Especial Halloween 2011
Cuando el silencio de la noche es roto por las doce campanadas del reloj, y su aguja marca la medianoche, da comienzo una hora mágica, una hora en la que se celebran rituales de brujería o donde se pueden manifestar todo tipo de sucesos paranormales,… o una hora perfecta para sentarse al lado de una chimenea o una fogata y contar historias de miedo.
Ante la llegada de esta aterradora hora, cada uno de los miembros que forman AsturScore hemos elegido decidir cual es nuestro score de terror favorito para acompañar la noche de Halloween y así vivir, si nunca lo has hecho, como la música te puede transportar a tus miedos más ocultos: bien sea en una nave espacial donde habita un aterrador ser, en una placida urbanización que ha sido construida encima de un cementerio o como una extraña caja es la llave de una puerta que te hará descubrir el placer o el dolor más extremo.
AsturScore te invita a este viaje de terror y fantasía, para que disfrutes de esta experiencia, porque en la medianoche cualquier extraño acontecimiento puede suceder, ¡avisados estáis!
Eduardo
.HELLRAISER (1987)
La verdad que me es difícil decidir cual es mi CD de terror favorito, ya que es un género donde encuentras multitud de obras tan carismáticas como The Omen, Jaws, The Thing, Pet Sematary, Candyman, Sleepy Hollow, Bram Stocker´s Dracula,… y un largo etcétera que solo es la punta del iceberg.
Y es que el atractivo de los scores de terror es tal que puedes encontrar un sinfín de estilos que hacen lo convierten en un producto de lo más variopinto, desde la música romántica hasta la acción o tensión, y sobre todo lo principal… que asuste, siendo por ello el motivo del por qué es uno de mis géneros favoritos.
Ante esta complicada tesitura, mi elección es para uno de los scores más importantes en la obra del maestro de música de terror actual, el gran Chris Young, y quizás una de las primeras bandas sonoras de terror que me dejó impactado mientras veía una de las películas más originales de los 80 en este género, Hellraiser (1987).
La tentación de abrir una caja que es la llave para explorar un mundo de dolor y placer, o los viejos sentimientos prohibidos, que afloran en un amor casi enfermizo, se refleja a la perfección en una partitura de carácter gótico que, sin el uso de los típicos golpes orquestales para asustarnos, consigue un efecto aterrador o de gran dramatismo.
Esa atmósfera malsana la encontramos en temas como el macabro vals que escuchamos en el corte Resurrection (uno de los mejores del score) o el leitmotiv que atribuye a Julia, y que escuchamos en el corte The Rat Slice Quartet. Estos cortes sirven como pequeño ejemplo del perfecto apoyo que la música ofrece a las imágenes para enfatizar la psicología de los personajes.
Pero también destaca en la partitura como Chris Young consigue un efecto malsano e infernal, con la experimentación (con el uso de sintetizadores, percusión y orquesta) en los cortes musicales que reflejan todo lo que rodea al mundo de los cenobitas, como por ejemplo en el corte The Cenobites.
Los elogios se quedan cortos ante el score de Hellraiser, ya que sin duda alguna es una obra indiscutible para el aficionado a la música de terror y también para el coleccionista de bandas sonoras.
Braulio
JAWS (1975)
Para no perder la costumbre, voy a empezar hablando de James Horner, quién preguntado en una ocasión, allá por los ochenta, acerca de sus bandas sonoras favoritas de otros compositores, y en una época en la que se le comparaba constantemente con Jerry Goldsmith, señaló Jaws y Close encounters of the third kind como algunas de las que más le gustaban.
No se sabe si por fastidiar a aquellos que veían en sus obras pretéritas, imitaciones de Alien o Star Trek, pero el caso es que se trataba de una sabia elección (que devoto soy). Pocas notas, gran efecto. Puro cine, vaya. La elección de todo aquel que se precie de amar el séptimo arte.
Y es que nunca la amenaza tuvo mejor definición musical. Dos acordes y échate a temblar. Tiburón fue la película que catapultó la carrera de John Williams, antes Johnny, haciendo de Herrmann con el nuevo mago del cine, Steven Spielberg, y sentando las bases de una nueva época dorada de la música de cine. Una nueva etapa en la que la banda sonora era un elemento primordial en la película, gracias a un score que aunaba el efecto insuperable de los instrumentos musicales y su sonido, simple y llano, casi en solitario, con la siempre elegante forma de juntar las notas de su autor.
Tiburón de John Williams es en mi opinión el verdadero siguiente paso evolutivo de la música de terror tras Psicosis de Herrmann. Además, los paralelismos entre ambas obras son abundantes. Un buen momento para escucharlas ambas.
Rubén
.ALIEN (1979)
No podía ser otro compositor, aunque si cualquiera de sus trabajos, cualquiera de esas joyas llamadas The Omen, Damien Omen II, The Final Conflict, Poltergeist, Poltergeist II o la historia corta de la clásica serie The Twilight Zone llamada The Invaders. Cualquiera de ellas, si señor, pero me quedo con Alien, para mi la joya de la corona. ¿Por qué?.
Quizás porque en el fondo soy un romántico empedernido, y esa bella (y solitaria melodía) sustentada en la cuerda y en una trompeta solitaria, que inunda las escenas espaciales del comienzo de la película o que acompañan al aterrizaje de la lanzadera espacial (el corte The Landing), me provoca todo tipo de ensoñaciones, teletransportándome muy lejos de donde se encuentra físicamente mi cuerpo.
Uno de esos evocadores y sugerentes motivos principales del Maestro que me ensanchan los pulmones cada vez que lo tarareo, cerrando los ojos y dejándome llevar a un torrente de sensaciones musicales inimaginables, una llamada a lo desconocido, a la inmensidad espacial.
Quizás porque Alien haya sido, sin ningún género de duda, una de las mayores influencias musicales en la historia del cine, sentando el patrón musical para crear y generar todo tipo de sonoridades experimentales asociadas a la criatura y todo la parafernalia que le rodea (las escenas del planeta, la cámara de los huevos, la suciedad de los laberínticos pasillos espaciales de la Nostromo…).
Tras Alien, la música de terror tendría un nuevo patrón musical de referencia (y no sería el único que instalaría el Maestro Goldsmith, ni el único género), y solo hay que escuchar cortes como los magistrales y soberbios The Terrain (con esa especie de sobrecogedor eco para las escenas del planeta) y The Craft, o los atonales y terroríficos The Passage, Hanging On A New Face, The Skeleton o The Eggs, entre muchísimos más.
O quizás sea porque la película de Ridley Scott era realmente brillante e innovadora, con ese maravilloso regusto visual de H.R. Gigger, una película que nació para tener música de Jerry Goldsmith, pese a que el director se concentrase, (y de que manera), en masacrar gran parte del material escrito por el maestro para la película (y no sería el último caso, como sucedió con Legend, ni el último compositor al que se lo hiciera).
Alien es la quintaesencia musical y cinematográfica de película de bicho alienígena que va acabando, de forma sistemática y matemática, con cada uno de los seres humanos que aparecen a lo largo del metraje, y que sería un standard musical y cinematográfico en muchas películas y series venideras, fueran en el espacio (Pandorum), en el mar (Leviathan, Deep Star Six) o en la Tierra (Signs, Falling Skies).
Es por ello que Alien es mi score de terror preferido, quizás un premio que pudiera compartirse, con justicia, con otros trabajos de otros grandes compositores (el Jaws de Williams, el Hellraiser de Young, el Aliens de Horner o el Pyscho de Herrmann); pero si me tengo que quedar con uno, lo hago con el Octavo Pasajero.
Daniel
POLTERGEIST (1982)
No estoy excesivamente puesto en el género de terror, pero si tuviera que elegir una banda sonora entre todas las que conozco de este género sin duda sería Poltergeist. El porqué lo puedo resumir en una palabra: sutileza. No me imagino la película sin esta música ni esta música sin esta música.
El maestro Jerry Goldsmith compuso para mi gusto un score antológico. Un score que translucía perfectamente lo que ocurría en esa casa. No hay sitio para los humanos en la música. Esto es una batalla entre el poder de la inocencia y la fuerza de la corrupción. Y entre medias, espíritus inquietos, presencias extrañas que en el fondo lo único que desean es ser libres.
Las cartas están sobre la mesa. Cada movimiento anómalo, cada presencia espectral, cada momento que la madre pasa sin su hija se acompañará de su adecuado tema o tono musical. Goldsmith los hará interactuar todos de forma sublime construyendo momentos que para mí están entre los mejores de la historia del cine como el del rescate de Carol Anne (todo un despliegue de fuerza instrumental e inspiración de su compositor).
Marta
LET ME IN (2010)
Un cine a oscuras, pocos espectadores, una película de miedo y una de las mejores bandas sonoras de cine de terror que yo he escuchado hace poco. Todo eso se dio en Let me in.
Y es que la obra de Michael Giacchino para este filme me parece destacable. Puede que sea porque no es una de sus composiciones más conocidas (por lo menos no al lado de otros filmes suyos), puede también que por el hecho de ser la banda sonora de una película llena de prejuicios, aunque a mi parecer tiene un nivel comparable a la versión sueca.
Me gusta este trabajo del Giacchino, porque incluso tratándose de una película de terror, tiene un componente romántico presente, y el compositor no se ha olvidado en ningún momento de que se mueve en los dos géneros. Así que tenemos temas como Neighbors of Love, con la base del tema romántico, o como The Black Seat Killer, con todos los elementos de terror que puede aportar la música (destacable el manejo de las cuerdas), y por supuesto temas que saltan de un genero a otro como Sins of the father.
Aunque si me preguntas, mi tema favorito es Trained and Steady, un claro reflejo de los personajes, de sus sentimientos, sus amores y sus tristezas.
Pablo
THE FINAL CONFLICT (1981)
Aunque el cine de terror no es un género que me guste especialmente, ya que nunca consigue meterme en la película hasta tal punto de que las escenas me produzcan verdadero terror, he de reconocer que es un género que me gusta. Pero no por el género en si, sino por el estilo de la música que suele acompañar este tipo de películas.
Si bien en los últimos años solo vemos refritos que exprimen y repercuten una y otra vez determinados estilos tímbricos clásicos de las películas de suspense y terror, sin lograr realmente una tensión programada y bien ejecutada, el estilo del suspense clásico bien ha perdido gran parte de sus máximos ejecutores.
James Newton Howard, Bear McCreary y Chris Young son tres ejemplos actuales a seguir, pues siguen componiendo para el suspense en la manera tradicional: fabrican el misterio, lo hacen crecer, lo desarrollan, lo esconden, hacen que “grite” solo en los momentos puntuales… y que resplandezca con macabro destello en las partes mas importantes de la película. Todo eso se ha perdido, salvo por unos pocos compositores.
Hoy en día se va a la solución rápida, al susto fácil, al “pum” que te hace saltar de la butaca, y creo que es un enfoque incorrecto. Esto solo banaliza y simplifica un arte (el del suspense) mucho más difícil de conseguir que el de la comedia, o la aventura, o incluso el drama. Al final, solo obtenemos refritos que son tan malos en cuanto a guión literario como a guión musical.
¿De quien es la culpa? Quien lo sabe… Pero quienes padecen esta carencia son los espectadores, que muchas veces entran a la sala de cine esperando realmente pasar miedo, y lo máximo que consiguen es que existan 2 sustos contados en toda la película, pero sin tensión, sin crecimiento, sin preparación. Coitus Interruptus, o mejor dicho, “Sustus Incompletus”. Se pierde todo el juego previo, todo el flirteo tensional que hace que se nos hiele la sangre en los momentos álgidos, y que se complete con el susto final. Pero sin la preparación adecuada se queda sin fuelle.
Pese a no tener una obra especialmente predilecta en el género del terror, si que tengo un autor que con su sublime desarrollo del suspense se acerca a la excelencia en cuanto a “creador de tensiones”. Sus cambios de tempo, de compas, de tímbrica… Sus hemiolias y cambios de ternario a binario reforzados con una percusión conductora y perfectamente calculada hacen de Jerry Goldsmith el perfecto ejecutor de la tensión prolongada. Podemos escuchar tracks que duran hasta 10 minutos, haciendo básicamente lo mismo, pero perfectamente combinado para que la tensión tenga subidas y bajadas bien equilibradas, de modo que no se haga pesado, y mas importante aun, que la música avance.
Con su obra para The Final Conflict creo que queda perfectamente reflejado todo este estilo característico que hoy se ha perdido. Una verdadera lástima, pues disfruto muchísimo mas con aquellas grandes obras del pasado, sin tantos efectos “espaciales”, que con los refritos del presente. Esperemos que algún día vuelvan a ponerse de moda las orquestaciones cuidadas, y olvidemos el “sustito” fácil, pues ese es fácilmente conseguible por cualquier “musicucho” con 4 notas mal dadas.