Análisis
Portada » Análisis » Robocop
Género
Acción
Lo mejor
La conexión de la película y sus personajes con la música, y sobre todo como esa simbiosis ha perdurado en el tiempo haciendo de los temas, y el estilo de composición (directo, agresivo), un clásico
Lo peor
Que no te gusten los metales y la percusión, porque dentro del género de película, que es, difícilmente se pueden poner pegas al trabajo de Poledouris, que le queda como un guante a la película

Robocop

1987

Paul Verhoeven tiene en realidad una forma infantil de ver las cosas, a pesar de lo explícito de la violencia y el sexo en sus películas. En Robocop, su primer gran éxito en el cine americano, podemos escuchar a un sargento gritar: ¡No somos fontaneros, somos policías, y los policías no van a la huelga!. Su mundo idílico tiene enemigos, y para afrontarlos está Robocop. La cinta, de 1987, contó con la música de Basil Poledouris, con quién el director holandés ya había trabajado en Los señores del acero (Flesh and Blood, 1985). Como en aquella ocasión, el cineasta extrae del compositor rudas composiciones, una música masculina y directa, exagerada a la vez que honesta.

De esa forma se tejieron también las partituras de las otras dos películas de Poledouris para Verhoeven, la mencionada Los señores del acero, y la posterior Starship Troopers (1997). Esa trilogía musical épica, y descarada, dista no poco de la otra trilogía que Jerry Goldsmith escribiría para el director holandés: Desafío total (Total recall, 1990), Instinto básico (Basic Instinct, 1992), y El hombre sin sombra (Hollow man, 2000), mucho más sofisticadas, al menos en lo referente a las dos últimas.

Todo un clásico

El Robocop de Poledouris es hoy en día un clásico de la música de cine, como lo son otras obras del compositor, como Conan el bárbaro (Conan the barbarian, John Millius, 1982) o La caza del octubre rojo (Hunt for red october, John McTiernan, 1990). Curiosamente, ninguna de las tres corresponden a películas adoradas por la crítica, premiadas, o encuadradas dentro del gusto pop del cine culto. Son sin embargo símbolos de una generación, la de los ochenta, en la que se juntaron dos tipos de espectadores de edades distintas, los jóvenes para los que el cine de la época fue el primero, y los adultos aficionados al cine de acción. Sí son buenas películas, sí tuvieron éxito las tres, y sí hoy son recordadas como clásicos, aunque a la sombra del cine de Spielberg o Lucas, en lo que al gusto popular se refiere.

En Robocop tenemos al bueno, un héroe mitad hombre mitad máquina, con un triste pasado, pero fuertes convicciones que no forman parte de su identidad perdida, enfrentándose al mal, encarnado en un muy político empresario corrupto y a un traficante de drogas y asesino, autor a su vez del crimen que desencadena la venganza del protagonista. Poledouris afronta la composición descartando de inicio la ecuación más sencilla, que hubiera sido usar los sintetizadores para la máquina, y la orquesta para el hombre. En su lugar, crea la marcha de Robocop, un tema épico, violento, profuso en metales, que se identifica con el héroe callejero transformado en máquina, un caballero en armadura moderno. Escuchar tema →

El tema aparece por primera vez en la película al tercio de su transcurso, cuando Robocop patrulla por primera vez las calles, y que en el compacto suena en la pista 8. Hasta ese momento, no obstante, se han desgranado un par de claves del score, como son el motivo de tres notas escuchado durante los breves títulos iniciales de la película, en el disco Main title, asociado con la misteriosa identidad de trágico pasado del protagonista, y los varios cortes compuestos por Poledouris para los telediarios que Verhoeven hábilmente inserta no solo en esta, sino en el resto de sus películas.

Los metales son el génesis de la partitura, otorgando violencia a cada escena de acción de la cinta, lo que en suma provoca una sensación de rudeza de cara al espectador, sin concesiones. Poco después de escuchar por primera vez el tema principal de Robocop, la marcha mencionada, escuchamos el segundo motivo asociado al protagonista, y que se corresponde con sus recuerdos. Se trata de una melodía etérea, en inicio, propia del mundo de los sueños, pero que pronto se transforma mediante una melodía de cuerdas en un bello tema para reflejar el origen humano de la máquina. Es una música cálida, que representa al corazón que aún late bajo la armadura del protagonista. Se puede escuchar, en el disco, principalmente en los cortes 11 y 13. Sobre todo en este último, representa el verdadero descubrimiento que Robocop hace de su identidad, y que desencadena la venganza que desde entonces emprenderá para hacer justicia.

Entonces la música se vuelve aún más violenta si cabe, y dos escenas con sus respectivas pistas musicales demuestran la afirmación. En la fábrica de drogas del antagonista, Clarence Boddicker, Robocop provoca su primera masacre. La música es dura, pero pronto aparece el tema principal, para demostrar que la actuación tiene una justificación. Es el bien contra el mal. La emoción transmitida por las notas de Poledouris en este momento, pista 15 del disco, pocas veces puede haber sido igualada en el género de acción. Se encuentra por méritos propios entre lo mejor de la música cinematográfica de los ochenta.

La segunda de las grandes escenas de acción, es en realidad el verdadero desenlace de la película, cerca de su final. Con una fábrica de acero como escenario, Robocop se enfrenta a los malos mermado “físicamente”, pero con más convicción que nunca, lo que se refleja en una música que arranca de manera imponente desde el momento en que el protagonista pronuncia ante los asesinos aquello de ¡Me buscabais!. Suena la música, el tema, los metales, y la narrativa de Poledouris conduce magistralmente la acción de la película hacia su final.

En la última secuencia, el héroe pronuncia su verdadero nombre, despejando toda duda sobre su identidad, y demostrando que lo humano ha sido más decisivo que lo mecánico, a pesar de lo cual, y a renglón seguido, comienzan los títulos de crédito con la marcha de Robocop, demostrando que la verdadera fuerza del protagonista no provenía en realidad de su armadura. Escuchar tema →

Precisamente en estos créditos finales encontramos la principal razón por la cual adquirir el disco recientemente editado por Intrada, de difícil adquisición, en lugar del compacto de Varèse Sarabande, que prescinde de ese largo y resolutivo corte musical. Además, Intrada ofrece la música en orden cronológico, lo cual puede ser considerado decisivo para el correcto entendimiento de la obra de Poledouris, que va destapando sus piezas gradualmente.

Conclusión

En resumen estamos en el caso de Robocop, ante una oportunidad única de escuchar la maestría y el ingenio con el que Basil Poledouris supo afrontar, a lo largo de toda su carrera, la música de películas de acción, violentas, pero que abordaban temas humanos como la venganza, el odio, el mal, y su contraposición en el triunfo de la razón, el compañerismo, y el bien. Todo eso es la música de Robocop. Después de todo, Verhoeven no parece tan infantil en sus pretensiones, sino directo. Y Poledouris sabe acompañarlo, como en él es de costumbre: épico en las formas, íntimo en concepto.

RoboCop

  1. Main Title (0:45)
  2. Have A Heart (0:33)
  3. O.C.P. Monitors (1:41)
  4. Twirl (0:25)
  5. Van Chase (4:56)
  6. Murphy Dies In O.R. (2:35)
  7. Robo Lives (1:05)
  8. Drive Montage (1:04)
  9. Helpless Woman (1:16)
  10. Nukem (0:26)
  11. Murphy's Dream (3:05)
  12. Gas Station Blow-Up (1:44)
  13. Murphy Goes Home (4:15)
  14. 14. Clarence Frags Bob (1:45)
  15. Rock Shop (3:42)
  16. Robo Drives To Jones (1:47)
  17. Directive 4 (1:04)
  18. Robo & Ed 209 Fight (2:10)
  19. Force Shoots Robo (2:43)
  20. Care Package (2:58)
  21. Looking For Me (5:13)
  22. Across The Board (End Credits) (7:32)
Duración total: 56:04 minutos
Compositor: Basil Poledouris
Sello: Intrada
Formato: CD
Fecha de lanzamiento 12 de Abril de 2010
RoboCop