Análisis
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Género
2ª Guerra Mundial, Bélico, Drama, Sam Mendes
Lo mejor
El sonido depurado y afinado de Thomas Newman que nos devuelve al mejor compositor en años al regalarnos uno de los mejores momentos del 2019 (sino el mejor), The Night Window
Lo peor
NADA, la pena de no ver alzarse con un merecido Oscar a Thomas Newman porque este haya sido el año del Joker (una buena partitura que para mi gusto es inferior a 1917)

1917

2019

Es innegable que 1917 (2019) ha sido una de las películas del año (incluso el gran Michael Caine ha dicho que es la mejor película bélica de la historia), generando controversia entre quienes opinan que es una gran película o que simplemente es una buena película sin más, algo sobrevalorada (cuestión de gustos). Sin embargo, el debate generado favorece a la película de Sam Mendes, uno de los mejores directores de su generación (solo hay que ver la impecable factura de sus películas Bond).

Por supuesto, desde que se anunció que la película de 1917 contaría con mi amado Thomas Newman (uno de mis compositores fetiches y más en forma de Hollywood) mi atención inicial se convirtió en expectación. Y, por supuesto, no me defraudó… el nunca lo hace.

1917 – La Experiencia

Personalmente, si considero 1917 como una de las mejores películas del año, además de considerarla toda una Experiencia, algo que Mendes consigue a través de una dirección magistral, transmitiendo la angustia y el calvario de los dos personajes principales, generando una tensión constante, un estado casi permanente de suspense y malestar. A ese nivel, la película es de matrícula de honor.

Y en ello colabora todos los apartados técnicos de la película, desde la fotografía hasta la dirección, sin olvidarnos del gran Thomas Newman, parte culpable de esa Experiencia, como veremos posteriormente.

Es un descenso a los infiernos que funciona por bloques: la misión inicial, las trincheras alemanas, el episodio del avión alemán, el Infierno de Dante (todo lo relacionado con el poblado francés) y el desenlace final, sumando dos horas muy intensas y para nada aburridas.

La película, narrada en un plano prácticamente único, es todo un prodigio técnico de dirección, y los actores están todos bien, desde el duo protagonista (Dean-Charles Chapman como el soldado Blake y  especialmente George MacKay como el soldado Schofield) hasta los secundarios, con nombres tan ilustres como Mark Strong, Colin Firth, Benedict Cumberbatch, Richard Madden (Rob Starko Andrew Scott (el Moriarty de la serie de Sherlock) todos ellos con poco protagonismo, casi un cameo, para no desviar la atención de la historia principal.

Quizás 1917 haya sido la gran perdedora de la noche (a pesar de marcharse con 3 Oscars, todos ellos técnicos) al no llevarse el premio a mejor película y mejor dirección, recayendo ambos galardones en el gran éxito de crítica de Parasite (Parásitos, 2019), pero la película de Sam Mendes y la música de Thomas Newman se han ganado un hueco en la historia del cine moderno.

1917 – El Binomio Sam Mendes & Thomas Newman

Desde que allá por 1999 las carreras de Sam Mendes y Thomas Newman se cruzasen con American Beauty han pasado ya 20 años (casi nada), comenzando una senda de éxitos en sus carreras con películas tan redondas como Road to Perdition (Camino a la Perdición, 2002), quizás la mejor película de Mendes (al menos para el que escribe) o uno de los mejores Bond modernos rodados de los últimos años, Skyfall (2012).

Salvo en una ocasión, Newman ha sido siempre la opción innegociable para Mendes, tanto que fue compositor Bond en Skyfall y Spectre(2015), cuando muchos pensaban, con razón, que David Arnold volvería a ser el elegido para el Universo Bond… pero no fue así.

Y por si fuera poco, para alegría del que escribe, Thomas Newman escribió una partitura magnífica para Skyfall y un excelente trabajo para Spectre (sí, como John Barry no hay nadie, ni tampoco como su heredero natural, David Arnold, pero Thomas Newman se salió).

De todas las colaboraciones con Mendes, por proximidad musical en algún punto, tenemos el drama bélico Jarhead (Jarhead – el Infierno espera, 2009), una especie de fotografía temporal del conflicto de la guerra del golfo que técnicamente es de 10 pero que no deja de ser una película bastante normalita con un buen puñado de actores y un gran Newman.

Aquí, el compositor adereza sus sonoridades percusivas marcas de la casa (ya dio un curso magistral de ello en American Beauty) de tono más militar con sonoridades étnicas de corte arábigo.

Estas percusiones, que en el universo Bond vivieron su esplendor en los cortes de acción, nos llevan de lleno a 1917, donde son utilizadas para el comienzo de la película (el previo de la misión) y, sobre todo, para la amenazante presencia alemana para nuestro dúo protagonista..

También recupera Newman la inmensidad emocional y sinfónica de partituras grandiosas y emotivas como Road to Perdition, The Shawshank Redemption (Cadena Perpetua, 1994) o más recientemente en Bridge of Spies (El Puente de los Espías, 2015).

20 años después y 4 nominaciones a los Oscar de la mano de Mendes, 1917 se ha constituido como uno de los mejores trabajos del compositor de los últimos años, y The Night Window en una de los mejores escenas del pasado año.

1917 – La partitura

  • REGLAS BÁSICAS

En noviembre de 2018, Sam Mendes y Thomas Newman se reunieron para hablar sobre el proceso creativo de la banda sonora de 1917 (a primeros de mayo del 2019 se acabaría de rodar la película), y en aquel momento le dio una indicación muy clara que Thomas Newman desveló posteriormente en una entrevista:

“He didn’t want gloom on gloom. Essentially, if theses guys are trudging through mud with their guns pointed, how do you get to different kinds of psychological landscapes?”.

En otras palabras, que Mendes no quería música que estuviera constantemente transmitiendo tristeza y pena, lo que planteaba un reto para Thomas Newman en la búsqueda del tono musical para los estados psicológicos de los personajes a través del desolador y devastado páramo que se extiende a través de trincheras y pueblos.

Otra fórmula lógica a evitar es que Thomas Newman no podía ir por delante de los personajes ni la acción, es un plano único y todo sucede de forma continua, avanzando la trama conforme avanza la película (no sabemos lo que va a pasar).

Eso también fue un reto para el compositor, quien fue poniendo música conforme avanzaba la película, limitándose a describir y enfatizar cuando los acontecimientos tienen lugar, y se nota (y vaya cómo) como ya veremos a continuación.

  • EL TONO MUSICAL (EL SONIDO NEWMAN)

Se antojaba esencial, también, encontrar el tono musical que describa los estados anímicos y psicológicos de los personajes así como la acción que vamos viendo en pantalla a lo largo de las dos horas que dura 1917, pero si hay un compositor hoy día, en Hollywood, que sepa tocarte con su música de una forma sutil, delicada y sincera, y además, con muy poquita cosa, ESE es THOMAS NEWMAN.

Esas notas de piano aquí, esos violines allí entrando y volviendo a salir, esas percusiones… Thomas Newman es todo un catálogo musical emocional en constante evolución desde que irrumpiera en el Mainstream de Hollywood con títulos como Scent of a Woman (Esencia de Mujer, 1992), The Shawshank Redemption (Cadena Perpetua, 1994), Fried Green Tomatoes (Tomates Verdes Fritos, 1991)  Little Women (Mujercitas, 1994) o How To Make An American Quilt (Donde Reside el Amor, 1995)

Diseñando la partitura como un elemento descriptivo que acompaña a los personajes y a la acción, Thomas Newman activa su paleta musical de colores para ofrecer un catálogo de sonoridades musicales marca de la casa que, perfectamente, se ajustan tanto para los momentos de acción como los más emotivos, sin olvidarnos del suspense y la desolación de la guerra, que por momentos casi parece que estemos asistiendo a una película de terror.

1917 – Análisis de la partitura

Antes de entrar en materia, advertirte que sino has visto la película te recomiendo no leas lo que viene a continuación, ya que incluye SPOILERS.

Pese al elemento descriptivo musical de la partitura que acompaña a la acción inmediata que vemos en pantalla, nunca sin adelantarse, Newman si va diseñando inteligentemente el catálogo de temas que acaban conformando un conjunto musical homogéneo, una serie de ideas y motivos todos ellos presentados en los primeros 15-20 minutos de la película, la cual abre con un motivo donde es protagonista las bellas notas de un solo de cello (cortesía de Caroline Deal), de tono melancólico y dramático (tema que abre tanto el disco como la película), que son un pequeño remanso de paz previo al horro que se avecina

Este breve corte, 1917, es la primera tarjeta musical del compositor en la película, con un registro dramático y melancólico que obtiene una versión más melódica y extendida en el corte final, el magistral Come Back to Us. Ambos cortes, además, no es capricho que abran y cierren la película; en ambos vemos en pantalla a Schofield apoyado en un árbol junto a un campo de hierba y flores, y mientras que al comienzo lo vemos descansando apaciblemente, al final pesaroso y melancólico por la pérdida de un amigo.

Es en esta ultima pieza, una de las más redondas compuestas por Newman en los últimos años (junto con The Night Window), donde ese solo de cello vuelve a hacer acto de aparición para verse escoltado posteriormente por toda la sección de cuerda, recordando al Thomas Newman de las grandes partituras como The Shawshank Redemption, Road to Perdition o The Green Mile. Es un corte de bella factura musical que pone fin a la dolorosa e infernal epopeya del soldado Schofield, arrojando un tono melancólico en recuerdo de su amigo y del regreso a casa.

El siguiente motivo que nos encontramos es un potente y percusivo corte de acción, Up the Down Trench, donde Blake y Schofield van a ver a sus superiores para recibir instrucciones mientras visualizamos las trincheras llenas de soldados listos para la guerra. Este corte percusivo me trae a la memoria algunas des mejores e intensas piezas de acción para el Universo Bond (Skyfall) o incluso algunos pasajes de Jarhead, donde Newman demostró su magistral dominio para impregnar de ritmo y emoción las escenas de acción.

Es un corte vibrante que te mete de lleno en la película, y que adquiere expresiones más violentas y dinámicas en posteriores cortes de acción donde Schofield tiene que enfrentarse varias veces a los alemanes en el desolado pueblo francés, como en Lockhouse (el tiroteo nada más llegar a la villa francesa de Écoust-Saint-Mein) o especialmente Engländer, donde tras una construcción magnífica de tensión, Newman ofrece un corte de acción asfixiante para la huida de Schofield rumbo a los rápidos del río mientras los alemanes tratan de abatirlo.

Tras el motivo del cello y el motivo percursivo de acción, habría un tercero que aparece en el corte tres, Gehenna, nombre que tiene que ver con un viejo proverbio de Ruyard Kipling que dice así: «Down to Gehenna or up to the throne, he travels fastest who travels alone«, que viene a ser, en resumen, que viaja más rápido el que viaja sólo (algo que terminará sucediendo).

Este corte pertenece a la escena donde Blake y Schofield se adentran en territorio enemigo y se disponen a entrar en la trinchera alemana por primera vez. Un motivo repetitivo a través de una notas de piano, casi de forma obsesiva, construyen un ambiente de misterio e incertidumbre mientras se disponen a entrar en la trinchera con sus armas en alto, donde se van uniendo in crescendo las cuerdas y los metales, alcanzando su cénit cuando entran dentro y ven que no hay nadie.

Es un motivo al que también recurre en Milk, el corte más largo de la banda sonora, donde un avión alemán acaba estrellándose cerca de una pequeña granja francesa, el episodio que pondrá fin a la vida de Blake. La aparición del corte de nuevo sigue a los protagonistas, generando de nuevo misterio ante lo que está por venir.

La tercera y última aparición es el magistral corte The Night Window, para el que escribe la escena del año, donde ese tema suena de una forma casi épica para realzar el contraste de la infernal belleza que emana a través de las imágenes de la villa francés en llamas.

Ese tono épico y espectacular, donde los metales y las cuerdas son las absolutas protagonistas, erigiéndose la música en protagonista casi incluso por encima de las propias imágenes. Es aquí donde cabe hacer el análisis de pensar si era necesario o no querer resaltar la dantesca belleza del panorama cuasi apocalíptico e infernal que Mendes refleja perfectamente con las imágenes. No obstante, la pieza musical está tan magistralmente compuesta y escrita para esa escena que es imposible no enamorarse de la belleza que emana de la música de Thomas Newman.

Hay un cuarto motivo asociado a la muerte, y donde Thomas Newman utilizar elementos musicales distorsionados que dan esa sensación de irrealidad que provocan escenas de gran impacto en las vidas de los seres humanos, momentos en donde las cosas parecen como si no fueron reales. Blake and Schofield recoge perfectamente ese motivo, un corte de tono ambiental, de tono pesaroso y triste, y donde esos elementos distorsionados acompañan la muerte de Blake, captando perfectamente la escena sin adelantarse, sin caer en el cliché musical de enfatizar el drama, sin indicarnos que Blake se va a morir (incluso los violines entran en el tramo final, pasado el minuto tres, de una forma efímera, apagándose poco a poco, como la vida de Blake).

Es tal la fidelidad que Newman sigue a su regla básica, que es en el corte ocho, A Bit of Tin, donde el compositor regala un bello y delicado motivo para la memoria de Blake (muy del estilo de Newman, con el piano llevando la melodía y las cuerdas acompañando muy sutilmente y en segundo lugar). Aquí, Schofield viaja con un grupo de soldados ingleses a bordo de un camión que lo dejan cerca de la villa francesa de Écoust-Saint-Mein. Este corte es el único remanso de paz que Schofield encuentra en toda la película.

Volviendo de nuevo al cuarto motivo, el de la muerte (la desolación), éste vuelve a aparece en Les Arbres (donde Schofield se ha escondido con una madre y su bebe en una casa derruida de la villa, aunque aquí el tratamiento musical es más suave y delicado, sin distorsión) y especialmente en Mentions in Dispatches, donde ese tema reaparece cuando Schofield encuentra al hermano de Blake en el hospital de campaña para darle la mala noticia. Es de nuevo esa sensación incómoda, como de irrealidad, la que envuelve todo, como si no quisieras creerte lo que te están diciendo. Es un dolor insufrible, que causa desolación y desamparo, reflejado perfectamente en la música de Newman.

Es tan brutal la concepción musical de esta pieza y su uso en la película que, con todo el cariño del mundo, y con todo lo analizado anteriormente hasta aquí, uno no pueda entender que Newman no se haya alzado con el Oscar en el 2020.

Y no es imposible, antes de lanzarnos a hablar del clímax final, olvidarnos de otro protagonista de la película, el VACÍO, una sensación de vacío diseñado y programado por Thomas Newman para que se convierta en parte protagonista de la experiencia, describiendo musicalmente y de forma gráfica del horror de la guerra y la desolación que asoma por el devastado escenario bélico al que asistimos; pueblos derruidos y en llamas, cadáveres por todas partes (humanos, de animales, flotando en el río o en el fango de las trincheras),…

Newman compone un catálogo musical terrorífico y de suspense que se convierte en un protagonista más de la función durante muchísimas escenas de la película, como en Milk (especialmente la escena del avión), pero también en las escenas de las trincheras (Gehenna, A Scrap of Ribbon, The Boche) o el breve pero violento corte Tripwire, donde una trampa explosiva provoca el caos y casi les cuesta la vida a Blake y Schofield. Y es, además, muy curioso incluso como el horror y la belleza, gracias a Thomas Newman y Sam Mendes, se dan la mano en algunos momentos, como la dantesca escena de los rápidos del río (The Rapids y Croisilles Wood), todo un contraste.

Finalmente, para cerrar el análisis, no podía faltar el clímax de 1917, recogido en el corte Sixteen Hundred Men, un excelente corte magistralmente construido, y donde se nota cierto aire zimmeriano, un poco estilo The Thin Red Line (incluso Dunkirk), en ese uso percusivo y rítmico que a modo de ostinato construye un pulso musical apremiante (el tiempo se acaba, y cada segundo que pasa puede costar más vidas).

Schofield va avanzando por las trincheras mientras el ardor de la batalla tiene lugar y una oleada de soldados británicos se prepara para salir a luchar y, probablemente, a perecer. Las cuerdas, SIEMPRE las cuerdas, son el alma del corte, las que por debajo van hilando el tema musical, hasta que un estallido musical percusivo y los metales lanzan el corte a la acción pura y dura, con Schofield cruzando el campo de batalla rumbo a su misión.

De nuevo las cuerdas añaden dramatismo y un tono épico al sumarse, acompañando y llevando en volandas a Schofield en su misión suicida; la melodía dramática e intensa que subraya toda la escena es puro Newman.

Conclusión

2019 ha sido la constatación del gran año que ha vivido Thomas Newman, con Tolkien y Highwaymen (Emboscada Final), dos excelentes partituras que reflejan perfectamente la amistad y el mundo mágico del escritor J.R.R. Tolkien así como la épica y el contexto geográfico (folk sureño) de los personajes que dieron caza a Bonnie y Clyde, todo ello redondeado con 1917.

Pese a que siguen sin reconocerle el mérito que este genio merece en los Oscar (15 veces nominado y 0 oscars), a los aficionados al cine y a su música nos da igual, porque con sus notas ha hecho obrar la varita con la que crea su magia, una sincera que emana de lo más profundo de su ser, que genera emoción de forma emotiva (que no sensiblera).

Y eso es porque Thomas Newman ama su trabajo, ama el cine, convirtiendo su oficio en algo que tiene vida más allá de las imágenes cinematográficas, componiendo música que nos acompaña en nuestro momentos mas íntimos y reflexivos, bien con nuestros seres queridos o en nuestra a veces poca valorada soledad.

1917

  1. 1917 (01:17)
  2. Up the Down Trench (06:19)
  3. Gehenna (03:35)
  4. A Scrap of Ribbon (06:30)
  5. The Night Window (03:41)
  6. The Boche (03:22)
  7. Tripwire (01:41)
  8. A Bit of Tin (02:03)
  9. Lockhouse (04:04)
  10. Blake and Schofield (04:21)
  11. Milk (10:10)
  12. Ecoust-Saint-Mein (02:37)
  13. Les Arbres (03:37)
  14. Englander (04:29)
  15. The Rapids (01:30)
  16. Croisilles Wood (02:07)
  17. Sixteen Hundred Men (06:32)
  18. Mentions in Dispatches (03:44)
  19. Come Back to Us (05:40)
Duración total: 77:19 minutos
Compositor: Thomas Newman
Sello: Sonny Classical
Formato: CD
Fecha de lanzamiento 20 de Diciembre de 2019
1917