El Descanso del Guerrero

Escrito por , el 24 agosto 2011 | Publicado en Apuntes

Trabajo, estrés, tensiones, rollos familiares, exámenes universitarios y demás dramas diarios… todo ello síntoma de la necesidad de unas buenas vacaciones, lo que yo llamo «el Descanso del Guerrero».

Es necesario desconectar y recargar pilas, y hacerlo en un sitio donde estés en comunión con el entorno y puedas olvidarte, literalmente, de todo (y hasta de todos en muchas ocasiones), un lugar donde te reencuentres contigo mismo, donde poder perderte, aunque solo sea durante algunas horas.

A veces es imposible hacerlo en tiempo y forma, y uno se ve obligado a encontrar huecos en la vida diaria, en la cotidianidad del día, pequeños compartimentos estancos que uno crea para sí mismo.

Cada uno desahoga (o como decimos en Asturias, desfoga) como buenamente puede: haciendo ejercicio, durmiendo, dándose un paseo, yendo de farra (de fiesta, vamos), yéndose al pueblo… como cada uno estime conveniente.

Cuando el tiempo me lo permite, mi refugio es la música de cine. Me siento (o hecho sobre el sofá) y me pongo un buen CD, uno que me recargue las pilas (que puede ser desde Papillon a Total Recall, depende de lo que me pida el cuerpo).

Incluso un disco de Beethoven, Mozart, Bob Marley, UB40, Dire Straits o Queen, según me de el cruce de cables, aunque lo más habitual sea ponerme música de cine.

Me siento y me dejo, mientras las notas de compositores como Goldsmith, Williams, Grusin, Schifrin, Jarre o Thomas Newman me envuelven y me hacen olvidarme de todo (o simplemente las uso de telón de fondo musical mientras escribo, otra actividad que me relaja).

Estos descansos puntuales sirven de preámbulo del verdadero descanso, el del guerrero. En mi caso, 10-15 días en tierras Gallegas (Ourense a más señas, en el pueblo de Boeiros), perdiéndome por caminos y montañas, con mi visera veraniega y ropa acorde al calor seco que impera, y siempre enchufado a una buena selección musical de mi reproductor de MP3 (capacidad máxima de 500 megas… Houston, tenemos un problema).

El año pasado me acompañó la tripleta formada por Goldsmith (Papillon), Roy Budd (con tres joyas llamadas The Sea Wolves, The Wild Geese y The Final Option) y Alex North (edición regular de Spartacus).

Este año, me ha fallado uno de los dos reproductores (el que tenía la mejor selección musical), pero aún así he podido deisfrutar de Mark Isham (con esas dos joyas llamadas Cool World y Point Break), Jerry Goldsmith (el volumen 1 de Lionheart), Graeme Revell (rejected de The 13th Warrior y Out of Time) y Trevor Jones (con esa obra maestra que es The Dark Crystal).

Y así, me paso 15 días sin internet, y con excelente compañía (tanto musical como personal), conviertiendo estas vacaciones en una maravillosa desconexión del mundo que habitualmente me rodea.

Eso sí, papel y bolígrafo que no falte para escribir.