The Banshees of Inisherin – La Película
Un breve apunte histórico: la realidad
Primavera de 1923. Irlanda del Norte está en plena Guerra Civil entre aquellos que defienden la anexión a Gran Bretaña y los radicales del Ejército Republicano Irlandés (IRA), formado en 1919 como contra réplica a la declaración de independencia de Irlanda del Norte por la asamblea británica.
Este conflicto sucedería a la Guerra de Independencia de Irlanda (1919-1921) que acompañaba el establecimiento del Estado Libre de Irlanda, una entidad independiente del Reino Unido pero dentro del Imperio Británico.
Gran Bretaña y los rebeldes irlandeses acordaron una tregua en junio de 1921, firmando un tratado de paz (Tratado Anglo-Irlandés) con el fin de acabar con la guerra. El tratado preveía un estado irlandés autónomo, con su propio ejército y policía. Sin embargo, la mayor parte del IRA continuó oponiéndose al acuerdo, desencadenando la citada Guerra Civil que servirá como potente y determinante telón de fondo a esta película.
Historia de una amistad truncada: la ficción
Con este telón de fondo se nos cuenta la historia de dos amigos de toda la vida en la ficticia isla de Inisherin en Irlanda, en la que uno de ellos (Brendan Gleeson) corta abruptamente la amistad con el otro (Colin Farrell) ante la estupefacción de éste y su resistencia a aceptar la nueva situación. Su negativa desencadenará trágicas consecuencias en todo su entorno y hará que se vea alterada la vida del resto de personajes. Mientras tanto, en la isla de enfrente se suceden explosiones y tiroteos a los que los lugareños no parecen prestarles mayor atención, inmersos en la rutina de sus vidas y ahogando sus quehaceres diarios en grandes jarras de cerveza.
Martin McDonagh, su director, vuelve a hacer gala de su habilidad como dramaturgo para plantear situaciones que bajo su aparente absurdo esconden una poderosa reflexión sobre la condición humana y el devenir existencial cuando las personas se ven abocadas a situaciones límite y caen en la inanición y en el tedio. Temas como el rechazo, la soledad, la desesperación, la monotonía o el deseo de huir (incluso del mismo cuerpo) se dan la mano en esta portentosa fábula existencialista plagada de personajes maravillosamente dibujados e imperfectos que resultan cautivadores precisamente por eso, por ser imperfectos. Su hábil e inteligente guion saca máximo provecho de sus personajes y las situaciones que plantea, convirtiendo a aquellos en títeres de ese esperpento que es la ininteligibilidad de la vida cuando ésta se retroalimenta de la misma rutina y la desgana.
El absurdo del enfrentamiento entre hermanos: Ficción Vs. realidad
Uno de los aspectos más interesantes es el que podríamos establecer entre la historia que sí vemos y la que no vemos, que acontece en la isla de enfrente. El ingenio de la película reside en trasladar aquella guerra a la isla de Inisherin y establecer una ácida metáfora sobre el enfrentamiento entre hermanos. Para ello, Martin McDonagh apuntalará una serie de estigmas concienzudamente a sus personajes principales, exponiéndolos como resortes de su particular visión sobre la guerra civil en Irlanda.
Así, nos encontramos con los parias, seres invisibilizados por la sociedad y señalados por su condición de ignorantes, víctimas de la humillación, el desprecio y la burla y ridiculizados por no seguir los cánones de lo que se espera de ellos. También están los apátridas, aquellos que bajo el desaliento y la desesperación dieron su brazo a torcer entregándose a una causa que ni ellos mismos conocen y renegando se su propio derecho a vivir y ser felices… vagan por tierras estériles desprovistos de fe y siendo las sombras de lo que un día fueron. También tenemos a los inocentes, aquellos que construyeron su refugio en un mundo de cristal y víctimas de aquello que no entienden y que posiblemente nunca entiendan… las víctimas más visibles y sensibles a todo lo que les rodea.
Y, por último, están los refugiados, aquellos que decidieron huir movidos por el sentido común y el mismo instinto de supervivencia, amparados por su raciocinio y el sentido común… sencillamente, pudieron leer un libro. También están aquellos que imponen su autoridad a golpe de rango o la propia muerte, personaje necesario en cualquier fábula que se precie… e ineludible en cualquier guerra… aunque sea disfrazada de anciana agorera que pasea libremente y recuerde vestigios de un tiempo que nunca volverá.
Todos podrían ser perfectos exponentes de algo tan demencial y desgarrador como una guerra civil, un hecho que enfrenta a los propios hermanos y amigos, pone a prueba la solidez de las familias, se ceba con los más inocentes y exalta a aquellos que basan su poder en las armas y las amenazas. Todos se convierten en almas en pena en este circo del absurdo que McDonagh plantea con absoluta pericia e inteligencia, dejando que sus fantasmas naveguen por la Laguna Estigia sin ánimo de ser rescatados. Acerca a sus personajes al abismo de lo imperceptible, pues sus vidas no terminan valiendo más que los granos de arena de la playa que pisan.
Hay humor, por supuesto, ya que todo resulta tan kafkiano que a su autor no le queda más remedio que esbozar una sonrisa y dejar que la tinta de su pluma rebose sarcasmo e ironía ante tamaño peso. Resulta tan valiente y abrumadora su visión sobre las guerras civiles como triste y lóbrega. Maquillada, cuál actor de teatro, para disimular su doloroso trasfondo.
The Banshees of Inisherin – La Banda Sonora
En su cuarta colaboración con Martin McDonagh, Carter Burwell vuelve aponer de manifiesto que entiende a la perfección el cine de británico con una música intimista, parca en lo musical pero muy significativa en su austero acompañamiento.
Su música es una música de claroscuros (más oscuros que claros) y se tiñe de apatía en un intento de desapegarse de lo que se nos está contando. La metáfora que plantea el director está plagada de cinismo y ese tono ensimismado y abúlico de la música parece mantenerla al margen de cualquier posicionamiento. Acompaña a los personajes de forma errática, pareciendo que no tiene una dirección ni un propósito claro dentro de la película, pero a lo que realmente está apuntando es a un estado de abatimiento y desesperación de aquellos. No es así una música propiamente para los personajes ni para el hermoso paisaje por el que caminan (aunque está asociada de alguna forma a ellos) sino para reflejar el estado de indefensión en el que viven.
Para ello utiliza como base fundamental un instrumento tan inmersivo y etéreo como el arpa, entregándolos a una suerte de limbo existencial en el que vagan como almas en pena. Otro instrumento como la celesta nos ayuda a introducirnos en lo que parece un entorno de ensoñación y onírico, algo completamente alejado de la realidad y de los hechos que no estamos viendo. Nos encontramos así con un contraste realmente demoledor entre lo que la música expresa y la verdadera historia que hay de fondo. Aquí también se refleja el absurdo y esa sutil y despiadada crítica que el director hacia la guerra. Es una música que a su vez es deliberadamente monótona y sombría, calculadamente triste pues ese estado no deja de ser una reverberación de sus existencias y una evidencia de los efectos colaterales de cualquier conflicto armado en las vidas de las personas.
Nos encontraremos con otro tipo de instrumentos en un plano más secundario como la flauta que acerca a los personajes momentáneamente a la realidad y, sobre todo, a una toma de conciencia sobre sus vidas. Ello hará que, a su vez, puedan experimentar en sus carnes una sensación tan restringida durante toda la película como la libertad. Lo escucharemos en temas como Siobhan Leaves (determinación de la hermana de Pádraic de abandonar la isla) o en My Life Is on Inisherin.
Destacar entre los instrumentos, uno de origen indonesio llamado gong de gamelán. Este instrumento iba a utilizarse en lo que iba a ser el tema principal de la película, un tema de origen indonesio que al no encajar en ella fue sustituido finalmente por la música original de Burwell (quedando el citado elemento como elemento residual de tema principal). Al ser un instrumento con unas frecuencias desconocidas por los occidentales trasladaría al espectador una sensación de desconcierto e inseguridad, buscado por otra parte por sus autores. Es lo que le da a la película un tono umbroso y le confiera un aura de misterio. Esta decisión hará que el espectador no pueda ubicarse en una zona del Globo en concreto, derivando en sensaciones de incertidumbre y desconcierto que alimentan el componente místico que también tiene la historia.
Esto tiene mucho que ver con la decisión de su director de prescindir de cualquier componente musical que recordase a Irlanda. La intención es buscada y hace que la narración adquiere cierta laxitud temporal y descoloque, más que ubique.
La música adoptará así un carácter atemporal y deambulará por los terrenos de lo fabulesco y lo irreal, retratando a sus personajes con simplicidad en un vano intento de salvarlos de la quema a los que finalmente se verán abocados.
Caminando por Inisherin: el final de la inocencia
Toda la historia gira en torno a la figura de Pádraic (Colin Farrell), y en base a éste Burwell construye el tema sobre el girará la banda sonora. Él es el desencadenante involuntario de todos los hechos y el hilo conductor del resto de personajes. Es un tipo corriente e inocentón, algo despistado y completamente inconsciente de todo lo que ocurre a su alrededor. Su carácter tranquilo y cándido viene reflejado en el tema que el compositor le dedica y que se erige en eje central de la banda sonora, tal como ya advertimos en su primera aparición en Walking Home Alone.
Es un tema en cierta medida surrealista (ya que surrealista es el personaje) y la inconsciencia que tiene. Su tono jocoso y pueril lo acerca más a un esperpento que a un personaje que se pueda tomar en serio. Burwell utiliza la práctica totalidad de los instrumentos que hemos mencionado para su construcción y lo sumerge en un estado de obnubilación y desapego de la realidad, provocando la aparición de otras músicas que comentaremos en el siguiente apartado.
Este tema sufrirá una evolución hasta el punto de su completa transfiguración y casi desaparición. El proceso estará cargado de simbolismo hacia lo que supone la transformación de las personas por mor de este tipo de conflictos. A medida que el compositor vaya introduciendo la cuerda el tema se cargará de pesimismo y malestar hasta el punto de intoxicar algo que en un principio contenía pureza.
Sus variaciones se volverán más adustas y aciagas, a la misma vez que el personaje se apercibe de la realidad y comienza a asimilarla. Los tempos del tema también se irán alargando, señalando la pesada carga que el personaje lleva sobre sus espaldas. La melodía sigue siendo la misma pero su tesitura ha cambiado, recordando aviesamente al espectador que el personaje también ha cambiado y que su inocencia prácticamente ha desaparecido. Lo que en un principio parecía un cuento cargado de luces acaba convirtiéndose en una pesadilla llena de sombras. El personaje ha abierto los ojos y acepta que está, como el resto, solo.
En nuestra metáfora sobre la guerra civil traducimos esta música a la pérdida de la inocencia y el despertar a una nueva realidad en la que se hace necesario admitir el conflicto y la disputa como parte del juego. Eso enturbia a las personas y provoca un cambio en su carácter, tan necesario para poder sobrevivir en tales circunstancias como desdichado al perder su ingenuidad y virtud… Pádraic se quedará al final de la película junto a su amigo Colm mirando a la isla principal y aceptando que ya no todo volverá a ser igual.
Caminando por Inisherin: el principio de la desesperación
Frente a este tema nos encontramos otro de carácter mucho más áspero y rígido, tremendamente severo en sus connotaciones musicales y tóxico y negativo en su contenido. Es un tema que traslada al espectador abatimiento y un profundo estado de inanición. Lo asociamos a la mala relación de los personajes principales, y sobre todo, a las consecuencias que tiene que Pádraic ignore las advertencias de Colm de dejarlo en paz.
Es un tema que, ya en sus primeras apariciones, es indicador de mal presagio e irreversibilidad de algo que va a suceder, tal como escuchamos en Colm Takes the Reins. Marca una relación condenada a su desaparición y el desterramiento de los personajes a ese limbo existencial del que hablábamos al principio de este apartado. Su tempoviene marcado de nuevo por el arpa y hace que sus personajes sean muertos en vida que vagabundean por los caminos de Inisherin.
Este tema irá cogiendo protagonismo a media que se desarrolle la trama hasta el punto de convertirse en tema central y anule casi al anterior tal como comprobamos, por ejemplo, en My Life Is on Inisherin (subordinación del tema de Pádraic a éste). Su poder corrosivo es tal que se extiende al resto de personajes y, por ende, a la isla. Sumerge a todos ellos en una especie de espiral negativa de la que les es imposible escapar y que va más allá del tedio y la inanición. Los convierte en personajes autodestructivos que ven repetir su día a día una y otra vez. En una traslación a la tragedia griega sería lo asociado al fatalismo y a la muerte y en nuestra particular visión sobre la guerra civil lo vincularíamos a la aberración que supone ésta y el estado de total abstemia y angustia vital en que sumerge a las personas, invisible incluso para sus propios ojos.
Caminando por Inisherin: “Érase una vez una isla en llamas…”
Una vez presentado el personaje principal y su conflicto la música nos hace un pequeño barrido de lugares comunes de la isla y es ahí donde se nos presenta el tema asociado a aquella, tal como escuchamos en Night Falls On Inisherin. La celesta y la flauta son los principales elementos que lo acompañan y con ello se nos está perfilando el contorno de la historia y ubicando en ella. Es una música puramente ilusoria y que nos adentra en un entorno de ficción en el que parece que los personajes no son reales.
Envuelve a todos ellos es una especie de bucle espacio temporal en el que parece están atrapados y condenados. Actúa como marco temporal y como máximo exponente de la rutina y monotonía en la que viven los moradores de esa isla. Es un tema que apenas sufre variaciones y que escucharemos también en el clímax de la película, cuando la casa de Colm es quemada. La música adquiere así un carácter circular y retroalimenta las acciones de los mismos personajes, haciendo que sus vidas no cobren sentido más allá de la monotonía en la que están inmersos.
En esta alegoría sobre la guerra civil hablaremos de la impotencia en la que caen las personas cuando la violencia estalla alrededor tuyo y tú único cobijo es la indolencia y la apatía. Esto los sume es una suerte de deriva existencial e inercia que se refleja en repetir todos los días la misma rutina y que Burwell rescata con pericia en su música.
The Banshees of Inisherin – Conclusiones
Todos aquellos personajes que conforman el cuerpo de esta tragedia disfrazada de sátira son tan reales como esas luchas dentro de una misma nación que durante siglos y siglos se han ido repitiendo. Los posicionamientos ideológicos han dado lugar al resquebrajamiento de lazos familiares, amicales y valores. McDonagh plantea una suerte de teatro del absurdo enmudecido por esa otra historia que no vemos y con unos personajes que vagan errantes por las huellas de su pasado.
Esta película mezcla drama y comedía porque trágica es una guerra y en trágicos se convierten sus personajes cuando la ven y reconocen en toda su extensión. Y cómica porque cómico es ignorarla y mirar para otro lado, mientras paseas a las vacas o hablas de sus deposiciones y cosas superfluas. Esto es lo que representan sus dos personajes principales, y es en ellos donde descansa ese encuentro entre lo trivial y lo trascendental que hace la vida adquiera un sentido y se aleje de los clichés vitales impuestos por la filosofía moderna.
La música de Carter Burwell se mantiene agazapada y oculta tras las briznas de hierba y las desesperadas peticiones de atención y cariño de su protagonista, potenciando el surrealismo de la cinta bajo la aparente vacuidad y desgana de sus notas. Deja a sus protagonistas al abrigo de la brisa de esas tierras, expuestos cual cobayas a los disparos de una guerra que ni ellos mismos conocen. Sus instrumentos los invitan a vagar por las sendas del desconocimiento y el desamparo, mientras intentan darle sentido a todo en la espuma de una jarra de cerveza. Es una música realmente inmisericorde, cruel y triste cuyo mayor delito es no proporcionarles un motivo por el que sus vidas merezcan la pena… repitiendo bajo sus monocordes notas el mismo y aflatado día una y otra vez.
The Banshees of Inisherin
- Walking Home Alone (1:18)
- Night Falls on Inisherin (0:45)
- Marking the Calendar (1:09)
- The Island Comes to Church (1:10)
- Doesn’t Time Be Flying (1:00)
- Standing Prayer (1:30)
- Delivering Milk But No News (1:03)
- Colm Takes the Reins (2:10)
- Padraic Wakes – Driving Into the Rain (1:10)
- The First Finger (1:14)
- Padraic and Jenny (0:48)
- Padraic Keeps Quiet (2:15)
- Colm Throws the Balance (1:50)
- Jenny and the Fourth (1:53)
- Dark Padraic (1:30)
- Siobhan Leaves (1:46)
- The Slow Passing of Time (1:46)
- Padraic Leaves the Church (1:02)
- My Life Is on Inisherin (3:47)
- A Smoldering New Day (1:56)
- The Mystery of Inisherin (2:31)