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Al Salir del Cine: «The Host»

Escrito por , el 1 abril 2013 | Publicado en Apuntes

Stephanie Meyers puso de moda hace unos años un tipo de historias destinada a público adolescente que posteriormente fue llevada al cine con rotundo éxito…..por desgracia. Estoy hablando de la consabida Saga Crepúsculo y los distintos affaires amorosos despertados habidos entre los protagonistas. Parece que animada  por este éxito la escritora ahora se anima con otra trilogía del mismo cariz con la diferencia de lo que otrora eran vampiros buenos y compasivos ahora son extraterrestres que sólo desean la paz. Haz el amor y no la guerra, como diría aquel.

Andrew Niccol, responsable de la excelente Gattaca y la anodina (pero con buena idea de partida) In time es el encargado de llevar a la gran pantalla esta primera película de la nueva saga.

La Tierra es invadida por unos seres de otro planeta que se apropian de los cuerpos y las mentes de sus moradores anulándolos prácticamente como entidades emocionales, intelectuales y espirituales. Pero hay una excepción. Melanie (Saoirse Ronan) es una chica tremendamente fuerte que ansía reunirse con sus seres queridos por encima de todo. En el momento de su muerte y de la ocupación de su cuerpo por uno de estos seres (Wanda) ella seguirá “viva” dentro de su huésped. Su ansia de estar con aquellos que más ama y su determinación empujarán a Wanda a seguir sus deseos y a descubrir de qué están hechos verdaderamente los humanos (o parte de ellos, al menos).

Con esta premisa un tanto chorra y con la buena labor de Saoirse Ronan (a años luz del patetismo de Kristen Stewart) Andrew Niccol construye una historia que se vuelve aburrida y algo plomiza cuando trata el tema amoroso y más interesante cuando trata la disensión que hay en la mente de la joven y la transformación emocional y espiritual que experimenta este ser de otro planeta (todo un dejado de amabilidad) cuando empieza a conocer el mundo de Melanie… interesante, pero sin llegar a ser ni mucho menos subyugante o atrevido en su resultado (de hecho la peli es bastante conservadora) aunque sí ciertamente conmovedor.  Le falta punch y algo más de hondura, en mi opinión, para realmente trascender.

Es pues una película relativamente agradable de ver que tiene en su estupendo diseño de producción, en el buen tacto de Niccol a la hora de tratar la historias (aunque el material sea algo absurdo) y en ese humanismo y complacencia del personaje de Wanda sus principales bazas para al menos hacer que el espectador se sienta mínimamente atraído ante el material que tiene delante.

Pero si hay un aspecto que para mí resulta fundamental y especialmente inspirado dentro de la película es el de la banda sonora.

La Música

Se trata de una banda sonora ambiental pero también ciertamente psicológica ya que será la que en buena parte nos revele el carácter de Wanda, la protagonista. Antonio Pinto construye así una música de melodías etéreas y ambientales, muy apropiada para situarnos en esta historia cuya protagonista en un ser venido del exterior. Con ello queda retratado lo alien y será en su comunión con otras melodías de carácter más apacible y sensible dónde ésta banda sonora cobre entidad y adquiera un poderoso carácter envolvente y humano que hará que realmente trascienda y se convierta en lo más destacado de la película.

Así pues, podremos decir que ese carácter afable de Wanda y la transformación interior que va experimentando será lo que recubra toda la historia y la música, entre otros, lo ejemplificará. No veremos prácticamente en ningún momento atisbos de violencia o amenaza con lo que la música se convierte en bandera de los nobles y buenos sentimientos implícitos en la película. Resulta así perfectamente coherente y casi que no se echa de menos algún tipo de música más subversiva debido a la propia dinámica de la historia.

Es una música bien trabajada, en algunos momentos realmente inspirada, y que tendrá, entre otros, la incursión puntual de la guitarra para traslucir los sentimientos humanos alojados en Wanda (la música insiste en humanizarla). Con todo, será una música que nos hable no sólo de la amabilidad y dulzura de la chica, sino de la soledad en que vive ésta. En este aspecto la música es especialmente hermosa y a ratos recuerda (muy levemente) a esa maravilla compuesta por Rachel Portman para Never let me go (Nunca me abandones, 2011).

Técnicamente está muy lograda y sus temas, en general, están perfectamente definidos (llegando a veces al minimalismo) constituyendo al fin y al cabo, un trabajo riguroso y sumamente delicado (en su forma y en su fondo).