De tarde de otoño en tarde de otoño, uno se aventura a adivinar si James Horner, allá por 2009, era capaz de hacer algo tan bueno como las músicas que forjaba de la nada en los ochenta o noventa. Si John Williams aún no había escrito su mejor drama para Spielberg, en 2011. Y en pleno 2014, si el más que consolidado genio de James Newton Howard, tras un cuarto de siglo de carrera plagada de éxitos, estaba aún por firmar su obra maestra. Cuando esas cosas siguen sucediendo, uno firma la renovación de su contrato con la música de cine por una década más.
Maléfica – La Película
Maleficent (Maléfica, 2014) le daba a Howard una nueva oportunidad de explayarse en el género de la fantasía, que el compositor norteamericano tanto domina, como ha demostrado con sus tres partituras de Disney (Dinosaur, Atlantis, Treasure Planet) y un par de trabajos para Shyamalan (Lady in the Water y The Last Airbender), entre otras. En los años recientes, tan solo tres scores le han brindado el camino de la senda fantástica, con desiguales resultados, como son The Water Horse: Legend of the Deep, Nanny McPhee Returns y Snow White and the Huntsman. Mientras la primera se encuentra entre sus mejores obras, y la segunda sigue permaneciendo como una joya aún por descubrir por muchos, la tercera dejó un tanto fríos a los aficionados, y puede ser comparada a Maléfica en no pocas cosas, pero no en el resultado final de la banda sonora.
Lo primero porque si la de Blancanieves iba destinada a un público juvenil, Maléfica es para todos los públicos, en la máxima profundidad de la expresión, como en pocas ocasiones en los últimos años. Es una película al más puro estilo Disney, y por esa razón debemos volver de nuevo la vista a las tres obras que Howard compuso entre 2000 y 2002 para encuadrarla. La diferencia la marca la madurez, tanto del film, que en esta ocasión es de acción real, como del compositor, que a la vista de este score, está más preparado para hacer música de cine que nunca antes.
Y un detalle general más, que tiene mucha relevancia. La película tiene música desde el primer segundo y hasta el último, y lo que escuchamos en el disco, algo más de setenta minutos, se acerca a la plenitud de lo que ha sido compuesto para las imágenes, que no llegan a hora y media. Sin tampoco mucho diálogo, y con un despliegue visual francamente atractivo, a cargo del propio director, Richard Stromberg, anterior diseñador de producción de Tim Burton en Alicia y el país de las maravillas o James Cameron en Avatar, la música adquiere un papel totalmente protagonista. Así, los tres pilares de la película son ese diseño visual, Angelina Jolie, y James Newton Howard. Y eso ya no es muy usual estos días por Hollywood.
El caso es que la película ha recaudado más de 200 millones de dólares en Estados Unidos, y más de 700 en todo el mundo. Para que los estudios analicen a partir de entonces el resultado en taquilla de mucha música en pantalla, y muy buena. A la vieja usanza, además.
Maléfica – El Score
Howard acomete una faena en la que se sabe protagonista, y lo hace con mucha ambición. Gran orquesta, 130 músicos, con una sección de metales bien engordada, y casi 70 voces, hombres, mujeres y niños. Una paleta muy colorista, con fluido empleo tanto de la cuerda y el viento, por un lado, y los coros, por otro, con numerosos instrumentos solistas, de entre los que destacan el clarinete, la tuba, el cello, y voces solistas. Se incorpora además el oboe, un corno inglés, el harpa, y el celeste. Todo ello para tejer, en palabras del propio compositor, una banda sonora orquestal y coral, al estilo del viejo Hollywood, donde la electrónica ocupa un lugar muy aislado, tan solo para embellecer ciertos y puntuales elementos.
La estructura temática, la batalla donde se ganan casi todas las guerras de las bandas sonoras, es para la ocasión lo mejor de todo. Dos temas principales, absolutamente magníficos, y varios secundarios, todos ellos bien elaborados, sin abusar de su uso, o más bien todo lo contrario, y utilizados con astucia, como analizaremos a continuación.
Los dos principales temas no se asocian estrictamente a personajes, sino a conceptos, al modo de composición estructural de James Horner, por decirlo de algún modo. El tema con más “resueno”, el que muchos dicen “de Maléfica”, y que acompaña ya desde el inicio el relato de la historia, es el que Howard asocia a un estado de ánimo del personaje que interpreta Angelina Jolie, y que escuchamos en todo su esplendor en la pista Maleficent Flies. Cuando el espíritu de Maléfica se va enturbiando, el tema deja de aparecer, al menos en esta forma brillante, para regresar al final de nuevo rutilante (The Queen of Faerieland). Tiene dos frases bien definidas, la segunda de ellas más romántica, y que en ocasiones emplea en solitario (Aurora and the Fawn).
El tema adquiere entre medias, en ocasiones, una impronta épica, como en Battle of the Moors, o el espectacular Maleficent is captured del final. Se trata de un tema sin tacha, espléndido en composición y en ejecución, y de nuevo, hay excusa para decirlo, con un “feeling” a James Horner muy acentuado. Más aún, cuando sale el logo de Disney al inicio, y arrancan las primeras notas del tema, bien podría pensarse cualquier aficionado que se trata de una nueva obra de este otro compositor. Y no es un incumplido a la labor de Howard. Todo lo contrario, en su carrera, Maleficent suena a soplo de aire fresco, a pesar de todo, pero sobre todo, por el cambio estructural que ha llevado a cabo. Sea como fuere, el tema de la “Maléfica buena”, o jovial, es la punta del iceberg de todo el score, su frase más reconocible, y un tema que con justicia deberá ser recordado entre los mejores de James Newton Howard para siempre.
Su segundo tema es el que muchos asocian al príncipe Phillip, o al romance de éste con Aurora. Pero tampoco. De nuevo un concepto, el del “amor verdadero”, que es de lo que va la historia de Maléfica, y también de la bella durmiente, es el que identifica este segundo tema, que aparece bien representado en piezas como Prince Phillip, Phillip´s Kiss y con resolución final en True Love´s Kiss. Claro, tanto mentar a Phillip, personaje intrascendente para la historia donde los haya, que es fácil confundirse. Pero, ojo al spoiler, dado que el amor verdadero no es otro que el de Maléfica, no puede ser identificado más que como el tema del amor verdadero cuando resuena durante el beso que ésta le da a Aurora, y que la despierta del sueño.
Ahí Howard se muestra inteligente. Cuando Aurora y Phillip se juntan en pantalla, nos “engaña” con este tema de amor, muy dulce y bello, exquisito, para despistar sobre la importancia de esta relación. Cuando en la escena final Maléfica despierta a la bella, alguno podría pensar que se produce una incoherencia musical, cuando no es así. De nuevo, un tema expresa un sentimiento, un concepto, para aproximar al espectador a un estado de ánimo, y no busca una simple identificación musical.
Este segundo tema es tan brillante como el primero. Aunque menos explosivo, no menos emotivo. Una melodía riquísima, que se une a la larga lista de bellos temas compuestos por el autor desde los tiempos más remotos, Promised Land, o Alive, por recordar algunos ejemplos de los inicios de su carrera en los que la línea melódica era el pilar narrativo de su trabajo.
A estos dos temas se le añaden numerosos motivos secundarios, y más aún, embellecimientos corales y orquestales por doquier, que hacen de la escucha del disco una auténtica orgía musical. Hablamos de una obra maestra, no hay descanso. Los motivos secundarios sirven, esta vez sí, para identificar, por ejemplo, la ciénaga donde vive Maléfica, con coros, harpa, y piano, todo sustentado por cuerda, al inicio de Maleficent Flies, y en el corte final antes mencionado The Queen of Faerieland. En Aurora in Faerieland, además del gracioso y hermoso juego de voces, con progresiones de cuerda muy del estilo del compositor, aparece una breve melodía de cuerda que bien podría considerarse un homenaje de Howard a James Horner, como referencia que es de esta partitura, por razones ya expuestas, y que van desde lo conceptual, hasta lo melódico. Se trata de un “cameo” en toda regla de ese “temilla horniano”, que primero surgió en 1992 en Sneakers, pasó por Apollo XIII, Titanic, hasta popularizarse con Enemy at the Gates, y que muchos asocian con The Schindler List. (Ir a 3:52 del corte 13 para comprobarlo)
Los humanos reciben todo tipo de sonidos de viento metal, desde la trompeta a la tuba, con cortas fases de exaltación, que unidas a coros masculinos presentan musicalmente la amenaza de los protagonistas (Path of Destruction) y hasta las criaturas del bosque que defienden la ciénaga a la orden de Maléfica son reunidas en torno a un brillante motivo temático escuchado en The Army Dances y como cierre esplendoroso con giros de metales en The Queen of Faerieland. De nuevo otra marca de la casa Horner.
Existen entre medias pasajes de maravillosa contemplación, como al inicio de Aurora in Faerieland, que señalan al Howard más reciente, pero en muchos otros tramos nos encontramos a un compositor más en relación con su etapa de los noventa, que con sus últimos trabajos, en dura competencia por sonar diferente, nuevo dentro de sus cánones, y finalmente consiguiéndolo.
A todo este redondeo que hace del score una rutilante obra maestra, no me cansaré de decirlo, contribuyen numerosos pasajes con instrumentos solistas, desde el piano (que efecto más bonito el de su uso para remarcar la soledad del personaje), el cello, la flauta, voces solistas e incluso la tuba, de forma atrevida, pero creando personalidad en el conjunto del trabajo. El resultado final es fantástico, empujando la calidad de la película, que debe ser admirada como un deleite visual y musical, más que como narrativo. Quizá incluso pueda decirse que el mayor logro de esa narración provenga de la mente de James Newton Howard.
Conclusión
En definitiva, que Maleficent es un score para enmarcar, y una pieza que difícilmente será olvidada, con tantos aciertos, tanto tino, y sin error. Un equilibrio perfecto entre lo nuevo y lo viejo, que harán las delicias de cualquier aficionado a la música de cine, salvo a aquellos a los que no les guste sin saberlo la música de cine, o aún peor, a los que les haya dejado de gustar tanto como al principio. Para los demás, Howard extiende un contrato de reenganche por un montón de años en adelante.
- Maleficent Suite (6:39)
- Welcome To The Moors (1:05)
- Maleficent Flies (4:40)
- Battle Of The Moors (4:59)
- Three Peasant Women (1:05)
- Go Away (2:26)
- Aurora And The Fawn (2:29)
- The Christening (5:31)
- Prince Phillip (2:29)
- The Spindle’s Power (4:36)
- You Could Live Here Now (2:27)
- Path Of Destruction (1:48)
- Aurora In Faerieland (4:41)
- The Wall Defends Itself (1:06)
- The Curse Won’t Reverse (1:21)
- Are You Maleficent? (2:11)
- The Army Dances (1:28)
- Phillip’s Kiss (2:21)
- The Iron Gauntlet (1:35)
- True Love’s Kiss (2:33)
- Maleficent Is Captured (7:42)
- The Queen Of Faerieland (3:25)
- Once Upon A Dream – Lana Del Rey (3:20)
