Análisis
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Género
Cine mudo, Comedia, Drama
Lo mejor
La experiencia cinematográfica.
Lo peor
El carácter estático de algunos temas tanto en lo musical y dramático como en lo narrativo.

Babylon

2022

Para muchos aficionados (entre los que me incluyo) el estreno de una nueva película de Damien Chazelle se ha convertido en un pequeño acontecimiento a marcar en el calendario. Tras cuatro películas llenas de música y narrativa, el director nos muestra una vez más lo importante que es la labor de Justin Hurwitz en su cine.

El filme es un poderoso homenaje a Hollywood (a la vez que mordaz crítica) que nos hace viajar a las entrañas de la industria cinematográfica de finales de los años 20 para vivir más de cerca la transición del cine mudo al sonoro. Como ya sucediera con clásicos como Sunset Boulevard (El Crepúsculo de los Dioses, 1950) o Singin’ in the Rain (Cantando bajo la lluvia, 1952), Babylon (2022) nos teletransporta a este periodo crítico que tanto afectó a trabajadores y artistas, y el director aprovecha para hacer un paralelismo con la época de cambio que actualmente estamos viviendo en torno a las plataformas, el streaming, los efectos digitales y los superhéroes.

Chazelle se vale de la potente y enérgica música de su inestimable compañero de aventuras para enfatizar hasta altísimas cotas dicho mensaje. En esta ocasión, Justin Hurwitz se calza una vez más las botas de músico de Jazz para acometer un proyecto que rebosa exceso y buen hacer, una dualidad poco común estos días. Lo reseñable es que los cineastas salen victoriosos de este complejo reto ofreciéndonos una de esas películas que son más grandes que la vida y donde la partitura nace comprometida por y para su cine, quedando ambas encadenadas in aeternum.

Babylon es un filme que ha fracasado estrepitosamente en taquilla (y en los Oscars) pero que, con suerte y con los años, alcanzará el estatus de culto que merece. Y diría que el mayor valor diferencial que favorecerá que esto ocurra es precisamente la labor de la música. Hurwitz, a través de la típica banda de Jazz de los años 20 del pasado siglo, nos ofrece una mezcla de estilos musicales que poco o nada tienen que ver con el Jazz de dicho periodo histórico.

Para meternos en una fiesta llena de excesos y para hacernos sentir que somos partícipes de ella en primera persona, de un modo casi físico, el compositor añade al sonido Jazz potentes ritmos Rock and Roll (estilo muy posterior) e incluso elementos de música dance moderna.

Tal y como han explicado ambos cineastas, la música no busca replicar las grabaciones de los años 20 que han llegado hasta nuestros días. Por el contrario, encuentra su concepción en diarios y crónicas escritas de la época que definían la música en los clubs como más enérgica y agresiva. De ahí la necesidad de inventar un nuevo sonido lleno de elementos modernos que no formaban parte de aquella música, pero que enriquecen la experiencia perceptiva del público del siglo XXI. Y lo consiguen, pues para nuestros inexpertos oídos el compositor logra que la música suene moderna sin resultar anacrónica, y salvaje sin ser excesiva.

Respecto a su uso, la música cumple una doble función diegética y extradiegética de un modo inteligente a la vez que elegante, difuminando las transiciones entre escenas como si de una misma pieza se tratara. En ocasiones dicho cambio juega intencionalmente a ser confuso, siendo difícil diferenciar en cada momento si la música pertenece a la fiesta anexa o a los personajes. Sin embargo, en determinados momentos la diferenciación queda sutilmente marcada por el uso de instrumentos inesperados (claramente no provenientes de una banda de Jazz) que aportan unas texturas y un tono que son capaces de definir e incluso hablar por y para los personajes.

Ejemplo de ello es la primera aparición del tema dedicado a Nellie y Manny (Manny and Nellie’s Theme), la pareja protagonista. Para un amor imposible entre dos jóvenes ambiciosos que crecerán en lo profesional pero no en lo sentimental, Hurwitz propone un tema sencillo y fresco que define a la perfección la esencia de la relación. Para conseguirlo decide usar tres pianos: uno perfectamente afinado, otro algo desafinado, y un tercero completamente desafinado. Al tocar la misma melodía de forma simultánea con estos tres pianos se crea un sonido especial, una textura amable a la vez que quebrada, representando así una relación dulce pero infructuosa, la de una pareja que podría haber sido y que nunca será.

Al otorgarles este bello sonido durante la escena de la fiesta, la partitura se separa de ésta última de forma clarividente, disociándose de la música diegética y salvaje de la banda de Jazz. Este tema les pertenece solo a ellos, permitiéndoles ausentarse emocionalmente del bullicio que les rodea, a la vez que Hurwitz consigue un mayor impacto narrativo en la percepción de la audiencia.

Más adelante, el tema de amor transforma su morfología convirtiéndose en una melodía rítmica llena de fuerza (Herman’s Hustle). Con decisión, esta nueva versión impulsa a la pareja por separado, acompañando los logros profesionales que cada uno consigue. El tema es de amor, pero no sentimental, sino que refleja la pasión de los protagonistas por lo que hacen, su ambición de ascender y se ser partícipes del cine, que no deja de ser lo único que les une, al fin y al cabo.

Como dato curioso, los cineastas han comentado en repetidas ocasiones que en un principio no existía el tema de amor. Tras varios intentos fallidos, el compositor no conseguía encontrar una imagen musical que reflejara la esencia de la relación. Sin embargo, Chazelle propuso a Hurwitz ralentizar el tema de los logros profesionales (justo el último que hemos comentado) para asociarlo a la pareja. Se felicitaron al ver que en su aplicación a la película funcionaba perfectamente, naciendo de esta manera el tema de amor que tanto les costó encontrar.

Volviendo a la fiesta, hay un tema de gran importancia que se asocia en un principio a Nellie (Voodoo Mama). Aparece en la escena en la que la protagonista se hace notar entre los presentes a través de un baile salvaje. La música se mantiene muy arriba, pero ella va mucho más allá, dejándose llevar hasta casi perder el control a través de violentos movimientos. Más adelante se hace referencia a este tema de nuevo en relación a Nellie. Un ejemplo sutil se da cerca del final, en la escena en la que Manny desciende a los “infiernos” del Blockhouse para evitar que maten a Nellie por culpa de una apuesta impagada.

En esta secuencia hay una llamada al Voodoo Mama que bailó Nellie, recreado a través de gongs sobre una música oscura de drones con voces gregorianas y con pinceladas de tintes electrónicos, alejándose estilísticamente de lo planteado en el resto de la partitura (Blockhouse). Aunque Manny es quien está viviendo esta aventura de pesadilla, el compositor nos recuerda que también Nellie, aunque ausente, se está jugando la vida en este momento.

Sin embargo, el momento más interesante donde aparece esta música, de nuevo en todo su esplendor, es justo en la escena final. El tema acompaña un montaje vertiginoso con tomas de películas de toda índole, donde el director hace un breve repaso a la evolución de la historia del cine. En esta ocasión no es Nellie la que baila el Voovoo Mama, sino que son las propias tomas de las películas las que siguen el son, siendo la música la que en este momento se deja llevar y pierde el control.

El tema se termina deconstruyendo, evolucionando hacia una música experimental y en cierto sentido más moderna. Desde mi punto de vista se genera un paralelismo entre el baile desenfrenado de ella en la fiesta y el uso de la música en la escena final, transmitiendo un interesante mensaje sobre el arte de hacer cine: para conseguir tus objetivos tienes que evolucionar y dejarte llevar, progresar, avanzar (como defiende el personaje de Brad Pitt durante buena parte de la película), lo cual, unido al metraje de filmes como Avatar o The Matrix, adquiere un sentido completo. No hay que reprimir el avance del arte ni de la tecnología asociada al mismo, no hay que evitar la transición del cine mudo al sonoro ni tampoco los adelantos que estamos viviendo estos días. Bueno o malo, mejor o peor, todo viene a ser cine.

Pero el uso narrativo de la música no se limita a lo comentado, sino que hay mucho más. Hay un tema para la celebración del éxito (Champagne, con claros ecos armónicos a La La Land) y otro para la Nellie LaRoy más desenfrenada y salvaje, la que no teme perder los estribos y actuar sin pensar en las consecuencias (Wild Child).

Existe a su vez un tema que nos hace sentir el gran pesar del tercer gran protagonista, Jack Conrad (hilarante Brad Pitt), un personaje que haciendo suyo el lema “renovarse o morir” ve cómo el progreso que él tanto ha defendido termina por destruir el Hollywood que él amaba y que le había encumbrado. Es un tema triste y melancólico que le abre los ojos y le hace presenciar la decadencia de su entorno y que le empuja hacia un triste final (Gold Coast Rhythm – Jack’s Party).

Como momento destacado, este tema inicia una de las escenas más bellas del filme, donde Conrad es el protagonista de una espectacular toma de cine mudo que involucra una bella puesta de sol y una espontánea mariposa (Gold Coast Sunset). La música cambia y evoluciona hacia una versión del Tristán e Isolda de Richard Wagner, y supone uno de los picos artísticos del 2022, un momento lleno de magia donde cine y música se elevan mutuamente consiguiendo un espectáculo inolvidable.

Ésta no es la única pieza clásica que Hurwitz referencia, ya que también destaca la música de Modest Músorgski acompañando el rodaje de una épica y sangrienta batalla, o un Bolero de Ravel muy transformado, aunque, en esencia, demasiado parecido al original.

También hay lugar para numerosas variaciones de temas claramente secundarios. Lo que en una escena parece un tema a la Schubert (Morning), más tarde aparece dotado de un aire oriental (Kinescope Erhu – Orientally Yours), que de nuevo se transforma en un bello tango (Orientally Yours) o una sintonía griega (Nea Smyrni) y que más tarde aparecerá interpretado por una banda Hawaiana (Waikele Tango).

En parte gracias a la creatividad de los cineastas, y también a la necesidad de exceso de la película, en la banda sonora de Babylon caben todas las ideas y todos los colores orquestales. Hurwitz aporta una visión única que queda grabada en nuestra imaginación de forma instantánea y que siempre pertenecerá, de manera totalmente exclusiva, al Babylon de Chazelle.

Conclusión

La música de Babylon es grandilocuente, enérgica, divertida, dulce y melancólica, triste, bella, desenfrenada y visceral. Es una partitura que lo tiene todo en exceso, pero también en su justa medida. Con ella, Hurwitz y Chazelle demuestran que, a pesar de su edad, saben perfectamente lo que se traen entre manos, y que los premios a La La Land (2016) no fueron cosa de la suerte.

A través de un trabajo mastodóntico y una orquestación elaborada en solitario, lo cual es de valorar, el compositor ha demostrado una vez más su compromiso con el cine de Chazelle, único director que hasta el momento le brinda la confianza y el tiempo que Hurwitz exige para garantizar una labor artesanal y única (por ello no ha trabajado con nadie más hasta la fecha). Quizás con Babylon no han conseguido el éxito de público deseado, pero sí han dado un paso más hacia la excelencia, consagrándose definitivamente como una de las mejores parejas director-compositor que podemos encontrar en la actualidad.

Babylon

  1. Welcome (4:00)
  2. Manny and Nellie’s Theme (0:53)
  3. King of the Circus (2:28)
  4. Jub Jub (0:56)
  5. Coke Room (2:31)
  6. My Girl’s Pussy (2:29)
  7. Idaho (0:55)
  8. Voodoo Mama (3:59)
  9. Gold Coast Rhythm (Wallach Party) (1:41)
  10. Ain’t Life Grand (1:38)
  11. Babylon (0:30)
  12. Morning (2:00)
  13. Kinescope Ragtime Piano (0:35)
  14. Kinescope Erhu (Orientally Yours) (1:28)
  15. Kinescope Circus Music (0:49)
  16. Kinescope Organ Music (0:45)
  17. Night on Bald Mountain (2:08)
  18. Herman’s Hustle (2:02)
  19. Gold Coast Sunset (2:00)
  20. Champagne (2:55)
  21. Wild Child (3:03)
  22. New York (2:02)
  23. See You Back in LA (0:48)
  24. Red Devil (1:56)
  25. I Want a Man (2:02)
  26. Orientally Yours (2:11)
  27. Gimme (1:32)
  28. Singin’ in the Rain (1:22)
  29. Pharoah John (0:39)
  30. Meet Miss LaRoy (0:39)
  31. Call Me Manny (3:37)
  32. Hearst Party (6:41)
  33. Damascus Thump (2:10)
  34. All Figured Out (0:55)
  35. Nea Smyrni (2:03)
  36. Waikele Tango (3:38)
  37. Toad (2:01)
  38. Blockhouse (2:10)
  39. Jack’s Party Band (1:34)
  40. Gold Coast Rhythm (Jack’s Party) (1:42)
  41. Levántate (0:34)
  42. Señor Avocado (2:23)
  43. Heyo (3:00)
  44. Gold Coast Rhythm (Juan Bonilla) (2:56)
  45. Te Amo Nellie (1:31)
  46. Gold Coast Rhythm (Sidney’s Solo) (2:47)
  47. Manny and Nellie’s Theme (Reprise) (0:45)
  48. Finale (3:51)
Duración total: 97:14 minutos
Compositor: Justin Hurwitz
Sello: Interscope Records
Formato: CD y descarga digital
Fecha de lanzamiento 09 de diciembre de 2022
Babylon