El Cuarto Estado (Firmado por Ennio Morricone)

Escrito por , el 12 julio 2020 | Publicado en Apuntes

En una ocasión, hace ya varios años, vi un documental sobre música de cine donde el compositor Jerry Goldsmith afirmaba que la voz era el instrumento musical más puro y poderoso que existía sobre la Tierra.

Si a la pureza de esa VOZ le integramos el resto de la orquesta, y de la forma en la que lo hacía un genio como ENNIO MORRICONE, podemos llegar a acariciar el mismísimo cielo, y valga como ejemplo la magistral The Mission (La Misión, 1986), quizás la película más redonda y perfecta en la que haya participado el Maestro.

Gracias a las maravillosas notas del Oboe de Gabriel y los extraordinarios cánticos (tanto los entonados en latín como en guaraní), Morricone compone una partitura sólida que debería haberse alzado, con justicia, con el Oscar a mejor partitura en 1987, además de convertirse en una obra digna de estudio para todo aquel que desea aprender a componer música de cine.

Esa VOZ de la que hablaba Goldsmith es también la misma que define a los Grandes Genios como Ennio Morricone, una VOZ que reside en todas y cada una de sus partituras, una VOZ tan poderosa que se alza y eleva sobre el resto de voces, alta y clara, cristalina, suya por derecho propio e inconfundible.

Sus partituras hablaban solas, en su idioma, el musical, mostrando su alma, transmitiendo las emociones que el compositor romano dominaba magistralmente… Sabías que era EL, con su estilo e impronta, con su nervio, con ese toque tan propio y suyo que impregnaba cada una de las películas en las que participaba, sin importar el género (terror, comedia, drama, acción, thriller..).

Fuera Europa o Hollywood, Morricone fue adaptándose a los tiempos, siendo de esos pocos cuya VOZ permaneció inquebrantable, insobornable e incorruptible, fiel a su estilo y a sus principios, sin renunciar a seguir contando historias de todo tipo a través de su maestría y oficio, incluso por encima de donde a veces ni actores, guionistas o directores conseguían ni tan siquiera llegar… porque, a diferencia de muchos de ellos, el SÍ conocía el terreno sobre el que se movía, conocía los mecanismos.

Pero, ¿y si tu VOZ se convierte en la VOZ, en el elemento transmisor e informativo de una idea, de un discurso universal, en todo un himno? Y no hablamos de The Good, The Bad and the Ugly (El Bueno, el Feo y el Malo, 1966), por poner un ejemplo popular y universal, o la ya citada The Mission. No, no me refiero a eso.

Cuando tu música se transforma en un mensaje, en un vehículo para trasladar ideas, que consigue hablar por un inmenso colectivo y que expresa una idea universal de una forma tan brillante, consigues lo que muy pocos han logrado en vida; hacer historia, poner tu granito de arena y contribuir a hacer que éste mundo sea un poquito mejor, y que te recuerden más allá de ser un GRAN compositor de bandas sonoras.

Cuando Giuseppe Pellizza da Volpedo pintó en 1901 el famoso y mítico cuadro de El Cuarto Estado, el mismo con el que abre la película de Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci, quizás jamás llegó ni tan siquiera a imaginar cual sería la música que acompañaría a ese maravilloso retrato de la clase trabajadora, pero 75 años después llegó Ennio Morricone para ponerle banda sonora, para componer uno de sus mejores (sino el mejor) himnos de su carrera.

Y es uno de los mejores no porque sea el mejor, que podría serlo fácilmente, sino porque transmite de una forma tan natural, sencilla y certera el sentimiento del proletariado y la clase trabajadora que lo convierte en un canto sincero y poderoso, en un himno de hermandad y camaradería, de lucha hombro con hombro por tus derechos, por tener un lugar en la vida, por salir adelante, de enfrentarte a las miserias e injusticias del día a día y hacerlo todo un poco más llevadero.

El tema central de Novecento que abre la película, Romanzo, va tejiendo musicalmente su melodía, de paso lento pero firme, hasta que adquiere cierto músculo y corpulencia apoyado en las voces corales casi a modo de susurros o murmullos, erigiéndose de forma elegante y humilde en un cántico muy sentido y emotivo a partir del minuto dos, con una rendición orquestal maravillosa sobre los violines, donde de nuevo vuelven esas voces interiores en clave de murmullo, alzándose poderosas en su colectivo, casi exigiendo dejarse oír, naciendo de las propias entrañas. Es la VOZ DEL PUEBLO, la misma que proviene del Maestro ENNIO MORRICONE, una VOZ ETERNA, tanto como la ciudad que le vio nacer, su amada ROMA.

ETERNAL MORRICONE

GRACIAS POR TODO MAESTRO, POR TODOS LOS MOMENTOS EN LOS QUE TU MÚSICA HA SIDO Y SEGUIRÁ SIENDO UNA DE LAS BANDAS SONORAS DE MI VIDA