Análisis
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Género
Comedia, Drama
Lo mejor
La gran compenetración de la música con el personaje de Bardem
Lo peor
Que se entienda la música como simple música de comedia

El Buen Patrón

2021

El buen patrón (2021) se circunscribe en un contexto socio-económico español ciertamente convulso en que se abusa de la temporalidad y el mecenazgo empresarial sigue siendo ese gigante invisible que pulula entre derechos, reformas laborales y buenas intenciones de los gobiernos de mejorar las condiciones del trabajador. Los precios se encarecen (alimentos básicos, combustible) y David tiene que luchar contra Goliat en el seno de un sistema capitalista que no tiene en cuenta actitudes tan básicas como el respeto hacia la persona y su trabajo. La meritocracia sigue siendo así una utopía.

Fiel a su cine social y comprometido, Fernando León de Aranoa lanza una de sus obras más cínicas y corrosivas, disimulada bajo el velo de una complaciente sonrisa de un enorme Javier Bardem. El actor se traga a este personaje y se convierte en un empresario español tipo con el que más de uno habrá topado.

Resulta estremecedor la pasmosa naturalidad con la que este mecenas, Julio Blanco su nombre, traza los designios de sus empleados bañándose continuamente en la autocomplacencia y el autocontrol. Parece tan espontánea su interpretación que asusta y trae consigo el espíritu de esos grandes caciques del cine español, como el señorito Iván de Los santos inocentes o Pedro Luis Jarrapellejos en Jarrapellejos. Julio Blanco es consciente de lo que es y Esto lo vuelve más peligroso. A veces parece que estamos viendo más una película de “terror empresarial” que una comedia al uso, aunque la gran habilidad del director es juntar ambos géneros sin llegar a estigmatizar su propia película. Pero gracias a sus acerados diálogos y a ese espíritu disconforme de los mejores cineastas sociales españoles esta experiencia se convierte en algo divertido a la vez que profundamente corrosivo y mordaz.

El Buen Patrón – La Banda Sonora

Zeltia Montes, en su primer trabajo con el director, se lanza a hacer una banda sonora de tipo cómico pero con un contrapunto cínico muy poderoso, que iremos comprobando a medida  que avanza el metraje. Nos presenta a Julio Blanco, un empresario de básculas en apariencia bonachón y tranquilo, que sabe encontrar la solución más adecuada para el buen devenir de su empresa. La sección de vientos lo define en su mayor parte y nos muestra a un tipo despreocupado y locuaz que parece tener todo controlado. Adquiere así la música desde su inicio en Básculas Blanco.

un tono más cercano a la comedia tradicional y a la pantomima que a algo que se pueda tomar realmente en serio. Es una música desinhibida y juguetona que encierra en sus entrañas grandes dosis de mala leche. En su cadencia está implícita un concepto fundamental que será por el que luche durante todo el metraje: el equilibrio.

El sarcasmo viene del mismo hecho de que todo gira en torno a una fábrica de básculas, elementos que podríamos relacionar directamente con la justicia y la igualdad. Son los mismos conceptos que Blanco simula aplicar en su trato con los empleados en un ejercicio de comedia ácida y de mala baba que devendrá en tragedia, como veremos más adelante.

Montes marca así las pautas por la que discurre su personaje, mostrándolo como alguien cercano y simpático en un principio pero al que sus actos lo acabarán delatando. Al ser un tema exclusivo del personaje todo nace y muere en él (cierto halo egocéntrico se presume) y lo que hará únicamente será ante todo (y todos) de lo que suceda en su entorno. De hecho, los demás personajes no tienen música y entenderemos más adelante como esto es una forma de ejercer control y autoridad sobre ellos. Esto es todo un acierto por parte de la compositora ya que estará resaltando veladamente su personalidad y lo aislará del resto, haciendo que el espectador puede juzgarlo a medida que va conociéndolo.

Es un tema que no sufre una evolución per se (el personaje siempre es él mismo) sino que muestra su verdadera cara a medida que los hechos lo van desbordando y va perdiendo su compostura inicial. Lo más cruel de todo es que aparece con su verdadero rostro cuando la película ya ha acabado en los títulos de créditos finales bajo el nombre de La justicia y no hay testigos de lo malvado que es realmente el personaje (la justicia es él). La compositora lo remarca con el mayor acuse hasta el momento en los instrumentos de viento (suenan mucho más graves y severos) y con una mayor contundencia y vehemencia  en el discurrir de la sección de cuerda. Una personalidad ufana y despreocupada (en el buen sentido) se convierte así en otra sibilina y “reptiliana” que juega con el destino de sus empleados como su fueran armatostes.

Pero antes de ese momento final hay todo un recorrido que vamos a comentar a continuación. Varios son los momentos en el que el tema parece que va a perder su estabilidad y compostura inicial y éstos los marca tres hechos clave de la película: el despido de un empleado, la situación personal de su amigo/empleado y hombre de confianza (Miralles) y la contratación de una nueva becaria. Todo parece amenazar la estabilidad del tema principal para que el tan ansiado premio a la excelencia empresarial (el gran objetivo de Blanco y por el que la música trata de mantener su eterna sonrisa) no llegue y sus denodados esfuerzos caigan en saco roto.

Personas conflictivas

El primero de los conflictos que se nos presenta es la situación personal de su empleado de confianza, al que trata de calmar y enderezar. La aportación de la música en este conflicto es apenas significativa  pues no deja de reforzar ese control en la sombra que está ejerciendo Julio Blanco sobre su entorno. Lo más interesante es la aparición de la cuerda como muestra de determinación y aplomo a la hora de manejar los problemas de la empresa, tal como escuchamos en Imprecisiones.

Pero la cuerda será un elemento que también refleje la tensión inherente al personaje ante estos conflictos tal como reflejen temas como La moto o, sobre todo, otros posteriores. Aparecerá también en la música otro elemento que provocará angustia y zozobra en el personaje, y que resultará clave para entender el compromiso ante el que se ve expuesto y la situación próxima al descontrol que experimentará: la electrónica. Aparece al principio de este tema con lo que se asemeja al soniquete de un piano y sobre todo, en el tercero de los conflictos (el que le provocará mayor desajuste).

En el segundo de los conflictos, Blanco ve comprometida su vida conyugal tras tener un affair con la nueva becaria y descubrir quién es ella realmente. La compositora resalta el nerviosismo y la agitación que presenta de personaje con un mayor acuse de las cuerdas. Esto ocurre nada más presentarse la chica, lo cual también nos estaría dando una información más (corroborada escena antes) que es la relativa a lo adúltero del personaje. Ya en Liliana (el nombre de la chica) advertimos esa convulsión en la cuerda que se acrecentará a medida que interactúe con ella y tenga un mayor acercamiento. Pero recordemos que el tema siempre persigue el control de la situación con lo que su aplicación está más orientada a no dejar que nada le enturbie ni distraiga de sus propósitos.

En La becaria nueva el tema se vuelve mucho más desenfrenado al descubrir quién es esta chica y llega a provocar su desaparición para instantes después recuperar la compostura gracias (de nuevo) a la aparición de la sección de vientos. Esto es un indicativo de más de lo egoísta del personaje y que pase a sus devaneos no tiene más interés que en sí mismo. Resulta muy interesante el contrapunto cómico, musicalmente hablando, de toda esta parte pues no deja de ser una música graciosa y juguetona que flirtea con la muchacha y lo sigue mostrando como alguien simpático y divertido a ojos del espectador.

Pero sí hay un foco de conflicto importante en esta película es la imposibilidad de echar a un ex empleado que se manifiesta a la entrada de la fábrica. Pese a los esfuerzos de Blanco de que abandone el lugar, éste se revela de forma aún más vehemente y combativa y a Blanco no le queda más remedio que recurrir al chantaje. La cuerda suena extremadamente agitada y hasta virulenta y el tema principal parece que se va a desintegrar al completo y claudicar ante la presión que supone tener a un paria manifestándose horas antes de la temida (y ansiada) comisión que dará el OK (o no) a la calidad de la fábrica. Zeltia acompaña este momento de algo tan frío la electrónica y la convierte en cuasi protagonista. Con ellos trata de volatizar algo que estaba perfectamente orquestado y bajo control y echar por tierra el juego del personaje en El pueblo también caga.

Este elemento parece no formar parte del personaje pues es todo lo opuesto a su carisma y a la imagen que quiere dar pero realmente representan todo lo que teme y lo que ello conlleva: ser descubierto y que no le concedan su medallita. Podemos así asociarlo al miedo a perder el control, a la inseguridad e incluso a la ira del personaje cuando sus títeres no ceden ante sus deseos. Le da un plus de gravedad a la situación y es el punto de inflexión donde nuestro empresario se quita la máscara y ya no lo vemos como ese tío gracioso y cercano del principio. Pero de nuevo el tema vuelve a retomarse y a coger definitivamente el control en los dos siguientes escenas que comentaremos, erigiéndose triunfal y jocoso.

Esos momentos son dos: el discurso en el cementerio tras la muerte del chaval fallecido en Un joven prometedor y el despido de su trabajador insignia (Miralles) en Miralles y Truncar la balanza. En ambos temas la cuerda vuelve a sonar con mucha más determinación y contundencia y su conjunción con su germen (la sección de vientos) hace que el tema quede mucho más definido y reforzado ante la que parece es su gran victoria y su botella de oxígeno. La compositora ha ejecutado así su gran obra y hacer que su tema sobreviva y anule al resto de personajes, desamparados y sin música.

Ese triunfo total quedará remarcado por dos escenas que son el clímax de la película y que son resaltados de forma despiadada por dos piezas musicales preexistentes. Primero, por el tema  Serguéi Prokófiev para el ballet Romeo y Julieta en el que el buen patrón (cuál capo de la mafia) ejecuta impávido su venganza contra el ex empleado en un brillante montaje paralelo mientras cena con su mujer. Es una escena de demoledora fuerza y crueldad en el que ya no tenemos dudas de quién es Julio Blanco. Más cínico aún es la aparición de la canción Feeling Good de Michael Bublé en la visita de la comisión a la fábrica y la posterior concesión del premio a la ansiada excelencia empresarial. Es el triunfo definitivo, la victoria de la falta de principios sobre cualquier precepto ético y moral, dando igual si un empleado sube de escalafón en la empresa con tácticas igual de mezquinas. Lo que cuenta es el premio, la medalla final y la sonrisa Profident con la que el ego se aplaude a sí mismo con las orejas.

Conclusiones

Nos encontramos con un tema que está apegado de forma portentosa a un personaje y que representa toda su aura y su forma de ver el mundo. Pese a su aparente imperturbabilidad (el personaje es fiel a su personalidad y a sus principios) está haciendo toda una carrera de fondo contra los elementos que está en su contra. Reacciona ante ellos con el fin de mantener ese equilibrio del que presumen desde su primer tema. Nos encontramos así con una música que refuerza el cinismo del personaje conforme avanza la película y marca el contrapunto cómico de ésta. El personaje parece que cae bien y es divertido pero todo es una gran mentira a la que el espectador asiste cuál guiñol en la puerta de un colegio. Aquí encontramos las claves de esa gran sátira de la que hablábamos al principio. Ese tono impasible y de parecer querer restarle importancia a todo de su tema principal, no es sino el gran arma con el que este empresario establece su autoridad sobre el resto de personajes y lo convierte es una especie de mecenas que lleva a la máxima esa frase de “el fin justifica los medios”. Caiga quién caiga.

El Buen Patrón

  1. Básculas Blanco (2:19)
  2. Nuestros problemas son también sus problemas (1:00)
  3. Imprecisiones (2:49)
  4. Martes (1:25)
  5. Liliana (1:33)
  6. Policía (1:06)
  7. Khaled (1:19)
  8. La moto (1:07)
  9. Las becarias son mis hijas (1:52)
  10. Me gustas de siempre (1:45)
  11. La becaria nueva (1:27)
  12. La favorita del jefe (1:31)
  13. Libertad de prensa (0:47)
  14. Ya solo quedamos nosotros (1:22)
  15. El pueblo también caga (4:15)
  16. Romeo y Julieta somos nosotros (1:17)
  17. Un joven prometedor (0:58)
  18. Miralles (0:59)
  19. Trucar la balanza (2:01)
  20. La Justicia (3:35)
  21. Las despedidas – Bonus track (2:33)
  22. La excelencia – Bonus track (3:50)
Duración total: 39:25 minutos
Compositor: Zeltia Montes
Sello: Quartet Records
Formato: Descarga Digital
Fecha de lanzamiento 15 de Octubre de 2021
El Buen Patrón