En un año tan convulso como éste, refugiarse en el cine y la música, en definitiva, buscar una vía de escape a través de la cultura es la mejor de las opciones, y una de ellas es la película Sangre (2020), un estupendo thriller dramático de tonos sensuales y eróticos.
Es una película incómoda, una historia que se va cocinando a fuego lento para ir llevándote a una conclusión que define perfectamente el tono de esta turbia e interesante propuesta, resultando ser un soplo de aire fresco en un panorama cinematográfico donde parece que todo deba seguir los mismos patrones.
Y parte del engranaje que impulsa a la historia (una muy importante) es el calado y profundidad musical que ofrece la malagueña Paloma Peñarrubia con su excelente composición.
Sangre – La Película
Pendiente de estreno en circuitos oficiales en nuestro país, en AsturScore hemos tenido el privilegio de poder acceder a un pase en exclusiva de la película del director y guionista Juan Schnitman, quien vuelve a contar con Juan Barberini como actor principal (en el papel de Fernando), acompañado de Natalia Tena, Bella Camero y Dick Martens.
La película cuenta la historia de Fernando, un marino mercante cuyo trabajo le sitúa entre Buenos Aires y Rosario, a bordo de un buque petrolero. Entre ambos puntos de su recorrido, iniciará una relación con una joven brasileña llamada Melissa en Rosario, mientras en Buenos Aires mantendrá relaciones tórridas con una ex novia llamada Gabriela.
Esta doble vida irá complicando poco a poco la existencia de Fernando, entrando en terrenos turbios y obsesivos que irán desembocando en situaciones tensas y dramáticas, donde se irán revelando secretos que se esconden tras la conducta de Fernando y sus relaciones sexuales y emocionales con Gabriela.
Evitando entrar en terrenos de spoilers, es interesante ver la evolución del personaje de Fernando, donde se establecen situaciones emocionales complejas y de carácter autodestructivo. La obsesión y la ansiedad, algo difícil de controlar sea cual se su naturaleza, van provocando toda una catarsis en la vida de Fernando que nos llevan a un clímax final para nada complaciente e incómodo. Y todo este arco argumental, tratado de una forma cruda y seca, sin concesiones, llega incluso a rozar el terreno del thriller.
Los actores están francamente muy bien, especialmente el trío emocional de la historia, Melissa, Gabriela y Fernando; son tres personajes bien perfilados, que van cogiendo relieve según avanza la historia, donde se suma, de forma más secundaria, el buen trabajo de Dick Martens como Ulrich, la pata emocional restante.
Las escenas de cama están rodadas de una forma muy sensual, con gusto y estilo, captando no solo el lado más erótico o emocional, sino incluso la disfuncionalidad que pasa por la cabeza de Fernando, quien se encuentra entre dos mares (y a ello contribuye, y mucho, la música de Paloma, que le da una dimensión musical y psicológica clave para entender lo que está pasando por la mente de Fernando).
En resumen, una película muy interesante y muy diferente a lo que habitualmente solemos ver en pantalla, donde todo está rodado de una forma realista, sin concesiones, incomodando al espectador para situarlo en un punto de vista que invita a la reflexión sobre el mundo irracional de las obsesiones y las apariencias.
Sangre – Análisis de la Música
Tras los excelentes resultados en la composición con el manejo de las texturas musicales de carácter orquestal en Bajo la Piel de Lobo (2018), Paloma vuelve a utilizarlas aunque esta vez supeditadas al excelente uso que hace de la música electrónica, donde ya ha demostrado una brillante solvencia.
Un sexteto de cuerda da el contrapunto melódico y orquestal en un maravilloso mar de texturas electrónicas, que van desde lo más ambiental y atmosférico hasta otros momentos mucho más tensos y turbios, siempre al servicio de las imágenes, y mucho más allá. Como dice la propia compositora, «la música es un personaje más de tres cabezas, que incluyen a los personajes de Fernando, Gabriela y Melissa, con un arco argumental que va siempre en consonancia con la película».
En cuanto al enfoque adoptado, nos comenta que «recibí una copia de la película para poder verla y trabajar en ella, con música preexistente para componer mi trabajo, pero preferí tomar otro camino, hablando previamente con el director previamente, encontrando un camino para ofrecer música más personal, con un calado psicológico y emocional».
La música tiene una presencia inmediata, e incluso intrusiva en el comienzo de la película, pero todo tiene su explicación. La llegada de Fernando al buque petrolero, donde conocerá a su jefe para comenzar a trabajar, es acompañada del sonido de una música que tiene una presencia descomunal, complemente invasiva y atonal. Es un corte de electrónica que te golpea a traición, muy tenso y con nervio, pero que ya nos está dando información sobre Fernando; hay algo que no funciona en ese personaje, algo que iremos viendo a lo largo de la película. Es el prolegómeno de sus turbias obsesiones y frustraciones.
La decisión es valiente y toda una declaración de intenciones, porque marca el tono musical de la película y el desarrollo de la misma, sirviendo, como los buenos guiones, para plantarnos otro cierre musical de similar impacto para la escena que cierra la película (El Hijo), cerrando de alguna manera el arco argumental de la historia.
Tras esa apertura atonal y disonante, realmente perturbadora, «una radiografía de la psicología de Fernando» nos comenta Paloma, la música va construyéndose sobre diferentes niveles. Destaca, especialmente, la primera pata del triángulo emocional y sexual de Fernando, Gabriela. La música aquí tiene cierta sofisticación, de tono más clásico, donde el sexteto de cuerda ofrece música de tono emocional entre lo luminoso y lo desgarrador, en permanente equilibrio. Es un relación donde ambas partes están siendo infieles a sus respectivas parejas, ella desde el principio, y el poco después, al conocer a Melissa.
La música describe y da vida a ese enganche emocional y sensual, no exento de cierto desgarro por la imposibilidad de materializar esa relación, un desgarro que se irá tornando en turbio según avance la película. E irá en aumento conforme vayamos averiguando más sobre las vidas de Gabriel y Fernando y la relación que mantienen, añadiéndose las obsesiones del segundo, que poco van salpicando todo lo que toca, incluyendo su relación con Melissa, fruto de la frustración de no poder poseer a Gabriela, tratando de encontrar en Melissa lo que no puede conseguir con la persona que realmente ama.
El Deseo y Relatos Prohibidos hablan el mismo idioma musical, pero mientras que en el primer corte es una música más luminosa y melódica, en el segundo el tema se vuelve más turbio; las confesiones de Gabriela provocan que la música atonal e intrusiva que acompañan a Fernando aparezcan, enturbiando la melodía sensual que define la relación desgarradora y sensual de la pareja.
Para Melissa, Paloma aplica capas de música electrónica con acompañamientos puntuales de cuerda para definir una música que es opuesta a la luminosidad que Paloma propone para Gabriela; el personaje de Melissa es un parche, una solución de urgencia para paliar el no poder poseer a Gabriela, buscando en este conato de relación una forma de poder superar su frustración. Incluso las escenas de sexo con Melissa, que debería tener música sensual, melódica y bonita, son escenas que generan zozobra e incomodidad. El corte que más define este tono musical es Melissa.
Como curiosidad, hablando con Paloma sobre su trabajo para la película, descubrimos que había una versión alternativa del corte Melissa con la inclusión de un clarinete, que finalmente se cayó de la versión final, así como otro corte donde hablan Gabriela y Fernando en una habitación de hotel donde también aparecía el clarinete. «Es una pena; la verdad es que me gustaba mucho como sonaba el clarinete en este tema, pero si es cierto que luego, cuando lo ves en en pantalla, el sonido era algo intrusivo, y decidimos eliminarlo en pos de los diálogos de los actores», nos comenta la compositora. Y aunque realmente el clarinete añadía un toque maravilloso a esos cortes, el resultado final que vemos y oímos en pantalla queda perfecto con la decisión final adoptada.
Finalmente, tras el clímax final, y el fantástico e inquietante corte final de El Hijo que cierra la película, los créditos finales recogen la música que Paloma asocia a Gabriela y su relación con Fernando, un excelente broche final donde las cuerdas dialogan como en Relatos Prohibidos, un diálogo roto que pone de manifiesto la imposibilidad del amor entre ambos personajes.
Sangre – Conclusiones
El resultado final es una partitura valiente por su impactante apertura musical, puro descaro visceral que nos avisa de que algo no funciona bien en Fernando, nos advierte, y el fantástico equilibrio entre la electrónica y el sexteto de cuerda, una fusión a la que Paloma saca un rédito impresionante, defendiéndose con maestría, asumiendo riesgos por evitar los convencionalismos y hacer un trabajo más personal, que nace en el corazón, se enturbia en la cabeza y finalmente te agarra de las tripas.
Tras Bajo la Piel de Lobo y Sangre, solo resta ver que será lo próximo que nos encontraremos en la carrera de esta brillante compositora malagueña, valiente y atrevida, con ganas de experimentar, y de seguir creciendo. Mientras tanto, solo queda disfrutar de esta excelente composición en éste enlace de Spotify donde puedes encontrar la banda sonora de Paloma Peñarrubia.
Sangre
- Overture 01:51
- El Deseo 03:07
- Como si Nada 01:46
- El Encuentro 01:55
- Mirar a Escondidas 02:06
- Secretos de Hotel 01:38
- Lola 02:33
- Relatos Prohibidos 01:13
- Relaciones 02:34
- Melissa 05:16
- Sangre 01:27
- Buenos Rotos 01:43
- El Hijo 01:13
- Gabriela (Créditos Finales) 03:55