atrás había escrito la música de (nada menos) King Kong. No obstante, Schneer le sugirió que Bernard Herrmann podría encajar mejor para lo que estaban buscando. E insistió en ello.
Schneer se había quedado prendado del estilo y música de Herrmann años atrás, cuando todavía era un joven y escuchaba los seriales radiofónicos de la CBS Workshop. Herrmann había sido uno de los principales compositores de la música de aquellas radionovelas de misterio, ciencia ficción y aventuras (a su lado había otros talentos, como un jovencísimo Jerry Goldsmith). Ya desde entonces Schneer se prometió que, si finalmente se dedicaba al mundo del cine (como ya por entonces pretendía), algún día trabajaría con aquel portento de la música visual. Y a fe que lo hizo.
«Yo no soy el adecuado para este film»
Schneer y Harryhausen concertaron una comida con Herrmann para hablarle del proyecto de Simbad. Le expusieron la trama, le hablaron de la acción, los personajes y las criaturas fantásticas, y fueron especialmente cuidadosos a la hora de describir el tipo de música estaban buscando. A Herrmann no le pareció una buena idea y les aseguró que no era a él a quien estaban buscando. «Nunca he hecho nada parecido. Nunca he escrito ese tipo de música ni estoy familiarizado con ese género».
Tras la comida, que tuvo lugar en un restaurante de Hollywood, Schneer y Harryhausen le convencieron para ir a los estudios Columbia y ver una copia en bruto de algunas escenas y efectos de la película. Minutos después del pase en la sala privada, Herrmann seguía erre que erre. «Yo no soy el adecuado para este film».
Herrmann estaba cerrado en banda pero los cineastas no se dieron por vencidos ni se dejaron llevar por las negativas del siempre obstinado compositor. A pesar de no haber sido su primera (ni su segunda ni tercera) opción, Harryhausen tenía una intuición sobre aquel hombre. Su instinto no le falló. Detrás de aquellas gafas de concha estaba el compositor ideal para el universo fantástico y épico creado por Harryhausen. Él y su productor siguieron «cortejando» al compositor hasta que finalmente, unos meses después, accedió a escribir la partitura para Simbad y la Princesa.
El resultado está con nosotros desde finales de la década de los 50. Una gran obra del género épico que incorpora al universo del lejano oriente los clásicos elementos herrmannianos. Aventuras, criaturas fantásticas y amor bajo una gran carga de percusión y viento que amplifica la historia que vemos en pantalla.
«Simbad y la Princesa» fue la primera colaboración entre estos dos monstruos de la historia del cine. Luego vendrían soberbios títulos-bandas sonoras del género de la ciencia ficción como «Viaje al Centro de la Tierra», «Los Tres Mundos de Gulliver», «La Isla Misteriosa» y «Jason y los Argonautas». Con aquella negativa en redondo empezó, no sólo una colaboración, sino una relación de profunda amistad entre dos amigos que compartían la misma pasión por contar historias de un modo único.