EL CONTEXTO HISTÓRICO
La llamada Edad Dorada (The Gilded Age) es un período histórico ubicado entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX en el que Estados Unidos conoció una gran expansión tanto industrial como demográfica y económica, apareciendo los llamado nuevos ricos que amasaron sus fortunas invirtiendo en prósperos sectores en auge, como la banca, el tabaco, la minería o el ferrocarril. Tal vez este último fue el que más destacó, con la aparición de la primera línea transcontinental en 1869 que enlazaban las viejas regiones mineras y ganaderas del oeste con el este.
Los salarios de los trabajadores más cualificados llegaron a aumentar ostensiblemente y situarse por encima de los europeos. Grandes avances como la aparición de la energía eléctrica, en 1879, pudieron lograr que las calles de las grandes ciudades se iluminasen por primera vez de noche y funcionasen por primera vez los tranvías eléctricos. La filantropía y la actividad misionera fueron consecuencia de esa intensa actividad económica y prosperidad y entidades como la Cruz Roja, fundada en 1859, fueron extendiéndose por todo el país.
Muchos europeos emigraron a Estados Unidos, atraídos por este gran boom y con ello trajeron, entre otros, influencias arquitectónicas que determinaría la forma de construir en la nueva América. Así surgieron los grandes mansiones de la época, auténticos templos de lo social de la clase adinerada que tuvieron en ellas su carta de presentación ante los ya presentes.
Este crecimiento también propició una inaudita diversidad étnica en las grandes ciudades y muchos encontraron en este nuevo mundo una oportunidad para labrar una nueva vida y encontrar su lugar en el mudo.
LA EDAD DORADA. LA SERIE
En este contexto nace la serie creada por Julian Fellowes (Downton Abbey), concretamente en 1881. Una familia de los llamados nuevos ricos viene a instalarse a uno de los barrios con más pedigrí de Nueva York y su llegada despertará recelos ante la clase social establecida y convulsionará su modo de vida. Surge así un entramado en el que los Russell (la familia nueva) harán todo lo posible para ser aceptados y bien considerados dentro de una sociedad que no ve bien su llegada y pondrá toda clase de trabas para que no se integren. En este contexto también surgirá nuestra banda sonora, con dos temas principales enfrentados que tratan de defender sus posiciones.
Con un elenco de actores extraordinario en el que todos y cada uno de los personajes tienen algo que decir y una historia que contar (servidumbre incluida), la serie muestra un ritmo endiablado y un sentido de la narrativa ágil y diáfano, en el que no se deja cabo suelto pese a la constante y abundante información que se nos da. A través de todos ellos, encontraremos numerosos motivos musicales que les darán voz y lugar en este entramado de envidias, falsos cumplidos y elegancia impostada.
El humor será la gran seña de identidad de esta serie, haciendo que resulte tremendamente dinámica y divertida y dotando de mucho pulmón a las tramas. Y la música también dará buena cuenta de ello, destacando por su locuacidad, agilidad en la exposición de los temas y una compenetración perfecta con las imágenes.
De esta manera se nos abren las puertas ante un mundo de lujos, ostentación y recelos, en el que sus dos temas principales serán fundamentales para entender la importancia de los cambios que se avecinaban frente al peso de la tradición imperante.
LA EDAD DORADA, LA BSO
Este es el primer trabajo de los hermanos Gregson-Williams juntos, algo que muchos aficionados esperábamos desde hace tiempo y el resultado, sin lugar a duda, no defrauda.
Basan su música en dos temas principales asociados a la fuerza del cambio y el peso de la tradición establecida. El primero es un tema brioso y enérgico, vitalista incluso, que constantemente nos está avisando de la inminencia del cambio que se avecina en ese Nueva York decimonónico regido por las normas y costumbres de la vieja clase social. Aunque es un tema directamente asociado a este factor, también quedará vinculado a los Russell, que es la familia bajo la cual está representado.
El segundo tiene un carácter más distinguido y señorial, rubricado por toda esa clase social que se muestra reticente a que unos recién llegados les impongan un cambio en su visión de ver las cosas y violen su posición como grandes valedores de un sistema que ya empezaba a quedarse obsoleto. Es un tema estático, que trata de no ser influenciado por el anterior y mantenerse impertérrito ante el entusiasta empuje de aquel. Son dos temas que, cuando se asocian directamente a las familias representadas, mantienen una graciosa pugna de los que los compositores sacan máximo beneficio, aportando un punto humorístico que es lo más destacado de la banda sonora. Pero también su irrupción tendrá consecuencia sobre los personajes secundarios y esbozará unas breves líneas dramáticas sobre la historia. Ya en los estupendos títulos de crédito nos encontramos una excelente presentación de lo que va a ser esta música.
Harry Gregson-Williams y Rupert Gregson-Williams plantean esta batalla desde un punto de vista humorístico y desprejuiciado, haciendo más concretamente alusión a la constante lucha de egos entre las dos familias principales en la que, por cierto, ninguna saldrá bien parada. Todo esto aportará frescura y desinhibición al conjunto, desengrasando las escasas partes más dramáticas y haciendo que se convierta en un trabajo colorista e, incluso, alegre. Sus temas más festivos, tales como It´s Too Much o Anyone for Tennis?, son una auténtica delicia y potencian, de forma muy sutil, ese acerado sentido del humor del que goza toda la música.
En cuánto estructura y narrativa, habrá un tema que podríamos considerar central en la serie y es el asociado su protagonista Marian Brook. Ella se convertirá involuntariamente en el centro de muchas tramas y su tema recogerá todo lo que la muchacha emana, es decir, ternura, bondad y afabilidad. Su tránsito hará que esas luchas de egos queden apaciguadas y que la música alcance un equilibrio entre lo puramente dramático y lo humorístico. Se verá en no pocas ocasiones alterado por los dos temas principales (sobre todo por el de la tradición, representado en su severa tía Agnes), no permitiendo que la entusiasta y dulce joven pueda ver alcanzado sus deseos por pertenecer a una clase social. El único problema que advierto, es que este tema se acaba dispersando entre tantos personajes y tramas, no terminando de encontrar su lugar en el conjunto.
La banda sonora se enriqueces sobremanera con los motivos secundarios, asociados principalmente a la servidumbre e hijos de las familias protagonistas. Estos pasarán más inadvertidos pero, al igual que el tema de Marian, aportarán un equilibrio al conjunto y hará que esa lucha de egos se relaje. A través de breves y acertadas pinceladas nos muestra la forma de encarar la vida de éstos, sus inquietudes y forma de ser, casi siempre de una forma mucho menos desprejuiciada que la de sus padres o señores. Tal es el caso de Jack (uno de la mayordomos de la familia Van Rhijn) en The Cemetery, donde encontramos un contrapunto sensible y dramático a la jocosidad y entusiasmo del personaje.
Tras esta breve exposición de los principales temas pasaremos a comentar uno de los aspectos más interesantes de la banda sonora, y es tanto su aportación dramática como cómica.
LA EDAD DORADA: LOS EXTREMOS SE TOCAN
Resultaría un tanto banal decir que sus dos temas capitales son simples enunciados de las dos fuerzas que representan o de las familias a las que se asocian, o que constantemente persiguen en tono jocoso la pugna que mantienen ambos bandos. El inmovilismo ante los inevitables cambios de la época por parte de la clase imperante como la obstinación en querer modificar lo ya establecido por la familia recién llegada, tendrá una repercusión sobre los personajes que los portan pero, sobre todo, sobre su descendencia u otros personajes secundarios. Aquí encontramos el principal aporte dramático de la música.
Con respecto al tema del cambio encontrará su mayor enemigo cuando trata de ser impuesto o se impregne de rabia cuando algunos de sus portadores no logre los objetivos propuestos, tal es el caso del Sr. y la Sra. Russell. Ejemplo es el fallido intento de la Sra. Russell por organizar una fiesta de presentación en sociedad en Hostage to Ridicule. Aquí el tema de la tradición, mucho más afianzado y seguro del lugar que ocupa, lo llega a asfixiar hasta tal punto de casi hacerlo desaparecer. También encontrará una connotación negativa en Defeat is Not Your Color, en el que el tema se llenará de dolor y rabia ante el primer atisbo de no ser reconocida ni aceptada por la vieja clase social.
La imposición de los cambios alcanza su punto álgido en el momento en el que los Russell orquestan una maniobra para que se hija no pueda estar con el chico al que ama, en Goodbye Gladys. En esta pista en concreto, el tema del cambio se transfigura malévolamente en el de la tradición, adquiriendo un gran perjuicio sobre un ser querido. Observamos así que el tema del cambio adquiere connotaciones negativas, no sólo cuando es impuesto sino cuando viene directamente de la familia a la que representa, no dejándola en buen lugar.
Pero en la mayoría de casos, este tema tendrá una connotación positiva. Esto ocurre cuando se nos muestra las ventajas que traen los nuevos avances a nivel social, tal como en Light the Way (alumbrado nocturno por primera vez en la historia), New York Globe (artículo de gran calado escrito por una persona de color) u Oscar´s Secret(insinuación velada de la homosexualidad en un tiempo que era completamente tabú). Ello hará que el tema vaya adquiriendo cada vez más fuerza y se vaya imponiendo de forma no invasiva al de la tradición.
Es, precisamente, este efecto de permitir que los avances tecnológicos y la apertura ideológica se introduzcan en una sociedad de forma natural y no forzada el gran mensaje de la serie y, por ende, de la música. Ambos temas encontrarán una confluencia increíble y muy aplaudida por este redactor en los fabulosos Party Guests y A New Day.
En el otro extremo tenemos el tema de la tradición. Este tema está mucho más afianzado y sus perjuicios los proyecta de forma pasiva, es decir, no sufriendo apenas variaciones (todo lo contrario de cómo lo hacía el del cambio, es decir, de forma activa y directa). Apenas hay connotaciones emocionales, pues en un tema que se enorgullece del lugar que ocupa y, aparentemente, no deja que le influya el del cambio ni otros.
La mayor damnificada será Marian Brook y su tema, que no evoluciona en parte debido a la imposición de la tía Agnes (una de las principales portadoras del tema) por no alejarse de los lugares comunes de su clase social. Pero este tema, a su vez, es tratado de una forma más humorística y menos severa que el anterior, tal vez con ello queriendo dejar claro lo banal y estéril de una posición que, aunque consistente, no deja der ser prisionera de sus propios prejuicios y una forma de ver la vida que se ha quedado anticuada y que, en la mayoría de casos, no resulta ni productiva ni funcional.
Estas son las cartas con las que los hermanos compositores alimenten a sus monstruos, convirtiendo estos dos temas en las dos caras de la misma moneda, y lanzando un avieso mensaje: cualquier posicionamiento en los extremos acarrea perjuicio para sus defensores e, incluso, para sus seres queridos. Su contemplación no puede dejar de ser vista como algo que, en el fondo, resulta ridículo e innecesario.
CONCLUSIONES
La Edad Dorada es de esas series que merece un visitado para pasar un buen rato y reírse de las trivialidades y banalidades con las que actúan este tipo de familias acomodadas en su fortuna y su radical manera de ver la vida. Los enfrentamientos resultan espontáneos y sumamente divertidos, con acerados diálogos cargados de ironía y malevolencia. Los egos de ambas partes quedan desmontados y expuestos al espectador y la música actúa de consorte para entender el patetismo de las posturas. Frente a ellos encontramos a la parte más joven (idealista y rebelde), mucho más abierta de mente y a las nuevas posibilidades, que tratará de aportar sentido común al conjunto.
La música de los hermanos Gregson-Williams tienen un delicioso regusto clásico, con una forma de componer y escribir muy próxima a como se ha hecho tradicionalmente pero también con influencias más modernas, sobre todo de Thomas Newman. Acompañan las andanzas de todos los bandos de una forma desenfadada y, sobre todo, con mucho humor. La dinámica del conjunto es así ágil y está en continuo movimiento, siempre bajo el dictamen de sus dos temas principales pero cuestionando a su vez la forma de actuar de ambos bandos de una forma desprejuiciada y con cierta jocosidad. Deja sus temas principales que actúen a sus anchas mientras los temas secundarios, más frágiles pero honestos, quedan sometidos a aquellos de forma que lo que siempre se está estableciendo es un gracioso juego de poder.
Ello hace que no nos llegamos a tomar completamente en serio a sus personajes principales y que gocemos plenamente de este show en el que las voces discordantes (cambios sociales y tecnológicos incluidos) se convierten en valientes abanderadas de un cambio que resultaría innegable e imprescindible para el devenir de una sociedad y una época.
The Gilded Age
- The Gilded Age (Main Title) (1:33)
- Marian Brook (2:03)
- Sneaking Out (1:21)
- Marian and Mrs. Scott (2:14)
- The Ferry (1:35)
- Oscar’s Secret (1:12)
- Defeat Is Not Your Color (1:51)
- The Russell Family (1:31)
- Van Rhijn House (2:01)
- That Is What Matters (1:23)
- Hostage to Ridicule (3:55)
- I’m Going Home (1:11)
- I’m Begging You (2:02)
- Sparse Party (2:49)
- New York Globe (1:49)
- People Think It’s True (2:42)
- Leave Gladys to Me (1:39)
- Oscar and Turner (1:13)
- The Arrival (1:55)
- First Love (1:19)
- New Values (1:58)
- Goodbye Gladys (1:35)
- I’ll Never Give Up (1:17)
- It’s Too Much (1:46)
- Light the Way (3:14)
- What Can I Say? (1:56)
- Print Shop (1:11)
- Emerge Unscathed (2:21)
- Anyone for Tennis? (1:26)
- What’s Best for Me (1:50)
- Following Jack (2:44)
- Mrs. Astor’s House (2:20)
- The Cemetery (3:44)
- Marian Says Goodbye (1:43)
- Not a Gentleman (1:41)
- Where We Stand (2:27)
- We Have Proof (2:09)
- Party Guests (2:24)
- A New Day (3:15)