Cine en directo – Acorazado Potemkin en el BEC

Escrito por , el 21 mayo 2013 | Publicado en Crónica

El pasado 19 de Mayo tuvimos la oportunidad de acudir a un evento musical y cinematográfico diferente en el BEC (Bilbao Exhibition Center); la proyección de la película clásica de 1925 Acorazado Potemkin, acompañada de música en directo.

Organizado por el Ayuntamiento de Barakaldo y enmarcado dentro del proyecto europeo “Tierras de Imaginario”, la banda de música del ayuntamiento de Barakaldo, con la participación especial de la Orquesta de la ciudad francesa de Tournefeuille, dieron vida musical a las imágenes que se proyectaban en la pantalla, utilizando para ello la partitura original que fue compuesta para esta película por Edmund Meisel.

Acorazado Potemkin es una película histórica muda rodada en blanco y negro en 1925 por Serguéi M. Eisenstein, que reproduce el motín ocurrido en un barco de guerra ruso 20 años antes, cuando la tripulación se rebeló contra los oficiales del régimen zarista y su opresión y las malas condiciones de vida que tenían que aguantar a bordo, dando lugar con este alzamiento al comienzo de la Revolución Rusa.

El éxito que obtuvo la película tras su estreno, así como las técnicas de rodaje y el marcado dramatismo de varias de sus escenas, ha hecho que se convierta en un referente en la historia del cine (la escena del carrito de niño en las escaleras de Odesa, por ejemplo, se ha imitado posteriormente en multitud de películas como El Padrino, Los Intocables, etc…).

La entrada a este “cine-concierto” que se celebraba en el BEC era gratuita, siendo necesario conseguir previamente una invitación que se repartía bien en las diferentes casas de cultura y centros cívicos de Barakaldo, o bien en el propio ayuntamiento.

Pasadas las 19h comenzó el evento en el Auditorio de la 4ª planta del edificio de la feria, frente a unas 600 personas, donde tras realizar una introducción en castellano, euskera y francés que contaba algunas anécdotas del rodaje de la película, y que ayudaban a situar históricamente lo que íbamos a ver, se dio paso a la proyección.

Nada más apagarse las luces, la música cobró protagonismo desde el primer momento, reforzando la narración visual que teníamos frente a nuestros ojos, y sonando sin descanso a lo largo de los 75 minutos que duró la película.

Compuesta siguiendo unos cánones tradicionales (no olvidemos que hay casi 80 años de distancia), la banda sonora se basa en 3 o 4 temas principales bien marcados, que se repetían a lo largo del metraje según las circunstancias los iban demandando. Estos temas se presentaban tal cual, sin orquestaciones adicionales, sin grandes variaciones, sin cambios en su forma o estructura, puesto que tal y como descubrí al investigar un poco más al respecto, Edmund Meisel tuvo que escribir toda la música en 12 días, debido a problemas de aprobación de la película por parte de la censura, que hicieron peligrar el estreno de la obra y que le obligaron a re-utilizar y repetir temas para cumplir con los plazos.

En general, nos encontramos con una música muy fuerte, de marcado carácter militar (acorde con la historia), donde destacan los sonidos metálicos de las trompetas y los instrumentos de la familia viento-metal, además de los redobles de tambor en multitud de sus pasajes, intercalados con tramos más suaves y emotivos en el segundo y tercer episodio, para narrar la tragedia de la muerte de Vakulinchuk y las reacciones que ésta genera en la gente.

Un aspecto a destacar fue el curioso final “in crescendo” de la película, donde la música va subiendo de tono, para acentuar la tensión que surge en el Acorazado Potemkin al descubrir que una escuadra de barcos se dirige hacia ellos, sin saber si es amiga o enemiga, en cuyo caso podría resultar en su aniquilación. Aunque ese momento de tensión va aumentando a lo largo de casi 5 minutos y se narra de una forma bastante ágil, desgraciadamente, a mi parecer, se resuelve bruscamente y cierra la película sin dar tiempo a relajar toda esa tención musical. A pesar de ello, el resultado final fue muy satisfactorio y la interpretación soberbia.

Destacar el impresionante trabajo que realizaron tanto la Banda de Música de Barakaldo como la Orchestre d’Harmonie de Tournefeuille en este tramo final, con su director a la cabeza de todo el conjunto, ya que tuvieron que mantener el ritmo y el vigor que marcaba la partitura durante un largo período de tiempo, sin decaer en ningún momento, y lo lograron de forma muy efectiva, dando lugar a un gran aplauso del público tras su actuación.

En resumen, una forma diferente de ver cine, o más bien de recuperar el cine, que nos dejó un buen sabor de boca, y que nos hace desear que desde las instituciones públicas se siga apostando por iniciativas culturales similares en un futuro próximo.