Análisis
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La primera vez que escuché algo sobre la nueva película de Martin Scorsese, las palabras cine familiar resonaron en mi cabeza… Desde luego es chocante que este director se pase a este tipo de cine después de tantos años, y tantas películas de género definitivamente no familiar.


Compositor: Howard Shore

Año: 2011

Lo mejor: Tanto la cantidad de niveles musicales que contiene como las referencias y homenajes.

Lo peor: Cuesta encontrar un tema con el que quedarte.

NUESTRA NOTA

Lo segundo por lo que me interesé fue por la música, y llegó a mis manos la banda sonora de Howard Shore. Desde entonces, debo reconocer que he tenido que sacar tiempo de donde fuese para escucharla, porque últimamente procuro poner los discos completos, escucharlos enteros y sin pausas, algo que es evidente que resulta casi imposible en nuestros tiempos modernos, o al menos en mi caso es altamente improbable.

Sobre Howard Shore

No fue consciente, pero mi interés por La invención de Hugo (2011) fue creciendo desde cero gracias a ir escuchando la música. Los ratos de largos paseos del perro, o los regresos a casa desde el trabajo (caminando), me permitieron disfrutar y reencontrarme con Howard Shore, un compositor al que le tenía perdida la pista. Colaborador habitual de David Cronenberg, con quien mantiene una de las relaciones profesionales más largas de Hollywood, en los últimos años también ha repetido con Martin Scorsese en varias ocasiones. Si uno no ha visto las películas de estos dos directores de la última década, es posible que no sepa nada de Howard Shore desde El Señor de los Anillos.

Los críticos del compositor siempre echan en falta melodías pegadizas, o al menos fácilmente reconocibles, entre su música. Desde luego si se es crítico con Howard Shore, atacar ese punto débil (que es cierto que no es un compositor de grandes melodías) resulta extremadamente sencillo, casi tanto como meterse con las bandas sonoras de la famosa saga de Aragorn, Frodo y compañía, señalando (para hacer más sólida su crítica) con el dedo la pobreza musical de los temas de las películas, bandas sonoras que suelen considerar elementales y sobrevaloradas. Resulta injusto (en mi opinión) que las más duras críticas que recibas sean por tu trabajo más conocido, porque demuestra el hecho de que nacen de la fama de esas películas, antes que de una verdadera desafección musical.

Lo que unos y otros siempre valoran positivamente de Howard Shore, es su facilidad (si es que no se puede decir maestría) en crear verdaderos climas musicales, dotando a las películas de una atmósfera concreta, de un tono unificador que termina transformándose en un personaje más. Ese tono que los guionistas imprimen en sus líneas cuando tienen la inspiración y suerte de escribir un gran guión, lo imprime este compositor en cada trabajo (como todos, unas veces con más y otras veces con menos fortuna), a través de una perfecta orquestación.

De la música a la película: Un viaje inesperado

Como he dicho antes, no conocía absolutamente nada de la nueva película de Scorsese, y entonces llegó a mis manos la banda sonora. Para la mayoría de nosotros hoy en día, un reproductor de mp3 es una herramienta imprescindible. El inconveniente de este maravilloso aparato, es únicamente una molestia para las nuevas generaciones, pero para alguien que viene de los viejos días en que mientras se escuchaba un disco, se iban leyendo los títulos de los temas, dándole vueltas al folleto y leyendo las notas, el escuchar los temas seguidos y no poder ir conociendo los títulos resulta algo frustrante. No se puede ir por la calle sacando cada dos minutos el aparatito para leer  el título del siguiente tema, a riesgo de parecer un poco rarito, y seguro que esto es algo con lo que mucha gente se identifica…

El caso es que, por no sacar las manos de los bolsillos (ha hecho mucho frío últimamente), he llegado a “meterme” dentro de la música de Howard Shore sin ideas preconcebidas, y sin conocer siquiera el argumento, ni los títulos que el autor le pone a lo que estaba escuchando. Es quizá por eso que me costó meterme dentro de la música, pero eso fue al principio. La primera vez no tenía ningún interés previo, excepto lo dicho: el reencuentro con Howard Shore. A partir de la siguiente vez (y hoy en día, por la falta de tiempo, el repetir es casi un milagro, en todos los sentidos), el interés fue por la música en sí misma, y así ha ido creciendo poco a poco, hasta llevarme a ver la película. Es el proceso inverso al proceso natural por el que se compra o escucha una banda sonora, lo sé…

Desde el principio me quedó claro que la música estaba contando una historia con un ambiente o tono muy concreto, y me vinieron varias ideas a la cabeza. Para situar musicalmente lo que estaba escuchando, como todo cerebro humano, el mío tuvo que recurrir a referencias previas. Mi experiencia me decía que recordara músicas como Eduardo Manostijeras (1990) o Amelie (2001). Esa referencia estaba clara en la primera parte de la banda sonora, al menos. Y es que el toque que la orquestación de Howard Shore le imprimía a la música, evocaba claramente un sonido parisino con ese acordeón liderando la melodía.

Pero también había un fondo musical en esos temas que invitaba a tender la mano para comprobar si estaba cayendo nieve. Para la mayoría de nosotros ver nevar sigue siendo todo un acontecimiento, un hecho que nos remite a la infancia y que es en sí mismo mágico. Esa cierta magia está presente en todo el disco, es como si Howard Shore hubiera elegido ese tono concreto como el elemento musical que debía distinguir a la película. La sugerencia del sonido francés (y aquí viene el maravilloso toque de Howard Shore con la orquestación) se logra con un reducido grupo de músicos, que son el verdadero cuerpo de la banda sonora. Presentes de principio a fin, están acompañados por la toda la orquesta como fondo musical, pero no es ésta en esta ocasión quien lleva el peso de narrar la historia o transmitir emociones. Sea como fuere, ya tenía en mi mente una imagen de París nevando, y seguí escuchando…

Había un segundo bloque, hacia la mitad del disco, donde el sonido parisino remitía, y era sustituído por algo muy diferente, pero igual de identificable. Estos temas recordaban la música del primer cine, el cine mudo. Todo el que haya visto una película de Chaplin, por ejemplo, recuerda ese mínimo conjunto de instrumentos interpretando musicalmente las escenas, dotándolas de acción, emociones, fantasía, magia… y toda clase de maravillas, con unos medios mínimos. Nadie que haya visto El chico (1921) o Tiempos modernos (1936) puede recordar una imagen de esas películas, sin que su oído recuerde a su vez aquellas primeras notas musicales del cine. Y la referencia de Chaplin se puede extender a Harold Lloyd, Buster Keaton, etc.

Un tercer bloque de temas, terminando el disco, algo más difuso, mezclaba varios conceptos musicales de los anteriores, recurriendo a veces a ese ambiente mágico, a veces a ese sonido parisino, y a veces al lenguaje musical del cine mudo para ir acompañando seguramente (me decía) escenas más concretas, donde puede que incluso haya algo de acción. Lo llamé el bloque de aventura. Que nadie trate de encontrar paralelismos entre estos temas y nada de lo que aparece en El Señor de los Anillos, por haber mencionado la aventura. En aquellas famosas películas el tono era épico, mientras que aquí solo en ciertos momentos la orquestación puede recordar a aquellos trabajos, pero en ningún caso con ese tono, sino manteniendo el aura mágica que no deja de estar presente desde el primer tema.

Por último está la canción, Coeur Volant, interpretada en francés por Zaz, que al mismo tiempo que demuestra que se trata de una película familiar, confirma muchas de las ideas que el resto de la música de Howard Shore me había sugerido, y añadió una más. Sin entender ni una palabra del francés, la música y la voz de la intérprete destilan un sentimiento de nostalgia que no se puede disimular.

Y esta idea se clavó en mi mente la siguiente vez que escuché el disco, y vi ese toque por todas partes, sobre todo en un motivo recurrente que suele interpretarse con las notas de un piano, y que nunca llega a formar una melodía completa. Después empecé a reconocer varios motivos recurrentes más, que supuse tendrían mucho que ver con personajes concretos, y a fuerza de tararearlos me encontré con la idea de que la unión de muchas piezas musicales simples había ido formando un conjunto excepcional y sorprendente. Es como si las distintas piezas de un puzle hubiesen encajado de repente, y todo a base de fabricar distintas emociones en el que escucha… Vamos, lo que se supone que una buena banda sonora tiene que hacer.

Ya entonces habían salido las nominaciones a los Oscar, lo que terminó de hacer subir mi interés, de cero a cien. Así que mi regreso a Howard Shore me llevó a otro regreso, el de Martin Scorsese. Y así llegué a conocer a Hugo Cabret, y situé la música en su verdadero contexto, y descubrí que Howard Shore me había estado contando un maravilloso cuento (en este caso no de hadas, sino muy real) a través de su música. También que el inconfundible ritmo de vals que recorre la banda sonora no es solo una herramienta musical, sino un reflejo de lo que Scorsese hace con su cámara, y el montaje, y la composición de las escenas, y el vaivén emocional de los personajes… Un balanceo mecánico que no es casual, tiene un ritmo muy bien definido, y es tan preciso como el tic tac de un reloj, algo que incluso llega a oírse entrelazado en la música.

Hugo Cabret: Del cine, al libro y de vuelta al cine

La historia de Hugo Cabret, es la de un niño que en el Paris de los años 30 pierde a su padre y sobrevive solo entre los muros de la Gran Estación de ferrocarril, limpiando y engrasando los engranajes de los relojes y robando las piezas que necesita para reparar un enigmático autómata que su padre había empezado a restaurar. Sería injusto revelar más del argumento, porque parte de la magia de la película está en ir desvelando los misterios, algo que quienes montaron el tráiler debían saber muy bien, porque es una pieza tan genérica que prácticamente no cuenta nada, y termina pareciendo una película totalmente diferente.

El caso es que la historia está plagada de ensoñaciones que nos remiten a la infancia, con reminiscencias mágicas continuas, que son un paralelismo nostálgico de lo que realmente es la nueva película de Scorsese: un homenaje al cine. El cine mudo, el primer cine, pero finalmente el cine como fábrica de sueños, una referencia directa varias veces a lo largo del metraje. Solo un director como Martin Scorsese podía hacer algo así, una maravillosa película que funciona a tantos niveles diferentes y con tantos paralelismos, que solo podemos concluir que el veterano director ama tanto su profesión que sigue viendo el cine con los ojos de un niño que ve una película por primera vez.

Todos esos elementos, desde el misterio mágico del mecánico autómata (que se identifica con el cine mismo), hasta la nostalgia del niño por su padre (o por el cine de antes), o el homenaje sincero a la profesión, fruto del estudio y amor al séptimo arte de toda una vida, se notan en la forma de rodar, en los primeros planos, en las composiciones, en el mimo con que se tratan los personajes, en las líneas de diálogo… Es una película realmente redonda, así que no es de extrañar que tenga tantas nominaciones y haya ganado tantos premios.

Pero todo viene de un curioso libro, no una novela ni un cómic, sino algo a caballo entre ambos mundos. El libro para niños La invención de Hugo Cabret, de Brian Selznick. Se trata un libro de más de 500 páginas, que curiosamente se lee en menos tiempo del que dura la película (yo no lo he leído, esta es una referencia ajena). La historia es por tanto adaptada de este original donde se combinan texto e ilustraciones, de este autor, un conocido ilustrador que quiso probar un formato en el que cuando las palabras sobran son sustituídas por sus dibujos y viceversa, y hacer avanzar así la narración. No en vano, emplea en la mayor parte del libro el lenguaje cinematográfico del cine mudo, ya que concibió la historia como el homenaje al genio pionero del séptimo arte Georges Méliès, que concibió el cine como una máquina que captura el sueño de los hombres. De los herederos de Méliès obtuvo permiso para incluir ilustraciones y diseños originales dibujados aquel mago reconvertido a director de cine.

El estilo de los dibujos de Selznick, a mano, en blanco y negro sobre fondo negro, muy crudo la verdad, es casi como contemplar un fotograma de una película antigua. De hecho su forma de contar la historia guarda mucha relación con el lenguaje de aquel desaparecido cine mudo. Las páginas iniciales del libro casi pueden considerarse un storyboard que Scorsese tomó para comenzar su película, y nos sirve de referencia esa secuencia inicial para contemplar con nostalgia y cariño el cine que hemos dejado atrás, y ver el contraste entre los viejos y deteriorados fotogramas en los que el escritor-ilustrador se inspiró, y el cine actual donde empieza a predominar la tecnología 3D.

Pero al final la idea es: ya sea con color o en blanco y negro, mudo o con sonido, con música o sin música, con efectos especiales o únicamente personas, en 3D o como ha sido toda la vida… el cine puede y debe ser un medio para contar historias que nos maravillen, horroricen, fascinen o nos hagan soñar.

Conclusión

Tanto Scorsese, como Selznick, como Howard Shore pueden verse recompensados con premios y reconocimientos varios por Hugo, pero al final con su trabajo son ellos los que han fabricado un sentido reconocimiento al séptimo arte, en forma de película, libro y música. Pueden estar orgullosos de haber sabido plasmar sus sueños y hacernos soñar a los demás.

En cuanto a Howard Shore, ha compuesto sin duda una de las mejores bandas sonoras del año, y además creo que se ha superado a sí mismo al hacerlo. La música de Hugo tiene tantos matices y niveles, sin tener temas perfectamente reconocibles, que aunque la mayoría del público no la tararee al salir de la sala, sí que la reconocerá allá donde suene. Sería un más que justo ganador del Oscar, por una vez.

«Hugo» está disponible en iTunes y Amazon

Hugo

01. The Thief (4:21)
02. The Chase (2:50)
03. The Clocks (4:28)
04. Snowfall (1:51)
05. Hugo’s Father (3:25)
06. Ashes (2:33)
07. The Station Inspector (1:10)
08. Bookstore (1:52)
09. The Movies (1:29)
10. The Message (4:37)
11. The Armoire (2:33)
12. Purpose (2:04)
13. The Plan (2:49)
14. Trains (2:50)
15. Papa Georges Made Movies (1:53)
16. The Invention Of Dreams (6:29)
17. A Ghost In The Station (6:01)
18. A Train Arrives In The Station (3:26)
19. The Magician (2:34)
20. Coeur Volant, Zaz (Elizabeth Cotnoir, Isabelle Geffroy, Howard Shore) (4:19)
21. Winding It Up (4:11)

Duración total: 67:45 minutos