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Al Salir del Cine: “Beirut”

Escrito por , el 9 septiembre 2018 | Publicado en Apuntes

Me gusta Brad Anderson. Desde que vi El maquinista y posteriormente Transsiberian o la infravalorada Session 9 me atrae sobremanera la forma que tienen de tejer sus tramas de acuerdo al orden psicológico de sus personajes y creando una tensión siempre consustancial a la historia y que resulta del todo menos artificial. Sus personajes siempre penden de un hilo de una forma creíble siendo su dirección poco sorpresiva y recurrente aunque no por ello menos interesante y efectiva. Su puesta en escena es austera y contenida abandonando así el espectáculo en favor de un realismo sucio y polvoriento el cual hace de esta película su principal seña de identidad. Utiliza un lenguaje sencillo y directo, sin artificios ni aspavientos y muy accesible para el espectador, pero manteniendo siempre la complejidad en una trama muy cercana a las de John le Carré en la que no se deja en ningún momento un cabo suelto.

El rehén no es una película de un acabado técnico brillante pero es sólida y tremendamente adictiva en cuánto se siguen con interés todos los pasos de los personajes siendo especialmente carismática la interpretación de un John Hamm en un papel parece que escrito para él.

La estupenda compenetración ya mostrada con John Debney en su anterior película, Stonehearts Asylum, vuelve a existir aquí. El compositor nos mete de lleno en el mundo musulmán con una competente partitura de corte étnico tal como ya hiciera en The Stoning of Soraya M o incluso en The Passion of the Christ aunque con resultados no tan apabullantes como la segunda ni tan desgarrados como la primera aunque no por ello menos dignos de mención. Subraya la tensión inherente a esta búsqueda desesperada del terrorista Abu Rajal y, sobre todo, es fiel al drama que viven los personajes con una gran selección de cortes para ensalzar el dolor por la pérdida o el desarraigo. Estos temas gozan de un corpus musical sólido y aportan verdadera consistencia dramática a la película siendo éste el principal logro musical de Debney. La película queda así notablemente beneficiada por la aparición de la música y ésta no se convierte en un acompañamiento banal o carente de intención narrativa. Todo lo contrario.