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Al Salir del Cine: «Dans La Maison» (En la Casa)

Escrito por , el 3 diciembre 2012 | Publicado en Apuntes

No cabe duda de que el cine francés está en un estado dulce. El boom que supuso The Artist parece que ha impulsado a los cineastas franceses a hacer un cine de mayor calidad alejado de esos ticks y dejes tan propios del cine francés y, sobre todo, su comedia. Es un cine más serio, más comprometido incluso en los que muchas veces podemos saborear deliciosos guiones y disfrutar de historias llenas de ingenio.

La Película

El incombustible François Ozon, tras la templadita Potiche, vuelve a la carga con una historia realmente hipnótica, que atrapa al espectador de principio a fin y que basa toda su sofisticación en una elaborada e intrincada tela de araña en la que confluyen distintos géneros de forma magistral.

Claude García (Ernts Umhauer) es un avispado e inteligente adolescente cuya corta vida no es que haya sido excesivamente feliz. Marcada por el obligado cuidado de su padre y por la carencia desde temprana edad de una madre su vida está marcada por la verdadera ausencia de un hogar.

Por otro lado tenemos al matrimonio Germain (Fabrice Luchini, realmente brillante, y Kristin Scott Thomas); él profesor de literatura y literato frustrado, y ella excéntrica artista cuyas absurdas obras detesta en el fondo su marido.

En último término tenemos a los Rapha, la que podría ser considerada la familia ideal y en la que se volcará Claude para escribir una sui generis redacción.

Cuando el profesor de literatura de Claude, el Sr. Germain, manda a sus alumnos una redacción sobre lo que han hecho el último fin de semana se encontrará para su sorpresa un escrito de elaborado y exquisito léxico y pasmoso desarrollo.

Claude relatará como conoció a su amigo Rapha (Bastien Ughetto) y se adentró en la vida familiar de éste. A partir de aquí nos adentraremos cual obra literaria en una serie de capítulos que enganchará tanto a los Germain como a nosotros, espectadores curiosos. Igual que hay cine dentro del cine aquí hay literatura dentro de literatura.

Lo asombroso es ver como Ozon capta la atención del espectador y adentra a éste, al igual que los Germain en la casa de los Rapha, despertando su más recóndita curiosidad como mirón de turno. Esta película es una especie de peepshow en el que no puedes apartar tu mirada, y tus instintos voyeristas te meten sin que te des cuenta en un mundo que en el que nunca distinguirás la verdadera ficción de la realidad.

Poquito más puedo contar. La película es todo un dejado de habilidad narrativa y cohesión estructural, de laberinto por el que es fácil a la vez que adictivo perderse.

Una obra maestra de obligado visionado que incluso, de forma malévola, se atreverá a señalarnos la delgada línea que hay entre la locura y y la cordura cuando necesitamos denodadamente la ficción y las fantasías para sobrevivir. Es, sin lugar a dudas, la película más inteligente, elaborada y sofisticada de este año.

La Música

Ozon es de esos cineastas que cuenta con un compositor cabecera para todas sus películas. Philippe Rombi precisamente se dio a conocer gracias a sus trabajos con el director francés. 8 Femmes, Swimming Pool y, sobre todo, Angel fueron las obras que dieron a conocer al fabuloso y sensible músico francés. Más recientemente tenemos Ricky o la deliciosa Potiche.

Caracterizado por componer melodías llena de sensibilidad y musicalidad, Rombi se aleja de sus supuestos más básicos para construir una obra que se acerca mucho más a la música de Philippe Glass que a la suya propia.

Y es que su música parece en todo momento querernos adelantar el final de la historia. Juega con la premura en el tiempo, con el querer desvelar de una vez por todas cuál es el final de la redacción de Claude. Al igual que ha hecho Glass en la gran mayoría de sus obras utiliza la celeración de las cuerdas para dar un sentido de irrevocabilidad.

Esto lo podemos ver en su notable tema principal, dominante en la mayor parte del metraje. Podríamos decir que es el tema de Claude pero realmente es el tema de la redacción pues toda la película girará en torno al desarrollo de ésta, y esa curiosidad del voyerista matrimonio Germain por avanzar en su trama y descubrir su final. Tiene pues una intención su música.

Pero Claude es el autor de la redacción y Rombi no quiere dejarlo de lado con su música. Esa fragilidad y vulnerabilidad que oculta bajo un manto de brillantez e inteligencia tendrá su protagonismo de nuevo en un preciosista y bello uso del piano. Aquí es donde Rombi se convierte en Rombi y Claude se queda desnudo. La irrupción del citado instrumento no hace sino signifcarnos que el chaval se siente solo y que lo único que busco es algo de calor familiar. Aquí es donde la música se vuelve más humana, adquiere cierta belleza y hace que percibamos el verdadero drama y vacío existencial del protagonista.

Pero la banda sonora de Rombi va más allá de todo esto y habrá momentos en que su música se torne cómica, de suspense e incluso lasciva para reflejar cierta escena entre el chaval y la matriarca de los Rapha (Emmanuelle Seigner). Estos momentos serán de puro acompañamiento pero resueltos de con la misma eficacia que los temas de mayor significado dramático dentro de la película.

Tenemos así una partitura que, sin perder la elegancia de la que hace gala el galo, se aleja de sus trabajos más habituales, más poéticos. Esto parece que viene obligado por esa necesidad de avance que tiene la película y que es la misma que a nosotros, voyeurs de turno, nos empuja muchas veces de forma inconsciente a buscar el significado de cualquier película que vemos, cuadro o libro. Y por supuesto, saber cuál es su final.