Regression (Versus)
Turno de oficio
Hace tiempo que no comienzo con una confesión (Braulio, por favor, ahórrate el bostezo) y las buenas costumbres no hay que perderlas: la verdad es que la música de Roque Baños me pasó completamente desapercibida mientras veía Regresión. Al menos, de manera consciente. Y esto resulta harto curioso por dos motivos fundamentales. El primero, porque era algo que no me sucedía recientemente. Y, más importante aún, porque sólo mientras veía/escuchaba los créditos me di cuenta de que gran parte del malestar que había sentido durante la proyección se debía a la música.
Por otro lado, tratándose de una película de Alejandro Amenábar, resulta difícil discernir cuánta implicación ha tenido en su banda sonora. Cuando era él mismo quien componía (con más o menos ayuda de terceros), siempre me lo imaginaba atemorizado de llegar al momento de sentarse ante el teclado. Tirándose de los pelos desesperado y sufriendo. Procrastinando hasta el infinito. Ahora, superada esa fase, sólo Dario Marianelli o Roque Baños podrían decirnos si ha dejado de tirarse de sus pelos para tirar de los de ellos.
En el caso de Regresión en concreto, la música sirve más para crear atmósferas que para narrar. Da una cohesión a esas escenas extrañas, de casas sucias y coches circulando por la pantalla. Una decisión completamente respetable desde el punto de vista creativo. Más, si cabe, teniendo en cuenta que a la película le falta forma y es la música la que nos transmite la inquietud y el desasosiego de los que carecen las imágenes. Además, Baños ha tirado de oficio y ha hecho eso que sabe hacer tan bien, tratando de divertirse por el camino, incorporando sonidos inesperados (o esperados) como ya hiciera en el remake de Posesión infernal. Una propuesta interesante musicalmente hablando. Sobre todo, teniendo en cuenta que recurre al lugar común y, sin embargo, logra sonar original.
Pero… Siempre hay un pero y me duele dejártelo en bandeja, Braulio; como música de cine, me ha faltado algo para que el conjunto funcione. Y de eso también me di cuenta durante los créditos. ¿Dónde había estado hasta entonces esa música que escuchaba ahora? ¿Por qué me interesaba más la historia que se me contaba durante unas letras que todo lo anterior?
Óscar Salazar
Directores compositores
Con todos ustedes, un hecho insólito. Hablamos del único crítico de bandas sonoras que “pone a parir” y alaba un trabajo, no a partes iguales, sino sin enterarse al final ni él mismo de si la obra se libra de la hoguera o no. Pero eso vamos a dejarlo. Lo destacado es que coincide con que hablamos del único director de cine capaz de hacer pasar por buenas, películas malas, y encima seguir viviendo de ello. Es Alejandro Amenábar, el director que compone. Quien para su última película ha contado, ya era hora, con el compositor español de mayor nivel y más avanzado currículo de toda la historia: Roque Baños.
El score de Baños para Regresión es tan frío como la propia película y, como bien dice, menos mal, mi partenaire, Monsieur Salazar, carece del necesario contrapunto cálido durante el metraje que le hubiera otorgado el hermoso tema que aparece durante los créditos finales. Lo que hay antes es un conjunto de músicas bien ejecutadas, clichés en su mayoría, muchos de ellos con el sello propio de Baños (coros femeninos o infantiles, ya en Frágiles, Intruders, Posesión infernal…). Ese contrapunto quizá hubiera aportado más contexto a las dudas del protagonista al enfrentarse a un personaje tan ambiguo como el de Emma Watson, engañoso más bien. Pero no fue así, en lo que más parece una decisión musical del director que del compositor. De Baños, al fin y al cabo, tenemos una larga lista de grandes trabajos que el 90% de las veces superan a los films a los que sirve. No así de Amenábar, cuyo goyesco éxito inicial, Tesis, dio lugar a una lista de películas o fallidas, como Ágora, o ininteligibles, como Abre los ojos. En esto, fíjate tú, se parece a Christopher Nolan. Si ningún espectador te entiende y sólo se queda con los fuegos de artificio, te mirará de abajo a arriba.
El caso es que el score se queda tan sólo en un mero “suscriptor” de escenas, en ocasiones incrementando el suspense del que carecen la mayoría de ellas en la película. Y así, todas las dudas que nos deja la música conciernen al campo de las ideas más que al de las técnicas: ¿Por qué no se ahondó, siempre musicalmente, en el juego religioso que por temática ofrece la película? Pregunta que se suma a la de por qué no se otorga más ambigüedad musical el personaje de Watson, y a otras que tienen que ver con el despego de la trama del personaje principal, que bien pudiera haber sido remendado, que no enmendado, por el score. Son cuestiones que atañen, no cabe duda, a la decisión del director, más que a la del compositor. Pero es que Amenábar, si bien ha dejado de ser un director que compone, sigue siendo un director compositor. Y así, la solución a sus problemas musicales y narrativos, aún sigue distante.
Braulio Fernández
Regression
01. Opening (1:35)
02. A Shattered Family (5:35)
03. John’s Regression (3:34)
04. Meeting At The Church (1:56)
05. Angela’s Statement (2:15)
06. Trouble Sleeping (2:08)
07. Pittsburgh (5:02)
08. In Roy’s Bedroom (5:26)
09. They’ll Kill Me (3:20)
10. The Black Mass (5:37)
11. Mom Was Followed (2:23)
12. This Is All For You (3:31)
13. Too Many Pieces (2:00)
14. Night Call (1:58)
15. A Way To Confuse You (3:11)
16. Secret Recipe (2:24)
17. Back To The Tapes (2:56)
18. This Is Science (3:22)
19. The Fight (1:36)
20. Evil Itself (2:58)
21. It’s My Fault End Credits (2:37)
Sello: Lakeshore Records
Formato: CD
Fecha de publicación: 30 de octubre de 2015