30 años de Under Fire, de Goldsmith

Escrito por , el 31 diciembre 2013 | Publicado en Apuntes

UNDER FIRE (1983)

01. Bajo Fuego 5:36
02. Sniper 3:27
03. House of Hammocks 3:14
04. Betrayal 4:18
05. 19 De Julio 3:30
06. Rafael 2:37
07. A New Love 3:45
08. Sandino 3:39
09. Alex’s Theme 3:40
10. Fall of Managua 2:29
11. Rafael’s Theme 4:12
12. Nicaragua 4:15

Solos de guitarra por Pat Metheny
Orquesta dirigida por Jerry Goldsmith
Duración Total: 44:40
Compositor: Jerry Goldsmith
Sello: FSM (FSM 1104)
Línea: Silver Age
Formato: CD [SAE]
Fecha de publicación: 5 de Mayo 2008
Información: Remasterización del album original, por primera vez en CD en USA. www.filmscoremonthly.com

Zonas Muertas, Zonas Crepusculares, Jedis, Tormentas Cerebrales, el regreso de Norman Bates, invasores especiales viajando en un enorme castillo (bestia incluida), torreones encantados en plena ocupación  nazi, Tygra, la carrera espacial a la gloria, perros rabiosos, coches poseídos, Tony Montana, el peculiar sentido de la vida de los Monty Python,… y Nicaragua. 1983 fue un gran año, grandioso, cinematográfica y musicalmente hablando.

Under Fire (Bajo el Fuego, 1983) fue una de las confirmaciones de tamaña afirmación, una de esas películas que casi nadie suele recordar, pero cada vez que se la nombra todo el mundo que la conoce y ha disfrutado de ella te dice lo mismo: “que gran película, y que pedazo de score”.

Y no es para menos; Jerry Goldsmith, en plena eclosión creativa, creó una de sus mejores obras, con garra y personalidad, todo pasión y ritmo, sentimiento y emoción, tensión y drama. Reflejó el convulso ambiente de la historia, en una creación tan compleja como transparente (uno puede disfrutar la partitura y a la par maravillarse con su complejidad musical, su entramado y construcción, digna del mejor arquitecto musical).

Y es que, con total justicia, los Oscar reconocieron la labor de Goldsmith con una nueva nominación, sumando otra más tras el Poltergeist del año anterior (casi nada, ¿no?).  Y no es de extrañar, para nada, dada la fuerza que tiene la partitura, excelentemente equilibrada entre el sonido orquestal y los sintetizadores, aderezado el conjunto con el preciso e inevitable toque étnico, dando vida a las tres dimensiones argumentales de la película; la historia de amor, la historia de la revolución sandinista y las miserias humanas.

Bienvenidos a Nicaragua.

Bajo el Fuego – Ninguna Revolución se logró sin sangre

Hay que reconocerle un gran mérito a Roger Spottiswood, cocinero del increíble estofado cinematográfico que supuso la genial Under Fire, tan emotivo como duro, sincero y alejado del sentimentalismo instaurado dentro del actual cine norteamericano, donde el pre-fabricado Oscar ofrece productos con acabados tan impecables como vacíos de sentimiento (donde brillan como especialistas Ron Howard o los últimos trabajos de Scorsese, tristemente).

Porque hubo una época donde el cine contaba historias donde todo solía encajar de forma natural, sumando el conjunto entero, como en Under Fire; un reparto maravilloso, donde todos lo bordan (empezando por Nick Nolte y acabando con Gene Hackman y Joanna Cassidy, son olvidarnos de un genial y joven Ed Harris), un guión perfectamente engrasado (lleno de recovecos y complejidades, respirando humanidad), una dirección impecable y una música inolvidable, una de esas que te envuelve y te emocione, que te hace vibrar, transmitiendo magistralmente el ardor de la revolución, el sufrimiento y el horror de las barbaries humanas,  o la belleza a la par que difícil historia de amor en tiempos de guerra (un triángulo formado por Nolte-Hackman-Cassidy).

¿Y que sería hoy de una película como Under Fire? Dependiendo del director, del presupuesto o del productor podríamos encontrarnos con una película tan tramposa como artificial, el cine de ahora, mucha más acción, y tirando por el camino trillado, alejado de la verdadera emotividad que debería despertar una historia así.

Under Fire se sitúa en la Nicaragua de 1979, en los últimos días de la Revolución Sandinista (tras un breve y magistral prólogo en el Chad, África, donde conoceremos al mercenario Oates, al servicio de la CIA, interpretado por Harris, y al periodista Russell, interpretado por Nolte, un prólogo que ya destapa las miserias del intervencionismo norteamericano).

Acto seguido, la historia nos lleva a Nicaragua, donde Russell acude a la llamada de la reportera Claire (Joanna Cassidy) para cubrir la Revolución Sandinista, que busca derrocar al dictador Somoza. Lo que comienza como un simple trabajo de cobertura periodística se acaba convirtiendo en mucho más, en un compromiso de Russell porque se conozca la verdad de lo que allí sucede, pero a un elevado precio.

Lo dicho, una excelente película cuyos méritos solo desembocaron en una meritoria nominación al Oscar a la mejor banda sonora (nominación que se repitió, junto con la actuación de Gene Hackman, al globo de oro), y que constituye un perfecto ejemplo de película inquieta y remueve conciencias (un ejercicio atrevido, quizás uno de los últimos, con los tiempos que corrían, y más con los que corren ahora).

Jerry Goldmith, una Voz Propia

Lo bueno de la vieja generación era que prácticamente todos los compositores tenían su estilo, su voz propia; algo que, personalmente, creo que casi desapareció desde los 80, cuando los últimos grandes eclosionaron, gente como Michael Kamen, Christopher Young, Thomas Newman o Basil Poledouris.

No es que lo de ahora sea todo malo o insulso (que hay mucho de eso, y quizás con más culpa para productores que compositores), pero incluso siendo bueno, hay pocas voces propias. Por citar algunos, para lo bueno y para lo malo, tenemos a Alexandre Desplat o Marco Beltrami.

Jerry Goldsmith, para el que escribe el mejor, tenía la habilidad de ser el compositor cinematográfico por excelencia; daba igual que la película fuera un ñordo que una obra maestra, no entendía de presupuestos o limitaciones (problemas de montaje, problemas de agenda, contrataciones exprés para componer rápido…), él se ajustaba y cumplía, con mayor o menor frescura, daba igual, su oficio estaba fuera de toda duda (aunque la suerte en las asignaciones y proyectos nunca le acompañaron, y como ejemplo, First Knight, irregular película cuyo score era merecedor de haber sido nominado a lo Oscar).

Era una voz propia, y eso es lo que uno oye y siente cuando ve Under Fire; lo de Goldsmith es colosal, da colorido y vida a una película compleja, pero lo curioso es que aparentemente todo es sencillo, pero esa simpleza oculta todo un entramado musical de sentimientos y emociones que trabaja a un nivel magistral, donde las soberbias orquestaciones y la fusión de elementos electrónicos convierten al score en una “voz propia”, en una entidad al margen de la película.

El colosal tema central, Under Fire, con los frenéticos y magistrales punteos de Pat Metheny, esboza la tensión y el drama del peligro que viven los protagonistas, con un toque étnico latino que hace resaltar sutilmente el contexto geográfico. Es una pieza soberbia y rítmica, donde la música nos mete en un carrusel de emociones para la huida de Nick Nolte con el ejército en sus talones.

El tema de amor, que eclosiona en el comienzo de esa joya final que es Nicaragua (que por cierto Quentin Tarantino reutilizó en su Django Unchained), es sutil, bello y delicado, casi un suspiro que refleja la complejidad de la relación entre Russell y Claire, con tercero de por medio, Alex (Gene Hackman), quien además recibe un tratamiento musical de gran carga melancólica en el corte Alex’s Theme.

También tenemos un sonido para la revolución, que se torna en himno-marcha triunfante en el comentado Nicaragua, donde las flautas de pan, instrumento latino por excelencia, ponen el colorido étnico necesario, sin ser, precisamente, un instrumento asociado a Nicaragua, pero que funciona como elemento cohesionador de la cultura suramericana, un rasgo distintivo utilizado magistralmente por el Maestro de la Coleta.

El único pero para los que amamos este score es que áun no hemos conocido la edición oficial tal cual aparece en la película, pero al menos tenemos la edición Warner y FSM para disfrutar con ese magnífico preparado por Goldsmith, uno de los mejores trabajos de la  historia del cine de lejos, y el perfecto ejemplo de donde menos es más, como sucediese en Patton o Papillon.

El que tuvo, retuvo. Larga Vida a Jerry Goldsmith.


Oscar Salazar

Más que hablar de lo que pasó en 1983 y teniendo en cuenta que lo que vamos a hacer es celebrar los treinta años de la película, creo que me voy a concentrar en relatar cuál ha sido mi relación con Bajo el fuego durante todo este tiempo. Hasta el sábado pasado, cuando volví a verla.

El comienzo se encuentra a mediados de los 90 y no a principios de los 80, como podría esperarse. Por aquel entonces comenzaba a coleccionar con avidez los CD que llegaban a mis manos. Y libros que guiaban ciertas compras y búsquedas. Goldsmith era un nombre conocido para mí por aquel entonces, pero no tenía una idea clara de su filmografía completa ni de todas las cosas que había hecho. Y, entonces, un día, me topé con la Enciclopedia de los Oscar de Conrado Xalabarder. Y una cosa en especial me intrigó. En muchas de las entradas que tenían a Goldsmith como músico, siempre aparecía referenciado como el compositor de Bajo el fuego. Y, en la entrada correspondiente a ese título, las palabras espléndido acompañamiento me hechizaron.

Poco tiempo después, y en el hipermercado, lugar en el que cada sábado eras capaz de encontrar una nueva banda sonora por 995 pesetas (de Virgin, de Warner) en la sección de ofertas, apareció el tomo hermano al de los Oscar: Enciclopedia de las Bandas Sonoras. Gracias a él se acabaron gran parte de mis problemas de filmografía y de composición de lugar. Una pequeña Biblia que, al menos hasta que me hice mayor de edad musicalmente hablando, me sirvió de guía. Ahora, con permiso de Conrado, me permito discrepar en algunas cosas, estar de acuerdo en otras y, en general, tener criterio propio.

Pero me disperso. Lo que tocaba entonces era lanzarse a la búsqueda y captura, lo que me llevó algo más de un año. No fui capaz de hacerme con el CD original, pero encontré un recopilatorio de Silva sobre Goldsmith, producido por James Fitzpatrick, que incluía una suite con cuatro temas de la banda sonora, unos quince minutos. Aquello fue una epifanía. De hecho, recuerdo que el verano siguiente, esos quince minutos me acompañaron a todos lados.

Tuve que esperar algo más de tiempo para, a través de mi amigo Raúl Martí, poder escuchar el CD de la banda sonora completa. La carísima edición japonesa. Y también para, finalmente, poder ver la película. Fue un sábado por la noche en la 2, en una copia con un sonido que dejaba bastante que desear. La primera sorpresa surgió al comprobar lo espaciada que estaba la música, lo sutilmente que la empleaban. De hecho, dos sentimientos estaban encontrados. Por un lado, me gustaría poder oír la música a todo volumen, pero, por otro, es lo que la película pedía. Aún hoy me sigo quitando el sombrero cuando veo una película en la que no todas las imágenes están inundadas con música. Cosa imposible en las salas de cine actuales.

El círculo se cerró en 2008 cuando pude comprarme el CD de FSM y en 2009 cuando me compré el DVD en compañía de mis amigos Felipe Múgica y Ángel García Romero. Bueno, no del todo, se cerró cuando Rubén Franco me preguntó si quería colaborar en este especial y he vuelto a ver la película.

Siempre resulta curioso, pero creo que uno de los grandes trucos de Goldsmith en esta composición es la sencillez. Es uno de esos trabajos con “orquestación ligera”, lo que hace que los instrumentos solistas destaquen y que las breves melodías te ataquen lo más profundo, aquello que está bajo el fuego.

Óscar Salazar nació en Barakaldo (Bizkaia) hace unos cuantos años. Gran parte de ellos los ha pasado enganchado a una pantalla, desde que descubriera por primera vez que un tipo en pijama podía volar. Después llegaron la música que acompañaba a las imágenes y los libros que las generaron. Ninguna de las tres cosas ha vuelto a abandonarlo. Entre sueños, estudió Ingeniería Industrial y lleva una vida paralela en la que trabaja en una gran multinacional. Incluso, hasta es posible que alguno de vosotros os hayáis encontrado con él en el mundo real.