De la mano de Ron Howard llegó vía Netflix el drama rural Hillbilly Elegy (Hillbilly, una Elegía Rural, 2020), una película precocinada para los Oscar que se quedó a medio camino de todo, y eso pese a tener algunos aciertos realmente importantes y potentes.
Entre ellos se encuentran sus dos actrices principales, inmensas, y siguiendo con los duos, el de sus dos compositores (maestro y aprendiz), que acertaron de pleno con el tono musical de la partitura.
Hillbilly Elegy – La película
Basada en la novela autobiográfica de J.D. Vance, cuyo título es Hillbilly, una elegía rural: Memorias de una Familia y una Cultura en Crisis, Ron Howard ha construido un producto que, lamentablemente, tiene un acabado final que parece de película de antena 3 del fin de semana (y quien dice antena 3, dice la uno incluso).
Es un drama ramplón, simple, que juega sus cartas de forma previsible, fácil, sin complicarse, y que sustenta sus bases en una Glenn Close espectacular (estaba de OSCAR, tal cual) y Amy Adams. Ambas están tremendas como madre e hija (o lo que es igual, abuela y madre del protagonista, el propio J.D. Vance), y reflejan perfectamente el peso del drama de la historia de una familia sureña de los Apalaches donde nos encontramos un poquito de todo (hay que recordar que Hillbilly es un término peyorativo que viene a significar paleto).
El problema es que cuando ambas desaparecen de escena la película parece que se queda sin foco, y se vuelve apesadumbrada, sin mayor interés. Y es que Howard, en mi opinión, se ha limitado a tirar de oficio sin más añadidura, con un conformismo que es alucinante (y triste). El material daba para más, o al menos eso pienso yo.
Ejemplo: hay que saber cuando algo no funciona en la película (no aporta) y corregirlo. La escena del protagonista (un correcto Gabriel Basso) en el tramo final volviendo en coche y hablando con Usha (correcta Freida Pinto) es anodina, no aporta, está rodada sin nervio. Si algo no suma en un guión, o lo retocas o lo quitas. Y podríamos seguir…
Lo de Glenn Close merece comentario aparte… ¿qué tiene que hacer esta actriz para ganar un Oscar? Su transformación física es alucinante (llevaba hasta las gafas de la verdadera abuela) y sus gestos y su mirada… es impagable. Es ELLA, es MAMAW. Respira autenticidad, lees perfectamente cada cicatriz de dolor que rezuma su interpretación. Es espectacular, y por ello aún da más rabia el resultado final del acabado de la película.
Al margen de ellas, Howard ha delegado el apartado musical a un viejo compañero de fatigas, Hans Zimmer, quien en esta ocasión ha compuesto la partitura junto a uno de sus pupilos David Fleming, ofreciendo uno de sus mejores trabajos en años, redondo y sin fisuras.
Hillbilly Elegy – Zimmer & Fleming, componer en tiempos de Covid
Zimmer y Fleming habían colaborado varias veces en el pasado (la versión del 2019 de The Lion King, le entrega de Dark Phoenix de los X-Men o Son of God), pero nunca componiendo ambos en una banda sonora, y además para una película de Ron Howard, algo con lo que Fleming estaba ilusionado en sus propias palabras. Y el resultado final, francamente, ha sido extraordinario. Ambos han sabido sacar rendimiento a componer en tiempos de COVID (y con Zimmer contagiado).
Para esta composición ha podido contar con un plantel de músicos donde destaca la presencia del guitarrista Derek Trucks (con quien Zimmer llevaba tiempo queriendo colaborar y que gracias a la pandemia pudo tener disponible) y la mítica chelista Tina Guo (habitual de Zimmer).
En conversaciones con Howard y entre los propios compositores, la decisión era alejarse de lo evidente, es decir, utilizar banjos para una película sobre los avatares de una familiar sureña, destacando encontrar el núcleo emocional a través de una paleta musical que es heterogénea en matices pero homogénea en colorido; un aire sureño planea por el aire, pero el verdadero color musical es la emoción, una sincera y emotiva que nace de los punteos de Trucks, de los lamentos de Guo, del violín de Ben Powell o de los vientos de Pedro Eustache.
Y visto el resultado final ha sido un completo acierto, incluso en las palabras del propio Zimmer se observa que este proyecto se lo han tomado muy en serio y han decidido no ser intrusivos, afirmando que muchas veces las interacciones e interpretaciones de los personajes eran tan buenas que no era necesaria la música (como la conversación entre Mamaw y su nieto cuando este arroja la calculadora fuera del coche), y otras veces los silencios en pantalla recibían tratamientos musicales para hablar por los personajes y sus sentimientos, siempre de forma respetuosa (como el inicio de Responsability o el corte We Respect Our Dead).
Además, de alguna forma ( y no es casual), el Zimmer del año 2020 nos ha traído a la memoria aquel compositor ecléctico y atrevido de los 80 y mediados de los 90, cuya frescura no dejaba de sorprender a propios y extraños con obras musicales de todo tipo (Rain Man, Thelma & Louise, Black Rain, Backdraft, Regarding Henry, Point of No Return o Pacific Heights). La partitura de Hillbilly Elegy tiene retazos musicales de algunas de aquellas obras, en el tratamiento de las texturas musicales, los instrumentos (los punteos de guitarra) o los ritmos (esa percusiones maravillosas de Suffocating).
En definitiva, el 2020 nos ha demostrado, por si alguno lo dudaba, que cuando Zimmer quiere, no lo sabe hacer bien… lo sabe hacer rematadamente bien, y esta y Wonder Woman 1984 lo han dejado claro.
Hillbilly Elegy – Análisis Temático
Zimmer y Fleming ofrecen dos temas principales, complementarios y de similar factura, que vienen a acompañar las vicisitudes del clan familiar de J.D. Vance a través de tres generaciones, además de dos recursos musicales que le dan ese acabado musical final que lo hace brillar sobremanera, para ambientar tanto el conflicto como los recuerdos de los protagonistas.
El primer tema central, solemne y emotivo, lo podemos escuchar en Transformation (End Titles), donde el cello de Guo arrastra de forma maravillosa las notas, dándole un toque sureño maravilloso y un tono que es melancólico en el recuerdo pero optimista a la vista del futuro del clan familiar. Esta pieza final que es el primer corte del CD (curiosidades de las ediciones) esta desarrollada de forma maravillosa, con un tono minimalista que por momentos me traen a la memoria el Nell de Mark Isham (alrededor del minuto dos).
Este tema cobra especial relevancia en We Respect Our Dead, con la muerte del marido de Mamaw (y abuelo de J.D. Vance), de nuevo solemne y sentido, dotando a la escena del colorido emocional que precisa, con muchos silencios en pantalla y con un tono onírico y de respeto mayúsculo, realmente sentido, donde Fleming y Zimmer aciertan de pleno, con un cello que abre el corte llorando la muerte de uno de sus miembros. Es de una carga emocional contenida y precisa, sin exageración, sin caer en lo fácil, de una forma sincera y emotiva, donde se suma el piano y una atonalidad final de las cuerdas para la despedida.
También lo encontramos en el corte que abre la película, Kentucky 1997 o en Steel in Our Veins, el clímax final de la película, que representa una de las frases del clan Vance (llevamos hierro en nuestras venas) representa el cierre perfecto para la edición discográfica y un magnífico broche para el discurso musical y narrativo de los compositores para la película.
Es, no obstante, el segundo motivo el que le da movimiento a las decisiones de la familia, representado en la edición discográfica en el corte dos, Rust, y especialmente en uno de los highlights del disco y de la película, Responsability (donde Mamaw decide tomar las riendas de la vida de J.D. Vance y ejercer de madre, abandonando el hospital en el que se hallaba ingresada y yendo a por su nieto caiga quien caiga, apartándole de las faldas de una madre inoperante y tóxica).
La fuerza musical y la energía que tiene este corte transmiten la determinación en la decisión de Mamaw de forma espectacular; los punteos de la guitarra de Trucks son maravillosos, sumándose el sello de Guo al ritmo o el violín de Ben Powell (con esas sonoridades repetitivas tan maravillosas), de una forma constante y poderosa, acompañando a cada una de las decisiones vitales que los diferentes miembros van tomando en varios momentos de la película.
También nos encontramos este tema cuando J.D. decide trabajar mientras estudia para traer dinero a Mamaw, todo ello tras ver los esfuerzos que esta realiza por su nieto sin apenas tener ingresos (es realmente emotivo lo que hacen nuestros seres queridos por nosotros, y eso me recordó a mi abuela Emma, que apenas tenía nada y te lo daba todo, y cuyo parecido físico con Mamaw me la ha hecho recordar constantemente para bien).
Hay, además, un tema para el conflicto, que encontramos perfectamente desarrollado en el corte cinco del disco, Suffocating, que como tal no aparece en la película, pero si aparece en algunos momentos de la película esa sonoridad pulsante y tensa que transmiten el ritmo percusión y como de engranajes metálicos casi oxidados que suenan durante el corte. Por ejemplo, cuando un joven J.D. Vance y sus amistades peligrosas entran ilegalmente en un almacén o cuando el mismo J.D. sube a tratar de partirle la cara a una de las múltiples parejas que ha tenido su madre Bev. Es un corte excelente y con muchísima fuerza y potencia musical.
También hay tiempo para la música sugerente y ambiental, de tono más pausado y relajado, que en muchos momentos de la película recorre los fotograbas para hablarnos del pasado y de los recuerdos, como la apertura del corte seis, Bev, que nos proporciona una mirada musical a los fantasmas que pueblan el alma de la madre de J.D. (drogas, maltratos…) o Old Wounds (viejas heridas) otro corte que no aparece como tal pero cuyas sonoridades evocan exactamente lo mismo, y que aparece repartido en algunos momentos de la película en algunos flashbacks. Esos ritmos ambientales me traen a la memoria a esas maravillosas fases musicales sugerentes que pululaban por otra de sus mejores obras, Interstellar, de una forma similar y que demuestran el calado emocional de Zimmer para dar colorido a todas las esquinas narrativas y argumentales de la película.
Finalmente, incluso hay que para someter al material compuesto a una breve revisión romántica y emotiva a través del corte Usha, donde los compositores ofrecen música y cálida con las texturas musicales ofrecidas para la relación de J.D. con su pareja (una pata importante en la historia pero que cinematográficamente poco aporta, quedando coja).
Hillbilly Elegy – Conclusiones
Muchas veces hay partituras que por una u otra razón pasan a formar parte de tu lista de reproducciones habituales año tras año. Son pocas la adicciones que voy sumando en los últimos años, aunque existir existen, eso es cierto. Y entre ellas puede que se sitúe este Hillbilly Elegy, que he vuelto a recuperar en Junio tras haberla escuchado a primeros de este año. El cuerpo me lo ha pedido, sin más.
Y es que sus 42 minutos de música (poco más hay en la película) se consolidan como un perfecto ejemplo de maestría compositiva que recuerdan aquel viejo principio de a veces menos es más, y sobre todo si hay trabajo, oficio y calidad detrás.
Lástima que salvando a las dos protagonistas principales (especialmente a Glenn Close) la película no haya dado para más, lastrando que esta música hubiera brillado y destacado aún más con un proyecto cinematográfico más sólido y de mejor factura. Fleming y Zimmer se lo merecían.
Y aún así, Hillbilly Elegy quedará como un episodio musical de épica emocional (en palabras del propio Hans Zimmer) a recordar y disfrutar en los años venideros, algo que los músicos han reflejado perfectamente al grabar e interpretar la música compuesta por Fleming y Zimmer. A mí, al menos, me han emocionado y ganado para la causa.
Hillbilly Elegy
- Transformation (End Titles) 04:59
- Rust 02:45
- Kentucky 1997 02:45
- We Respect Our Dead 02:45
- Suffocating 04:51
- Bev 03:30
- Resignation 02:01
- Old Wounds 05:44
- Responsability 05:05
- Usha 03:04
- Steel in Our Veins 04:35