Análisis
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Género
Sam Raimi, Terror
Lo mejor
El tema principal es un clásico, aunque el conjunto acompaña, y el hecho de que Young siga haciendo de las suyas en un cine tan cambiado como el actual. Es un viejo roquero
Lo peor
Que haya que esperar una década para que se reconozca que estamos ante una obra maestra

Drag Me to Hell

2009

Completando una historia sobre el Diablo

La historia del diablo y la música tiene su origen allá cuando apareció la palabra escrita. O lo que es lo mismo, de toda la vida. Pero hay ahora una ocasión para hablar otra vez de ella, puesto que Christopher Young ha escrito el último capítulo. Y es que el compositor norteamericano ha basado su partitura para la película Drag me to hell (Arrástrame al infierno, Sam Raimi, 2009) en un instrumento concreto, el violín. Pero como es el último capítulo, hablaremos de él mejor al final.

El violín y el diablo tienen algo que ver el uno con el otro, aunque no es el único instrumento con el que la Historia asocia al demonio. En la mitología griega, y la posterior y hermana romana, carente del sentido cristiano del bien y el mal, no existe la figura de satán, pero si abundan los dioses que representaban lo mundano, como es el caso del dios del comercio, Hermes y Mercurio, en el primero de los casos, y Ares y Marte, en el segundo. En estos casos existen imágenes (en cuadros del segundo milenio) en las que las deidades aparecen con una flauta, que era considerada una representación de la serpiente. En ocasiones posteriores, también se ha asociado el movimiento del flautista con las torsiones del diablo, todo ello para redundar en la hermandad entre los instrumentos musicales y el mal.

El violín ha sido protagonista junto a la imagen del diablo en numerosas ocasiones, y muy antiguas. En el siglo XVI o XVII, hay constancia de una danza macabra peruana realizada por los africanos llevados por los españoles al continente americano, en la que el único instrumento que sonaba era una especie de arpa, en lo que es posiblemente la primera asociación del diablo con la cuerda. Posteriormente, en el siglo XIX, se puso nombre a esa danza, como el Son de los diablos, llegando a ser prohibida en el XX. Son varios los países sudamericanos que tienen una leyenda parecida.

La historiografía empieza a empeñarse en reflejar al diablo junto a un violín con más insistencia a partir del siglo XVIII. Existe una obra de Giuseppe Tartini, de 1713, llamada El trino del diablo, una sonata para violín basada en la interpretación del instrumento de cuerda, que recibió como inspiración tras una visita de Satanás en plena noche. Lo que Tartini compuso, no se parecía ni de lejos a lo que le escuchó tocar al diablo, sino que era una aproximación, claro. A éste le sigue otro italiano, Nicolás Paganini, posiblemente el músico de la Historia más asociado con la figura demoníaca, ya que se decía de él que había hecho un pacto con el diablo para ser el mejor violinista de todos los tiempos. Su planta espigada y su aspecto descuidado contribuían a ello. Paganini, que vivió durante el siglo XIX es considerado el violinista del diablo desde entonces.

Posteriormente, el violín aparece en el folclore de muchos países como el instrumento del diablo. Desde obras clásicas como El cuento del soldado de Stravinsky, el vals de Mefisto, la sinfonía de Fausto, o la danza macabra de Saint Sains. Hasta en la actualidad ha quedado constancia de ello, en el segmento más popular, como el título y la letra de una canción del grupo El mago de Oz demuestran: “El violín del diablo, sonata del mal”.

Por último, en una película carente de escrúpulos de un genio del género del terror como Sam Raimi, el por otra parte genio de la música de terror Chris Young (Es a ese género lo que Bernard Herrmman al cine de suspense, o Miklos Rozsa al de romanos), ha optado por unir su nombre al de los compositores de tantos siglos atrás y perpetuar la idea de que el diablo, cuando está ocioso, ni es más diablo, ni espanta moscas con el rabo. Toca el violín.

Young se ha preocupado además de que su opción no suponga la copia mecánica de lo hecho por otros, y añade misterio a la ecuación. En Drag me to hell, un violín interpreta una bella melodía. Si, bella, porque dicen las leyendas que la música que emanaba de las cuerdas cuando la tocaba el diablo, como en el caso de la que inspiró a Giuseppe Tartini, era “singular y romántica”. Es más extraño aún, y no todos los oyentes caerán en la cuenta, de que la melodía principal de Arrástrame al infierno procede de un solo violín, pero solo puede ser tocada con diez dedos. Dado que el hombre necesita una mano para sostener el arco, y la otra para presionar las cuerdas, Young necesitaba de alguien capaz de hacer que el arco se deslizase por si solo.

El músico del horror

El terror es más temible cuando se posiciona frente a lo bello. Y ese contrataste es habitual en la película Drag me to hell. Ante la macabra idea de que el mismo diablo venga a por ti y te arrastre con él al infierno de forma violenta y desgarradora, Raimi opone la dulzura y la inocencia de la protagonista, interpretada por Alison Lohman. Frente al rojizo fulgor de ese infierno teñido de sangre, el sensual resplandor del cabello rubio de la joven. Frente al caos de voces lamentándose, órganos funestos y trompas sonando como campanas que anuncian un funeral, Young presenta una melodía hermosa, la más hermosa de cuantas ha compuesto, elegantemente vestida con un violín, para atraer tanta belleza hacia ese caos.

Es el tema principal de Arrástrame al infierno, y que ha devuelto a Young al altar de los compositores de música de cine. El último clásico ha sido obra de él, y como si hubiera hecho un pacto similar al que hizo Paganini, su composición ha logrado alabanzas allí donde ha llegado. Es un tema soberbio, magistral, que acompaña lo títulos iniciales de crédito y que ponen al espectador ante la leyenda macabra, contada como si fuera una ópera.
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No es ese tema el único que se encuentra el espectador / oyente en Arrástrame al infierno (gracias a los distribuidores españoles por no alterar el título original en la traducción, que sabemos de lo que son capaces, y ni siquiera podemos asignárselo en exclusiva al diablo, ya que el tema, o al menos el violín, representa en pantalla a la señora Ganush. Ésta gitana anciana es la que vierte una maldición sobre la protagonista, desencadenando la trama, y como vínculo entre la demoníaco y lo terrenal, Young opta por representarla también con el violín, que es además un instrumento popular de la cultura gitana.

En la banda sonora también hay lugar para la paz, en el tema asociado al personaje de Alison Lohman, y que aparecerá en el disco editado por Lakeshore Records hasta en tres ocasiones, bien integradas en el conjunto para amenizar la escucha, y lograr crear un album muy completo: Tale of a haunted banker, Familiar familiars, y Brick dogs a la carte. Es una melodía sencilla y bonita, representada con el piano, y que está asociada a la candidez de la protagonista.

Hay un tercer tema de gran calado, aunque solo aparecerá íntegramente en una ocasión en el compacto, eso sí, en uno de los mejores cortes del mismo. Es la pista cuarta, y que lleva el nombre del diablo que persigue a Christine Brown (Lohman): Lamia. El ser del inframundo aparece en una fantástica escena representado mediante una cabra, y un ser humano con pinta de cabra, y sus movimientos se asemejan a los del animal. Young emplea voces agónicas (este es un cliché pero con muy logrado efecto) para abrir la escena, hasta la aparición de un tema de tipo bufa, con órgano e instrumentos de viento metal, para representar al espíritu maligno, que aparece danzando. De nuevo, la asociación del mal y la música, en este caso una danza.

La orquesta del mal

Christopher Young ha reunido un selecto grupo de instrumentos, además del mencionado violín, para su paleta de colores de Arrástrame al infierno. La elección de buena parte de ellos la explica el propio compositor: “En el score aparece de forma ocasional el órgano de una iglesia, extractos de un piano modificado, percusiones de juguete y voces. Hay una especie de trompa que trata de emular el gemido del diablo, y que representa los objetos malditos, e incluso vuestro propio y verdadero grito en una de las pistas (corte 8)”.

El corte ocho al que se refiere Young es de hecho uno de los mejores del disco, para una de las mejores escenas de la película, sino la mejor. Loose Teeth, para la secuencia que concluye con la maldición de la señora Ganush, pero que está precedida de una vibrante pelea dentro del coche de Christine Brown en un garaje. En ese corte podemos escuchar todo tipo de ruidos inquietantes, cuerda, marimbas, viento, el sonido de las ramas de los árboles, hasta la aparición de las primeras notas del tema principal con coros femeninos, secuestrados súbitamente por los metales, que caóticamente conducen la escena a sus momentos más trepidantes, acompañadas de cuerda.

Otro de los más largos, y mejores bloques musicales de la cinta tiene lugar durante el desenlace, y que aparece en disco en los dos últimos cortes (Auto da fe y Concerto to hell, que sugerente nombre). El primero comienza con trompas similares a las del corte del Lamia, y las primeras notas del tema principal, construyendo la obra del mal, algo a lo que ayuda el órgano de la iglesia del que hablaba el compositor. Para terminar su score, en lo que parecen ser los títulos de crédito, Young nos ofrece toda una oda a la vida campestre del averno. Mal, locura, dolor, y esas cosas. Inquietante cuando menos.

El propio compositor explica su creación de forma entusiasta: “Cuando leí el guión supe inmediatamente que tenía que tratar de exprimir todo lo que había aprendido hasta entonces sobre como hacer música para películas de terror. Monstruosamente grande, melódica en momentos apropiados, y coloreada con bastantes sonidos enfermizos”.

Para Young, componer Drag me to hell parece haber sido un soplo de aire fresco, un regreso a los orígenes como impulso hacia delante. El propio compositor se mostraba orgulloso de su creación durante su visita en 2009 al Festival de Música de Cine de Úbeda, y no es para menos, ya que ha perpetrado un auténtico clásico moderno. Un score a la altura de sus grandes trabajos, con una película que tiene visos de permanecer en el rincón más friki de los aficionados. Hellraiser y Hellbound ya tienen compañía.

Drag Me to Hell

  1. Drag Me To Hell (2:33)
  2. Mexican Devil Disaster (4:33)
  3. Tale Of A Haunted Banker (1:52)
  4. Lamia (4:06)
  5. Black Rainbows (3:24)
  6. Ode To Ganush (2:23)
  7. Familiar Familiars (2:11)
  8. Loose Teeth (6:31)
  9. Ordeal By Corpse (4:35)
  10. Bealing Bells With Trumpet (5:12)
  11. Brick Dogs Ala Carte (1:46)
  12. Muttled Buttled Brain Stew (2:51)
  13. Auto-Da-Fe (4:31)
  14. Concerto To Hell (5:59)
Duración total: 52:27
Compositor: Christopher Young
Sello: Lakeshore Records
Formato: CD, Descarga digital
Fecha de lanzamiento 18 de Agosto de 2009
Drag Me to Hell