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Dunquerke – La Película

 

PlDunkirk (2017)
Compositor: Hans Zimmer
Año: 2017
Lo mejor: La genialidad de su concepto
Lo peor:Un intrusismo que resulta, en muchas ocasiones, molestoNUESTRA NOTA

1940. Costa de Dunkerque, Francia. Miles de soldados ingleses y franceses se encuentran atrapados en este enclave mientras el ejército alemán invade Francia. El objetivo es sobrevivir, estando apenas a unas millas del hogar, mientras llegan refuerzos. Embarcaciones de valientes civiles provenientes de distintos puntos de la costa sur británica se adentrarán en el mar para ayudar al rescate de sus compatriotas. Tres únicos spitfire ingleses servirán de apoyo para la que ofensiva aérea alemana no elimine ese reducto de hombres atrapados en la costa.

Tres historias narradas en tres momentos temporales distintos con el nexo común de la angustia, la premura y la desesperanza. Tres tipos de héroes los cuáles, cada uno con sus armas, colaborarán para que no se produzca una masacre. Y dos son los baluartes que reforzarán estas sensaciones y se convertirán en elementos imprescindibles y protagonistas de esta película: el montaje y la banda sonora.

El montaje es brillante y, en ocasiones, tremendamente complejo. La pericia del director inglés hará que los tres momentos temporales en los que se fragmenta la película parezcan uno solo. Que esos personajes parezcan uno sólo. Situaciones bajo un mismo denominador pero acontecidas en tramos temporales dispares llegan a ser montadas con estupefacta habilidad de forma que Christopher Nolan juega con el espectador para engañarlo y sumarlo al caos reinante. Incluso dentro de un mismo espacio temporal la descripción de los hechos a veces no es consecutiva. Es un nueva maniobra de genio además de un acto manipulativo y pretencioso del director.

La banda sonora también procurará unidad ante estas tres historias representando a ese único protagonista que nunca aparece pero que está constantemente presente: la amenaza alemana. Una bajada a los infiernos que el alemán Hans Zimmer convertirá en auténtica pesadilla.

La mezcla de todos esos elementos es brillante. La idea lo es aún más.Nada se deja al azar y, pese a los puntuales fallos en la aplicación de la banda sonora el resultado es una experiencia difícil de olvidar.

Película bélica, pues, que no lo es tanto. Su interés está centrado en crear una sensación de indefensión sobre el espectador, de falsa calma. Su imaginería del caos resulta hermosa y hasta poética. La técnica es la de alguien que tiene un talento especial para hacer cine.

Acostumbrado a sobreargumentar sus películas, Nolan prescinde aquí casi de diálogos y deja su película en manos de los dos citados elementos y de su talento como director en componer escenas y escenarios de singular fuerza expresiva y arrollador contenido dramático. Dunkerque se convierte así no en la narración sobre unos hechos sino en la vivencia traumática de éstos a partir de una forma de hacer cine que resulta única y que marcará un nuevo match point en la carrera del director.

Dunquerke – La Banda Sonora

Uno de los primeros aspectos a destacar de esta banda sonora es que, sin lugar a dudas, no dejará indiferente a nadie. Su anacronismo y espíritu provocador son bazas que juegan más a su favor que en su contra. Y es que Hans Zimmer, con la ayuda de sus colaboradores Lorne Balfe y Benjamin Wallfisch, saca el mono de guerra y construye tal vez uno de sus trabajos más personales (siendo la personalidad del teutón lo acusada que es) y experimentales de su carrera, procurando que el espectador se sienta continuamente incómodo oyendo su música. Ese es el objeto y está conseguido.

Otra cosa son los juicios de valor acerca de sí es acertado o no. En mi opinión, todo cae en saco roto en cuánto la película queda sobresaturada por una idea tan brillante e insana como relamida en su propio corpus musical. Los breves espacios explicativos quedan colapsados por el afán de subrayar y destacar esa idea y la película se convierte en víctima de su propuesta.

Pros y Contras de Dunquerke

Valoro las grandes ideas y los scores que se salen del esquema clásico siempre que haya un uso correcto y coherente de esa idea. El concepto de la banda sonora de Dunkirk (Dunquerke, 2017) es absolutamente brillante y su uso, en ocasiones, también. Tres son las ideas que, bajo mi punto de vista, subyacen a la música y posteriormente comentaré: la premura de tiempo, el desamparo y la amenaza física (aviones alemanes, submarinos y manchas de petróleo).

Hans Zimmer crea, por lo tanto, una situación de indefensión aprehendida en torno a los personajes, los abandona a su suerte y los martillea y tortura a través de la música. La situación se convierte en una pesadilla de la que será imposible escapar. La angustia sustituye a la esperanza y el miedo a valor. Estas sensaciones serán las que invadan al espectador de forma que es un copartícipe directo de ese miedo escénico que impera en la película. Resulta, así, una banda sonora sumamente envolvente e intrusiva, que te atrapa desde su primera nota y que juega hábilmente con distintas texturas sonoras para dibujar un ambiente de caos y desesperanza.

La música de aplicará de forma muy genérica a todas y cada una de las situaciones que se va viviendo. Es decir, los 107 minutos que dura la película. Y aquí residirá el primer y casi único error de la banda sonora y, por ende, de la película. Son en los momentos de mayor quietud escénica cuando la música resulta más efectiva (The Mole, The Tide), siendo lo suficientemente potentes para arrastrar otros momentos que resultan más expresivos, expansivos o tácitos en su explicación.

La música entonces se convierte en un enemigo de la propia película y fagocita algunas escenas que tienen la suficiente entidad  para hablar por sí mismas. Escenas como la del torpedeo del submarino en la noche cuando los soldados han sido rescatados por un barco de la cruz roja tienen el suficiente carácter para estar sobre escritas por la música. O incluso en momentos en los que se ofrece una aclaración de algo (explicación del comandante a sus suboficiales de la situación)  la música vuelve a persistir en su macabra idea, pareciendo restarle importancia y relevancia a lo expuesto. El nudo explicativo de la película cambia y la música insiste en recordarte lo mismo. Son momentos de asueto que necesitan una tregua por parte de la música y que los mismos personajes o incluso los diálogos tomen protagonismo exclusivo.

Llega a tal el abuso que incluso en potentes escenas de acción la música se erige por encima de ellas, cogiendo un protagonismo absurdo e innecesario que rompe incluso el brío o la belleza expresiva de la propia imagen. Según distintas entrevistas, fue el propio Christopher Nolan quién quiso que la música tuviese constantemente este efecto dentro la película pero, a tenor de los resultados, creo que ha sido una decisión errónea y un fallo bastante grave del director en la lectura de su propia película.

Otras decisiones respecto a la banda sonora que también resultan algo incomprensibles es el uso de un tema clásico (Variación Nimrod de las Variaciones Enigma de Edward Elgar) para el momento de mayor alivio, cuando el propio Zimmer considero tiene la capacidad suficiente para hacer un tema igual de inspirado siendo los arreglos, además, de su colaborador Benjamin Wallfisch. Según ha declarado en distintas entrevistas, la devoción que su padre tiene por esta pieza fue lo que impulsó al director a utilizarla.

Hablamos pues de una idea que es demasiado genérica para superponerla incluso a momentos más concretos e íntimos, los cuáles precisarían otro tipo de música (e incluso mejor, sin música). El nervio escénico termina así rompiéndose por el uso abusivo de la música convirtiendo una idea extraordinaria en un ejemplo de cómo enturbiar un resultado por caprichos personales.

Incluso (y pese a ser el tipo de música que es) resulta mucho más interesante y satisfactoria su escucha aislada que dentro de la película. En la escucha aislada se capta la genialidad del concepto y como, habiéndola sabido utilizar en los momentos adecuados, hubiese podido ser una nueva obra maestra del teutón.

Jugando con el sonido: el contenido dramático de la música de Dunkerque

Tres son las ideas que subyacen en esta construcción iconoclasta y bastante transgresora: la idea de desamparo y abandono que sufren los soldados ingleses a lo largo de toda la película, la propia amenaza física materializada en submarinos o aviones alemanes en incluso una mancha de petróleo y la premura en tiempo fiscalizado en el constante tic tac de un reloj. Amenazas físicas, amenazas psicológicas y amenazas intangibles.

El desamparo. Será una constante que veladamente percibiremos a lo largo del film. Serán momentos en los que los soldados se encuentran más expuestos y vulnerables debido al previo ataque alemán y sobre los que la cámara centrará su atención. Un solo de trompeta con ecos de aislamiento (personalmente me venían ecos de Nacido el 4 de Julio) nos dará cuenta de esa situación de abandono e indefensión que viven los soldados.

Temas como We Need Our Army Back o Shivering Soldier son ejemplos de ello. Éste último tendrá un acertado acuse de las cuerdas para acrecentar el dramatismo tras el ataque alemán en un nuevo alarde del teutón de subrayar soterrada e innecesariamente la tensión. La idea vuelve a ser genial, y el escalofrío que produce la fusión de cuerdas y viento musicalmente hablando es bastante correcta aunque su aplicación es bastante desajustada para mi gusto. Aparece en la escena en la que un soldado inglés es rescatado por unos civiles y se niega a volver a la costa de Dunkerque para que éstos rescaten a sus compatriotas, y otras del final como la del planeo de Farrier (Tom Hardy) en las que percibimos diáfanamente como los soldados se encuentran completamente vendidos.El peligro viene de la mente de los protagonistas

La amenaza física. Hablamos de una amenaza real y directa en la que la música tomará protagonismo sobre las mismas imágenes y extenuará la tensión en grado máximo, materializada en aviones o submarinos alemanes o manchas de petróleo. Aunque éstos resultan los temas más inspirados, musicalmente hablando, y con mayor fuerza, su aplicación en no pocas ocasiones resulta innecesaria y restan valor artístico a la propia escena. Nos encontramos dos tipos de arquitecturas sonoras para estas amenazas.

Por un lado tenemos el uso de drones que simulan una especie de zumbidos bastante molestos y persistentes que denotarán la amenaza que viene del aire. Los stukas alemanes constituirán el principal enemigo de la totalidad del regimiento británico de ahí que el uso de este motivo sea casi constante a lo largo de toda la película y suponga un recordatorio de que, sea el medio que sea en el que se encuentre el soldado, la amenaza siempre pende sobre sus hombros.

Su uso estará completamente justificado pues aporta a las escenas un plus de carga bélica y agitación de la que la película se retroalimenta notablemente, contra reforzando magistralmente los contados momentos de falsa quietud vividos durante el film. La tensión así queda expandida a cualquiera de los espacios donde se desarrolla la acción (tierra, mar o aire). A su vez es un excelente ejemplo de un correcto uso de la música pues su aplicación no deja de subrayar la angustia inherente, ya sea en escenas de acción directa o de carácter más pasivo.

No es un elemento propiamente activo como el que comentaremos a continuación, sino más bien pasivo y completamente nocivo y es por ello que su presencia, incluso, en las escenas de mayor movimiento o incluso dialogadas resulta efectivo aunque no siempre preciso. Coge cierto protagonismo en escenas dónde lo que ocurre en el cielo adopta un papel más decisivo como la incertidumbre de lo que ocurre en el aire en The Mole o, ya de forma más directa y agresiva en una de las batallas aéreas en Home.El peligro, pues, viene desde el cielo.

Más acusado será ese pulso electrónico que a tantos nos ha fascinado en los cortes Supermarine (el mejor del disco) o The Oil en los que los crescendos de los pulsos harán que la película alcance su grado de tensión máxima pero, de nuevo, haciendo un subrayado en ocasiones inútil sobre las escenas pues éstas saben existir o hablar por sí solas. La originalidad del tema viene por la derivación en una especie de alarma que avisa a los soldados que el peligro se encuentra justo delante de ellos y la escapatoria se antoja imposible.

Zimmer añade a la progresión dramática guitarra y efectos de sintetizador para acuciar lo que son los momentos más frenéticos y desquiciantes del film. Lo escuchamos en la escena del torpedeo del submarino alemán o en la escena en la que los soldados nadan prestos para que el incendio de una mancha de petróleo originada por el hundimiento de un dragaminas ingles no acabe con sus vidas. Sin embargo, la aplicación de esta música tendrá un contrapunto favorable en la película y es el momento que se utiliza para la primera batalla aérea acrecentando el nivel de virulencia de ésta. Zimmer hace confluir esos dos momentos temporales de forma abrasadora en Supermarine, en el que es uno de los clímax de la película. Un nuevo elemento de tensión se suma pues al film siendo, en definitiva, un recurso que expresa un peligro ante un ataque en su forma más directa y agresiva. El peligro pues ya no sólo viene del aire, también viene del mar.

Premura de tiempo. El tic tac de un reloj será un elemento muy recurrente dentro de la banda sonora. El tiempo se convertirá así en un enemigo más que jugará a favor de los alemanes y acuciará las acciones de los británicos para intentar ser rescatados. Será un indicador más de que esto se trata de una lucha contrarreloj por la supervivencia. Dará cuenta de la vulnerabilidad de las tropas ante la proximidad del enemigo bien sea por mar, tierra o aire. También de las situaciones de extrema gravedad a las que se ven expuestos y en las que el tiempo, de forma destacada, juega muy en su contra (lucha por salvarse en Supermarine o, de forma mucho más incipiente, el instante que deben abandonar el barco encallado por hundimiento en Impulse).

Hace su primera aparición en el momento en el que el soldado protagonista recibe disparos del ejército alemán en The Mole, prolongándose su uso en buena parte del metraje ante situaciones que requieren una acción de contingencia rápida. Nos está señalando que, de alguna manera, el peligro también viene por tierra. Precisamente en este tema se hace un uso magistral de este elemento introduciéndote desde el primer segundo en la película. Será un elemento pues plenamente justificado, de aplicación muy efectiva y original y extraordinario ejemplo de la angustia vivida en primera persona por los soldados ante un elemento que es imposible de controlar. El peligro también viene de tierra. Y de lo intangible.

La muerte como invitada. Habrá un elemento que aparecerá en puntuales ocasiones para señalarnos que la muerte pulula en cada fotograma de la película. Algo semejante a un eco submarino dará cuenta de que las cartas están en todo momento en contra de los soldados. Aparecerá por vez primera en The Mole para advertirnos de que la muerte reina en esa costa y tomará protagonismo en The Tide, escena en la que los cuerpos de los soldados británicos son devueltos a la playa después del ataque del submarino alemán. Esta escena de desolación y muerte está envuelta por la música de al forma que por primera vez coge un protagonismo más directo. La desesperación se torna más amarga que nunca y la posibilidad de no salir con vida es una realidad que sucintamente ya contemplan los soldados. Es, junto a The Mole, la escena con mejor y más conseguido acompasamiento musical. El peligro siempre está ahí.

Liberación y honor. Los únicos momentos de liberación y alivio acontecen en el tramo final una vez que los soldados son rescatados. Constituyen un verdadero balón de oxígeno y destensan la cuerda que se ha mantenido completamente rígida a lo largo del film. Lo escuchamos en Home una vez que las embarcaciones de civiles llegan a la costa de Dunkerque y en el momento de la liberación total cuando el Heinkel alemán es derribado en Variation 15.

El tema entonces se expande honrando a los héroes no reconocidos (a los caídos y no caídos) siendo especialmente hermoso en la escena en la que Farrier planea sobre Dunkerque abandonado ya a su suerte pero con la impostada premisa esta vez de que un bien mayor (salvación colectiva) impera sobre uno individual (salvación personal). El arreglo que hace Benjamin Wallfisch del tema de Elgar es sumamente bello y majestuoso aunque algo sobreactuado, sobre todo en la maniquea y forzada escena del rescate de las embarcaciones. Este es un instante en la que la música irrumpe de forma abrupta y desmedida ante el horror sin ningún tipo de transición ni correlación dramática respondiendo más al antedicho deseo de Nolan por satisfacer a su padre que a algo que justifique plenamente su existencia. Hay lugar para la esperanza.

Conclusiones

Hans Zimmer, con el que Nolan lleva ya dos obras maestras (Origen e Interstellar) se erige en protagonista casi absoluto de esta película haciendo que su banda sonora destaque de forma  casi desmesurada en prácticamente todo el metraje…y eso, queridos amigos, creo que ha jugado en contra de la película y del buen arte. Fallo del director por permitirlo y no haber sabido leer su propia película.

Hay momentos en que la película precisa de música y, es más, está soberbiamente empleada y momentos en los que no. Para suerte de Nolan la música le da una tesitura y un empaque a la película imposibles de contemplar hoy en día y, a partir de la modulación y montaje de distintos sonidos. creó un universo único y dispar sin el que la película raramente se podría entender. Pero estas imposturas sólo funcionan en los momentos en los que hay una falsa quietud, en los que el peligro se percibe inminente o, en definitiva, en los que hay una angustia subyacente. Ello lastra a las escenas más íntimas o particulares, siendo el resultado global bastante irregular. El uso no es abuso, Sr. Nolan.

En el otro polo está una idea soberbiamente reflejada que conlleva un riesgo que es de aplaudir para un compositor y, a tenor de los resultados, no puede estar mejor concebida.  Es por todo ello por lo que este trabajo lo considero como uno de los más interesantes y a tener en cuenta del año. Amén de todo un fenómeno que ya está llenando espacios de tertulia bandasonoril.

Dunkirk

1. The Mole (05:29)
2. We Need Our Army Back (06:04)
3. Shivering Soldier (02:51)
4. Supermarine (07:59)
5. The Tide (03:49)
6. Regimental Brothers (05:02)
7. Impulse (02:34)
8. Home (06:00)
9. The Oil (06:10)
10. Variation 15 (Dunkirk) (05:52)
11. End Titles (07:13)

Duración total: 59:03 minutos
Compositor: Hans Zimmer
Sello: WaterTower Music
Formato: CD
Fecha de publicación: 21 de Julio 2017