Escuchar, no oír música de cine

Escrito por , el 28 octubre 2011 | Publicado en Apuntes

Por asuntos de trabajo llevo el último mes prácticamente alejado de mi casa. Esto, además de viajar y dormir en impersonales hoteles, me ha obligado a otra cosa: a no escuchar nueva música de cine. En realidad llevo más de un mes sin cargar ninguna nueva banda sonora en mi iPhone. Y esto, lejos de ser un inconveniente o un fastidio, ha sido todo un descubrimiento.

En los últimos meses (yo diría que años) me he encontrado a mí mismo acumulando bandas sonoras que escuchaba una vez o que “oía” por encima como si pasara de puntillas sobre ella. Por supuesto que ha habido descubrimientos y joyas que repites y repites, y desgustas con pausa. Pero casi las puedo contar con los dedos de una mano. La mayoría ha sido “vale, que pase la siguiente”.

Así que este periodo de sequía en el que he hecho miles de kilómetros entre trenes y aviones, me propuse redescubrir mi música. La que me hace vibrar y conmoverme. Me empeñé en reconquistar ese rincón que había convertido injustamente en una especie de hilo musical insulso. Me lancé a escuchar DE VERDAD cada nota como desde siempre lo había hecho. Escuchar, no oír música de cine. Dios santo, ¡qué maravilla!

Ya casi había olvidado lo que es SENTIR la música de cine. Fijar la mirada en un punto indeterminado y saborear-paladear-degustar cada nota. Hay muy pocas sensaciones como la de dejar (abandonarte casi) que un puñado de notas retumben dentro de ti y te hagan estremecerte como un abrazo de un viejo amigo.

Mientras iba camino de Menorca, sobrevolando el Mediterráneo, volví a sentir la música de John Scott en The Final Countdown. Cuando volvía en AVE de Barcelona, cerca de Zaragoza, volví a sentir la música de John Barry en The Deep. Cuando volvía de Salamanca a Madrid volví a sentir la música de Trevor Jones en Dinotopia. Y así con muchos más.

Y casi, como si de un contrato conmigo mismo se tratara, me he prometido que nunca más voy a oír la música de cine. La voy a escuchar con todos mis sentidos. Si es mala es mala. Si es buena es buena. Pero nunca más voy a convertir algo que tanto amo como la música de cine en comida rápida. Al fin y al cabo las personas nacimos para sentir. Y la música de cine nació para sentir.