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Al Salir del Cine: “Yucatán”

Escrito por , el 7 octubre 2018 | Publicado en Apuntes

Daniel Monzón había generado unas grandes expectativas tras esa obra maestra que es Celda 211 pero que no se vio refrendada con su siguiente película El niño pese a contener una serie de escenas de acción espectacularmente ejecutadas que ya están por derecho propio entre lo mejor de nuestro cine. Al balear se le advierte una devoción por el cine en general (sea de la época que sea y del género que sea) aunque los resultados no siempre sean los deseados.

En el caso que nos ocupa pretende hacernos un acercamiento al cine de timadores y estafadores utilizando los resortes de la comedia clásica norteamericana de corte más sofisticado con puntuales incursiones en el slapstick. Los padres de aquel género, que tanta gloria le dio al cine, tales como Preston Sturges o Ernst Lubitsch sabían condensar en apenas  90 minutos una trama en ocasiones alto compleja sirviéndose siempre de ágiles diálogos, sorprendentes giros argumentales y un conjunto de secundarios que siempre sabían dar la réplica adecuada a los principales. Sírvase como ejemplo la maravillosa Un ladrón en la alcoba de la que esta película bebe en algunos de sus tramos.Yucatán no tiene precisamente esas virtudes aunque al director se le vea una loable intención de emular las características de aquellos géneros. La sensación final es que durante 130 minutos todo gira en torno a la misma idea y esa idea se repite continua y constantemente sin ninguna inventiva o solución ingeniosa que sorprenda al espectador convirtiéndose prácticamente en una parodia de sí misma y, por lo tanto, carece de la sofisticación y gracia que sí tenían aquellas míticas películas.

Esta cinta se podría haber condensado perfectamente en 90 minutos o menos si no se hubiese tenido que justificar el enorme presupuesto con el que Telecinco Cinema la ha bendecido y con el que, lógicamente, se puede conseguir hacer un película de una ejecución técnica portentosa tal como es el caso (y esto no lo digo como crítica directa a la película sino como un halago a su director). Si a ello le unimos un sentido del ritmo harto preocupante y sumamente incómodo que provoca continuos altibajos en su disfrute y seguimiento de la trama o un elenco de secundarios paupérrimos, inertes en su presencia algunos y con poco o nada que aportar otros, tenemos como resultado una película completamente desequilibrada, repetitiva y que se aleja por completo de aquello a lo que se pretende acercar. Un trío de actores principales convencidos de su trabajo hacen que este periplo no termine hundido en el mar sino solamente encallado. Eso sí, durante 130 largos y largos minutos.

Y si algo tiene el autor de la banda sonora es una capacidad camaleónica que lo convierte en un continuo referente año tras año para entender como cada compositor ha de enfrentarse a según qué película para que ésta resulte solvente y convincente en lo musical. Roque Baños puede con todo y es de los pocos compositores de hoy en día que sabe adentrarse en cualquier tipo de género sin que se le mueva un pelo del flequillo.

Este año llevamos ya tres muestras de su habilidad para resolver musicalmente cualquier largo y en esta ocasión se sirve de un elegante y refrescante jazz para dinamizar y poner algo de verdadera chispaa todas las escenas de timos, engaños y confusiones que son las que en su mayoría gobiernan la película y sobre las que se sustenta su vis cómica. Es un acompañamiento ágil e inteligente que se adentra en la verdadera esencia del género sin mayores pretensiones que la de imponer el ritmo más adecuado para que la película no se estanque. Lo combina con música étnica para los distintos lugares en los que va a atracando el crucero, siempre muy llamativa y resultona, y un bonito y sensible tema de amor marca de la casa para tener como resultado un trabajo desenfadado, divertido y completamente falto de prejuicios. Destila una gran clase en cada nota, no se toma demasiado en serio a sí misma y sirve para que este viaje tenga los aromas de las películas de antaño tal como arguyo era la primigenia intención del director. No es una creación excelsa ni tiene el inmaculado acabado de otras de sus obras pero sí es un ejemplo más de la devoción que este compositor siente por su trabajo y la determinación con la que encara cada proyecto.