Decidiendo cuando comienza la Música

Escrito por , el 18 septiembre 2011 | Publicado en Apuntes

Zapeando por la tele, de repente aparece en pantalla el símbolo de AXN, mientras vemos al actor Joe Napolitano (con una camisa hawaiina y algo accidentado) bajando de un avión, en medio de una pista de aterrizaje. El caso es que la escena me suena horrores, y pronto me llega a la mente un nombre, Congo, y con el título me viene otros nombres, como el del personaje de Herkermer Homolka (nacido en Rumanía), del genial Tim Curry.

Sentado en el sofá de mi casa con mi amigo (Carlos Mulas), me asaltan a la mente recuerdos de todo tipo, especialmente cuando vimos la película en el cine, y sobre todo (y por encima de todo) de la música del Maestro Jerry Goldsmith, cuyo score dejó huella en mi memoria de por vida.

Atontados por el recuerdo, vemos al menos quince minutos seguidos, donde se produce el torpedeo que sufre el avión en pleno vuelo, mientras transporta a los protagonistas rumbo al Congo.

Los bazokas comienzan a abrir fuego, estallando muy cerca del avión (por cierto, ni una sola nota de música, NADA). Los pilotos tratan de esquivar los disparos, y los protagonistars disparan bengalas para intentar evitar que los disparos alcancen el avión (sigue sin aparecer un gramo de música).

Al ver que el peligro de explotar en pleno vuelo es inminente, toda la tripulación (incluida la mona Amy) deciden arrojarse en paracaídas dirección a la selva del Congo. Y ahora SÍ, comienza la música, con un especatular corte de acción recogido en la escueta edición del score de Sony, llamado Bails Out, acción a la Goldsmith.

Mulas y yo nos miramos en ese momento, y el me dice: » en una película de ahora, y con los compositores actuales, la música ya habría comenzado desde el primer disparo». Y que razón llevaba; a veces menos es más, como ya hiciese Goldsmith con Patton o Papillon, o Williams con The Fury o Dracula.

No se trata de empapelar toda la película, como afirmaba el bueno de Goldsmith en una entrevista del pasado, sino de poner música cuando REALMENTE la escena lo necesite (como en Papillon, donde la música no aparece hasta que llegan a la Isla del Diablo, o en Coma, donde no aparece hasta casia mediada la película).

Se pierde la esencia del querer destacar una determinada escena (bien por dramatismo, romanticismo o tensión, por ejemplo), dejando de añadir un plús de valor a la película, sepultando así el mensaje sensitivo a enviar por un exceso de cantidad de música, aunque a veces todavía nos encontremos con modelos de composición añejos, a la vieja usanza, como el cine de los Cohen con Carter Burwell o la reciente I Am Legend de James Newton Howard.

Entonces… ¿cuando debería comenzar a sonar la música?. Pues cuando la escena realmente lo necesite, algo que muchos productores y directores parecen no entender, y a lo que muchos compositores actuales parecen haberse plegado (no es culpa suya, actúan bajo contrato y con unas determinadas cláusulas o condiciones impuestas).

En fin, siempre nos quedará París.