Análisis
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Género
Comedia, Drama, Musical, Romance
Lo mejor
Todo, un clásico instantáneo
Lo peor
Nada

La La Land

2016

Sobre la Película…

La historia de La La Land nos sitúa en la ciudad de Los Ángeles de ahora (de ahí el título de La La Land, abreviatura con la que se conoce a la ciudad de las estrellas), una ciudad en la que jóvenes errantes caminan en busca de sus sueños y de hacer un hueco en el complicado mundo del espectáculo. Él teclista de jazz, ella actriz. Las vidas de estos dos jóvenes “soñadores” (Emma Stone y Ryan Gosling) confluirá una calurosa tarde de verano y desde ese momento sus caminos quedarán indisolublemente ligados (para lo bueno y para lo malo). Juntos compartirán sus ambiciones, también sus frustraciones y tendrán en el hombro del otro un lugar en el que llorar ante las continuas abatidas de su destino profesional. Descubrirán el amor y que, a veces, la vida es un camino de doble dirección en el que tomar una ruta significa renunciar a otras aspiraciones tan grandes y tan hermosas (más incluso) como las que en un principio se habían trazado.

Durante las últimas décadas ha habido muy pocas películas que podamos incluir dentro de la lista de grandes éxitos tanto desde un punto de vista musical como cinematográfico. Tendríamos que remontarnos a Moulin Rouge en el año 2001, musical que marcó a varias generaciones de cinéfilos y no tan cinéfilos, para recordar algo que tuviese tal grado de calado en la población ya que la oscarizada Chicago (Rob Marshal, 2002) fue acogida de forma algo tibia tanto por crítica como por público. Hablamos pues no sólo de un gran musical (el gran musical de la era postmoderna) sino en todo un fenómeno de masas que hoy, mes y medio después de su estreno, sigue arrastrándonos a legiones de curiosos a las salas de cine y convirtiendo su visionado en todo un acontecimiento y carne de conversaciones.

A este nivel de éxito podríamos pensar incluso en Titanic en 1997 como claro ejemplo de película de amplia repercusión mediática, donde tanto película como banda sonora alcanzaron cotas de popularidad inigualables. Hoy, 20 años después de esta última, y también con ni más ni menos que 14 nominaciones a los Oscars, La La Land nos regala un nuevo fenómeno sobre el que debatir, un nuevo espectáculo que ya está dejando su marca en la gente más joven y una banda sonora cuyas canciones no dejan de ser tarareadas y retransmitidas en los distintos diales.

Damien Chazelle, director de la película, escribió el guión de la película mientras estudiaba en la Universidad de Harvard con el compositor de la película Justin Hurtwitz(y del que se hizo íntimo amigo) terminándolo en 2010. En esta época Chazelle apenas era conocido (sólo había realizado la película Guy and Madeline on a Park Bench en 2009) y ningún estudió estaba dispuesto a financiar una película de corte tan vintage y que resucitase un género ya “muerto” como el musical, de reminiscencias  puramente clásicas además. Sería el éxito de su anterior película en 2014 Whiplash la que le abriese las puertas para que productores y demás gente del cine quisiesen contar con él para llevar a cabo esta disparatada historia de alocados números musicales y que tenía como enfoque principal el de un género también denostado hoy en día como el jazz (otro hándicap en el Hollywood de los superhéroes y de los grandes efectos especiales). Así nació La La Land, en una cafetería como dice él, con los productores Fred Berger y Jordan Horowitz como testigos y fundamentando su estilo ni más ni menos que en un amor incondicional al cine de antes.

Y aunque las reminiscencias a los grandes clásicos del género está siempre presentes Chazelle en todo momento quiso hacer algo moderno que confrontase en su intrahistoria lo de antes con lo de ahora. Y es que La La Land no es tan enteramente optimista como aquellas películas, siempre abocadas a resoluciones fáciles y felices. Este es el primer gran acierto de Chazelle: en darle esa pose amarga y realista que se puede dar en cualquier drama de hoy pero sin perder de vista la vitalidad, buen rollo y ese carácter de ensoñación que aquellas películas transmitían. La película así resulta triste y melancólica a la vez que vivaracha y alegre, locuaz a la vez que bohemia.

Las dosis dramáticas tal vez sean el principal (y único) hándicap de la película pues mientras la primera parte está pletórica de glamour y carácter festivo la segunda resulta mucho más adusta y melodramática desapareciendo casi por completo los números musicales y centrándose en las vidas que siguen ambos personajes tras su separación con puntuales canciones de corte más melancólico.  Con ello se rompe el frenético ritmo llevado hasta ese momento hasta que un esplendoroso epílogo desde ya erigido en todo un clásico rescata a la película y la lleva a los altares del Olimpo cinematográfico convirtiéndola, por qué no decirlo, en ya todo un referente del cine actual y sí, también en un clásico.

Es, definitiva, un homenaje de principio a fin. Una sucesión de momentos fantásticos que pasarán a la historia del cine, y que rinden tributo al cine clásico y no tan clásico, a los musicales, al jazz, a los actores, a los músicos que no se quieren vender, a los soñadores… a la vida en general.

Influencias de La La Land (por Daniel Fernández Iniesta)

Para entender la génesis de esta película antes de nada tenemos que hacer una breve mención a los inicios artísticos de Damien Chazelle como baterista de jazz en la Princeton High School (allí conocería y en lo posterior formaría equipo cinematográfico con Justin Hurwitz  aunque sería este último quién finalmente se dedicase profesionalmente a la música). Su amor por esta disciplina musical sería la que le impulsaría a convertirla en protagonista fundamental de sus tres únicas películas y en uno de los motivos por los que se dedica al cine.

Antes de comenzar nuestra exposición cabe resaltar que la película, pese a transcurrir en la época actual, está deliberadamente fotografiada, decorada, vestida, musicada y, en definitiva, ambientada bajo una prisma retro que le da un acertado toque anacrónico que intuitivamente nos traslada a la época de las películas clásicas a las que Chazelle pretende rendir tributo.

Las múltiples y variadas referencias de La La Land a distintos musicales y películas de la época es uno de sus sellos de distinción aunque, en palabras del director,éste nunca quiso hacer un ejercicio de nostalgia o retrospectiva sino algo nuevo y fresco que jugase con los elementos de un género del que se ha declarado abiertamente entusiasta: “Lo que me hizo enamorarme de los musicales es que te agarran por sorpresa y te conmueven como las películas más realistas son incapaces de hacerlo”.

El director estadounidense siempre ha considerado al musical como un género revolucionario y  en cierta manera trasgresor que rompió muchas de las reglas establecidas poniendo repentinamente a los protagonistas de una historia a cantar y bailar. A ello le unió el intimismo de una historia romántica pero no con el fondo (y resolución) completamente optimista y positivo de las películas de antes sino añadiendo el sabor amargo a su mezcla y de ese experimento salió La La Land: “He querido combinar la ridiculez intrínseca del género, que hace que los personajes se pongan a bailar en medio de la autopista, con una historia de amor muy íntima que no tiene por qué acabar bien”.

Chazelle también quiso que su película se diferenciase del resto de musicales a los que hace referencia, especialmente los de Gene Kelly: “Busqué algo en lo que ‘La La Land’ pudiera destacar sobre ellas. Si los números musicales de Gene Kelly incluían cuatro cortes de montaje, yo quise que los míos no tuvieran ninguno”.

*Declaraciones obtenidas de “El Periódico”  (entrevista de Nando Salvá)

Queda sí probado la fascinación del director por el género y no sólo eso, si no su gran conocimiento del cine clásico y capacidad para integrarlo en una película que, pese a esos contados guiños, se convierte en algo completamente nuevo y con vida propia.

Uno de los homenajes más palpables es el que hace a Rebel Without a Cause (Nicholas Ray, 1955). Una de las escenas más emblemáticas de esta película es la que transcurre al final en el famoso observatorio Griffith dónde Chazelle curiosamente rodó solo los exteriores ya que no le permitieron acceder al interior del famoso planetarium. En el citado lugar se da una de las escenas más icónicas del cine romántico clásico y es en ese lugar dónde el amor entre Mia y Sebastian alcanza su zénit romántico. Otra de las coincidencias es el hecho de que en una de la audiciones de Mia la trama a interpretar es exactamente igual a la a de la película de Ray y la chupa roja que lleva es muy similar que la que llevaba James Dean en esa película y que se convirtió en uno de los elementos icónicos de la película.

Casablanca (Michael Curtiz, 1942) también tiene su carga de protagonismo dentro de la película y no sólo por la omnipresencia de Ingrid Bergman a lo largo de la película a través de distintos carteles sino por un final que recuerda mucho a aquella: no sólo no hay una consumación de la relación entre ambos personajes sino que previamente el personaje de Ilsa (Bergman) se presenta cuatro años después en el club de Rick (Humphrey Bogart) después de verse por última vez, justo el mismo tiempo que transcurre hasta que Mia vuelva a ver a Sebastian tras un tiempo separados y, curiosamente, también en un club de jazz. En uno de los paseos de Mía y Sebastian por los estudios dónde ésta trabaja ella le enseña el balcón  desde el que se asoman los dos míticos actores para contemplar París en la película del 42 en otro claro guiño cinéfilo.

La famosa actriz sueca hará presencia de forma muy sucinta a lo largo de la película: en un póster en la habitación de Mía y en un cartel a la salida del hotel donde se aloja con su marido en el final de la película. La actriz sueca alcanzó el mayor de los reconocimientos a nivel profesional (incluidos tres oscars) pero nunca llegó a ser feliz a nivel personal. Parece como si el director nos quisiera hablar del futuro de Mia, que al fin ha alcanzado la fama, pero que añora la posibilidad de una vida que ya nunca será. La devoción y la admiración por Ingrid Bergman es llevada a tal extremo que la diseñadora de vestuario Mary Zophres basó muchas de las indumentarias de Mia en trajes de época llevados por la actriz (también de otras estrellas como Grace Kelly o Katherine Hepburn se basaron varios diseños). En este apartado cabe destacar también el traje que Mia lleva en su primera audición claramente inspirado en el de Judy Garland en A Star is Born (George Cukor, 1954) en el que es otro travieso guiño premonitorio de en que se convertirá nuestra joven protagonista.

Ya adentrándonos en el terreno de los musicales habrá uno que cope muchas escenas y se convierta en el más icónico dentro de la película. Singin´ In The Rain (Stanley Donen & Gene Kelly, 1952) tiene un claro protagonismo en la escena en la que Mia y Sebastian flirtean por primera vez buscando el coche de ella mientras anochece en Los Ángeles. La escena, una de las más hermosas de la película tiene como telón de fondo un anochecer, tal como ocurre en la película de Donen y Kelly pero ésta vez ese fondo de azules vespertinos forma parte del atrezo de un set de rodaje. También da la coincidencia que es la primera vez que los personajes de Gene Kelly y Debbie Reynolds coquetean de una forma más formal y la coreografía que posteriormente se marcarán es muy similar a la que Mia y Sebastian desarrollarán durante la citada escena. Y, por si ello fuera poco, la mítica escena de Gene Kelly contorneándose en una farola mientras canta la conocida canción de la película encuentra su sucedánea también en esa misma escena con Ryan Gosling.

Ahí no cesan las referencias pues la escena en la que los dos tortolitos pasean por los estudios mientras de fondo advertimos los ensayos de algunas películas tiene también su alter ego en el momento que los personajes de Kelly y Donald O´Connor van discutiendo por los set de rodaje de los estudios Monumental Pictures (ahí desarrolla buena parte de la trama de Singin´ In The Rain) mientras contemplamos de fondo, a modo de segunda pantalla, como los actores también ensayan las escenas de películas. La colorida coreografía del número final de la peli en la que un joven bailarín llega a Nueva York en busca de fortuna unido a los luminosos que adornan las calles de Broadway tienen sus referentes en el epílogo de La La Land y en la escena en la que las chicas se van de marcha, respectivamente.

Este epílogo del que hablamos estará plagado de múltiples referencias cinematográficas y entre las más populares se encuentran los de la película que a continuación nos ocupa. Chazelle rinde un sentido y fastuoso homenaje a An American in Paris (Vincente Minnelli, 1951) en un epílogo tan mágico, imaginativo y colorido como el de aquel.  Al igual que éste la escena en sí constituye la expresión de un sueño y al igual que aquel la música toma completo protagonismo junto a las animadas y dinámicas coreografías acompañadas de momentos más románticos e íntimos. La música también hará un barrido de los temas expuestos en la película y el fondo pictórico sobre el que transcurre la escena también será otra seña que la identifique con la película de Minnelli potenciando la sensación de ensoñación de ambos momentos.

West Side Story (Robert Wise& Jerome Robbins, 1961) será otro claro ejemplo de los que Chazelle tome algunos elementos prestados. El momento en que Tony (Richard Beymar) canta el tema María mientras lo vemos caminar de frente por la ciudad en una suerte de atardecer muy similar (colores violáceos muy pálidos) al que ubica a Ryan Gosling en el paseo de una playa mientras canta por primera vez el tema City of Stars. Más evidente es la escena en la que María (Natalie Wood) se prepara para su cita con Tony jugando con los tules que tiene a su alcance a la vez que canta y baila teniendo su sucedánea en La La Land en el instante en el que Mia y sus amigas también se preparan para salir de fiesta mientras coquetas y marchosas simulan vestirse con el mobiliario que tienen en la habitación a la vez que cantan el tema Somewhere in the Crowd. En esta misma escena también hay algunas reminiscencias a Grease (Randall Kleiser, 1978) en el momento en la que las chicas tontean y fantasean sobre sus citas a la vez que juegan con pelucas y cantan la canción Look At Me, I´m Sandra Dee.

Muy puntuales resultan las referencias a otras películas emblemáticas del género como Broadway Melody of 1940 (Norman Taurog, 1940) en la que los protagonistas bailan sobre un ficticio cielo estrellado en la escena del planetarium, algo muy similar a lo que ocurre en Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001) bajo la cuál intuimos Luhrmann se basó o incluso de Sleeping Beauty (Clyde Geronimi, 1959) en la que los enamorados protagonistas simula bailar sobre una nube. Habíamos comentado que la escena del paseo al caer la tarde en la que Mia y Sebastian se marcan un pizpireto y gracioso baile toma su referencia en la coreografía de Singin´ In The Rain pero, a su vez, los pasos que siguen son muy similares a los de la mítica The Band Wagon (Vincente Minnelli, 1955).

También la película Shall We Dance? (Mark Sandrich, 1937) encuentra su referente en el instante en el que ambos (en esa misma escena) con un juguetón movimientos de piernas y sentados en un banco están a punto de comenzar su baile. Bob Fosse, uno de los padres de los musicales modernos, no podría dejar de estar presente en una película que rinde tributo a éstos y una de sus obras más emblemáticas Sweet Charity (Bob Fosse, 1969) encuentras su pequeño guiño en el momento que las chicas ataviadas con vestidos cortos de distinto color salen en busca de alguien que se fije en ellas para contratarlas como actrices mientras contornean sus vestidos y se marcan una animada coreografía. En Funny Face (Stanley Donen, 1957) Audrey Hepburn sostiene unos globos de colores delante del Arco del Triunfo de París cosa que también hace Emma Stone en uno de los ensayos de sus películas.

Pero, aunque parezca paradójico, la influencia más determinante de La La Land viene del cine francés y, más concretamente, de uno de sus directores. En múltiples entrevistas Chazelle ha declarado a Jacques Demy como principal fuente de inspiración de su cine, de hecho durante los seis años que duró la escritura del guión de La La Land  se vieron continuamente en su casa las películas del director francés. El ya clásico número de arranque en la autopista toma sus referentes del también arranque de Les Demoiselles de Rochefort (Jacques Demy, 1967) pero es el propio núcleo de la historia narrado (y pautado) durante las cuatro estaciones del año la que toma denominación de origen del musical por excelencia del cine galo Les Parapluies de Cherbourg (Jacques Demy, 1964). Ésta es considerada por Chazelle cómo su película favorita y el impulsor definitivo de que La La Land se realizase.

Las similitudes no sólo se encuentran en la propia esencia romántica de la historia (un amor idílico destinado a una resolución no feliz)  sino en guarecer en su esencia el mismo cuerpo y alma del jazz siendo Michel Legrand(compositor de aquellas dos películas de Demy), por otro parte, el gran referente en el apartado musical. También el juego que se establece constantemente con coloresen movimientoes otra seña de identidad con la peli francesa. Una pequeña instantánea de este cine también la encontramos en Le Ballon Rouge (Albert Lamorisse, 1956) en la que por un momento vemos a un niño sostener un globo rojo en la escena del epílogo.

Pero la devoción de Chazelle va más allá de las propias referencias escénicas y la habitación de Mía se emborracha de póster de pelis clásicas entre los que se incluyen Lilies of the Field (Ralph Nelson, 1963), The Killers (Robert Siodmak, 1946) y The Black Cat (Albert S. Rogell, 1941). Todo un tributo, toda una carta de amor, en definitiva, al séptimo arte.

Sobre La Banda Sonora…

La La Land es la película soñada por cualquier compositor: una banda sonora donde tanto las canciones como la música adquieren un protagonismo absoluto y el compositor puede desarrollar su talento libremente con las menores restricciones posibles. En conjunción con las imágenes la música logra alcanzar una potencia y una vitalidad que instintivamente te impulsa a levantarte de la butaca del cine, ponerte a bailar con sus pegadizas canciones e inspirados números musicales y disfrutar de la alegría de vivir.

Hacía mucho tiempo que un musical no alcanzaba tales cotas. Moulin Rouge lo conseguía sin pestañear pero (y no pretendo desprestigiar ni mucho menos a la película de Baz Luhrmann) lo hacía readaptando éxitos preexistentes (a excepción de la fabulosa canción “Come What May”) y con una base musical ya hecha. Se trataba de una fórmula fantástica donde destacaba la labor de un gran Craig Armstrong haciendo las veces de arreglista, sin embargo, resultaba menos arriesgada en lo musical que el caso que nos ocupa. La La Land parte de cero y consigue temas y canciones musicales que se quedan clavados en el subconsciente una vez has abandonado la sala.

Justin Hurtwitz, amigo personal de Chazelle y del que ya compuso la música de sus dos anteriores películas (Guy and Madelineon a Park Bench y Whiplash, de la cuál os emplazamos a leer su reseña), es el encargado de orquestar esta complicada empresa cuyos resultados están dejando a medio planeta boquiabierto.

Al igual que aquellas el jazz vuelve a tener un protagonismo fundamental tanto en el apartado musical como argumental. En lo musical tomándolo como base de muchas canciones y muchos temas y en lo argumental trazando un sutil acto reivindicativo de su existencia. Sin lugar a dudas, éste ha sido uno de los géneros más versátiles de la historia del cine capaz de musicar tanto a un melodrama, una comedia, un thriller como incluso a un western y vuelve a encontrar su razón de ser dentro de esta película. En efecto, Chazelle reivindica esta forma de música ya perdida desde el mismísimo corazón de la historia exponiendo a su protagonista a las nuevas corrientes musicales más poperas forzándolo a readaptarse o seguir tocando para minorías en garitos de mala muerte. Es una parte que tienen mucho de autobiográfica de su director y que habla de su devoción por esta corriente musical.

Análisis de la Partitura y las Canciones

En cuanto al análisis, se apreciarían los siguientes bloques temáticos para la partitura y las canciones:

1)      Tanto el disco como la película comienzan con la fantástica canción Another Day of Sun. Energía positiva y optimismo a raudales se dan cita en este tema que es todo un canto al carpe diem y que, de forma premonitoria, da contestación al (­¿triste?) final de la película: cuando algo o alguien te defraude, siempre volverá a salir el sol. Y es precisamente por esta razón por la que en los créditos finales aparece inmediatamente la versión instrumental de dicho tema, levantando el ánimo del espectador y ofreciendo un contrapunto al melancólico al tema de amor (al menos a la última versión que escuchamos de éste).

El uso del tema no se queda solo ahí, ya que Hurwitz le da continuidad e intencionalidad en la película: si bien el brillante número musical de apertura sirve para meter en situación al espectador, ese mensaje optimista y de vitalidad de Another Day of Sun es recapitulado en la siguiente canción, Someone in the Crowd, donde Mia se va con sus amigas a una fiesta, donde irradia la felicidad (estos dos primeros números, además de compartir bloque temático, son los únicos números donde asistimos a dos piezas musicales de envergadura, llena de coreografías y bailarines por doquier, ya que el resto de números musicales son más de carácter íntimo). Esta canción va precedido, en orquestal, por la brillante pieza que tiene lugar en el apartamento de Mia y sus amigas, Bathroom Mirror / You’re Coming Right?, pieza alegre y desenfadada, donde la guitarra marca el ritmo de avance.

Incluso prolonga la intencionalidad con Mia, proporcionando un melancólico momento cuando Sebastian toca una parte del Another Day of Sun en Engagement Party, evocando a través del piano la figura de Mia con éste tema que, de alguna manera, se asocia a ella por su vitalidad (aquí inexistente). También tenemos una magnífica versión jazzística de este tema en It Pays (Merece la Pena) o más calmada y delicada en Chicken on a Stick, a través de la celesta.

De alguna manera podría asociarse este tema a Mia y su constante búsqueda del éxito profesional (no te preocupes, habrán más oportunidades, más audiciones… más días de sol).

2)      El tema principal (y de amor) lo escuchamos por primera vez en Mia & Sebastian’s Theme. Mia es atraída por las suaves notas a piano de una melodía tan bella y radiante como melancólica. Sebastian deja de lado el repertorio navideño que le obliga a tocar su jefe y libera sus dedos para ofrecernos el presente tema con un resplandeciente final jazzístico. La sensación que termina por dejar, más allá de la belleza, dista de ser alegre y optimista.

Sebastian toca un tema que en principio tiene carácter reivindicativo (ya que su jefe le ha prohibido tajantemente tocar cualquier pieza fuera de repertorio), pero también representa su estado de ánimo con respecto a la música: la belleza del tema representa su amor por el jazz y la melancolía del mismo nos muestra su tristeza por la “muerte” de este tipo de música entre el gran público.

Cuando Sebastian toca el tema no está pensando en Mia (ya que no la conoce) sino en la música que él ama y que no le dejan tocar (aunque el guión, con dos pinceladas, nos describe a un tipo emotivo y sensible). Sin embargo es esta clara muestra de amor (la belleza del tema) la que atrae a Mia, y hace nacer en ella un sentimiento instantáneo que la vincula al protagonista.

En este momento el tema pasa a formar parte de los dos: la belleza representará una bonita historia de amor (o la preciosa historia de amor que podría haber sido, que alcanza su plenitud en el corte Planetarium, una auténtica delicia visual que a modo de waltz nos muestra el tema de amor en su mejor y más bella expresión (es un momento donde la película silencia cualquier sonido ambiente, convirtiéndose en el hilo narrado, adquiriendo la música su estilo más clásico)

3)     Un segundo tema de amor, A Lovely Night: este hace incapié en la difícil relación entre ambos protagonistas, evidenciando el mal pie con el que han empezado. Sin embargo el carácter alegre de la música logra liberar la tensión experimentada con anterioridad.

La canción no aparece hasta más adelante, pero sin embargo el compositor ya nos lo anticipa musicalmente, como en Stroll Up the Hill (paseando por la colina) o There the Whole Time / Twirl, donde Hurwitz comienza a esbozar los momentos previos al brillante número musical de A Lovely Night.

De alguna manera, el primer y segundo tema de amor (éste último juguetón, que responde al momento radiante que vive la pareja, a ese flirteo inicial, que dista de ese enamoramiento que sufre Mia al ver a Sebastian al piano) se dan la mano, son primos-hermanos, y en algunos momentos son casi similares, pero se aprecia perfectamente las texturas de ambos, pero de repente… todo parece fusionarse.

Evidentemente, esta es el leitmotiv principal de la película, que acompañará a ambos hasta el final de la película, adquiriendo un carácter más delicado o vitalista según los diferentes momentos que atraviese la relación.

Las escenas del Teatro Rialto (especialmente la versión rítmica y jazz del Rialto at Ten) contrastan con el mejor tratamiento del segundo tema de amor, que no es otra que la vitalidad del maravilloso corte Summer Montage / Madeline (con ese tono jazz alegre estilo Marc Shaiman).

Mención aparte para el bellísimo You Love Jazz Now, una especie de rendición del personaje de Mía ante su reticencia inicial al jazz, donde celesta y piano dialogan con flauta de por medio.

4)   City of Stars, considerada por muchos la canción principal del filme, nos regala uno de los momentos musicales más intimistas. Si antes hablábamos del tema de amor, en este caso tendríamos que hablar de la canción dedicada a los sueños de ambos, en especial el de Sebastian, quien nos introduce la canción a tal efecto, y que acaba convirtiéndose en un nexo de unión entre ambos, sus sueños, que también se dan la mano con el momento sentimental de la pareja. Mia y Sebastian cantan, en esta ocasión claramente en directo, una versión a piano de la que en principio parece (y puede ser) una canción asociada al amor, porque ambos confluyen, porque parece ser que el amor les une… pero también les une sus ambiciones, sus sueños, sus metas.

Previamente ya había hecho su aparición en la escena en la que Ryan Gosling canta sólo en el muelle después de haber conocido a Mia. Musicalmente no tiene tanto desarrollo a lo largo de la película, pero adquiere especial entidad y fuerza durante los espacios que se le reserva, destacando su versión instrumental en Epilogue, en concreto en el delicado y bello tramo final, donde de forma delicada nos da información sobre lo bonito que hubiera sido compartir los sueños con el amor, pero no se puede tener todo en la vida…

Destacar dos piezas, Mia Hates Jazz (donde este tema hace aparición de forma delicada para la conversación que tienen Mia y Sebastian sobre el jazz) y Boise, una pieza jazzística basada en el City of Stars, suena cuando ambos van a cenar en casa, a modo de source music en el apartamento, y acaban discutiendo sobre sus sueños. Uso diegético con intencionalidad.

5)     Start a Fire es una canción cantada por John Legend (quien tiene un papel en la película) en lo que es un guiño a las nuevas generaciones además de un punto de inflexión que confrontará a Sebastian en su negativa de tocar otra clase de música distinta a la que lleva haciendo. Es decir, representa todo lo nuevo, las nuevas técnicas, las nuevas voces, los nuevos estilos. En definitiva, el paso del tiempo.

6)      La última canción es Audition (The Fools Who Dream), siendo para un servidor la más bella dentro de la película. Tras múltiples fracasos en castings de todo tipo, Mia es empujada por Sebastian y se da a sí misma una última oportunidad. La letra homenajea a los soñadores, personas como Mia y Sebastian, o Chazelle y Hurwitz, que, aunque son llamados locos por soñar con los ojos abiertos, terminan luchando por lo que quieren. Muchos no han reparado en un detalle con respecto a este tema. Y es que la melodía de los “soñadores” no aparece por primera vez en esta parte final del filme. Si hacemos memoria podríamos reparar en su presencia durante la primera mitad del metraje, y es que aparece durante el paseo que dan los protagonistas recorriendo las instalaciones de la Warner Brothers mientras hablan (cómo no) de sus sueños. Elegantemente, en el disco se titula Bogart & Bergman, creando un evidente símil entre la pareja y los míticos protagonistas de Casablanca.

No obstante, en algunos pasajes de esta bella canción se esconde el tema de amor, donde la tenacidad de Sebastian ha tenido que ver para que Mia tenga la audición definitiva.

7)     En Epilogue (Y Si…) encontramos la conclusión, la gran escena final que muy probablemente trascenderá a la historia del cine. En él se hace un repaso completo de todos los temas centrales del filme.

Justin Hurwtiz recopila temáticamente toda la partitura Precisamente al inicio de este último corte aparece una divertida variación donde se combina el tema de amor con el ritmo y vitalidad de Another Day of Sun, devolviéndonos así al inicio de la historia en una especie de retrospectiva de lo que ha sido esta historia.

Ambos temas de amor hacen acto de aparición, donde brilla especialmente el A Lovely Night en versión rítmica (jazz de kilates), con un magnífico solo de trompeta que sirve de puente para el waltz del tema de amor del planetarium, coro incluido, que es una auténtica delicia orquestal.

Acto seguido, el piano nos ofrece una delicada versión del City of Stars para acabar cerrando con un tono melancólico del tema de amor de Mia y Sebastian, esas primeras notas que dieron lugar a una de las más bellas y a la par tristes historias de amor, concluyendo con un clímax orquestal maravilloso.

Afortunadamente, para volvernos a situar en escena, y cerrar el ciclo, director y compositor cierran la película y partitura con unos end credits que recogen de forma orquestal la alegría, vitalidad y ritmo del Another Day of Sun.

En The End escuchamos el tema en su versión más apagada. La llama aún está viva pero no tiene la fuerza de antaño. Mientras, vemos a Mia y a Sebastian hablándose con la mirada en una despedida en la que sobran las palabras.

8)      La source music, como en Whiplash, es parte inevitable (y maravillosa) de la película, y en el disco viene representada en cortes que beben de la fuente de motivos creados por Hurwitz (como el Herman’s Habit, una pieza infecciosa de jazz con el tema de amor como elemento conductor) o el brutal y rítmico Cincinnati.

Conclusión

No es inmerecido ni el reconocimiento ni la popularidad ni el aplauso que ha despertado esta película y su banda sonora; ha recolectado aplausos, elogios y premios, y el Oscar, merecido a todas a luces, ha sido el último de ellos.

La La Land es ya, desde hoy, una película de culto, que envejecerá perfectamente y que servirá de referente para entender el cine moderno, que a su vez se explica por el mimo y cariño que han tenido director y compositor por el cine clásico.

La La Land, o lo que es igual, cine en estado puro. Sus seis galardones así lo atestiguan, destacando mejor director, mejor compositor y mejor canción.

Especial Agradecimiento a Daniel Fernández Iniesta

La La Land

01. Mia Gets Home (00:25)
02. Bathroom Mirror / You’re Coming Right? (01:22)
03. Classic Rope-A-Dope (00:45)
04. Mia & Sebastian’s Theme (01:36)
05. Stroll Up The Hill (00:48)
06. There The Whole Time / Twirl (00:44)
07. Bogart & Bergman (02:11)
08. Mia Hates Jazz (01:10)
09. Herman’s Habit (01:51)
10. Rialto At Ten (01:39)
11. Rialto (00:28)
12. Mia & Sebastian’s Theme / Late For The Date (01:29)
13. Planetarium (04:19)
14. Holy Hell (00:41)
15. Summer Montage / Madeline (02:04)
16. It Pays (02:11)
17. Chicken On A Stick (01:39)
18. City Of Stars / May Finally Come True (04:17)
featuring Ryan Gosling & Emma Stone
19. Chinatown (01:22)
20. Surprise (01:30)
21. Boise (01:13)
22. Missed The Play (00:36)
23. It’s Over / Engagement Party (01:34)
24. The House In Front Of The Library (00:30)
25. You Love Jazz Now (00:50)
26. Cincinnati (02:06)
27. Epilogue (07:38)
28. The End (00:46)
29. Credits (03:39)
30. Mia & Sebastian’s Theme (Celesta) (01:25)

Duración total: 52:48 minutos
Compositor:Justin Hurwitz
Sello: Interscope
Formato: CD
Fecha de publicación: 16 de Diciembre 2016

La La Land (the album: Songs)

01. Another Day Of Sun (03:48)
performed by all La La Land Cast
02. Someone In The Crowd (04:19)
performed by Emma Stone, Callie Hernandez, Sonoya Mizuno & Jessica Rothe
03. Mia & Sebastian’s Theme (01:37)
composed by Justin Hurwitz
04. A Lovely Night (03:56)
performed by Ryan Gosling & Emma Stone
05. Herman’s Habit (01:51)
composed by Justin Hurwitz
06. City Of Stars (Pier) (01:51)
performed by Ryan Gosling
07. Planetarium (04:17)
composed by Justin Hurwitz
08. Summer Montage / Madeline (02:04)
composed by Justin Hurwitz
09. City Of Stars (02:29)
performed by Ryan Gosling & Emma Stone
10. Start A Fire (03:12)
performed by John Legend
11. Engagement Party (01:27)
composed by Justin Hurwitz
12. Audition (The Fools Who Dream) (03:48)
performed by Emma Stone
13. Epilogue (07:39)
composed by Justin Hurwitz
14. The End (00:46)
composed by Justin Hurwitz
15. City Of Stars (Humming) (02:43)
composed by Justin Hurwitz & featuring Emma Stone

Duración total: 52:48 minutos

Compositor:Justin Hurwitz
Sello: Interscope
Formato: CD
Fecha de publicación: 09 de Diciembre 2016