Crónica del Concierto de Clausura CICI 2022: Memoria nostálgica del cine español
Hay veces en las que un plan de última hora, uno de esos que aparece de repente y sin avisar, te puede acabar llevando a una agradable y maravillosa sorpresa, y sin esperar nada a cambio, justo al cruzar la puerta de entrada del Auditorio Príncipe Felipe, en Oviedo, con una invitación cortesía de Cova (un millón de gracias) y presto a disfrutar de un concierto llamado Memoria nostálgica del cine español: de Raza A Bienvenido Mr. Marshall.
Este concierto de clausura, que viene a poner el broche final al II Congreso Internacional de Cine e Identidades “Industrias Culturales, Flujos Musicales y Discursos Trasnacionales” (CICI para los amigos), ofreció 4 bandas sonoras del cine clásico español que van de la década de los 40 a la de los 50, con títulos muy representativos, en concreto estos:
- Raza (1941) – Música compuesta por Manuel Parada de la Puente
- Los Últimos de Filipinas (1945) – Música compuesta por Manuel Parada de la Puente
- Locura de Amor (1948) – Música compuesta por Juan Quintero
- Bienvenido Mister Marshall (1952) – Música compuesta por Jesús García Leoz
A las 20:00 dio lugar el comienzo un pequeño e interesante speech de la moderadora, donde se ponía de manifiesto la importancia de reivindicar la música de cine, que desde hace bien poco parece que por fin comience a adquirir cierto valor y difusión entre el público y a gozar de reconocimiento crítico. Y además, y no menos importante, también se centró en reivindicar la música de nuestro cine, con una labor de investigación y promoción que se lleva a cabo con Congresos como el presente y con conciertos como este.
El target del concierto es una representación vía banda sonora del cine nacional con un amplio espectro político, acabada la guerra civil española, y que con estos 4 títulos trata de abarcar un poco todo el abanico posible a ese respecto, desde la propaganda franquista pura y dura de Raza hasta la comedia crítica y mordaz de Bienvenido Míster Marshall, abarcando así todas las ideología políticas posibles, seleccionadas para concierto a modo de grandes suites, interpretadas por la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias), con una formación musical de aproximadamente 60 músicos, y dirigida por Miquel Rodrigo.
RAZA (1941)
Dirigida por Jose Luis Sáenz de Heredia, un cineasta del régimen franquista (que no tuvo peor destino comenzada la Guerra Civil gracias su amigo Buñuel), Raza se constituyó como una película puramente propagandística del régimen, que contó con la música de Manuel Parada de la Fuente, quien colaboraría en más ocasiones con el director.
Para esta película, el compositor Manuel Parada llegó a contar nada más y nada menos que con las tres grandes orquestas de Madrid: la Nacional, la Sinfónica y la Filarmónica (casi nada).
Manuel Parara, discípulo de Conrado del Campo, combinó para esta película bélico-patriótica música preexistente (como el cara al sol) con temas de cosecha propia, donde se observan, además, tendencias o influencias germanas en la música (Wagner), muy propias de su mentor, Conrado.
La suite abre con un leitmotiv épico, de exaltación patriótica, que en su desarrollo nos deja notas heroicas interpretadas de forma solemne, con una marcha donde la percusión, los metales y la cuerda son fundamentales (por momentos me vienen a la mente músicos como el británico Ron Goodwin), apreciándose esas referencias germanas anteriormente citadas (Wagner).
Tras esa épica apertura, nos encontramos con un tema emotivo y delicado, de bella factura, especialmente sustentado sobre la cuerda, donde acaban entrando los metales, con un tono muy español, casi castizo, en la música.
Con un ritmo in crescendo, con la percusión comandando la melodía, entramos en un tramo más enérgico y de tono optimista (otra vez, por momentos, me acuerdo del The Battle of Britain de Ron Goodwin, bastante posterior a Raza). para volver a una melodía más alegre, casi pastoral, con la flauta y el oboe.
La siguiente pieza es música de tensión, de sonoridad próxima al cine clásico de la época, con genios como Max Steiner o Bernard Herrmann, por poner dos ejemplos, con un magnífico uso de figuraciones para los violines y también en la utilización de los metales.
En esta fase nos encontramos con una bella melodía de cuerda y trompas, pizzicatos incluidos, que nos lleva a la cuarta pieza, una delicada pieza musical cargada de tensión por momentos, con un bello solo de trompa, todo muy patriótico, y un poco wagneriano.
En la parte final, la traca de la suite, nos encontramos con el uso de la melodía del Cara al Sol de forma exaltada y heroica, casi como un ritmo de avance, para acabar cerrando con el motivo principal del inicio a modo de marcha.
Una experiencia musical magnífica, si podemos obviar el significado musical en clave política de la película y del himno falangista. Al menos eso hago yo, que vengo a disfrutar de la brillante partitura compuesta por Manuel Parada para esta película a mayor gloria del régimen franquista.
Los Últimos de Filipinas (1945)
La siguiente parada en la Memoria Nostálgica del Cine Español fue para la película Los Últimos de Filipinas (1945), dirigida por Antonio Román y con música de nuevo a cargo de Manuel Parada de la Fuente.
Esta película, que relata el fatídico episodio nacional de 1898, donde España pierde sus últimas colonias, fue objeto de remake hace pocos años, en 2016, con 1898: Los Últimos de Filipinas, con un gran elenco actoral y partitura del magistral Roque Baños.
Para esta historia, donde el destacamento nacional de Baler, en las islas Filipinas, sufrirá un asedio constante que pone a prueba su fortaleza física y mental, Manuel Parada ofreció un tema central heroico y apoteósico, lleno de fuerza y bravura.
Este leitmotiv abrirá y cerrará la suite de esta partitura, con una sonoridad orquestal siguiendo la épica imperante musical de la época, con una marcha grandiosa sustentada sobre los metales y la cuerda.
Tras la brillante apertura, que de nuevo vuelve a demostrarme algo que intuía pero que me queda patente a la vista de este concierto (que grandes compositores clásicos tenemos por re-descubrir en nuestro país), la OSPA interpreta un corte de aromas exóticos, con figuraciones en los vientos y pizzicatos, que adquiere posteriormente un ritmo más enérgico y dinámico.
Todo ello acaba dando paso al siguiente tema, donde un bellísimo solo de flauta ofrece una preciosa melodía, preludio de un tema de tensión con las cuerdas y el oboe. Este tema acabará desembocando en un gran corte, una bella melodía cargada de melancolía y dolor en su desarrollo, casi reflejo o síntoma de la resistencia de nuestros héroes, con un tono pesaroso.
Tras esto nos encontramos con otro excelente corte, de poso más dramático aún, sin tanta contención, mucho menos delicado, casi a modo de elegía, que refleja de alguna manera la perdición, con ritmos pausados, con las cuerdas arrastrando las notas, como con pesadez. Pero esa resistencia y ese dolor acaban dando paso, de nuevo, al tema central, que a modo de coda final cierra esta magnífica suite.
Locura de Amor (1948)
Tras tanta energía musical proveniente de la heroica española, de tono épico y militar, cambiamos de tercio y nos imbuimos en un episodio nacional de la historia española del siglo XVI, el drama de época Locura de Amor (1948) dirigido por Juan Ortuño y con música de Juan Quintero.
Esta película narra la «locura de amor» que sufre la princesa Juana, hija de los Reyes Católicos (heredera al trono de Castilla) por su pasión desmedida y no correspondida por su marido Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos e hijo del emperador alemán Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña, quien prefiere los placeres ajenos con otras mujeres que con la suya propia.
Juan Quintero fue compositor de cine y pianista, comenzando su obra en el cine a primeros de los años 40 (retirándose a mediados de los 60), y fue un habitual en la carrera de Juan Ortuño, quien tras escuchar la música de Quintero de la Suite Granadina, le propuso rodar un documental sobre Granada, momento a partir del cual comenzaron a trabajar juntos.
La música de Locura de Amor, expresionista y arrolladora, se sustenta en un excelente tema central para Juana, que aúna la nobleza de la realeza (ampuloso y grandioso) con la tormenta emocional que sufre Juana. Es un tema de una brillante factura musical, de tono clásico, muy de la época.
Los metales, las cuerdas y el arpa van configurando las notas de este tema central, que luego ofrecerá una versión más delicada y bonita, de gran belleza, sin perder esa grandeza, pero menos ampuloso.
La realeza es tratada con música regia y solamente en otro corte posterior, probablemente música destinada a reflejar la vida en la corte, mientras que de nuevo la orquesta vuelve a atacar con un tema grandioso, con los metales y la percusión, casi a modo de una coronación o algún acto real de enjundia.
Tras un corte que suena casi como música de la época, y de nuevo con las trompas ejecutando un tema vivo y enérgico (mi aplauso a toda la orquesta, pero en esta suite las trompas estuvieron de escándalo), llegan dos versiones del tema central que son maravillosas.
La primera se sustenta en un solo de violín que refleja perfectamente el estado anímico de Juana, torbellino de celos y angustias, un dolor que nace de su locura de amor, al que se sumará una interpretación delicada, más intimista, de su tema, con más acompañamiento orquestal.
La segunda versión es quizás aún más maravillosa, y es uno de los momentos del concierto, con el tema central interpretado a través del arpa, que le da un carácter frágil y delicado, lleno de belleza y emoción. Es una auténtica delicatessen.
Para el cierre final, la suite alcanza un cénit grandioso de nuevo, solemne y épico, con el sonido como el de un replicar de las campanas con el golpeo de los metales en percusión, cerrando de nuevo con una versión arrolladora y espectacular del tema central.
Bienvenido Míster Marshall (1954)
Sería injusto no decirlo, pero es la verdad: de todas las películas aquí ofrecidas en este concierto de Memoria nostálgica del cine español, es Bienvenidos Míster Marshall (1954) la más conocida, y además una de las películas más aplaudidas del cine español clásica, y una de las que mejor han envejecido, no por su facturación, sino por su mala leche.
Dirigida por el gran Luis Berlanga, y con un reparto que esta en estado de gracia, esta comedia española gozó el mejor acompañamiento musical posible a través de una banda sonora firmada por Jesús García Leoz, una partitura inspirada, fresca y divertida, que ofrece algunos momentos musicales maravillosos, tanto en el lado cómico como en el emotivo.
Su tema central, mítico y maravilloso (Scherzo : Villar Del Río) ofrece un ritmo vivo, juguetón y muy a la española, que abre y cierra la última de las piezas interpretadas en el concierto. Este motivo, como la mayor parte de la suite, representa perfectamente a los habitantes de Villar Del Río.
A diferencia de otras suites, aquí hay protagonismo para el piano y el xilófono, dos instrumentos fundamentales no solo para el tema central, sino para varios momentos de la película, en especial el xilófono, que le añade una textura cómica.
También hay momentos para temas melódicos, más sencillos y muy bien desarrollados por las cuerdas y los vientos, que le dan corazón y alma a los personajes y a la trama.
En éste enlace tenéis una suite de un concierto celebrado en el año 2000, con la que Orquesta de Jóvenes de la CAM, con José Nieto como director, celebrado en el Teatro Monumental de Madrid y que os servirá para volver a revivir el concierto a aquellos que lo hayáis disfrutado como yo, o para descubrirlo si aún no lo has podido hacer.
Conclusiones
Acabado el concierto, con los aplausos de rigor, y bien merecidos (ha sido una experiencia maravillosa), salí del auditorio con mi block de notas calentito pensando en esta crónica, rumbo a Gijón.
Mientras trataba de pensar en como abordar este artículo para tratar de hacer justicia al increíble esfuerzo de todas aquella personas que habían colaborado en que este concierto fuera posible (deberían haber más conciertos como ESTE, muchos más), no perdí de vista el fin último de lo que realmente me había movido aquella tarde a acudir al Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo; mi amor por el cine y las bandas sonoras, una pasión que ha movido y dirigido mi vida desde pequeñito de alguna manera.
Pero también recordaba aquella época en la que siendo pequeñín disfrutaba descubriendo nuevas películas y nuevas bandas sonoras, y en definitiva, nuevas emociones, y aquel concierto representaba todo aquello, y sobre todo, cuanta buena música me queda por descubrir. CUANTA.
Gracias a todos los organizadores por este maravilloso concierto. Y nos vemos en la próxima.