Al Salir del Cine: “Fright Night” (¿Talentos Ocultos?)
Al paupérrimo panorama de la música de cine actual hay que añadir una cantera de compositores nuevos que no contribuyen precisamente a que esta crezca y aporte nuevas ideas. Muchos de esos compositores neonatos han salido de la cantera de Hans Zimmer y se están intentando labrar un futuro en un mercado tan cerrado y marcado por ciertos cánones como la música de cine (cánones que de forma indirecta o directa ha impuesto el alemán).
Ramin Djawadi es uno de esos compositores al que se le están dando grandes oportunidades y, como muchos de sus compañeros de profesión, no las está aprovechando del todo. No criticaremos que no tenga aún un estilo propio ni siquiera que su música siga los mismos esquemas que la factoría Mediaventures.
Más denunciable aún es, en mi opinión, que sus bandas sonoras no tenga el cuerpo suficiente para darle cierta entidad a la película. Especialmente las de éste hombre son bandas sonoras muy efectista y carentes de cualquier atisbo de sutileza que pueda aportar o decir algo de la película. De hecho, su música muchas veces ha tendido a atropellar las imágenes con sonoridades modernas ruidosas y estridentes, como lo demuestra una de las peores partituras de los últimos años, Iron Man (2008).
Sus acompañamientos en la película además, son tremendamente rutinarios, faltos de elaboración y carentes de personalidad, como lo demuestra entre otras, la plúmbea y artificiosa Clash of Titans (Furia de titanes, 2010), un producto que se prestaba a hacer un buen score y que se queda en mero ruido orquestal.
Sin embargo, resulta bastante notable su esfuerzo para la que tal vez es una de sus más elaboradas partituras hasta la fecha: Fly Me to the Moon (Vamos a la luna, 2008). Aquí el compositor se explaya alejándose de sus supuestos zimmerianos para tener como resultado un score bastante simpático y llamativo y puramente orquestal (con algo de sintetizador para la ambientación espacial).
De nuevo advertimos como es el terreno de la animación, dónde un compositor le saca el máximo provecho a sus creaciones. Y en el mismo ámbito es la bonita pero algo más sencilla Sammy’s Avonture (Las aventuras de Sammy, un viaje extraordinario, 2010) con un elegante y bello vals acuático como protagonista. Y no menos interesante es el resultado para el thriller Deception (La lista, 2008), un score meramente ambiental que hace de un buen uso de las sonoridades acústicas su mejor baza para construir una más que adecuada e inquietante atmósfera de suspense.
Pero vamos a lo que nos ocupa. He de confesar que pasé un rato francamente divertido viendo este remake de Noche de miedo (1986). Hay algo que aprecio mucho en este tipo de películas y es el hecho de no tomarse su premisa en serio. Es una película que tiene las ideas muy claras: está hecha para entretener y pasar un buen rato. Los mismos actores lo saben y se entregan de buena gana a ofrecernos un producto vampírico de lo más refrescante.
Nuestro protagonista se ocupa de la música y he de decir que quedé realmente sorprendido cuando en una página de bandas sonoras escuché por primera vez su tema principal. Resultaba bastante resultón (valga la redundancia) y pegadizo con un toque gótico realmente delicioso y aterrador. Ya sólo por eso me impulsé a ver la peli (y porque este tipo de historias cómico- terroríficas me gustan).
Entre en la sala de cine y empezó la película. La presentación no podía ser más estimulante. Nos acercamos a un peculiar vecindario en medio de la nada (la historia se desarrolla en una población cercana a las Vegas) mientras una sinuosa y amenazante música de corte siniestro ya nos anuncia que vamos a vivir una pesadilla en un reducido espacio físico. Pero ahí se acaba todo (o casi todo, musicalmente hablando). El compositor no se atreve a ir más allá y se limitará reforzar la acción de forma bastante desenfrenada y convencional (algo típico en la filmografía del compositor) aunque sumamente efectiva.
De nuevo advertimos esa falta de elaboración algo alarmante en la música de este compositor pero, todo sea dicho, aquí al menos lo percibimos como acompañamiento digno que intenta transmitir algo más a lo que no alcanzan otras de sus creaciones, alcanzando cierta elaboración y logrando momentos de gran intensidad dramática. Será el hecho de que no juegue más con su estupendo tema principal y no le de la suficiente entidad al resto de temas su gran hándicap y el motivo principal por el que esta partitura no llegue a ser una de las destacadas del año.
Aún así, conseguirá un logrado tono amenazante y siniestro en toda la banda sonora (como demuestra, entre otros, el deliciosamente subersivo 400 years of survival), siendo éste su mayor logro y el motivo suficiente para convertirse en uno de los trabajos mejor concebidos y menos desdeñables de su compositor.
¿Por qué entonces he llamado a este artículo “talentos ocultos” si el compositor no termina de cerrar su partitura? Además de encerrar cierta ironía pienso en los pequeños atisbos de talento que a ciertos compositores llamados a quedarse en el fondo de la bolsa se les adivina.
Djawadi nos ha regalado una partitura que circula por los terrenos de lo previsible, resultando bastante efectiva y estimulante (y no tan efectista en comparación con otras obras suyas o al menos siendo éste un efectismo buscado que le queda francamente bien al al tono general de la peli). Pero lo que más me ha sorprendido, además del citado tema principal (que dicho sea de paso le queda como anillo al dedo a la peli), es ese logrado tono de delirio y amenaza que hace de esta banda sonora una deliciosa y grotesca experiencia tanto en su escucha aislada como en la peli. Parece que, por fin, en la mente del alemán van bullendo algunas ideas que parecen interesantes.