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The Revenant (Versus)

Naturaleza blanca, corazón negro


Antes de comenzar, vaya por delante un pequeño aviso para navegantes (sí, Braulio, me refiero a ti): en las próximas líneas no voy a hablar tanto de música como de diseño sonoro y, aunque no lo siga con especial atención, me gusta Ryuichi Sakamoto. Más que nada, para evitar posibles malentendidos. No sé si con esto abriré alguna puerta a la crítica, pero no es algo que me preocupe. En fin, vamos a lo que importa.

Después de Birdman, aguardaba expectante la nueva película de Alejandro G. Iñárritu (como firma ahora). Un Iñárritu experimentador y con ganas de cambio tras sus colaboraciones con Gustavo Santaolalla. En El renacido, el director parece más interesado en la técnica que en el corazón de las cosas, pero siempre buscando a los músicos adecuados y el enfoque correcto para el film como evento único. El interés no radica en vender discos, sino que se trata de que la música funcione cinematográficamente. Y, teniendo en cuenta la admiración hacia Sakamoto del mejicano (ahí están los temas del compositor empleados en Babel), sólo era cuestión de tiempo el que ambos terminaran colaborando. En este caso particular, añadiendo manos (u oídos) al trabajo, con Carsten Nicolai (más conocido como Alva Noto) y, por separado, Bryce Dessner.

La partitura de El renacido es música ambiental. Una música que representa la naturaleza, la soledad, los espacios abiertos; que está llena de maravilla o de opresión, de juego. Temas in crescendo. Percusiones. Unas cuerdas lánguidas y vibrantes, una orquesta apagada. Al estilo del japonés, pero pasado por el filtro de Alva Noto, uno de sus colaboradores habituales, el “artista visual” del sonido. Samples de la naturaleza. Loops. Electrónica. Y el clasicismo moderno y minimalista de Bryce Dessner. La música, el sonido, se funde con la imagen (una fotografía gélida y apabullante). Lo mismo que hace Martín Hernández con las tres voces distintas de los compositores, amalgamándolo todo e imbricándolo en su diseño sonoro.

En resumen, una música con la que dejarse envolver y llevar durante el visionado. Que te atrapa y no te suelta. Te incomoda. Que te transmite el peligro tras las bellas imágenes. En realidad, la naturaleza es la auténtica protagonista, el alma, de la película. Quizá sea ése también el punto débil de Iñárritu, que se ha dejado llevar demasiado por la naturaleza, los sonidos y las imágenes y se ha olvidado de poner alma a los personajes.

Óscar Salazar


Estorbar el silencio


Samples de la naturaleza. Loops. Electrónica. Nada. O peor. La música de VV.AA para El Renacido de Alejandro G. Iñárritu es la última demostración, que no demostración última, de que el señor director más de moda en Hollywood aún no sabe qué hacer con la música. En su cine reflexivo hay muchas preguntas. Se hace con el propósito de que el espectador se haga preguntas. Pero el mismo Iñárritu no se pregunta: ¿Qué se hace con la música en el cine?

La ambientación musical en una película nada tiene que ver con la música que crea ambiente. Música que crea ambiente ha habido mucha y muy buena en las últimas décadas, desde la agreste “El planeta de los simios” de Goldsmith, “teletransportando” a través del sonido a un mundo imaginario, sirviéndose de lo atonal, del ritmo desacompasado, y de la instrumentalidad empleada de la forma más brusca, para lograr un fin. En el polo opuesto, la contemporánea “Black Rain” de Zimmer, donde las notas no son el vehículo y sí la instrumentación, el color musical; donde la electrónica, el sonido moderno, convierten en oriental, en salvaje, un lugar distante. En ambos casos, la música no es usada para describir el paisaje, sino para ser parte del paisaje. Son sólo dos ejemplos.

Para que la naturaleza, el gran personaje de El Renacido, tuviera vida, habría hecho falta algo más que imagen en un cine. Habría hecho falta música que le diera la vida que le insufló James Horner en “Legends of the Fall”, o de nuevo Goldsmith en “The Edge”, si es para amarla. O si es hora de temerla, podría inspirarse en lo que hizo Maurice Jarre en “La costa de los mosquitos” (más electrónico), o en muchos pasajes de Philippe Sarde en “El Oso” (más clásico), de Annaud. Lo que los VV.AA de Iñárritu han llevado a cabo, a su indicación, no es sino ambientación musical. Y eso está muy lejos de crear un ambiente, por mucho que se empeñe en defender lo contrario mi querido y sampleado Óscar Salazar. A veces, amigo, es mejor no decir nada si no se sabe que decir, y esto va por el director mexicano exclusivamente. “Me siento solo”, se decía al principio de “El planeta de los simios”. Ahí tienes la soledad de la que hablas. Una donde Goldsmith calla. Lo contrario es estorbar el silencio.

Braulio Fernández

The Revenant

01. The Revenant Main Theme (2:41)
02. Hawk Punished (2:14)
03. Carrying Glass (3:07)
04. First Dream (3:05)
05. Killing Hawk (3:49)
06. Discovering River (1:11)
07. Goodbye to Hawk (3:41)
08. Discovering Buffalo (2:43)
09. Hell Ensemble (2:38)
10. Glass and Buffalo Warrior Travel (1:51)
11. Arriving at Fort Kiowa (1:21)
12. Church Dream (2:38)
13. Powaqa Rescue (5:35)
14. Imagining Buffalo (2:39)
15. The Revenant Theme 2 (1:54)
16. Second Dream (1:13)
17. Out of Horse (3:57)
18. Looking For Glass (2:51)
19. Cat & Mouse (5:42)
20. The Revenant Main Theme Atmospheric (2:50)
21. Final Fight (6:35)
22. The End (2:16)
23. The Revenant Theme (Alva Noto Remodel) (4:00)

Duración total: 70:31 minutos
Compositor: Ryūichi Sakamoto, Alva Noto & Bryce Dessner
Sello: Milan Records
Formato: CD, Download, LP
Fecha de publicación: 25 de diciembre de 2015