15 Años sin Jerry Goldsmith

Escrito por , el 20 julio 2019 | Publicado en Apuntes

15 años sin Jerry Goldsmithquince justo hoy desde su muerte, un 21 de julio del 2004, y sigo pensando lo mismo que aquel día; se fue el más grande, y no existirá jamás nadie que pueda ocupar su lugar.

Lo de Goldsmith era una bendita locura; su forma de entender el cine, su manera de mezclar orquesta y electrónica como si fuera lo más normal del mundo (un todo casi orgánico que se entrelazaban y era imposible disociar), como se ajustaba a las imágenes…

Goldsmith era único en la forma de narrar musicalmente, y puede que sea casi el único compositor cuya música de transición era maravillosa, esos cortes breves donde aparentemente no pasa gran cosa en pantalla pero su maestría musical te lleva donde el guión o los actores no pueden, y muchas veces con simples pinceladas o retazos (en Goldsmith no había nada de relleno, el amaba su trabajo, respiraba y exhalaba cine).

Por ejemplo, First Meeting o Where I Am de Total Recall (Desafío Total, 1990), dos piezas breves y maravillosas, con material musical utilizado para unas escenas de transición, pero cuyo uso es magnífico, avanzando con su música pequeños pero importantes pasos en la historia, una que da comienzo con uno de los mejores Main Titles de la historia, puro músculo de acción (para muchos sintonía del partido de fútbol de la plús).

Ha habido muy pocos compositores, contados con los dedos de la mano, que teniendo una gran base orquestal hayan querido salir de su zona de comfort y arriesgar. Goldsmith no solo salía de esa zona, en los 80 fue a sitios a donde muy pocos fueron, y menos aún llegaron a buen puerto y volvieron. EL SÍ.

Mientras que gente de su generación como Maurice Jarre, otro genio, alternó resultados más o menos dispares, con aciertos (Witness, Dreamscape, Enemy Mine) y desaciertos, Goldsmith fue hasta el infinito y más allá… y volvió, de la mano de su hijo Joel Goldsmith, quien fue un apoyo importante en sus inicios de experimentación de los 80, para regalarnos unos 90 maravillosos.

¿Quién podría concebir los espectaculares temas centrales orquestales de, por ejemplo, Small Soldiers y Mulan, sin el uso de los sintetizadores? ¿Y quien en los 90 te ofrecía eso? Prácticamente solo Goldsmith.

Y mientras en muchas webs y revistas y medios especializados se despedazaba gratuitamente al maestro en mayor o menor medida (“falta de inspiración”, “repitiendo ideas”, “poca profundidad musical”, «piloto automático»,…) algunos nos dedicábamos a disfrutar con cada regalo del Maestro. Ver ese Music By Jerry Goldsmith era una maravilla, me hacía vibrar, emocionarme.

Y entre esos regalos nos dejó perlas como el temazo central del Air Force One (y su ya mítico secuestro, una de las mejores piezas de acción de la historia, The Hijacking), esa obra magna que es Rudy (imposible no emocionarse), el Following Chen (y el tema central) de U.S. Marshals (1998), el tema del  Primer Contacto de Star Trek, el acomplamiento del Remora en Executive Decision (si no vibras con ésto, es que no te corre sangre por las venas, vamos), la persecución del hielo (y el momentazo final, Out of the Hole) de Chain Reaction (Reacción en Cadena, 1996), el brutal prólogo de L.A. Confidential, esa oda a la aventura que es el tema central de The Edge (El Desafío, 1997), esa maravillosa fusión british y africana en el motivo central de  la infravalorada y genial The Ghost and the Darkness (Los Demonios de la Noche, 1996)… y un largo sin fin…

Ah, y no puedo irme sin dejar de citar el año 1999, para quienes dijeran que este tío prácticamente estaba acabado. The 13th Warrior (El Guerrero Número 13), The Mummy (La Momia) y The Haunting. Poquita cosa, ¿verdad?

Ahora, 15 años después, muchos ya son conscientes del VACIO que ha dejado éste hombre en el cine. Un VACIO que solo el, con su música y su amor al séptimo arte, conseguía rellenar.

Solo ÉL, con un corte como The Ransom, en Along Came a Spider (La Hora de la Araña, 2001), podía dotar de vida a un thriller tan ejemplar como rutinario en las formas, insuflándole emoción y dinamismo solo como Goldsmith sabía hacer (sin  hablar del tema del secuestro de Megan o el maravilloso sonido mecánico de sinte que utiliza para los temas de misterio relacionados con el secuestrador, casi tejiendo musicalmente como una araña).

Y lo mejor de todo, es que Along Came a Spider es un trabajo alimenticio del Maestro, pero lleno de oficio, que con las imágenes funciona magistralmente. Y sin inventar la pólvora… pero de nuevo palos y más palos.

Y no había película menor donde Goldsmith no se dejara la piel, como Mom and Dad Save the World (1993) o películas fallidas (o malillas) como First Knight (Primer Caballero, 1995) donde se sacara un partiturón de escándalo.

GOLDSMITH era único en su especie, como lo fueron muchos compositores de su generación o cercanos (Maurice Jarre, Elmer Bernstein, Michael Kamen, Basil Poledouris, John Barry,…). En mi opinión, el tenía el DON, era el ESPECIAL el DIFERENTE… tenía el mojo, como diría Austin Powers.

Siempre recordaré cuando hablábamos del Maestro calforniano allá por Úbeda, con gente como Juan Arbona o Israel Pedraza, las miradas y sonrisas de complicidad, que se resume en una verdad irrefutable para los que amamos su música, y que nunca he parado de repetir; GOLDSMITH era más que un compositor, es un sentimiento, y quienes fuimos tocados por su música lo entendemos, sabemos lo que es. Nos llena, nos hace sentir, y es algo que difícilmente se puede expresar con palabras, pero que el SI lo consiguió hacer a través de su música.

Gracias por aparecer en mi vida y hacer de ella un mundo mejor. Larga y Próspera Vida, Maestro.