John Carter
Por mi compañero (Carlos Mulas) conocía de la existencia de una serie de novelas de Edgar Rice Burroughs sobre el personaje de aventuras John Carter y sus viajes de la Tierra a Marte, así que cuando Disney anunció la puesta en marcha de la adaptación cinematográfica se despertó en mi cierta curiosidad (que no anhelo).
Compositor: Michael Giacchino
Año: 2012
Lo mejor: El sentido de la aventura clásica en las notas de Giacchino, quien nos ofrece un derroche sinfónico y temático.
Lo peor: No se le puede poner ningún pero a tamaño derroche, salvo que no seas amante de este tipo de scores.
NUESTRA NOTA
Soy de los que piensan que ya está todo prácticamente contado o filmado, así que tampoco puse el listón muy alto, e incluse dudé de ir a verla al cine, para que mentirnos. Aventuronas Disney en el cine, sin que me apasionase, y con lo caro que está el cine… era para pensárselo.
Finalmente piqué (y no el que juega en el Barça); y parte de culpa, además del espectáculo de efectos especiales y del reparto de secundarios (de los que hablaré luego), recayó en Michael Giacchino, y es que el amigo tiene un estado de forma envidiable, como ha demostrado en esta nueva joyita del compositor.
JOHN CARTER: De la Tierra a Marte y tiro porque me toca
Una batalla marciana entre las facciones de Helium y Zodanga da comienzo a la película, donde descubrimos al personaje de Sab Than (Dominic West, el protagonista de la mítica serie The Wire), el malvado líder de Zodanga, quien sobrevive al combate por obra y gracia de los Thern, una raza sobrehumana que posee un poderoso rayo azul altamente destructivo, casi una especie de monjes de aureola mística de siniestras y oscuras intenciones (que posteriormente conoceremos).
Los Thern, liderados por Matai Shang (un genial Mark Strong, visto recientemente en la genial Tinker Tailor Soldier Spy, Black Gold o Your Highness), ofrecen a Sab Than un acuerdo de poder, otorgándole el control de un letal y destructor rayo azul, siempre y cuando siga sus órdenes al pie de la letra.
Por otro lado, y volviendo a la tierra, nos encontramos con el personaje de John Carter (Taylor Kitsch, visto en X-Men Origins: Wolverine, y muy pronto en Battleship), un veterano de la guerra civil norteamericana que será requerido de nuevo por el ejército, lo que provocará una persecución que terminará en una cueva donde descubrirá accidentalmente a un thern oculto, guardando un portal dimensional (un teletransporte, vamos) hacia Marte (también conocido como Barsoom). Tras abatirlo en defensa propia, se apodera de una extraña pieza con la que, recitando unas palabras, viaja a Marte, donde descubre que, gracias a la diferencia de gravedad, tiene un enorme poder de salto y una fuerza brutal.
Allí conocerá a la raza de los Tharks, unar largiluchos y fieros extraterrestres de color verde, combativos y al margen de las contiendas de Zodanga y Helium, con quienes podrá comunicarse tras beber, por mediación de Sola (extraterrestre al que pone la voz Samantha Morton), una especie de líquido acuoso.
En plena estancia con los Tharks, estallará una contienda cercana donde Sab Than persigue a la princesa Dejah (Lynn Collins, vista en la serie True Blood o X-Men Origins: Wolverine), quien se niega a ser moneda de cambio para firmar la paz, y casarse así con Sab Than, uniendo Helium y Zodanga en un armisticio (falso todo él, y propiciado por idea de los Thern).
Carter al rescate, y a tomar vientos la delegación de ataque de Sab Than, quien huye con el rabo entre las piernas, comenzará allí mismo una aventura donde, como no, John Carter y Dejah se enamorarán, debiendo evitar que los todopoderosos Thern, con Sab Than como peón, se hagan con el poder, y donde los Tharks jugarán un papel crucial en el desenlace.
2 + 2 =4, o lo que es lo mismo: no hay nada nuevo bajo el sol. Entretenida sin más, bien facturada, con algunas escenas de acción a ratos bien ejecutadas, otras algo confusas, pero con una buena puesta en escena. Todo muy bonito, pero que solo contribuye a dar un buen espectáculo, sin dejarte un poso de regusto que te sugiera querer saber más, querer ver más. Desde luego se nota que la versión final de la película es una versión recortada, y quizá ese es el problema de John Carter, que en su intento de ser tan genérica y amplia, que sea apta para que todo tipo de espectadores (y espectadoras) llenen las salas, se hayan sacrificado por el camino muchas cosas (no solo escenas completas) que hubieran hecho de ella algo más que un carísimo y entretenido espectáculo visual, y que la hubiera igualado con muchas de esas películas de corte fantástico que hoy en día son cintas míticas, y que como hablaremos más adelante, tanto le deben en sus orígenes y concepción al personaje de John Carter.
En cuanto a los actores, he disfrutado especialmente con los secundarios, entre quienes encontramos al genial Ciarán Hinds (Julio César en Roma, o visto en Tinker Tailor Soldier Spy o The Debt) como Tardos Mors, el rey de Helium y padre de Dejah, al actor James Purefoy como la mano derecha de Tardos Mors (curiosamente el Marco Antonio de la serie de Roma, donde también hacia de mano derecha, y visto en Ironclad), a Bryan Cranston como el coronel Powell (el genial padre de la serie Malcom, y también visto en la serie Breaking Bad o la película Drive), y finalmente, a Willem Dafoe, que caracteriza con su voz y desgarbados rasgos a Tars Tarkas, el líder de los Tharks, y padre de Sola, sin olvidarnos de la breve presencia del joven Daryl Sabara como Edgar Rice Burroughs, que sale al inicio y al final de la película, y que era uno de los dos niños protagonistas de la saga de Spy Kids.
En cuanto a la dirección, esta recayó sobre Andrew Stanton, el mismo de la genial Wall-E, que tras enterarse de que Disney acometería la producción de John Carter, daría un paso adelante para hacerse con las riendas del proyecto, donde muchos le han acusado de megalómano (y puede que no les falte razón), pero más allá de opiniones al gusto, si es verdad que la película no ha funcionado en taquilla, especialmente en los EE.UU. (mejor en Europa), con todo el gasto que ha generado la película y todas las campañas publicitarias invertidas en insuflar un mayor interés por las imágenes.
En definitiva, si vemos el vaso como medio vacío, estamos ante un fallido film de aventuras que, de haber costado mucho menos, habría tenido su gracia, y si lo queremos ver como que el vaso está medio lleno, la visión será la de un producto entretenido sin más, bien facturado y bien ejecutado, sin mayor brillo que el aparente.
Lo que si parece ser una duda, en todo caso, es si Disney seguirá la saga de libros de Burroughs tras los tibios y flojos resultados en taquilla. Veremos, que dijo un ciego.
OBRAS Y MUNDOS DE EDGAR RICE BURROUGHS
O EL HOMBRE QUE ENVIÓ A JOHN CARTER A MARTE Y A TARZÁN AL CENTRO DE LA TIERRA
Los inicios de una carrera:
Es increíble que en cien años esta sea la primera vez que el personaje de John Carter llega a la gran pantalla, y hay que subrayar lo de “increíble”. Desde que en 1917 se publicase “A Princess of Mars”, la que fue la primera de las novelas de Edgar Rice Burroughs dedicadas al héroe y a ese mundo exótico, peligroso, fantástico y con un toque nostálgico llamado Barsoom (el planeta Marte), y le siguiesen otros nueve (o quizá diez, ya hablaremos sobre eso) títulos durante los siguientes 30 años, nunca hasta ahora se había adaptado su historia.
La verdad es que decir que nunca… sería mentir, ya que realmente existe Princess of Mars (2009) pero se trata de una película hecha para el mercado secundario del video (en estos tiempos, DVD y BlueRay) y la televisión, y por lo que sé se trata de una adaptación “muy libre”, que en España somos afortunados de que sea difícil poder verla…
En aquella época y hasta los años 50 aproximadamente, existía la costumbre de serializar novelas por capítulos, publicándolos en aquellos míticos “pulps” o como se les conocía más popularmente “pulp fiction” (seguro que esta denominación tiene más tirón, ¡no sé por qué!), que eran en realidad revistas relativamente baratas, magazines de ficción, misterio, aventuras, etc… del estilo de Amazing Stories, que quizá es uno de los más conocidos. Los orígenes de “Una princesa de Marte” debemos remontarlos entonces desde 1917 (fecha en que se recopiló y publicó la historia como novela) hasta 1912, en que su título original era otro: “Under the Moons of Mars”.
El hijo predilecto: Tarzán
John Carter es sin duda uno de los personajes de más éxito del escritor, nacido justo antes que el mítico Tarzán, que también veía la luz por vez primera en 1912 en forma de magazine, y tan sólo dos años más tarde se recopilaría en forma de libro en “Tarzan of the Apes”. Por supuesto que los 26 títulos que Burroughs dedicó al hombre-mono, le convierten en su ojito derecho, y por consiguiente en su personaje más famoso. De hecho fue una idea del propio creador, que increíblemente los expertos a los que consultó le desaconsejaron, el explotar de todas las formas posibles la inesperada popularidad de Tarzán, no solo con más novelas, sino también en otros medios como películas, muñecos y una tira de cómic.
Pero me pregunto si el éxito de John Carter (en cuanto a cantidad de historias) hubiese sido mayor si el cine le hubiese adoptado en su momento como hizo con Tarzán, cuya primera y muda aparición data de 1918 (Tarzan of the Apes), y que fue catapultado dentro de la cultura popular estadounidense cuando le encarnó Johnny Weissmuller en Tarzán de los monos (Tarzan the Ape Man , 1932).
Mundos olvidados: Pellucidar y Caspak
Como autor de éxito en aquella primera época, la carrera de Burroughs podía haberse limitado a continuar con estos dos personajes, que fueron en realidad sus dos primeros niños, y esperar a que el público se cansase de ellos. Pero en los primeros años ya pensó que una carrera así le llevaría indudablemente a un callejón sin salida como escritor, es decir que sabía que sus ideas podían agotarse prematuramente. Así fue como ya en 1914 comenzaba un nuevo ciclo de novelas, la serie de “Pellucidar”, mejor conocida como la tierra hueca.
Las siete novelas (con clara inspiración en el Centro de la Tierra de Julio Verne y otras de sus historias) recogen todo aquello que le había llevado al éxito con sus anteriores personajes, y transcurren en la tierra de Pellucidar, un mundo hueco bajo nuestros pies donde siempre es de día y donde el tiempo no transcurre de la misma forma que para nosotros. Flora y fauna de diferentes épocas conviven en este peligroso mundo, donde dinosaurios y tigres dientes-de-sable pueden enfrentarse, de la misma forma que hombres, neandertales y reptiles inteligentes que se alimentan de carne humana. Se trata de una de sus series más interesantes, pero quizá es menos conocida que el resto, a pesar de que incluso Tarzán se dio un “garbeo” por allí, en un crossover que podría considerarse la octava novela de la serie: “Tarzán en el Centro de la Tierra (Tarzan at Earth’s Core)”.
En la carrera de Edgar Rice Burroughs, y entre sus alrededor de 70 novelas, quizá habría que referirse antes a aquellas que gracias al cine han llegado a más gente hasta nuestros días. Primero está Tarzán, por supuesto, y en cuanto a la serie de Pellucidar, la primera de las novelas fue llevada al cine en 1976, bajo el título En el corazón de la Tierra (At Earth’s Core), con lo cual hasta el extraño mundo hueco llegó a la gran pantalla antes que Barsoom.
Después es curioso que tres novelas cortas de 1918 normalmente recopiladas bajo el título “The Land that Time Forgot” sean uno de los títulos más recordados del escritor. Las películas La tierra olvidada por el tiempo (The Land that Time Forgot, 1975) y Viaje al mundo perdido (The People that Time Forgot, 1977) son dos míticas películas británicas de bajo presupuesto de los años 70, rodadas en las Islas Canarias, que si bien no han envejecido muy dignamente, sí que sobreviven en el imaginario colectivo, aunque ya en su momento eran un poquito de «serie B». La historia original se parece mucho (pero mucho) al Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle, pero con más aventura, casi se puede decir que se trata de un non-stop al estilo de Indiana Jones.
Estas dos películas inspiradas en la tierra olvidada de Caspak comparten con At Earth’s Core a uno de sus protagonistas, el actor Doug McClure, que se hizo mundialmente famoso con estas tres adaptaciones de Burroughs, todas del director Kevin Connor que por entonces estaba comenzando su carrera. Ambos completan una tetralogía fantástica con el título más conocido y nostálgicamente recordado de todos: Los conquistadores de Atlantis (Warlords of Atlantis, 1978), que si bien de argumento o temática es bastante parecida a las anteriores, no tiene nada que ver con Burroughs.
¡Ya no hay héroes como los de antes!
Perderse entre otros de los ciclos de Burroughs o sus novelas aisladas de aventuras, ciencia ficción, westerns, e incluso novelas históricas sería muy fácil. Sus historias sobre los Hombres de la Luna pasan por ser uno de sus intentos más notables de incluir la época y la sociedad en la que vivía en sus relatos, al tratar básicamente de la entonces recién estrenada Rusia Soviética, algo que sus editores solo le permitieron por contar la historia en un entorno de ciencia ficción.
En otros relatos como la serie de Venus, o también llamado el planeta Amtor, simplemente trasladaba historias que podrían haber sido perfectas para John Carter, a un entorno completamente distinto de Barsoom: un Venus lleno de océanos, vida, civilizaciones, bosques… en el que, en una vuelta de tuerca sobre sus propios argumentos habituales, el héroe de turno (esta vez llamado Carson Napier) necesitaba ser rescatado tanto como las princesas del cuento.
De una forma u otra, el estilo y las historias habituales de Burroughs normalmente implicaban héroes terrestres trasladados por error o accidente a otro mundo o extraña tierra, donde el peligro y las aventuras les perseguían a partes iguales, pero sobre todo siempre estaba la princesa (o al menos una mujer de alta alcurnia), el personaje femenino que encandilara al héroe. Son lo que se llamaban romances planetarios, un subgénero de la ciencia ficción que se puede considerar paralelo a las historias de espadas y brujería, pero con elementos científicos, y no solo fantásticos. Sobre todo había luchas de espadas, pero también monstruos y otros aspectos sobrenaturales. Y aunque las civilizaciones propias de esos extraños mundos casi siempre eran «inferiores» a la terrestre en muchos aspectos (por ejemplo los habitantes de Amtor creían que su mundo era plano), resultaban interesantes por sus elaboradas estructuras sociales, de gobierno e incluso religiosas, aspectos que siempre ofrecían originales contrastes a los ojos de un lector de la época, o al menos distintos puntos de vista sobre problemas comunes.
Un hombre en Marte: John Carter
El personaje de John Carter no era el primero de la literatura de la época en reunir todos esos elementos del romance planetario o también espadas y planetas (sword and planet en oposición a sword and sorcery), pero sí fue el más influyente. No solo la longevidad del personaje en la obra del escritor lo atestigua, sino también el que décadas y hasta un siglo después las novelas sigan reeditándose, a pesar de que otros personajes y autores similares fueron olvidados hace mucho tiempo, sobre todo en el ambiente de la ciencia ficción, un género cuya transformación desde los tiempos de Edgar Rice Burroughs es más que evidente.
La historia original de John Carter, Una princesa de Marte fue el primer relato de Burroughs, pero no el último. A lo largo de otras nueve novelas, no solo Carter y la princesa de la ciudad de Helium, Dejah Thoris, son los protagonistas. En las primeras novelas (que se pueden leer casi como trilogía), la pareja comparte protagonismo con otros personajes habituales de Barsoom, como el jefe de la tribu verde, Tars Tarkas. Son Dioses de Marte (The Gods of Mars, 1913 magazine, 1918 libro) y El Señor de la Guerra de Marte (The Warlord of Mars, 1913-1914 magazine, 1919 libro).
Después, descendientes de la pareja acaparan la atención del lector, como su hijo Carthoris en Thuvia, doncella de Marte (Thuvia, Maid of Mars, 1916 magazine, 1920 libro), su hermana Tara de Helium en El ajedrez viviente de Marte (The Chessmen of Mars, 1922 magazine, 1922 libro) y la hija de ésta, Llana en Llana de Gathol (Llana of Gathol, 1941 magazine, 1948 libro). Llana fue el penúltimo libro de la serie de Barsoom, y el último en realidad publicado en vida de Burroughs. Por su última época, casi todas sus publicaciones las hacía con su propia editorial, y en lo puramente narrativo, sus novelas solían consistir en la recopilación de varias historias enlazadas, que es el caso de Llana.
Las más interesantes en la forma son aquellas que están narradas desde la primera persona, sobre todo por parte de John Carter, porque así resulta más fácil empatizar con todas las sensaciones del personaje ante las maravillas de aquel mundo. Tan solo Thuvia y el Ajedrez están narradas en tercera persona, lo que contrasta bastante en la lectura con la trilogía inicial, en la que es John Carter quien narra sus aventuras, como también hace en Espadas de Marte (Swords of Mars, 1934-1935 magazine, 1936 libro). Sin embargo también otros personajes cuentan su propia historia a lo largo de las novelas. En El cerebro supremo de Marte (The Master Mind of Mars, 1927 magazine, 1928 libro) el protagonista es otro terrestre que se ve transportado a Barsoom, por proyección astral. Un oficial marciano de bajo rango, Tan Hadron es el protagonista de Un guerrero de Marte (A Fighting Man of Mars, 1930 magazine, 1931 libro), relato en el que curiosamente se usa una forma de transmisión que el escritor había introducido en una de sus novelas de Pellucidar. Vors Daj, miembro de la guardia personal de John Carter, es el protagonista de Los hombres sintéticos de Marte (Synthetic Men of Mars, 1939 magazine, 1940 libro), una historia delirante sobre transplante de cerebros.
Por último, y aunque muchos no la suelen incluir dentro de la serie de Barsoom, está la undécima novela, la que curiosamente recoge en su título el nombre con el que suele mencionarse a todo el ciclo: John Carter de Marte (John Carter of Mars), publicada en forma de libro en 1964, mucho después de muerto el escritor, recoge en realidad dos historias separadas, no solo en argumento sino también en autoría. John Coleman Burroughs, hijo de Edgar, es el autor de John Carter y el gigante de Marte (John Carter and the Giant of Mars, 1941 magazine), aunque supuestamente su trabajo fue revisado por su padre, antes de su muerte. La otra historia del volumen Los hombres esqueleto de Júpiter (Skeleton Men of Jupiter, 1943 magazine), sí es del propio autor, y pasa por ser no solo su último relato, sino el único publicado después de fallecer.
100 años de influencias
Después de esta larga (lo reconozco) pero espero que entretenida lectura, que a pesar de que poco tiene que ver en realidad con la música de cine, (que es la materia de la que tratamos en AsturScore) muchos seguramente se preguntarán: ¿a qué viene todo esto? La verdad es que pocas veces está más justificada semejante “parrafada”, si tenemos en cuenta la influencia que durante 100 años han tenido Burroughs y concretamente la mitología de Barsoom en la cultura popular…
Debemos pensar que para innumerables generaciones de artistas, científicos, escritores, cineastas, etc., las historias de John Carter de Marte fueron libros de cabecera de su niñez y juventud, que luego utilizaron como claras referencias y homenajes ya de adultos. Así como Burroughs admiraba y devoraba relatos de autores como Julio Verne, muchos de los más altos exponentes del género de la ciencia ficción que vinieron después, declaraban que habían soñado tantas veces con el exótico y moribundo planeta de Burroughs, que tuvieron que idear sus propias versiones de él. Frank Herbert el autor de “Dune” o Ray Bradbury autor de “Crónicas Marcianas”, son solo dos ejemplos.
De la misma forma que las especulaciones de Schiaparelli llevaron a Percival Lowell a estar convencido de la existencia de los canales del planeta rojo, y por consiguiente de una civilización avanzada en un planeta moribundo, Burroughs escribió el primero de los relatos inspirado en esa visión, solo cuatro años después de que Lowell publicara sus teorías sobre la vida en aquel planeta. De la misma forma el idealizado mundo de Barsoom fue una de las chispas que llevó a muchos jóvenes, científicos ya de adultos, a interesarse por la posible vida en Marte, un planeta que es desde hace décadas el ojito derecho de las agencias espaciales.
La influencia del mundo y del personaje, siempre teniendo en cuenta que provenían de un tipo de literatura muy concreta, los relatos pulp, que fueron la fuente interminable de entretenimiento de varias generaciones, se puede ver en muchos autores a la hora de crear sus propios personajes. Hay que preguntarse si el icono norteamericano por excelencia del siglo XX, Superman, sería lo que conocemos si Jerry Siegel y Joe Shuster no hubieran leído a Burroughs. Y qué decir de Flash Gordon.
Después del extenso e intenso (espero) recorrido que hemos hecho por los relatos de Edgar Rice Burroughs, cualquier buen lector, pero sobre todo cualquier buen cinéfilo, seguramente habrá reconocido gran parte de los personajes, aspectos, situaciones o argumentos, que aparecen en infinidad de películas. Y si se ha visto la película, ahora le quedará claro el porqué hay tanto de Star Wars (1977) en John Carter (2012). El argumento, los personajes y el mundo en el que se ambienta la película de George Lucas, tiene uno de sus referentes reconocidos por el propio director, en las historias de Barsoom. Dada la influencia de la saga galáctica en el cine contemporáneo, resulta completamente natural que esa influencia la reciba ahora el film de Andrew Stanton. Resulta también interesante el paralelismo entre las peripecias del astronauta Taylor de El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968) y las del soldado confederado John Carter, pero eso es algo por lo que seguramente habría que preguntarle a Pierre Boulle, el autor de la novela original. Pero es que muchos otros directores y guionistas reconocen abiertamente que las aventuras de John Carter han sido un referente en sus trabajos, desde el mismísimo James Cameron al creador de Star Trek (1966-1969), el idolatrado Gene Roddenberry. ¿Qué sería del Capitán Kirk si el “Gran Pájaro de la Galaxia” no hubiese viajado a Marte de la mano de Burroughs? Muchos de los capítulos de la mítica serie original, parecían relatos inspirados en Barsoom, algunos escritos por autores profesionales del género, como Theodore Sturgeon.
Y así podríamos ir acumulando ejemplos cinematográficos, pero hay otros que son incluso más interesantes. Es el caso del que es probablemente el ilustrador más influyente de todos los tiempos: Frank Frazetta. De la mano de este artista único (tantas veces copiado como homenajeado), salieron probablemente los dibujos, pinturas e ilustraciones más recordados de los géneros fantástico y de ciencia ficción. En los años 60, pasó de hacer ilustraciones en blanco y negro a ser un pintor completo, al trabajar entre otras en las portadas de las novelas de Edgar Rice Burroughs. Su trabajo, que convertía los libros en superventas de nuevo, y hacía que la editorial recibiera cartas de felicitación, le llevó en esa década a recibir el encargo de hacer las ilustraciones de portada de los libros de Conan, el que es problablemente su trabajo más admirado, y que sentó las bases de lo que varias generaciones de aficionados identificamos con el look del cimmerio más famoso de todas las eras. Así pues John Carter es en muchos aspectos (visuales) un precedente de Conan, y por tanto de otro mito de la cultura popular. La influencia de esa estética en el cine, también ha sido constante en los últimos tiempos, siendo a mi juicio uno de sus más altos exponentes, una película de culto que Ralph Bakshi dirigió en 1983 Tygra; Hielo y Fuego (Fire and Ice), y que tuvo la activa colaboración del propio Frazetta.
Después de estos pocos ejemplos, que por otra parte son bastante obvios cuando uno conoce un poco las distintas historias, queda patente que Burroughs ha sido una influencia constante y John Carter un referente y una inspiración para mucha gente que posteriormente ha sido enormemente influyente en nuestras vidas.
Edgar Rice Burroughs: Creador de mundos
De toda la obra de Edgar Rice Burroughs se puede decir, en general, que dejaba mucho que desear en el aspecto literario. Fue un novelista que se encontró con el éxito, porque supo conectar muy bien con el lector, ya que él mismo era un ávido devorador de aventuras y fantasías de magazines. Como tal escribía sobre aquello que le gustaría leer, pero nunca tuvo un estilo pulido, ni siquiera cuando pasaron los años y se convirtió en un novelista experimentado. De hecho la longevidad de su personaje más carismático, Tarzán, terminó volviéndose en su contra, ya que tras tantos títulos y aventuras repetía de forma ostensible las mismas fórmulas, estereotipos y personajes bidimensionales.
Pero un siglo después de sus primeros escritos, estamos todavía ante uno de los más grandes contadores de historias, cuyo sentido de la maravilla y la aventura sacrificaban muchas cosas por el camino, es cierto. A nivel literario nunca fue uno de los grandes, pero dentro de su simpleza, novelas como las de John Carter de Marte cautivaron por décadas a tantos lectores e inspiraron a tantos autores, directores, dibujantes, etc., que de una forma u otra han pasado a estar totalmente inmersas dentro de la cultura popular, sin haber sido llevadas al cine hasta hoy. Eso tiene un mérito indiscutible. El reconocimiento a esta influencia es tan merecido, que incluso un cráter de Marte ¡lleva el nombre de Edgar Rice Burroughs!
Un reconocido seguidor de la ciencia ficción como yo, que ha leído muchas cosas «inconfesables» en todos estos años (solo para buscar la proverbial aguja en el pajar y de vez en cuando encontrar verdaderas obras maestras) y sabiendo que nada relacionado con Barsoom puede encajarse hoy en día en ese género, el de la ciencia ficción, reconoce que hay algo “especial” cuando comienza “Una Princesa de Marte” y no puede parar de leer. No es simplemente que sea un gran ejemplo de literatura fantástica, por lo cual a nadie debería extrañarle que haya dado lugar a una película del género bastante notable. No es que no haya leído antes ejemplos de acción y aventuras mejores, por lo cual a nadie debería extrañarle que la película tenga tantos momentos que recuerdan a otros clásicos del cine. No es que me gusten precisamente los estereotipos machistas propios de aquella época, como el de la princesa en apuros, por lo cual a nadie debería extrañarle que la historia en la película esté bastante actualizada a nuestros tiempos, en el sentido de que una mujer puede decidir su propio destino. Decididamente no es nada de todo eso, que en cien años habrá sido tantas veces copiado, torcido, cambiado… que el original puede llegar a parecer una copia de sí mismo.
En realidad se trata de una cualidad que Edgar Rice Burroughs tenía, y que muy pocos tienen. Era un “creador de mundos” y lo importante y notable de sus historias, era el lugar en el que todo ocurría. Barsoom es como dije al inicio, un lugar moribundo, exótico, peligroso, fantástico y con un toque nostálgico… en el que la gente lucha y muere, en el que los soldados se redimen y donde las espadas le dan honor al combate, si es que en la guerra hay tal cosa. No es muy diferente del mundo que conocemos, de nuestro propio mundo ¿verdad? Sin embargo el abismo que separa ambos mundos es tan grande como el que diferencia a Barsoom del Marte real, lo cual convierte a ese lugar especial en el único lugar del universo donde un solo soldado puede derrotar a ejércitos enteros y salvar al planeta, además de quedarse con la chica. Esas cosas no ocurren en lugares llamados Valencia o Congo, y Burroughs lo sabía.
Hay cosas que solo son posibles si creas un mundo donde sean posibles, cualquier buen escritor de ficción puede decirlo… aunque sus palabras no siempre sean las adecuadas. Cada historia solo puede ocurrir en un lugar preciso, aunque pueda ser contada de muchas maneras. De la misma forma, cada persona pertenece siempre a un único lugar, y por eso John Carter de Marte (que es como siempre se le ha conocido) pertenece a Barsoom.
LA MÚSICA DE BARSOOM
Michael Giacchino – Y continúa la racha
Lo de Michael Giacchino va camino de asentamiento (si es que no lo estaba ya antes); se observa madurez, densidad, texturas orquestales trabajadas, estructuras musicales, y un largo etcétera que demuestran que estamos ante un compositor en clara progresión.
Así pues, no es de extrañar que el autor de videojuegos como algunos títulos de la saga Medal of Honor, o las series Alias y Lost (quizás uno de sus pilares fundamentales), haya ido consolidando su nombre en el mundo del cine, y especialmente a través de dos vías: la mano de J.J. Abrahms y la factoría Disney, con quien nos regaló la que para mí es su obra maestra (Ratatouille) y su hasta ahora único Oscar (Up), probablemente el primero del alguno más por venir (y sino, tiempo al tiempo).
Y algo que casa con John Carter, y mucho, ha sido su estupendo trabajo para Super 8, la mejor BSO del año según la votación de los miembros de AsturScore, donde el compositor ha creado una magistral composición sinfónica al más puro estilo ochentero, muy Williams y con toques Horner (además del propio toque del compositor), observándose una enorme riqueza temática, con espectaculares motivos musicales reconocibles (la chica, el monstruo, el ejército y el motivo central).
John Carter tiene eso mismo, excelentes bloques temáticos, certificando la estructuración musical de todo el conjunto, en la línea sinfónica de los trabajos épicos y de aventuras fantásticos del pasado, especialmente finales de los 70 y en la década de los 80, recuperando ese tono musical que tanto echamos de menos muchos aficionados.
No es una obra maestra, pero si que es una excelente banda sonora, y por lo pronto, y por lo que llevamos de año, de lo mejor escuchado hasta el momento.
John Carter – Bloques Temáticos
El leitmotiv principal de la película es la aventura, dentro del entorno fantástico y la ciencia ficción, en el sentido más clásico, y Michael Giacchino así lo entiende perfectamente con el tema central de John Carter, una llamada sinfónica a la aventura con ese sabor a clásico de antaño, y para hacerlo aún más redondo, lo acompaña de varios motivos adicionales, que complementan y enriquecen el score, como hiciera en Super 8.
A continuación, te presentamos los motivos centrales y sus principales apariciones.
Leitmotiv Principal : John Carter
Ya en el primer corte, A Thern for the Worse, encontramos el tema central abriendo el corte, con un halo de misterio, mientras vemos al planeta rojo aproximándose. Los metales enuncian tres notas, acto seguido otras cinco, y finalmente repiten las tres primeras, configurando la llamada de la aventuras del personaje principal, posteriormente desarrollado magistralmente a lo largo del score. Es una idea similar a Super 8, donde cuatro notas abrían y entonaban tanto el tema de la criatura y el misterio, como las otras cuatro delicadas notas del emotivo tema central.
Ese perfecto sonido de aventuras sinfónicas tiene cierto regustillo al David Arnold de Stargate, y quizás tenga que ver con el recuerdo que el desierto evoca en nuestra mente, inundado por paisajes rocosos, e incluso por algunas tribus que bien podrían vestir y habitar como las que vemos en Stargate.
El tema es utilizado en diferentes formas y versiones a lo largo de la película. La primera vez que lo escuchamos en todo su esplendor es en Get Carter (simpático titulo que nos recuerda al clasicazo de Michael Caine), donde el personaje huye a caballo de Powell y sus soldados.
Unos violines van trazando un ritmo de acción (muy a lo far west) que acaban explotando en una fanfarria donde los metales, especialmente las trompas (Horns) construyen un ritmo de avance espectacular, constituyendo una de las mejores versiones del motivo central, mientras vemos a Carter cabalgando con varios soldados pegados a sus talones, desembocando el tema en un vibrante clímax de acción para Carter y Powell ocultándose de los indios en las montañas, donde se encuentran el portal a Marte/Barsoom.
Una versión diferente, refinada y cómica es la que el compositor destina al personaje en Gravity of Situation, donde prácticamente con una orquesta de cámara construyen un alegre y dinámico corte para la escena donde Carter descubre cuan diferente es la gravedad del planeta Marte con respecto a la Tierra (primer síntoma de que algo no va bien).
Las cuerdas transmiten esa sensación de delicado movimiento, a través de pizzicatos, mientras un solo de violín enuncia el tema central, a modo de Waltz, con acompañamiento de piano, y donde posteriormente se suma toda la sección de cuerdas y algunos metales para construir el tema central, confiriéndole un tono clásico y sinfónico, en consonancia con las divertidas imágenes del héroe yendo de un lado a otro.
The Blue Light Special también incluye una versión delicada del tema central, especialmente sustentada en las cuerdas, y como no, es el bastión de los temas de acción donde aparece el personaje, como Sab Than Pursues the Princess o The Fight for Helium, sin olvidarnos de la fantástica apertura del corte The Right of Challenge, o la bella rendición en la apertura del Not Quite Finished.
Y que decir del coda final, John Carter of Mars, fantástico cierre final donde Michael Giacchino nos ofrece rendiciones del tema de Carte y Dejah, fusionando ambos en uno solo (superponiéndose uno con el otro, como si fuera un único motivo), como muestra el hecho de que acaben juntos, de que se amen, dejando tiempo para que las percusiones, los coros y la orquesta representen al planeta rojo y los tharks, y sin olvidarnos del tratamiento misterioso y onírico del tema de los therns. Lo dicho, una gozada de corte, casi nueve minutos fantásticos que resumen perfectamente la partitura, y una nueva demostración de lo bien que se le dan a este hombre los end credits.
El Tema de Dejah (Love Theme)
Emotivo y delicado, en la línea del mejor Giacchino, ese que nos ha emocionado con la sexta temporada de Lost, o el mismo que en Super 8 nos tocaba la fibra sensible con el leitmotiv principal. Es un corte que expresa la delicadeza, a la par que fuerte personalidad, de la princesa Dejah, y que a su vez bien funciona como una especie de love theme.
Thark Side of Barsoom es la primera presentación del motivo, de forma delicada y contenida, sustentado en las cuerdas, reflejando la candidez y bondad de Dejah, mientras que en The Blue Light Special, momento en el que Carter y la princesa entran en el templo, encontramos una versión contenida del tema de la princesa en el tramo final.
Los tratamientos van desde lo más romántico, como en A Change of Heart, donde Dejah y Carter tienen una pequeña conversación previa a la boda, con Giacchino captando la belleza y dureza de la relación, salpicada de peligros venideros e invisibles, como veremos posteriormente, con un excelente clímax dramático avanzado el corte.
A Thern Warning es una versión dramática que, como ya comentamos, expresa la aparente inevitabilidad de la boda Dejah con Sab Than, y donde los coros expresan ese dolor y ese dramatismo perfectamente, apoyados en las cuerdas, y donde se confrontan el motivo de los thern, con Matai explicando sus planes a Carter, con el de Dejah, quien ve que ya no se puede hacer nada, avanzando inexorablemente hacia lo inevitable.
Sin embargo, el momento más demoledor es Carter They Come, Carter They Fall, vibrante corte de acción en su comienzo, con aparición del motivo de los thern a través de los coros, y donde John Carter, la princesa Dejah y Sola huyen de todo un ejército de salvajes tribus Tharks al servicio de Matai Shang.
En plena persecución, Carter, harto de huir siempre de todo, les pide a Sola y Dejah que se alejen, mientras él solito hace frente a todas las horas de bestias asesinas. Giacchino, alejándose del cliché sinfónico de acción propia para la escena, construyen un intenso y dramático corte in crescendo conforme avanza la matanza (la sangre azul ayuda a que no sea todo tan macabro y salvaje), donde el motivo de amor/Dejah aparenta ser pesado y doloroso, mientras con un flashback vemos como Carter perdió a su familia, en la Tierra (una excelente vinculación musical realmente emotiva de Giacchino, quien no solo nos muestra el doloroso recuerdo de Carter, sino como Dejah viene un poco a cubrir ese hueco emotivo y sentimental que encontramos en el corazón herido del héroe).
El tema pretende ser casi una elegía, casi presagiándose (musicalmente, porque a nivel fílmico sabemos que no perecerá el personaje principal) la posible muerte de Carter en tan desventajosa pelea, pero nada más lejos de la realidad; en el peor momento, cuando ya se presagia el fin, la música emerge poderosa y heroica, pero no a través del motivo de Carter, sino con una fanfarria que hace acto aparición cuando una enorme nave de la casa de Helium surge al rescate, liderada por el padre de Dejah, para evitar así el desastre.
Not Quite Finished nos ofrece una delicada rendición final no solo del motivo de Carter, sino de la princesa, apuntalando ya al clímax final, y a la felicidad de la pareja.
Los Thern
O lo que es igual, la raza con mayor poder del planeta rojo, una especie de orden mística que siempre está en la sombra, y cuyo papel es “gestionar” la destrucción, en lugar de ayudar a evitarla y guiar a las otras razas a la comprensión y a la paz (pues vaya una raza avanzada, ¿no?).
Ese carácter tan místico y cuasi religioso, como demuestran sus vestimentas pelín estilo monje (calvos ellos y con sus túnicas azules), es compaginado con un motivo no menos místico y misterioso, donde unas texturas musicales sugerentes y envolventes son apuntaladas con masas corales, unos cánticos a veces casi dulces o contenidos, en otros momentos más poderosos, y que reflejan perfectamente ese tono de misterio que despierta esta raza, a la par que siniestro, con las cuerdas reforzando esa extraña sensación de cierto pesar y de tono malicioso.
Su primera aparición en la película tiene lugar en el corte A Thern for the Worse, donde tras la batalla inicial (con un vibrante y espectacular corte de acción), hacen acto de aparición unos coros cercanos al minuto tres, con Matai Shang descendiendo del cielo acompañado de dos therns más.
La música les confiere un falso cariz místico, pues hablamos de tecnología, que es lo que les otorga poder, y no de divinidad. Todo el tratamiento musical a lo largo del score encierra misterio, pero también oscuridad, como iremos observando según avanza la película.
Su presencia musical indica la presencia física de los Thern, como en el corte de acción Sab Than Pursues the Princess, donde pasado el medio minuto, los coros emergen sobre la sección de cuerda (que construye un fantástico ostinato de acción por debajo) o el corte The Temple of Issus, donde tras la batalla, Sola conduce a Carter y Dejah a un templo thern oculto dentro del poblado thark, donde el tema de los therns, tras una vibrante apertura de percusión de avance, emerge de forma misteriosa y onírica, mientras los protagonistas observan los signos y símbolos incrustados en las paredes del templos.
Aunque son dos los cortes donde el motivo de los thern cobra vital importancia; el primero es The Blue Light Special, donde Carter y Dejah acceden a una especie de enorme templo donde se esconde el posible secreto del rayo azul y los tele transportes entre planetas. El motivo de los thern vuelve a hacer acto de aparición para relacionar todo ello con esta poderosa raza (curiosamente, en la película Giacchino incluye una especie de organillo que le añade texturas religiosas y místicas, pero que en el score no aparece incluido dentro del corte).
El otro, uno de los mejores del score, es A Thern Warning, que engloba los preparativos de la boda de Dejah con Sab Than, y que hace acto de aparición mientras Matai le enseña a Carter los preparativos y le cuenta cual serán los planes.
El tema es poderoso a la par que delicado y contenido, alcanzando cotas de elevada intensidad dramática, donde los coros construyen el motivo de los thern cual marcha fúnebre por momentos (ayudado por la percusión).
Sab Than – Tema para un Villano
A Thern for the Worse incluye ya la fanfarria que Giacchino le dedica a Sab Than, un motivo no exento de dramatismo y cierta vileza, que realza el carácter bravo y luchador de Sab Than, pero también su villanía.
Las trompas enuncian su motivo de forma poderosa, mientras que las trompetas introducen una melodía de acompañamiento y de refuerzo, inflando y potenciando la grandeza de este motivo, y con ello su vileza.
Sab Than Pursues the Princess también nos ofrece su motivo, confrontándolo con el tema de acción y el de John Carter, en una marejada de fanfarrias y explosiones orquestales realmente maravillosas, donde también se cuela el motivo de los Therns.
Y como no podía ser menos, The Fight for Helium nos ofrece la versión poderosa del motivo de Sab Than en su arranque, con las trompas y las trompetas ensalzando la villanía del personaje en la magistral secuencia musical para el clímax de la batalla.
Los Tharks
Su salto y seña es la percusión, signo inequívoco de toques étnicos y tribales para esta raza, así como el uso del duduk, como se observa en el inicio del corte The Temple of Issus, cuando Sola conduce a Dejah y Carter al templo de Issus.
Esa percusión hace acto de presencia en gran parte del score, como en la segunda parte del corte Zodanga Happened, donde una percusión exultante, unos magistrales metales y una fantástica voz femenina (casi a modo de grito) emergen para la puesta en marcha de nuestros héroes Dejah, Carter y Sola, rumbo al río Issus, a buscar respuestas, o la segunda parte del corte Thark Side of Barsoom, donde Carter llega hecho prisionero al poblado de los tharks.
Mención especial para los prolegómenos del combate final, en la parte final del corte The Right of Challenge, donde Giacchino se saca un pedazo de fanfarria para el momento en el que los tharks se lanzan al rescate de Helium, con los metales y la percusión atronando en clave épica y con tonos de urgencia dramática, tono que recupera en el principio del corte The Prize Is Barsoom, cercano al minuto uno.
Carter in Action – Giacchino metiendo revoluciones
Si hay una cosa en la que Giacchino se esté especializando bestialmente es en la acción. Su patrón sinfónico le acerca por momentos al de compositores como John Williams o James Horner.
La acción es trepidante y vibrante, sin descanso, como demuestra el breve interludio de la lucha del principio, primera píldora en avance del resto del pelotón sinfónico de balas musicales a las que seremos sometidos.
Sab Than Pursues the Princess nos propone un motivo de acción vibrante y enérgico, un tema que en muchas fases avance sobre un espectacular ostinato de metales y cuerdas en muchos momentos, y sobre el que van danzando el motivo de los Thern, el de Dejah, el de Sab Than y el de Carter, todos ellos confrontados en la espectacular pelea visual y musical a la que asistimos, y donde los metales son los protagonistas absolutos, cual John Williams se tratase, con refuerzo de cuerdas, e incluso al más puro estilo Goldsmith en algunos momentos, y con repuntes hornerianos.
The Second Biggest Apes I’ve Seen this Month (tiene coña el título), nos muestra otro trepidante corte de acción para la desigual pelea que sufren Carter y Tars Tarkas en un enorme ring poblado de dos enormes y brutales simios blancos.
Los metales y una atronadora percusión (muy al estilo Goldsmith), el símbolo de los tharks (y también de lo primitivo y brutal de los enormes simios), emergen en una bestial pelea sinfónica, brutal, frenética y agresiva, cuyo resultado final se inclina hacia nuestros héroes, como podemos escuchar en el repunte épico del inicio del corte The Right of Challenge.
The Fight for Helium es el resumen perfecto y final de la aventura, donde Giacchino se saca de la manga los motivos de Sab Than, Carter y los therns, en una confrontación final vibrante y épica, donde los tharks también aportan el granito indispensable de arena. Los metales golpean y sacuden al personal, enunciando los motivos del héroe y sus enemigos, con las cuerdas y la percusión acompañando, con un magistral desenlace, como mandan los cánones.
The Prize is Barsoom (El tema de Marte)
El premio es Marte (Barsoom) es, sin lugar a dudas, uno de los mejores cortes del score (sino el mejor); una demostración (la enésima del compositor) de lo que debe ser música de cine, ajustada a las imágenes, al 200%, retroalimentándose de las mismas y elevando su poder a la enésima potencia.
El corte es poderoso y enérgico, con una excelente construcción musical in crescendo, completamente vertiginosa, donde toda la orquesta y la sección coral construyen un nuevo motivo, que bien pudiera identificarse con el del planeta rojo.
Hay momentos, en la ejecución del fantástico tema, donde se observa, en mi opinión, alguna idea sinfónica próxima al John Williams del Star Wars: The Phantom Menace, concretamente el corte del Duel of the Fates (no me refiero a la melodía, sino a ciertas ideas).
Carter, a bordo de su lanzadera espacial, se lanza al rescate de Dejah, tratando de evitar que ésta se case con Sab Than, quien acto seguido ejecutará a la princesa, invadiendo y arrasando Helium.
La apertura del tema, una bella y sentida sección coral, introduce una línea melódica de gran belleza, con las cuerdas y el piano acompañando, hasta que una fantástica fanfarria de metales y percusión da paso a una interpretación más dinámica e intensa del anterior motivo coral, sustentada y reforzada con los metales.
Es entonces cuando las cuerdas comienzan a construir un ostinato rítmico de avance, mientras Carter cruza el vasto terreno de Marte para rescatar a Dejah; vientos metales y coros se unen sobre el ostinato de cuerdas, intensificando el drama de la situación, imprimiendo un ritmo de urgencia.
El corte va creciendo más y más, con una breve fase de transición, donde un solo de violín sustituye temporalmente a toda la orquesta (salvo el ostinato de cuerdas que permanece inalterable), para dar paso de nuevo a los coros y los metales, desembocando en un fantástico y magistral clímax final (uno de los mejores cortes del año 2012, y quedan todavía meses).
The Fight for Helium también recoge este tema, emergiendo entre los metales y las cuerdas, con el de Sab Than, los therns y el de Carter confrontándose entre sí, porque en realidad la pelea por Helium esconde la lucha por Barsoom, por Marte, apelando a la épica y a la heroicidad.
Thernabout recoge una versión coral y delicada del tema de Marte/Barsoom en una breve pero maravillosa pieza musical, que anticipa un giro final e inesperado para John Carter mientras pasea de noche por los aposentos del reino de Helium.
Minimalismo Giacchino para la Tierra
Es curioso la aparición de un espléndido motivo (o más bien recurso) que abre y cierra la película. Dentro de A Thern for the Worse, en la parte final, oímos un corte minimalista, un ostinato construido sobre las cuerdas y los vientos (especialmente flautas) que transmite una sensación de movimiento constante, y que recupera en el epílogo/clímax final, Ten Bitter Years.
Ese ostinato es acompañado por el motivo de Carter, a quien vemos caminando por las calles de una ciudad mientras trata de dar esquinazo a un extraño e incansable perseguidor, el mismo que volveremos a encontrarnos en el tramo final (Ten Bitter Years), donde las trompas enuncian el motivo de Carter, pero esta vez relacionado con la historia que está leyendo Edgar Rice Burroughs sobre su tío.
El corte va creciendo poco a poco en intensidad dramática, conforme la historia de Carter acaba conduciendo a Edgar al secreto del mausoleo que reside en la mansión de John Carter, donde Giacchino nos ofrece un tour de force orquestal, coros incluidos, uniéndose a la fiesta el motivo de los Thern, en clara alusión a la presencia de los mismos.
John Carter – Lo que Falta
Para ser un disco de casi 75 minutos (ya son minutos, vamos), es curioso que para una película que excede las dos horas por poquillo, nos encontremos “aún” con mucha más música no editada, aunque muchos de los temas omitidos no dejen de ser más que simples variaciones.
Por ejemplo, después del corte A Thern for the Worse, tendríamos la llegada de Edgar Rice Burroughs a la mansión de su tío John Carter, quien aparentemente ha fallecido dejándole en herencia sus pertenencias, entre ellas su tumba, sita en un mausoleo que solo se puede abrir desde dentro.
El compositor nos ofrece dos cortes donde nos encontramos con variaciones del motivo de Carter, aunque la segunda está realmente conseguida, a través del cello, que introduce un elemento dramático para la “supuesta” muerte de nuestro héroe al comienzo de la película, mientras en pantalla el albacea lee el testamento de John Carter. Posteriormente introduce violines y lo que podría ser una celesta, apareciendo incluso el motivo de los Thern, una forma de advertirnos la proximidad de cierto peligro latente (relacionado con Barsoom y esta raza).
Hay motivos más oscuros y de relleno, como la pelea en la cantina, previo a su detención (cuyo interrogatorio provoca hasta tres contenidos orquestales del compositor realmente cómicos, siempre subrayando la acción de las imágenes).
Si era interesante, a mi entender, el tema de presentación de los Tharks, donde Carter descubre un nido de huevos tharks, siendo atacado por una delegación de estos seres, que hacen acto de presencia con una agitada representación de percusiones, cuerda y metales, símbolo de la presencia de esta raza. Esa percusiones, en diferentes formas, tienen lugar mientras viajan al poblado, así como el rítmico y percusivo tema que escuchamos durante el ritual del lavado de los bebes tharks y el de nuestro héroe, un excelente y breve corte donde Giacchino introduce el duduk.
Aunque una omisión bastante llamativa es el motivo destinado a la mascota de los tharks, una enorme, bonachona y veloz criatura (tanto o más que el superhéroe Flash), llamada Gula (Woola) y que emula un poco al perro humano. Es un motivo simpático y algo bufón, dinámico y alegre, y que refleja perfectamente el carácter de la criatura.
Hay más temas omitidos, variaciones, como la conversación entre Dejah y Carter tras el combate de Sab Than en el espacio aéreo de los poblados tharks , o el peregrinaje al río Issus, donde el tema de los tharks se oye de forma delicada al inicio, siguiéndole un motivo onírico y misterioso.
Y como no, alguna pieza de acción omitida, como el breve pero intenso rescate de Kantos Kan (la mano derecha del padre de la princesa Dejah), previo al corte A Change of Heart., o el rescate de Woola en la parte final, cuando todo parecía perdido para Carter, una omisión bastante considerable, donde nuestro héroe se lanza a una frenética huida en su lanzadera, y donde toda la orquesta se luce, especialmente los metales.
En definitiva, si nos ponemos tikis, pues el disco de 75 minutos se podía ir tranquilamente a uno de 90 o 100 minutos, pero siendo sinceros, en esencia, lo importante está en el disco, aunque de haber elegido, hubiera incluido el motivo de Woola y el del rescate de Woola, dos magníficas piezas.
¿Futura edición deluxe o completa? ¿Vía Intrada? Veremos.
En Resumen…
Pues que lo de Giacchino es mucho Giacchino, vamos. Es la gran esperanza, hoy por hoy, de gran parte de la música de cine actual.
Puede que con directores como J.J. o la factoría Disney, Michael Giacchino tenga más libertad para componer como más desea, propiciando que se pueda alejar de los cánones de composición imperantes en gran parte del mercado de Hollywood, especialmente los blockbusters, donde los ritmos de acción mediaventures se imponen de manera asidua, pero tan cierto es eso como que “o tienes calidad y talento para componer, o nada de nada por mucha pasta y medios que tengas”.
Michael Giacchino es uno de esos compositores a respetar y mimar, hay que permitirle seguir creciendo, y que consiga ir acumulando proyectos tan interesantes como las películas de animación, Star Trek o Super 8, porque es hay donde anida gran parte de la magia de la música de cine que a tantos nos ha cautivado.
Listado de Temas
- A Thern For The Worse (07:39)
- Get Carter (04:25)
- Gravity Of The Situation (01:20)
- Thark Side Of Barsoom (02:56)
- Sab Than Pursues The Princess (05:34)
- The Temple Of Issus (03:25)
- Zodanga Happened (04:02)
- The Blue Light Special (04:13)
- Carter They Come & Carter They Fall (03:55)
- A Change Of Heart (03:06)
- A Thern Warning (04:04)
- The Second Biggest Apes I’ve Seen This Month (02:36)
- The Right Of Challenge (02:23)
- The Prize Is Barsoom (04:29)
- The Fight For Helium (04:34)
- Not Quite Finished (02:07)
- Thernabout (01:19)
- Ten Bitter Years (03:13)
- John Carter Of Mars (08:55)
Total Duración: 74:15