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Al Salir del Cine: “Macbeth”

Escrito por , el 9 marzo 2016 | Publicado en Apuntes

Sobra la Película

Varias son las versiones que a lo largo de la historia se han hecho del clásico de William Shakespeare, desde de la hiperrealista y abrasadora versión de Orson Welles (1948) a la cruenta y algo irregular de Roman Polanski (1971). Tres brujas profetizan que Macbeth (Michael Fassbender), general escocés, un día será rey. Obsesionado por tal idea y movido por la igual ambición de su esposa (Marion Cotillard) asesinará al rey Duncan para ocupar el tan ansiado trono.

Lo que nos ofrece Justin Kurzel, director de la película, en esta nueva versión son, amén de unos densos textos cargados de fe ciega en la palabra recitada, una cuidada y rabiosa expresividad en todos y cada uno de sus elementos artísticos. Una ambientación adusta y sombría haciendo de sus localizaciones sitios lúgubres e inhóspitos para el alma humana, una sobria y críptica fotografía de tonos gris ceniza captando el estado de decrepitud y desvarío de su personaje principal y unos impactantes contrastes de color (brillante la escena final) para reflejar esa angustia interna en la que vive constantemente así como sus muchas contradicciones.

De esta suerte el Macbeth de Justin Kurzel se convierte en una experiencia visual de primer orden, que azota los sentidos y corrompe el alma. Todos sus elementos se confabulan así para proyectar el tormento interior del protagonista y ahí brillarán especialmente sus dos actores principales catapultados por unas interpretaciones dichosas de crudeza, inquina, desdén y rabia interior.

Sobre la Banda Sonora

Jed Kurzel (hermano del director de la película) es el encargado de componer una música netamente minimalista. Es una música puramente expresiva, muy incisiva e insidiosa que crea en oyente un estado de angustia y opresión continuo. Como todas las músicas hechas para cámara consigue crear un microcosmos alrededor de los personajes y de la historia que es lo que le da su particularidad y su razón de ser. Su opacidad y carácter críptico ayuda, si cabe más, a enrarecer ese ambiente y nos mete de lleno en la angustia y turbación que padece Macbeth de forma que puede llegar a ser muy incómoda para el oyente no hecho a este tipo de composiciones.

Se trata pues de una música de corte psicologicista (más que propiamente ambiental) que denota el estado de un hombre enfermo, desequilibrado, devorado por la ambición y el oprobio. Sólo en la parte final la composición perderá fuerza y visceralidad para volverse más adusta y cansada, no obstante es el momento en el que los fantasmas empiezan a desvanecerse y Macbeth empieza a ser consciente de su derrota.

Es un trabajo cuyo mayor logro consiste en realzar la brutalidad y la fealdad de la película. Su empatía con ésta es del 100 %.